Musa Sadr
El aspecto social del Islam
Esta conferencia fue realizada en Dakar, Senegal, en 1967.
Imam Musa Sadr
Antes de comenzar la conferencia quisiera expresar mi más sincero agradecimiento a la Asociación de Estudiantes Musulmanes de Dakar, que ha organizado este encuentro con gran dedicación y agradecer también la generosidad de la universidad que nos ha facilitado su celebración.
Asimismo, me gustaría agradecer a las autoridades senegalesas que nos han ahorrado esfuerzo y han maximizado nuestros resultados, para que así pudiésemos celebrar encuentros culturales tanto con nuestros hermanos de la comunidad libanesa, como con nuestros hermanos senegaleses. Considero que esta noche hemos llegado a la cúspide de este periodo.
En cuanto al tema de nuestra ponencia, debemos empezar contestando la siguiente pregunta: ¿por qué se interesa el Islam por el aspecto social e interviene en los asuntos de esta índole? ¿No sería más lógico que ahorrase energía y se conformarse con enseñar y ofrecer conceptos sobre de la fe, la moral y los individuos? ¿No hubiese sido mejor que el Islam se contentase con educar al individuo, sin involucrarse en los aspectos sociales?
1. El individuo y la sociedad
La respuesta a estas preguntas, si lo que anhelamos es la verdad, es que el individuo es una parte integral de su comunidad. Es influenciado por su sociedad e influye en ella de forma clara. El ser humano, en su naturaleza, su vida, su cultura, sus necesidades y en todo lo demás, es parte de la sociedad y es influido por ella. No podemos preocuparnos por la situación del individuo y despreocuparnos del desarrollo de la sociedad. No es posible trazar un plan detallado para el individuo y su educación y dejarle viviendo en una sociedad que no se adecua a nuestras enseñanzas y a nuestro plan.
Si queremos que los individuos sean honrados, creyentes y educados, no podemos ignorar la sociedad en la que vive. Lo cierto es que el Islam así lo reconoce, por boca de su Profeta, diciendo: «He sido enviado para perfeccionar la buena conducta». Pero, ¿acaso es posible preservar y mantener la buena conducta de los individuos mientras viven en una sociedad que no encaja con esta ética, con esta fe y con esta conducta? Definitivamente, no.
Creo que la cuestión no requiere pruebas de que el ser humano se ve afectado por su sociedad. Por eso, el Islam, que pretende educar al individuo, intenta crear para él una sociedad acorde a su crecimiento, su fe, su ética y su conducta. Este es el motivo por el cual el Islam interviene en los asuntos de la sociedad.
2. ¿Qué es y cómo se forma una sociedad?
No hay duda de que la sociedad está compuesta por individuos, pero, ¿es suficiente la presencia de individuos para que exista una sociedad? No.
Supongamos que hay mil seres humanos que no tienen entre sí ningún tipo de intercambio o interacción, no hay compra venta ni relaciones de dar y recibir; si no hay intercambio entre los individuos, entonces no existe sociedad. La creación de una sociedad depende de la presencia de individuos que intercambian actividades y competencias los unos con los otros. Cuando cada uno de ellos da y recibe, entonces es cuando se forma una sociedad. De lo contrario no lo es.
Por lo tanto, la formación de las sociedades depende del intercambio, pero, ¿cómo surgen estos intercambios entre los individuos de la sociedad? Pueden ocurrir por uno de estos tres motivos:
Primer motivo: disparidad de competencias. Del mismo modo que el cuerpo de cada persona es diferente al de los demás, asimismo su aspecto personal también difiere en preparación y competencias. Esta disparidad entre los seres humanos permite un flujo de intercambios entre los individuos. Por ejemplo, si tenemos dos tipos de agua, una más fría y dulce y la otra más caliente y salada; cuando las acerquemos, el agua fría inmediatamente tomará el calor del agua caliente y la caliente tomará el frío del agua fría, por lo que se creará un flujo de intercambio entre ambas. Pero, si fuesen dos aguas con la misma temperatura, entonces no se daría ningún tipo de flujo entre ellas. Por lo tanto, el flujo significa intercambio, dar y recibir y es la base de la formación de las sociedades por medio de la disparidad de competencias. Esto constituye la primera opción.
Segundo motivo: los objetivos, metas e intereses del ser humano son mayores y más fuertes que el individuo, por lo que una persona no puede alcanzar dichos objetivos por sí sola, necesita colaborar con los demás para ser más fuerte y ser capaz de lograr sus metas.
Tercer motivo: el ser humano tiene que enfrentarse a peligros, enemigos e inconvenientes que exceden sus capacidades individuales. Si permaneciese aislado, sin cooperar con los demás, no sería capaz de superar las dificultades, luchar contra sus enemigos y defenderse.
Estos tres motivos, disparidad de capacidades, el hecho de que los intereses y objetivos sean mayores que la capacidad del ser humano y que las pérdidas e inconvenientes superen sus habilidades, todos estos factores obligan al ser humano a formar comunidades. Estos tres motivos son inherentes al ser humano desde su creación. Por consiguiente, la civilización, es decir, el deseo del ser humano de crear sociedades, es un deseo natural y auténtico porque sus motivos son auténticos. Según como yo lo entiendo, la opinión pública se basa en estos tres motivos cuando afirma la naturaleza cívica del ser humano, además de en otras razones.
He mencionado todo esto con el propósito de llegar a este punto. El deseo y el sentimiento de formar sociedades, es decir, el deseo y el sentimiento de dar y recibir, es decir, el deseo y el sentimiento de cumplir tus obligaciones (los derechos de los demás sobre ti) y ejercer tus derechos (las obligaciones de los demás hacia ti), este sentimiento que llamamos “sentido cívico”, sentido de dar y recibir o sentido de derechos y deberes, este sentimiento es genuino y natural en el ser humano. Por lo tanto, cuando el Islam trata este sentimiento lo hace con la intención de examinarlo para hacerlo más profundo.
3. La autenticidad de la sociedad
En primer lugar, el sentimiento existe en el ser humano, pero el Islam lo trata para enraizarlo en el alma de las personas.
En segundo lugar, el Islam santifica este sentimiento y le otorga belleza.
En tercer lugar, el Islam se consagra a este sentimiento mediante sus enseñanzas y establece los parámetros y las pautas y especifica el amplio abanico de posibilidades de las sociedades religiosas.
Por lo tanto, si observamos estos tres puntos vemos que el sentimiento ya existe en el ser humano. ¿Cómo profundiza el Islam este sentimiento? ¿Cómo lo santifica? Y ¿Cómo se consagra a él?
