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jueves, 6 de octubre de 2011

La conciencia sincera

La conciencia sincera
"El valor del acto depende de su intención, y a cada hombre le concierne su intención"
Sufismo - 27/12/2008 9:39 - Autor: Redacción - Fuente: WebislamVota:- Resultado 83 votos | Más... Etiquetas: sinceridad, intencion, iblis, valor, acto, depende, hombre, concierne, actua

Caligrafía del nombre de Allah.Se dice en el Corán al-Karím: “Quien desee encontrar a su Señor, que actúe con nobleza y no haga nada partícipe en la adoración de su Señor”.

El Profeta (s) dijo en un hadiz: “El valor del acto depende de su intención, y a cada hombre le concierne su intención”.

Según Ma’rúf al-Darjí, quien actúa para obtener un beneficio pertenece al número de los comerciantes, quien actúa por temor a un castigo, pertenece al número de los esclavos, quien actúa únicamente por Allah es contado entre los libres y los nobles.

Abu Hámid al-Ghaççáli, en su Ihyá, relata la siguiente fábula en la que ejemplifica el Ijlás, la conciencia sincera del Tawhid:

“A los oídos de un hombre eminente y sabio que vivía retirado en una vida de contemplación y estudio, llegó la noticia de que en un pueblo cercano las gentes se dedicaban a la adoración de un árbol. Tomando la firme resolución de ir a cortarlo de raíz, cogió su hacha y se encaminó hacia el árbol. En su camino se encontró con Iblís, la personificación del Shaytán, que le dijo: “No cortes ese árbol, si lo hicieses el pueblo no tardará en buscar otro al que adorar”. El hombre sabio repuso: “Necesariamente tendré que cortar ese árbol y que después suceda lo que tenga que suceder”.

Iblís intentó apartarle por la fuerza, lucharon violentamente pero al final el hombre venció. Cuando estaba a punto de iniciar el derribo del árbol, Iblís volvió a decirle: “Tú ya eres viejo y pobre, difícilmente te mantienes. Si dejas en paz al árbol yo te prometo que cada mañana encontrarás bajo tu almohada dos dinares. Vuelve a tu tranquilo retiro y yo me encargaré de que nunca vuelvas a sentir privaciones. En el árbol no hay mal alguno mientras no te dediques tú a su adoración. Si Allah lo hubiese deseado, Él habría enviado un mensajero con la misión de arrancarlo de cuajo. Olvídate de la cuestión, y retorna a tu retiro”.

Tentado, el hombre aceptó la propuesta de Iblís. Al amanecer del día siguiente, encontró los dos dinares, pero no al consecutivo.

Irritado por el engaño de Iblís, volvió a cargar con su hacha dispuesto a talar el árbol. Volvió a encontrárselo en el camino y de nuevo lucharon pero esta vez Iblís lo derrotó con gran facilidad.

El hombre, sorprendido le preguntó: “¿Cómo pude vencerte la primera vez y hoy tú me has vencido con tanta rapidez?”. Iblís le respondió: “Porque ese día estabas airado a causa de Allah y esta vez la causa de tu ira son los dos dinares”.

Dumiri, en su obra “La vida de los animales”, narra esta otra fábula con el mismo propósito: “Cuando Adam (s) salió del Jardín y vagaba por la tierra fue visitado por los animales del desierto con el deseo de saludarlo y darle la paz.
En cierta ocasión se presentó ante él una manada de gacelas. Adam (s), agradecido, invocó a Allah mientras les acariciaba el lomo. Desde entonces, las gacelas segregan almizcle, el exquisito perfume. Otros animales se encontraron más tarde con las gacelas y les preguntaron por la causa del maravilloso perfume que emanaba de ellas. Les dijeron: “Hemos visitado a Adam para desearle la paz, él ha invocado a Allah y nos ha acariciado”.

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