Claudio Sanchez Albornoz La influencia judia en España
Historiador. Catedrático de historia antigua y media de España en las Universidades de Barcelona y Madrid. Rector de la Universidad de Madrid (1932). Diputado de Acción Republicana por Ávila en 1931, 1933 y 1936. Ministro de Estado en 1933. Presidente del Gobierno de la República en el exilio (1962-1971). Entre sus obras destacan: «Estampas de la vida en León hace mil años» (1926), «En torno a los orígenes del feudalismo» (1942. 3 Vols.). «La España musulmana: según los autores islamitas y cristianos medievales« (1946, 2), «España, un enigma histórico» (1957, 2 Vols.), «Españoles ante la historia» (1959), «Estudios sobre las instituciones medievales españolas» (1965), «Orígenes de la nación española» (19721975. 3 Vols.) y «De la Andalucía islámica a la de hoy» (1983). Nació en Madrid 1893 y murió en Ávila 1984
Pero cualquiera que sea la admiración y simpatía que me inspiren las empresas espirituales del pueblo judeo-español, me es preciso dejarlas aquí de lado, porque no influyeron en la forja de los hispano. La contribución de los judíos españoles a la acuñación de lo hispánico fue muy otra y siempre de carácter negativo, quiero decir que no transmitió calidades sino que provoco reacciones. Nada en lo esencial de la contextura psíquica del pueblo hebreo dejo huella entre los españoles. Más aun, una tajante oposición enfrenta lo hebraico y los hispano. [...] Lo judío contribuyo a la forja de los hispano no por caminos
de luz sino por sendas tenebrosas [...]
Es difícil hallar nada más opuesto a lo autentico español que estos rasgos esenciales de lo hispano-judío [...] Insisto ¿Hay nada más opuesto a lo autentico hebraico que lo autentico español? ¿Hay nada más difícil de avenir y armonizar? Nada de lo esencial del espíritu, de las emociones, de los sentimientos, de los ideales, de las apetencias, de las esperanzas, del mecanicismo intelectivo, de los procesos de conciencia, del estilo de vida, de la textura temperamental de los hebreos ha dejado huellas entre los españoles. Es más fácil unir el agua con el fuego que hallar vínculos de parentesco entre los hispánico y lo hebraico. [...]
Si los hebreos se hubieran consagrado pacíficamente a la agricultura, a la industria y al comercio, nunca habrían surgido entre ellos y los cristianos los abismos o las montañas de odio que hicieron imposible su convivencia histórica. [...] La convivencia entre judíos y cristianos fue siempre difícil y llego a ser imposible, pero no porque los hebreos llenaran el vacío dejado por la incapacidad de los cristianos y estos se dejaran arrastrar por un torturante e invencible complejo de
inferioridad. Fue siempre difícil y llego a ser imposible porque los hebreos intentaron dominar, y lograron al menos explotar, al pueblo que les había dado asilo cuando, huyendo de las persecuciones que padecían en la Europa cristiana o en las España islamita, fueron admitidos en su seno. [...]
Este rápido enriquecimiento de los judíos y su rápido trepar hasta las altas jerarquías gubernativas del reino constituyen la clave de las sañas con que pronto les gratifico el pueblo. Los hebreos inmigrantes no se resignaron a vivir pacíficamente entre los cristianos como los mudéjares. De prisa aguzaron el ingenio para explotar y dominar a quines los habían recibido entre ellos. [...]
Sabemos al menos por Al-Maqqari que después de al derrota de Alarcos, de 1195, muchos judíos compraron en el teatro de la lucha los guerreros castellanos caídos en poder del enemigo, naturalmente para venderlos con ganancia (como esclavos) en los mercados andaluces. Esta presencia de hebreos mercaderes en los campos de batalla, como predecesores de los cuervos que tras ellos caían sobre los malheridos o los muertos no era demasiado a propósito para conciliar a los judíos las simpatías populares. Tampoco pudo serlo su actuación como revendedores, siempre encareciendo los alimentos y el vestido. [...]
¡La usura judía! No hay tema que asome con más frecuencia a los ordenamientos de las Cortes de Castilla. [...] Por uno y otro sistema los usureros judíos se aseguraban de antemano intereses del 100% [...] Y para rechazar las demandas de los cristianos contra todos estos abusos, los usureros judíos se hacían fuertes en la tradicional necesidad de un testigo hebreo en cualquier juicio contra ellos, porque ningún hermano de raza atestiguaba en favor del deudor demandante. [...]
Durante el medioevo ningún español dejo de aspirar a hacer fortuna. Pero mientras en los cristianos esta aspiración se entrecruzaba con otras muchas apetencias que constituían otros tantos cauces para el derramar de su vitalidad, en la casi totalidad de los judíos el deseo de enriquecerse se convertía en meta esencial de su existencia y en radical diana de su actos todos. Esa hipertrofia de su apetito de riqueza se producía a costa de la depresión de todas las otras posibles proyecciones de su alma.
España, un enigma Histórico. 1956
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