En cuanto a la primera pregunta, ¿cómo profundiza el Islam este sentimiento?, me gustaría mostrar un pequeño ejemplo: cuando queremos educar a nuestros hijos, una opción es decirles que no mientan. Nos enfrentamos al niño y le prohibimos que haga algo. Este tipo de educación es superficial, mientras que si convencemos al niño de que mentir está mal, explicando y argumentando nuestra exigencia de no mentir diciendo “no mientas porque mentir está mal”, conseguimos una educación más profunda. Podemos crear un entorno honesto donde no sienta la necesidad de mentir y donde se sienta extraño si lo hace. Este tipo de enseñanza es más profunda y fuerte.
Volviendo al tema de cómo profundiza el Islam el sentimiento del ser humano de crear sociedades; el Islam no le enseña solo a ser fiel a sus obligaciones, a dar y a recibir y a no traicionar la confianza de los demás, si no que intenta ofrecerle una imagen clara del mundo en el que vive. Así pues, le dice: «Oh ser humano, el universo en el que vives, que constituye tu entorno y ejerce un efecto sobre ti, este universo es una creación ordenada y bien definida, y cada una de sus partes tiene una función cósmica precisa y relevante». Por lo tanto, si quieres vivir en harmonía con este entorno y este universo, tienes que ser ordenado, preciso, digno de confianza y fiel a tus obligaciones.
En el Corán encontramos el siguiente versículo: «Él ha elevado el cielo y ha establecido la balanza» (El Clementísimo, 7). ¿A qué balanza se refiere? A la verdadera balanza. Es decir, a la justicia en la creación y la precisión en la formación. El Sagrado Corán dice: «Quien ha creado y ordenado y Quien ha determinado y guiado» (El Altísimo, 2 y 3).
Todo es preciso y está fijo y organizado. «Él ha elevado el cielo y ha establecido la balanza», ¿Por qué? «Para que no engañéis al pesar» (El Clementísimo, 8). Cuando digo que el universo está estructurado según la balanza y que inspira confianza, quiere decir que el ser humano que vive en este universo tiene que ser preciso al pesar y no engañar, es decir, que lo que de no sea inferior a lo que recibe. Asimismo, no tiene que ser injusto al repartir.
Así pues, la manera que tiene el Islam de profundizar este sentimiento es utilizar precisamente el orden, la generosidad y la precisión del universo. Si tú como ser humano quieres estar en harmonía con este universo, tienes que ser preciso.
De este modo, la religión crea un ambiente profundo para el ser humano con la intención de que sienta la necesidad de la honestidad y la lealtad desde la raíz hasta el cielo y la tierra. No existe una exigencia superficial o un acto formal sino una acción basada en estas raíces profundas. Así es como actúa la religión, profundizando en el sentimiento humano de la necesidad de cumplir con sus obligaciones y ejercer sus derechos para crear sociedades, tal y como hemos explicado anteriormente.
El segundo punto, el Islam intenta santificar este sentimiento, es decir, el sentimiento cívico del ser humano, el sentimiento de ejercer sus derechos y obligaciones o su sentimiento de dar y recibir; ¿Cómo hace el Islam para santificar este sentimiento y otorgarle un carácter sagrado? Pues utiliza diferentes métodos.
El primer método consiste en que compartir es parte de las obligaciones religiosas del Islam. Al principio del Corán, en la Sura de La vaca, leemos «una guía para los temerosos de Dios». ¿Quiénes son los Temerosos de Dios? Son descritos como aquellos que cumplen con los cinco principios: el primero es «Aquellos que creen en lo que está oculto a los sentidos», el segundo «hacen la oración», el tercero «y, de lo que Nosotros les proveemos, reparten», el cuarto «Aquellos que creen en la revelación que se hizo descender para ti y en la revelación que se hizo descender antes de ti» y el quinto «y que tienen certeza de la otra vida» (La vaca, 2-4).
En el tercero de estos cinco principios, «de lo que Nosotros les proveemos, reparten», repartir no se refiere solo a dar dinero. Repartir de lo que les es dado significa compartir. Las personas temerosas de Dios comparten su conocimiento, su éxito, su experiencia, sus habilidades y todo lo demás.
El que da es el que es temeroso de Dios. Por lo tanto, el hecho de compartir, que es lo que constituye las sociedades, es un acto pio. La labor social y cumplir con tus obligaciones sociales son consideradas auténticas obligaciones religiosas. Debemos saber que compartir, el sentido de compartir difiere del sentido de dar limosna. Compartir se aplica por ejemplo al dinero que un hombre da a su esposa, lo cual es un derecho de la mujer. No se trata de un sacrificio o de generosidad, sino de cumplir con una obligación. El Islam le otorga al acto de compartir un carácter tanto obligatorio como sagrado.
Del mismo modo, observamos que lo que el individuo le da a la sociedad son los derechos que la sociedad tiene sobre él. El ser humano le da a la sociedad estos derechos y toma de ella los que le pertenezcan a él, derechos y deberes. Derechos que le han sido dados a la sociedad por el ser humano y que él debe cumplir.
Así pues, podemos decir que todas las obligaciones del ser humano consisten en cumplir con su responsabilidad. Quien cumple con este compromiso es el que respeta por completo y sin excepción los derechos de los demás. Cumplir con tu compromiso significa cumplir con todas tus obligaciones. Por consiguiente, podemos considerar que compartir, elemento fundamental en la creación de las sociedades, es cumplir con este compromiso.
Ahora, regresemos al carácter sagrado de este concepto, a la responsabilidad, a la belleza y singularidad que posee para el ser humano. Para ello debemos comprender el significado del versículo coránico: «En verdad, ofrecimos el depósito a los cielos, a la Tierra y a las montañas, y rehusaron cargar con él y tuvieron miedo, pero el ser humano cargó con él» (Los partidos, 72). El ser humano es el único capaz de asumir y cumplir con la confianza depositada en él. Esto nos lleva al segundo punto.
¿Por qué el papel cósmico que desempeñan el Sol, la Luna y otros componentes del universo es considerado en el Sagrado Corán como postración, alabanza y oración y no como el cumplimiento de un compromiso?
Cumplir con un compromiso es un acto voluntario. El ser humano cumple con sus obligaciones por voluntad propia, mientras que el Sol, la Luna y el resto de elementos del universo cumplen con ellas, no por obediencia, sino de forma involuntaria. Son forzados a llevar a cabo sus obligaciones. El ser humano es el único que goza de libre albedrío y por ello se considera que cumple con el compromiso que adquirió.
