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jueves, 6 de octubre de 2011

Relatos sobre la sinceridad y pureza de intención

Relatos sobre la sinceridad y pureza de intención
"Uno de los signos del ijlás, la verdadera sinceridad, es que para ti se igualen la alabanza de los demás como su censura"
Sufismo - 22/12/2008 10:18 - Autor: Redacción - Fuente: WebislamVota:- Resultado 86 votos | Más... Etiquetas: sinceridad, soberbia, salat, intencion, shirk, signos, ijlas, verdadera, igualen

Caligrafía del sura Al-Ijlas.Un sufí contó: “Tuve que repetir de nuevo el salat de treinta años que había hecho siempre en la primera fila de la mezquita pues sucedió que un día me retrasé y al llegar a la mezquita tuve que establecer el salat en la segunda fila. Entonces advertí que me daba vergüenza el que la gente no me viera donde me había colocado siempre. Me dí cuenta, pues, que durante esos treinta años estuve haciendo el salat por la gente y no por Allah”.

Dzun-Nun al-Misrí dijo: “Uno de los signos del ijlás, la verdadera sinceridad, es que para tí se igualen la alabanza de los demás como su censura”.

Dijo al-Fadíl: “Abandonar la acción a causa de la gente es soberbia, actuar por la gente es shirk: Ijlás es que Allah te libre de ambas conductas”.

Dijo Sulaymán ad-Daráni: “Feliz aquel que al menos haya dado un paso en su vida sinceramente por Allah”.

Otra anécdota relatada por al-‘Alai es la siguiente: “Un nómada entró en la mezquita del Profeta (s) e hizo un salat muy breve y ligero. Al verlo, ‘Ali (s) se levantó hacia él con un bastón en la mano, y le dijo: “Vuelve a repetir el salat”. El árabe lo repitió esta vez con más tranquilidad y reposo. Al final le preguntó el imán (s): “Ahora, díme, ¿cuál ha sido mejor? ¿ésta o la primera?”. El beduino respondió a ‘Ali (s): “Sin duda, la primera porque fue un salat que hice por Allah, mientras que el segundo lo hice por temor a tu bastón”.

Se cuenta que un día el emir Sharwán salió de caza. Al medio día se apoderó de él la sed, y vio un huerto muy frondoso y se acercó a él. En el jardín había un joven y le pidió agua. El joven le dijo: “No tenemos agua”. “Entrégame al menos una granada para que me refresque y calme mi sed”. El muchacho se la entregó y el emir la encontró excepcionalmente dulce y apetitosa, y por su cabeza cruzó la idea de apoderarse del jardín que daba frutos tan excelentes. Pidió otra granada pero esta vez la encontró muy amarga. Dijo: “¿No es ésta del mismo árbol que la anterior? ¿Por qué su sabor es tan diferente?”. El joven encargado del huerto le dijo: “Tal vez sea la intención del emir la que haya sufrido un cambio”. Comprendiendo sus palabras el emir se dio cuenta de que efectivamente había pensado en cometer una injusticia y rectificando desechó esa idea. No obstante, pidió otra granada y el joven se la entregó. Esa vez, la granada era más sabrosa incluso que la de la primera vez: “¿Cómo es posible que ésta sea aún mucho mejor que la anterior?”. Le respondió el muchacho: “Tal vez la conciencia del emir sea ahora irreprochable”.

Se contó a Yunaid que Abul-Hasán az-Zawri padecía tal pobreza que se veía obligado a mendigar. Yunaid se resolvió a ayudarlo y le pesó cien dírhams. Finalmente, cogió otro puñado y sin pensarlo lo añadió al total contado. Envió a alguien con el dinero diciéndole: “Dale todo a Abul-Hásan”. Cuando recibió la cantidad, Abul-Hásan lo volvió a pesar y separando los cien dírhams se los devolvió a Yunaid quedándose tan solo con el resto, el puñado que había echado de más. Preguntando por la anécdota, Yunaid la explicó: “Abul-Hásan ha preferido quedarse con lo que yo le había dado por Allah, y me ha devuelto lo que yo le he dado por él mismo”.

Dijo el Profeta (s): “Gentes, preservaos de una forma del shirk que es más leve que el rumor de las hormigas”, sus compañeros le preguntaron: “Y, ¿cómo podemos guardarnos de él cuando es más leve que el rumor de las hormigas?”, y él (s) les respondió: “Pedídselo a Allah diciendo: “Alláhuma, en Ti nos refugiamos contra el shirk que distinguimos y te pedimos que nos excuses por el que no distinguimos”. (Alláhuma inna na’údzu bíka min an nushrika bíka shay-an na’lamuh wa nastaghfíruka limá la ná’lamuh).

En el conocimiento de Allah, el ijlás, la pureza sincera de la conciencia, está descrita en una sura: “Di: Allah es Uno, Allah es Suficiente, no ha engendrado ni ha sido engendrado y no hay nada que se le asemeje”.

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