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jueves, 6 de octubre de 2011

Palestina avante. Ni mezquindades ni entredichos

Palestina avante. Ni mezquindades ni entredichos
Es deseable que Israel acepte que la situación es insostenible
Opinión - 06/10/2011 8:46 - Autor: Marcos Marín Amezcua - Fuente: WebislamVota:- Resultado 0 votos | Más... Etiquetas: geopolitica, palestina, estado, independiente, onu, marcos marin

Marcos Marín AmezcuaCertezas. Eso es lo que arrojaría el panorama si se aprobara la petición palestina. Certezas acerca de si se define de manera indubitable el futuro inmediato del pueblo palestino o no habrá diplomacia regional dilatoria, que valga. La ONU tiene la palabra y EE.UU. una oportunidad de reivindicarse.

Durante años hemos oído dos verdades y una cantaleta. Las dos verdades:

1) que se busca la paz en Oriente Medio y la solución del tema palestino.

2) por otra parte: la confrontación palestino-israelí que ha progresado desde inicios de la década anterior, haciendo cera y pabilo de los años noventa, cuando parecía que en verdad se alcanzaría un arreglo entre las partes, más o menos duradero —que no definitivo—; el cual, para serlo, no tiene otro camino de salida que llevar a compartir el mismo suelo a Palestina e Israel. No hay más cera que la que arde.

Y hemos oído también la recurrente e incesante cantaleta de siempre: que el gobierno estadounidense —que bien que sabe que quién se queda con la región de Suez, se queda con las rutas de comercio mundial y define así su alianza regional—, arguye siempre que o está de elecciones o siempre maniatado de cara a ellas por no perder votos de las élites proisraelíes de Nueva York y alrededores —o ambos factores, para acabar de rizar el rizo— forzando su apoyo a Israel y su condena al movimiento palestino. Importa poco si son demócratas o republicanos. Esta vez el mundo observa su jugada y los han dejado solos.

Si no fuera una desgracia todo lo acontecido en Oriente Medio desde la mala conducción de la Declaración Balfour (1917), diría que son premisas que ya nos aburren y que nada aportan al debate. Pero aún hay mucho qué decir y como acaso nunca antes, no se está tan lejos de forzar una salida y, dicho así, forzarla al no desear Israel sino su preeminencia sobre los palestinos, para que ahora en cambio —con la acción palestina pidiendo el reconocimiento— se confronte de una vez por todas la realidad innegable que no puede ser sino realista: Israel merece existir, Palestina también y ambas en la misma zona. No vale más el derecho de uno que el del otro. ¿Alguno de esos dos países no merece existir en el suelo que reclama? Dígase pues en qué parte lo merecen y defínase ya. Póngase fin a tanta simulación y a medidas dilatorias.

Durante años se le ha pedido cordura a Palestina y de nuevo, esta vez le dijeron que no se precipitara acudiendo a la ONU a pedir su admisión de pleno derecho; ¿precipitarse? De ninguna manera. Ha esperado 63 años. Ambas partes en conflicto tienen derecho al reconocimiento y por lo demás, tienen igual cantidad de facturas de excesos cometidos contra el otro, que no pueden ni minimizarse ni negarse. Ambos, Israel y el pueblo palestino han atentado de igual manera contra el otro y para quien quiera verlo. Coincido con quienes afirman que esta vez es Israel el entrampado y me hace sospechar que su gobierno se piensa que las cosas no han cambiado en la región o está engarrotado sin saber qué hacer, apelando a la misma retórica dilatoria de siempre, pretextando sus gobiernos de coalición. La jugarreta está fracasando, pues esta vez las condiciones regionales son otras y aun si se negara el derecho a Palestina, las cosas ya no son como antes para Israel.

Las revoluciones árabes amenazan con aniquilar incluso las endebles alianzas israelíes trabajosamente alcanzadas. En eso importan. Parece mentira que Tel Aviv no haya olfateado que se acabó el momento de intransigencia de su gobierno o jugar a pretextar que siempre depende de las coaliciones internas sin mirar al exterior, para tomar decisiones. Esta vez Israel, cuyo gobierno ha entrampado al país en la zona y lo ha confrontado con todos, no ha podido avanzar y evitar así, el intento palestino. Fracasó en detenerlo, procurándolo.

Palestina va demasiado lejos y no está dispuesta a seguir más el camino de la dilación o la simulación en medio de nuevas provocaciones israelíes como el anuncio de establecer nuevos asentamientos. Es audaz al acudir a Naciones Unidas, sea el resultado que fuere, y una vez más la ONU demostrará si está a la altura de los acontecimientos mundiales. Como decía mi abuelo: o la bebe o la derrama. Los palestinos quieren acciones concretas y apelan ni más sin menos que a Naciones Unidas. Israel necesitará algo más que cabildeo en Washington y fanfarronerías para afrontar la que se viene. Y todos merecen la paz, no cabe la mejor duda.

Esta vez los palestinos han sido lo suficientemente astutos para poner a Israel contra las cuerdas y sea cual sea la ficha que muevan, los israelíes pierden. Si se oponen están cercanos a romper las pocas alianzas y acuerdos que han soportado bien que mal su paz regional desde Campo David. Si apoyaran, caso hipotético, cederían en el punto más defendido de su política esgrimida al grado de insufrible con Netanyahu: replantear las conquistas de la Guerra de los 6 días. Acaso el status internacional de Jerusalén, que ni Israel asume como su capital en tanto no de defina todo el contexto por el que aquella es una ciudad ocupada de facto, guste o no y disputada por todos a su manera. Dijimos todos.

Las acciones del viernes 23 de septiembre han conducido el conflicto palestino-israelí a tener nuevos matices y ha cobrado nuevos impulsos siguiendo derroteros que nos conducen a lo mismo de siempre: a establecer la necesaria paz entre ambas naciones. En esa dinámica, los grandes y sapientes analistas de la región deberían considerar que es un conflicto con su propia dinámica y a partir de allí hacer pronósticos sobre si las revoluciones árabes influirán o no de forma decisiva en los sucesos inmediatos. No hay que revolver las cosas.

No es deseable que se endurezca más la posición de todos ni tampoco las amenazas expulsoras de judíos de una Palestina libre. Pero sí es creíble que las partes emprenderán un diálogo abierto lejano a la simulación. También es deseable que Israel acepte que es insostenible ya la situación y que por la vía diplomática, con el apoyo de la ONU admitiendo a Palestina, deberá negociar con la verdad en la mano, tanto el futuro propio como el palestino.

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