Por ende, la generosidad humana es considerada una forma de compartir y una de las cinco cualidades de los temerosos de Dios. El compromiso con lo que te ha sido depositado y su cumplimiento son obligatorios. Encontramos en estas palabras y en expresiones similares el aspecto sagrado de la generosidad. Las explicaciones religiosas nos dicen: «Todas las criaturas son hijos de Dios y lo más amados para Él son los que ayudan a Sus hijos». Compartir con la comunidad es ayudar a la familia de Dios y es una manera de acercarse más a Él. Resumiendo en pocas palabras lo que hemos dicho es que el Islam exalta las relaciones sociales considerándolas sagradas y de máxima importancia.
El tercer punto, el Islam se consagra a estas relaciones y establece sus normas y medidas, queda plasmado con claridad en el conjunto de enseñanzas del Islam. Mencionaré algunos ejemplos porque, como sabéis, es imposible entrar en detalles ya que la religión abarca diferentes ámbitos. Tenemos:
1- El ámbito cultural: consiste en la concepción que el Islam da a las cosas y la explicación que la religión ofrece acerca de ellas.
2- El ámbito de la fe: es decir, la fe en Dios, en el Juicio final y en la profecía.
3- El ámbito de las disposiciones: incluye las obligaciones y las prohibiciones, los correcto y lo erróneo, lo permitido y lo desaconsejable.
4- El ámbito de la moral y las cualidades.
Tenemos cuatro ámbitos y vemos que todos ellos se dedican claramente a las relaciones sociales.
En lo relativo a las concepciones, si observamos la explicación que ofrece el Islam de las sociedades, encontramos que dice: «En verdad, los creyentes son hermanos» (Las habitaciones privadas, 10), es decir que considera a los miembros de una comunidad como hermanos. El Islam busca transmitir el carácter de consanguineidad y los vínculos emocionales y racionales que se dan entre los miembros de la sociedad. A continuación lleva esta interpretación al extremo y supera los límites de la fraternidad y dice: «los creyentes son como un cuerpo, si un miembro se queja, el resto de los miembros acuden a ayudar y a socorrer. Los miembros y los individuos de una sociedad se asemejan a los órganos de un cuerpo».
Esta interpretación aparece en muchas aleyas coránicas, las cuales se refieren a los individuos como “algunos”. Como sabéis en la terminología lógica existe una diferencia entre el término individuo y el término “algunos”; “algunos” forma parte de algo mayor y el individuo está aislado. Así pues, en las enseñanzas encontramos referencias a las riquezas como “vuestras riquezas”, «no consumáis vuestras riquezas entre vosotros injustamente» (Las mujeres, 29), es decir, todas las riquezas. “Vuestras riquezas” hace referencia a las riquezas de todos. Otro ejemplo es «Algunos de vosotros, cumplid vuestros contratos»; los considera una pieza compuesta de múltiples partes. Por lo tanto, la interpretación y la concepción que el Islam ofrece de la sociedad son la de fraternidad y la del funcionamiento de un único cuerpo. Esto en el ámbito cultural.
En cuanto al ámbito de la fe y la doctrina, el Islam llama al esfuerzo en los fundamentos religiosos, es decir, el Islam dice que un musulmán es aquel que conoce la unicidad de Dios por medio de la lógica y las evidencias. La fe tradicional no es suficiente. ¿Por qué insiste en este asunto y quiere que tengamos un conocimiento profundo de los principios religiosos? ¡Porque quiere que vivamos nuestra fe! ¿Qué sentido tiene esto? La fe en un solo Dios significa que, dado que Dios es uno y no tiene padre, ni hijos, ni compañero, ni familiares, toda la creación y por lo tanto todos los seres humanos, son iguales como los dientes de un peine. Como los seres humanos son iguales, la cooperación entre ellos es más sencilla porque no existe nadie que esté por encima del otro ni que sea más valioso que el otro, lo que haría imposible la cooperación. Todo individuo necesita a los demás. Saber que todos los seres humanos somos iguales nos facilita la tarea de la cooperación, el dar y el recibir. Ningún ser humano es totalmente rico ni totalmente pobre, sino que cada uno es rico en un aspecto y pobre en otro, por lo que todos dan y reciben.
Sin embargo, si no creemos en esta interpretación y decimos que algunas personas son más valiosas que las demás, entonces es difícil cooperar. Por otro lado, como no existen seres humanos perfectos que no cometan equivocaciones, todos los individuos son susceptibles al error y necesitan ser aconsejados. Este hecho impone la cooperación intelectual entre los seres humanos. Como resultado de saber que todos somos iguales, necesitamos cooperación intelectual y atención social.
Por lo tanto, si decimos que Dios es Uno y es la Fuente de todos nuestros movimientos y nuestras libertades, del principio de unicidad y de la coordinación de movimientos emana la facilidad de cooperación entre los seres humanos. Este concepto ha sido expresado de diversas maneras. La cuestión es que Dios es Uno y es el Creador de todo. Todos los seres humanos son de una madre y un padre, por lo que son hermanos y comparten el mismo destino. «En verdad, pertenecemos a Dios y, en verdad, a Él retornamos» (La vaca, 156). Tanto el origen, el camino, como el destino son uno, lo cual facilita la tarea de la cooperación, la coordinación y la formación de sociedades.
En cuanto a los seres humanos entre sí, entre los seres humanos no existen singularidades ni diferencias. Si bien existen distintas capacidades, ninguna persona es superior a otra. En relación a este tema me gustaría traer a colación un dicho muy conocido: algunas personas dicen que el Corán reconoce la superioridad de algunos seres humanos sobre otros basándose en el siguiente versículo « ¿Son acaso ellos quienes reparten la misericordia de tu señor? Somos Nosotros Quienes repartimos entre ellos sus medios de vida en este mundo y Quienes hemos elevado el grado de unos sobre otros para que unos tomen a otros a su servicio» (Los adornos, 32).
Según estas personas, este versículo contradice la afirmación de que todas las personas son iguales como los dientes de un peine. No obstante, si observamos el significado del versículo y las comparaciones que realiza, encontramos que esta aleya no pretende establecer una diferencia entre distintos seres humanos ni elevar el estatus de unos sobre otros, sino que habla de la disparidad de capacidades. Cada persona, en su especialidad, es superior a los demás.
Un médico está por encima de su paciente en lo referente a la medicina. El clérigo, en su especialidad, está por encima de los que le consultan y lo mismo ocurre con el ingeniero. El médico, en su campo de especialidad, es el que guía a los demás y estos siguen sus indicaciones. El mismo médico que me ha guiado a mí en su campo de especialidad es guiado por mí en mi campo y ambos seguimos las indicaciones del ingeniero en su campo. Los tres seremos asesorados por un abogado en su campo de especialización y los cuatro somos guiados por el comerciante o el granjero en sus respectivos campos de especialización. Por lo tanto, «hemos elevado el grado de unos sobre otros» en sus especialidades «para que unos tomen a otros a su servicio» (Los adornos, 32). Este es el significado de disparidad de especialidades.
Por tanto, todos los seres humanos son iguales como los dientes de un peine. La diferencia entre ellos reside en sus capacidades. Esto garantiza una cooperación fluida entre los miembros de la misma sociedad y por consiguiente, la fe en la justicia y en la perfección de Dios.
En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. Dios es el poseedor de todos los atributos de perfección. Dios, el Misericordioso, el Clemente, el Amable, el Justo, el Sabio, creó el universo y naturalmente, reflejó Sus atributos en Su creación. Entre la causa y el efecto existe harmonía y proporcionalidad. El efecto es siempre generado por la causa y esto establece un segundo principio. Este principio establece que el ser humano es bueno por naturaleza. No existe persona, por malvada que sea, que no pueda ser rehabilitada o con la que no se pueda cooperar y aunque exista sería una excepción en la creación. Esto facilita la labor de cooperación al ser humano y le permite extender su mano a los demás para colaborar con ellos. «La naturaleza esencial en la que Dios ha creado a los seres humanos» (Los bizantinos, 30).
La fe en el Dios único aporta facilidad. La fe en la justicia del Creador aporta facilidad. La fe en la otra vida y en el juicio final hace que el ser humano asuma su delicada responsabilidad, cumpla con las obligaciones religiosas que tiene para con su comunidad y no sea injusto en su acometido. Podemos decir por tanto que el ámbito cultural ofrece un concepto hermoso de la sociedad y que el ámbito de la fe brinda el método correcto para formarla.
En cuanto al ámbito de las disposiciones, encontramos que hay numerosos estudios que se ocupan de lo relativo a las sociedades. Veremos como algunos se centran en el modo de formar una sociedad y muestran como el Islam glorifica las relaciones. En el ámbito familiar santifica el vínculo entre marido y mujer y lo propone como uno de los deberes sagrados por encima de otros deberes. Considera que el acto del matrimonio es superior al de construir una mezquita y que la destrucción del matrimonio y la incapacidad de cumplir con las obligaciones maritales son peor desobediencia que no edificar una mezquita. Así pues, el vínculo entre el marido y la mujer es un vínculo fuerte y sagrado.
El Islam también se ocupa de las relaciones entre padres e hijos y las considera obligaciones vinculadas a la obediencia a Dios. Podemos encontrar docenas de aleyas coránicas que mencionan que tras la obediencia a Dios viene la benevolencia con los padres. Primero el marido y la mujer, luego los padres y los hijos, y por último los familiares. Por lo tanto, las relaciones de parentesco son obligatorias y la ruptura de la familia queda prohibida. Esto fortaleza los vínculos familiares.
En cuanto al tema de los vecinos, el Islam recomienda e insiste en la relación con ellos. El Imam Ali (a.s.) dijo al respecto: «El Profeta (s.) insistía tanto en la relación con los vecinos que llegamos a pensar que serían considerados herederos». Su recomendación acerca de la relación con los vecinos era equiparable a la que hacía sobre los familiares. Al describir al vecino decía que entre tu casa y la de tu vecino puede haber cuarenta casas, lo cual significa que todos los habitantes de un pueblo son vecinos. De este modo intenta reforzar y salvaguardar estos vínculos.
En sus enseñanzas, también señala que la comunidad tiene una responsabilidad conjunta, de modo que si algún miembro de la comunidad muere de hambre, pobreza o enfermedad, Dios aparta su vista de todos los miembros de esa comunidad. Considera que todo individuo tiene un deber para con su prójimo que no puede ser ignorado. «Quien se va a dormir con el estómago lleno estando su vecino hambriento, no es un verdadero creyente». Esta es la fuerte importancia que el Islam da a las relaciones entre los individuos de una sociedad y las intensifica prohibiendo que se oculten de los demás, que abusen los unos de los otros, la injusticia, la difamación, las calumnias y todo lo que pueda debilitar los vínculos sociales y separar a las personas.
En lo relativo al culto, el Islam muestra un gran interés por este asunto y le confiere un aspecto social a cada acto de adoración. Como quizás ya sepáis, al principio, cuando descendió la oración, se realizaba en grupo y más tarde fue cuando se permitió a los musulmanes que rezasen de forma individual. La naturaleza de la oración es colectiva, por eso todos los musulmanes miran hacia una misma quibla, coordinando su oración y otorgándole un carácter social. La hora de la oración es una, la quibla es una, el mejor lugar es la mezquita y la mejor forma de rezar es en grupo. Asimismo, el ayuno durante el mes de Ramadán también es una forma de adoración colectiva.
Como sabéis, ocurre lo mismo con la peregrinación. Miles de personas, con una única vestimenta, en un solo movimiento, al mismo tiempo, con las mismas características y circunstancias, cumpliendo la obligación del Hajj. Es un acto de adoración hermoso y lleno de aspectos sociales.
Por otra parte, la limosna (zaqat) también es una obligación social para todos los individuos. La limosna, queridos hermanos, no es lo mismo que los impuestos gubernamentales que el Estado islámico estableció en su momento. La limosna y la caridad fueron definidas por los versículos sagrados como actos obligatorios dispuestos para resolver el problema de la diferencia de clases, no para aprovisionar las arcas del Estado. Su finalidad no es pagar los sueldos de los empleados y demás funcionarios sino reducir la disparidad económica entre clases sociales con un método actual.
Tanto la promoción de la virtud como la prevención del vicio son los pilares de la cooperación y la garantía social entre los miembros de una comunidad: «Todos sois pastores y cada uno es responsable de su rebaño». Si quisiésemos examinar los actos de adoración de forma amplia, nos sería imposible y el tiempo del que disponemos para explicarlos es limitado.
Ya hemos visto el ámbito cultural, el de la fe, el de las disposiciones y ahora veremos el cuarto ámbito, el ámbito de la moral. En este ámbito encontramos una amplia gama de disposiciones y enseñanzas recurrentes, cuyo fin es inculcar en el ser humano una visión más amplia y el sentimiento de que él es algo más que su persona. El Islam, con su educación moral, busca indicar al ser humano que no está solo sino que forma parte de un conjunto, como queda reflejado en sus enseñanzas. Así pues, por medio de la moral facilita que los individuos cooperen entre sí. No podemos repasar todos los tipos de moral que existen en una sola conferencia, pero analizaremos brevemente algunos de ellos.
Entre las conductas más elevadas se encuentran: el amor a las personas, la generosidad, la humildad, la buena intención, la flexibilidad, la honestidad, ayudar a los más débiles, enseñar a los inexpertos, respetar a los mayores, ser compasivo con los más pequeños, difundir la paz, mostrar alegría, ocultar la tristeza, visitar a los enfermos, los buenos modales, valorar a los honrados, reprender a los corruptos, el pudor, el perdón, aceptar las disculpas, aceptar los favores, servir a los amigos, escuchar al sordo sin aburrirse, ampliar las reuniones y otros cientos de ejemplos de este tipo. Todos y cada uno de ellos refuerza el sentimiento humano, haciéndolo más intenso y más elevado, facilita la cooperación y la harmonía y fortalece las relaciones sociales.
Si quisiésemos profundizar en los detalles de las disposiciones dedicadas a tratar los asuntos sociales tendríamos que mencionar la mitad de la jurisprudencia islámica, que está compuesta de secciones relativas a las transacciones y secciones relativas a las políticas. Estas secciones constituyen la mitad, o más de la mitad, de la jurisprudencia. Todas ellas identifican y organizan diferentes asuntos como las condiciones personales y las normas cívicas. Para tratar este tema necesitaríamos numerosas conferencias.
Llegados hasta aquí, debemos destacar varios puntos:
El Islam enraíza el sentimiento cívico en el ser humano, lo santifica y pone sus cimientos, pero previo a todo eso el Islam trata de dar al individuo una idea de lo que es la sociedad. El Islam quiere mostrarle que la sociedad es lo que él construye con sus manos, es su creación y no algo impuesto desde fuera. Esto es algo básico. Si el ser humano siente que él es el que crea la sociedad, será capaz de desarrollarla y de relacionarse con los demás según un plan establecido.
El Sagrado Corán dice en sus versículos: «En verdad, Dios no cambia la situación de un pueblo mientras ellos no cambien lo que hay en sus almas» (El trueno, 11) y «La corrupción se ha manifestado en la tierra y el mar por lo que los seres humanos han hecho» (Los bizantinos, 41). Hay tantos versículos dedicados a este asunto porque lo que vemos en las sociedades es producto de un sistema de normas, y esas normas son elaboradas por ti. Dependen de tus indicaciones y tu creación. Tú eres el que crea las sociedades.
Así pues, después de que se le ha dado al ser humano la profundidad, la santidad y los cimientos de este sentimiento, se le dan los medios para que ejecute estos tres puntos en un ambiente de crecimiento donde la sociedad se ajusta a sus preferencias. De este modo, no sentiré que la sociedad sea un decreto de Dios que me ha sido impuesto a mí y a mis semejantes y que tengamos que obedecer. ¡En absoluto! Esto no existe en el Islam porque las sociedades son creadas por los seres humanos.
4. El Islam y el desarrollo
El segundo apartado, con el que concluiremos nuestra exposición de esta noche y daremos paso al Dr. Sabah[1] para que traduzca un resumen de la conferencia. Este último punto es la respuesta a una pregunta que la gente nos plantea continuamente. Usted dice que el Islam quiere proteger al individuo y por eso se ocupa de la sociedad y establece las líneas generales para formar comunidades, pero ¿cómo resuelve el Islam la cuestión del desarrollo?
Las sociedades, como ya sabemos, evolucionan en función de la evolución de los seres humanos y el aumento de su nivel cultural. ¿Cómo puede la religión, cuyas enseñanzas son fijas, estar en harmonía con el progreso de las sociedades? Aunque ya he respondido a esta pregunta en otras conferencias, hoy la volveré a mencionar.
Antes que nada debemos preguntarnos ¿qué es desarrollo? ¿La evolución consiste en crear cosas nuevas? ¿O es más bien la ejecución de algo ya existente? Pues, las dos cosas. Nada existe y nada es dado. El desarrollo es la interacción del ser humano con el mundo. El ser humano experimenta, lee, piensa, alcanza y descubre cosas nuevas. Cuando las descubre, hace uso de ellas para desarrollar su vida y su sociedad. Si descubre la electricidad, desarrolla su sociedad aprovechando este conocimiento. El desarrollo es una nueva interacción o una interacción continua entre el ser humano y el mundo. No hay nada nuevo en el mundo, lo que hay es una nueva interacción, una nueva lectura del universo, una nueva profundización en el libro de la existencia. Esto es lo que conocemos como desarrollo.
Mientras esto sea así y dado que el Corán, según el Islam, es la palabra de Dios y las palabras no limitan el conocimiento de quien las dice, entonces, según el Islam, el que habla es Dios y su conocimiento no tiene límite. El conocimiento de Dios no está limitado por una época o un siglo determinado, sino que lo conoce todo. Lo más profundo de las cosas y sus apariencias, lo revelado y lo oculto, incluida la información que poseían los seres humanos del pasado y del futuro. Dios todo Poderoso, lo sabe todo.
Cuando sabemos que el conocimiento de Dios es ilimitado, entonces, en cada época, podremos entender algo nuevo de Sus palabras, tal y como pudimos llegar a entender el universo. ¿A caso el universo de hoy es diferente al universo de hace mil o cinco mil años? El universo es el mismo, pero hemos estudiado algo nuevo sobre él y hemos profundizado de una manera nueva. Del mismo modo, estás en tu derecho de profundizar en las palabras de Dios, el Sagrado Corán, hasta donde tus capacidades te permitan. Lo que ayer entendías del Corán es una cosa y hoy puede que entiendas otra. Puedes profundizar en la palabra de Dios cada vez que profundizas en el conocimiento del universo.
Disponemos de tres factores: el ser humano, el universo, cuya interacción es la que desarrolla las sociedades, y el tercer elemento es la palabra de Dios. Puedes interactuar con ella tal y como lo haces con el universo y entonces tu universo, el desarrollo de tu comunidad y la palabra de Dios estarán en completa harmonía.
No voy a mencionar ejemplos de las nuevas posibles formas de entender la palabra de Dios porque alargaría demasiado la conferencia.
El Islam ofrece las indicaciones y directrices generales necesarias para formar sociedades y eres tú el que, dentro de este marco, desarrolla y comprende cosas nuevas a la luz de tu conocimiento y en proporción a tu experiencia, lo que te permitirá descubrir nuevos detalles y variables de la composición de la sociedad que quieres crear. De este modo, puedes vivir en esta sociedad desarrollada cuando quieras, como quieras y el tiempo que quieras.
Esto ha sido un resumen de las ideas generales que describen el aspecto social del Islam. No hay duda de que el tema tiene muchos detalles que espero tener la oportunidad de discutir en nuestro siguiente encuentro o en los próximos años, en este lugar, creado para la interacción intelectual, y que podamos escuchar las argumentaciones de los jóvenes. Gracias una vez más a nuestros jóvenes, miembros de la Asociación de Estudiantes Musulmanes de Dakar. Que la paz, la misericordia y las bendiciones de Dios sean con vosotros.
Imam Musa Sadr
Antes de comenzar la conferencia quisiera expresar mi más sincero agradecimiento a la Asociación de Estudiantes Musulmanes de Dakar, que ha organizado este encuentro con gran dedicación y agradecer también la generosidad de la universidad que nos ha facilitado su celebración.
Asimismo, me gustaría agradecer a las autoridades senegalesas que nos han ahorrado esfuerzo y han maximizado nuestros resultados, para que así pudiésemos celebrar encuentros culturales tanto con nuestros hermanos de la comunidad libanesa, como con nuestros hermanos senegaleses. Considero que esta noche hemos llegado a la cúspide de este periodo.
En cuanto al tema de nuestra ponencia, debemos empezar contestando la siguiente pregunta: ¿por qué se interesa el Islam por el aspecto social e interviene en los asuntos de esta índole? ¿No sería más lógico que ahorrase energía y se conformarse con enseñar y ofrecer conceptos sobre de la fe, la moral y los individuos? ¿No hubiese sido mejor que el Islam se contentase con educar al individuo, sin involucrarse en los aspectos sociales?
1. El individuo y la sociedad
La respuesta a estas preguntas, si lo que anhelamos es la verdad, es que el individuo es una parte integral de su comunidad. Es influenciado por su sociedad e influye en ella de forma clara. El ser humano, en su naturaleza, su vida, su cultura, sus necesidades y en todo lo demás, es parte de la sociedad y es influido por ella. No podemos preocuparnos por la situación del individuo y despreocuparnos del desarrollo de la sociedad. No es posible trazar un plan detallado para el individuo y su educación y dejarle viviendo en una sociedad que no se adecua a nuestras enseñanzas y a nuestro plan.
Si queremos que los individuos sean honrados, creyentes y educados, no podemos ignorar la sociedad en la que vive. Lo cierto es que el Islam así lo reconoce, por boca de su Profeta, diciendo: «He sido enviado para perfeccionar la buena conducta». Pero, ¿acaso es posible preservar y mantener la buena conducta de los individuos mientras viven en una sociedad que no encaja con esta ética, con esta fe y con esta conducta? Definitivamente, no.
Creo que la cuestión no requiere pruebas de que el ser humano se ve afectado por su sociedad. Por eso, el Islam, que pretende educar al individuo, intenta crear para él una sociedad acorde a su crecimiento, su fe, su ética y su conducta. Este es el motivo por el cual el Islam interviene en los asuntos de la sociedad.
2. ¿Qué es y cómo se forma una sociedad?
No hay duda de que la sociedad está compuesta por individuos, pero, ¿es suficiente la presencia de individuos para que exista una sociedad? No.
Supongamos que hay mil seres humanos que no tienen entre sí ningún tipo de intercambio o interacción, no hay compra venta ni relaciones de dar y recibir; si no hay intercambio entre los individuos, entonces no existe sociedad. La creación de una sociedad depende de la presencia de individuos que intercambian actividades y competencias los unos con los otros. Cuando cada uno de ellos da y recibe, entonces es cuando se forma una sociedad. De lo contrario no lo es.
Por lo tanto, la formación de las sociedades depende del intercambio, pero, ¿cómo surgen estos intercambios entre los individuos de la sociedad? Pueden ocurrir por uno de estos tres motivos:
Primer motivo: disparidad de competencias. Del mismo modo que el cuerpo de cada persona es diferente al de los demás, asimismo su aspecto personal también difiere en preparación y competencias. Esta disparidad entre los seres humanos permite un flujo de intercambios entre los individuos. Por ejemplo, si tenemos dos tipos de agua, una más fría y dulce y la otra más caliente y salada; cuando las acerquemos, el agua fría inmediatamente tomará el calor del agua caliente y la caliente tomará el frío del agua fría, por lo que se creará un flujo de intercambio entre ambas. Pero, si fuesen dos aguas con la misma temperatura, entonces no se daría ningún tipo de flujo entre ellas. Por lo tanto, el flujo significa intercambio, dar y recibir y es la base de la formación de las sociedades por medio de la disparidad de competencias. Esto constituye la primera opción.
Segundo motivo: los objetivos, metas e intereses del ser humano son mayores y más fuertes que el individuo, por lo que una persona no puede alcanzar dichos objetivos por sí sola, necesita colaborar con los demás para ser más fuerte y ser capaz de lograr sus metas.
Tercer motivo: el ser humano tiene que enfrentarse a peligros, enemigos e inconvenientes que exceden sus capacidades individuales. Si permaneciese aislado, sin cooperar con los demás, no sería capaz de superar las dificultades, luchar contra sus enemigos y defenderse.
Estos tres motivos, disparidad de capacidades, el hecho de que los intereses y objetivos sean mayores que la capacidad del ser humano y que las pérdidas e inconvenientes superen sus habilidades, todos estos factores obligan al ser humano a formar comunidades. Estos tres motivos son inherentes al ser humano desde su creación. Por consiguiente, la civilización, es decir, el deseo del ser humano de crear sociedades, es un deseo natural y auténtico porque sus motivos son auténticos. Según como yo lo entiendo, la opinión pública se basa en estos tres motivos cuando afirma la naturaleza cívica del ser humano, además de en otras razones.
He mencionado todo esto con el propósito de llegar a este punto. El deseo y el sentimiento de formar sociedades, es decir, el deseo y el sentimiento de dar y recibir, es decir, el deseo y el sentimiento de cumplir tus obligaciones (los derechos de los demás sobre ti) y ejercer tus derechos (las obligaciones de los demás hacia ti), este sentimiento que llamamos “sentido cívico”, sentido de dar y recibir o sentido de derechos y deberes, este sentimiento es genuino y natural en el ser humano. Por lo tanto, cuando el Islam trata este sentimiento lo hace con la intención de examinarlo para hacerlo más profundo.
3. La autenticidad de la sociedad
En primer lugar, el sentimiento existe en el ser humano, pero el Islam lo trata para enraizarlo en el alma de las personas.
En segundo lugar, el Islam santifica este sentimiento y le otorga belleza.
En tercer lugar, el Islam se consagra a este sentimiento mediante sus enseñanzas y establece los parámetros y las pautas y especifica el amplio abanico de posibilidades de las sociedades religiosas.
Por lo tanto, si observamos estos tres puntos vemos que el sentimiento ya existe en el ser humano. ¿Cómo profundiza el Islam este sentimiento? ¿Cómo lo santifica? Y ¿Cómo se consagra a él?
En cuanto a la primera pregunta, ¿cómo profundiza el Islam este sentimiento?, me gustaría mostrar un pequeño ejemplo: cuando queremos educar a nuestros hijos, una opción es decirles que no mientan. Nos enfrentamos al niño y le prohibimos que haga algo. Este tipo de educación es superficial, mientras que si convencemos al niño de que mentir está mal, explicando y argumentando nuestra exigencia de no mentir diciendo “no mientas porque mentir está mal”, conseguimos una educación más profunda. Podemos crear un entorno honesto donde no sienta la necesidad de mentir y donde se sienta extraño si lo hace. Este tipo de enseñanza es más profunda y fuerte.
Volviendo al tema de cómo profundiza el Islam el sentimiento del ser humano de crear sociedades; el Islam no le enseña solo a ser fiel a sus obligaciones, a dar y a recibir y a no traicionar la confianza de los demás, si no que intenta ofrecerle una imagen clara del mundo en el que vive. Así pues, le dice: «Oh ser humano, el universo en el que vives, que constituye tu entorno y ejerce un efecto sobre ti, este universo es una creación ordenada y bien definida, y cada una de sus partes tiene una función cósmica precisa y relevante». Por lo tanto, si quieres vivir en harmonía con este entorno y este universo, tienes que ser ordenado, preciso, digno de confianza y fiel a tus obligaciones.
En el Corán encontramos el siguiente versículo: «Él ha elevado el cielo y ha establecido la balanza» (El Clementísimo, 7). ¿A qué balanza se refiere? A la verdadera balanza. Es decir, a la justicia en la creación y la precisión en la formación. El Sagrado Corán dice: «Quien ha creado y ordenado y Quien ha determinado y guiado» (El Altísimo, 2 y 3).
Todo es preciso y está fijo y organizado. «Él ha elevado el cielo y ha establecido la balanza», ¿Por qué? «Para que no engañéis al pesar» (El Clementísimo, 8). Cuando digo que el universo está estructurado según la balanza y que inspira confianza, quiere decir que el ser humano que vive en este universo tiene que ser preciso al pesar y no engañar, es decir, que lo que de no sea inferior a lo que recibe. Asimismo, no tiene que ser injusto al repartir.
Así pues, la manera que tiene el Islam de profundizar este sentimiento es utilizar precisamente el orden, la generosidad y la precisión del universo. Si tú como ser humano quieres estar en harmonía con este universo, tienes que ser preciso.
De este modo, la religión crea un ambiente profundo para el ser humano con la intención de que sienta la necesidad de la honestidad y la lealtad desde la raíz hasta el cielo y la tierra. No existe una exigencia superficial o un acto formal sino una acción basada en estas raíces profundas. Así es como actúa la religión, profundizando en el sentimiento humano de la necesidad de cumplir con sus obligaciones y ejercer sus derechos para crear sociedades, tal y como hemos explicado anteriormente.
El segundo punto, el Islam intenta santificar este sentimiento, es decir, el sentimiento cívico del ser humano, el sentimiento de ejercer sus derechos y obligaciones o su sentimiento de dar y recibir; ¿Cómo hace el Islam para santificar este sentimiento y otorgarle un carácter sagrado? Pues utiliza diferentes métodos.
El primer método consiste en que compartir es parte de las obligaciones religiosas del Islam. Al principio del Corán, en la Sura de La vaca, leemos «una guía para los temerosos de Dios». ¿Quiénes son los Temerosos de Dios? Son descritos como aquellos que cumplen con los cinco principios: el primero es «Aquellos que creen en lo que está oculto a los sentidos», el segundo «hacen la oración», el tercero «y, de lo que Nosotros les proveemos, reparten», el cuarto «Aquellos que creen en la revelación que se hizo descender para ti y en la revelación que se hizo descender antes de ti» y el quinto «y que tienen certeza de la otra vida» (La vaca, 2-4).
En el tercero de estos cinco principios, «de lo que Nosotros les proveemos, reparten», repartir no se refiere solo a dar dinero. Repartir de lo que les es dado significa compartir. Las personas temerosas de Dios comparten su conocimiento, su éxito, su experiencia, sus habilidades y todo lo demás.
El que da es el que es temeroso de Dios. Por lo tanto, el hecho de compartir, que es lo que constituye las sociedades, es un acto pio. La labor social y cumplir con tus obligaciones sociales son consideradas auténticas obligaciones religiosas. Debemos saber que compartir, el sentido de compartir difiere del sentido de dar limosna. Compartir se aplica por ejemplo al dinero que un hombre da a su esposa, lo cual es un derecho de la mujer. No se trata de un sacrificio o de generosidad, sino de cumplir con una obligación. El Islam le otorga al acto de compartir un carácter tanto obligatorio como sagrado.
Del mismo modo, observamos que lo que el individuo le da a la sociedad son los derechos que la sociedad tiene sobre él. El ser humano le da a la sociedad estos derechos y toma de ella los que le pertenezcan a él, derechos y deberes. Derechos que le han sido dados a la sociedad por el ser humano y que él debe cumplir.
Así pues, podemos decir que todas las obligaciones del ser humano consisten en cumplir con su responsabilidad. Quien cumple con este compromiso es el que respeta por completo y sin excepción los derechos de los demás. Cumplir con tu compromiso significa cumplir con todas tus obligaciones. Por consiguiente, podemos considerar que compartir, elemento fundamental en la creación de las sociedades, es cumplir con este compromiso.
Ahora, regresemos al carácter sagrado de este concepto, a la responsabilidad, a la belleza y singularidad que posee para el ser humano. Para ello debemos comprender el significado del versículo coránico: «En verdad, ofrecimos el depósito a los cielos, a la Tierra y a las montañas, y rehusaron cargar con él y tuvieron miedo, pero el ser humano cargó con él» (Los partidos, 72). El ser humano es el único capaz de asumir y cumplir con la confianza depositada en él. Esto nos lleva al segundo punto.
¿Por qué el papel cósmico que desempeñan el Sol, la Luna y otros componentes del universo es considerado en el Sagrado Corán como postración, alabanza y oración y no como el cumplimiento de un compromiso?
Cumplir con un compromiso es un acto voluntario. El ser humano cumple con sus obligaciones por voluntad propia, mientras que el Sol, la Luna y el resto de elementos del universo cumplen con ellas, no por obediencia, sino de forma involuntaria. Son forzados a llevar a cabo sus obligaciones. El ser humano es el único que goza de libre albedrío y por ello se considera que cumple con el compromiso que adquirió.
Por ende, la generosidad humana es considerada una forma de compartir y una de las cinco cualidades de los temerosos de Dios. El compromiso con lo que te ha sido depositado y su cumplimiento son obligatorios. Encontramos en estas palabras y en expresiones similares el aspecto sagrado de la generosidad. Las explicaciones religiosas nos dicen: «Todas las criaturas son hijos de Dios y lo más amados para Él son los que ayudan a Sus hijos». Compartir con la comunidad es ayudar a la familia de Dios y es una manera de acercarse más a Él. Resumiendo en pocas palabras lo que hemos dicho es que el Islam exalta las relaciones sociales considerándolas sagradas y de máxima importancia.
El tercer punto, el Islam se consagra a estas relaciones y establece sus normas y medidas, queda plasmado con claridad en el conjunto de enseñanzas del Islam. Mencionaré algunos ejemplos porque, como sabéis, es imposible entrar en detalles ya que la religión abarca diferentes ámbitos. Tenemos:
1- El ámbito cultural: consiste en la concepción que el Islam da a las cosas y la explicación que la religión ofrece acerca de ellas.
2- El ámbito de la fe: es decir, la fe en Dios, en el Juicio final y en la profecía.
3- El ámbito de las disposiciones: incluye las obligaciones y las prohibiciones, los correcto y lo erróneo, lo permitido y lo desaconsejable.
4- El ámbito de la moral y las cualidades.
Tenemos cuatro ámbitos y vemos que todos ellos se dedican claramente a las relaciones sociales.
En lo relativo a las concepciones, si observamos la explicación que ofrece el Islam de las sociedades, encontramos que dice: «En verdad, los creyentes son hermanos» (Las habitaciones privadas, 10), es decir que considera a los miembros de una comunidad como hermanos. El Islam busca transmitir el carácter de consanguineidad y los vínculos emocionales y racionales que se dan entre los miembros de la sociedad. A continuación lleva esta interpretación al extremo y supera los límites de la fraternidad y dice: «los creyentes son como un cuerpo, si un miembro se queja, el resto de los miembros acuden a ayudar y a socorrer. Los miembros y los individuos de una sociedad se asemejan a los órganos de un cuerpo».
Esta interpretación aparece en muchas aleyas coránicas, las cuales se refieren a los individuos como “algunos”. Como sabéis en la terminología lógica existe una diferencia entre el término individuo y el término “algunos”; “algunos” forma parte de algo mayor y el individuo está aislado. Así pues, en las enseñanzas encontramos referencias a las riquezas como “vuestras riquezas”, «no consumáis vuestras riquezas entre vosotros injustamente» (Las mujeres, 29), es decir, todas las riquezas. “Vuestras riquezas” hace referencia a las riquezas de todos. Otro ejemplo es «Algunos de vosotros, cumplid vuestros contratos»; los considera una pieza compuesta de múltiples partes. Por lo tanto, la interpretación y la concepción que el Islam ofrece de la sociedad son la de fraternidad y la del funcionamiento de un único cuerpo. Esto en el ámbito cultural.
En cuanto al ámbito de la fe y la doctrina, el Islam llama al esfuerzo en los fundamentos religiosos, es decir, el Islam dice que un musulmán es aquel que conoce la unicidad de Dios por medio de la lógica y las evidencias. La fe tradicional no es suficiente. ¿Por qué insiste en este asunto y quiere que tengamos un conocimiento profundo de los principios religiosos? ¡Porque quiere que vivamos nuestra fe! ¿Qué sentido tiene esto? La fe en un solo Dios significa que, dado que Dios es uno y no tiene padre, ni hijos, ni compañero, ni familiares, toda la creación y por lo tanto todos los seres humanos, son iguales como los dientes de un peine. Como los seres humanos son iguales, la cooperación entre ellos es más sencilla porque no existe nadie que esté por encima del otro ni que sea más valioso que el otro, lo que haría imposible la cooperación. Todo individuo necesita a los demás. Saber que todos los seres humanos somos iguales nos facilita la tarea de la cooperación, el dar y el recibir. Ningún ser humano es totalmente rico ni totalmente pobre, sino que cada uno es rico en un aspecto y pobre en otro, por lo que todos dan y reciben.
Sin embargo, si no creemos en esta interpretación y decimos que algunas personas son más valiosas que las demás, entonces es difícil cooperar. Por otro lado, como no existen seres humanos perfectos que no cometan equivocaciones, todos los individuos son susceptibles al error y necesitan ser aconsejados. Este hecho impone la cooperación intelectual entre los seres humanos. Como resultado de saber que todos somos iguales, necesitamos cooperación intelectual y atención social.
Por lo tanto, si decimos que Dios es Uno y es la Fuente de todos nuestros movimientos y nuestras libertades, del principio de unicidad y de la coordinación de movimientos emana la facilidad de cooperación entre los seres humanos. Este concepto ha sido expresado de diversas maneras. La cuestión es que Dios es Uno y es el Creador de todo. Todos los seres humanos son de una madre y un padre, por lo que son hermanos y comparten el mismo destino. «En verdad, pertenecemos a Dios y, en verdad, a Él retornamos» (La vaca, 156). Tanto el origen, el camino, como el destino son uno, lo cual facilita la tarea de la cooperación, la coordinación y la formación de sociedades.
En cuanto a los seres humanos entre sí, entre los seres humanos no existen singularidades ni diferencias. Si bien existen distintas capacidades, ninguna persona es superior a otra. En relación a este tema me gustaría traer a colación un dicho muy conocido: algunas personas dicen que el Corán reconoce la superioridad de algunos seres humanos sobre otros basándose en el siguiente versículo « ¿Son acaso ellos quienes reparten la misericordia de tu señor? Somos Nosotros Quienes repartimos entre ellos sus medios de vida en este mundo y Quienes hemos elevado el grado de unos sobre otros para que unos tomen a otros a su servicio» (Los adornos, 32).
Según estas personas, este versículo contradice la afirmación de que todas las personas son iguales como los dientes de un peine. No obstante, si observamos el significado del versículo y las comparaciones que realiza, encontramos que esta aleya no pretende establecer una diferencia entre distintos seres humanos ni elevar el estatus de unos sobre otros, sino que habla de la disparidad de capacidades. Cada persona, en su especialidad, es superior a los demás.
Un médico está por encima de su paciente en lo referente a la medicina. El clérigo, en su especialidad, está por encima de los que le consultan y lo mismo ocurre con el ingeniero. El médico, en su campo de especialidad, es el que guía a los demás y estos siguen sus indicaciones. El mismo médico que me ha guiado a mí en su campo de especialidad es guiado por mí en mi campo y ambos seguimos las indicaciones del ingeniero en su campo. Los tres seremos asesorados por un abogado en su campo de especialización y los cuatro somos guiados por el comerciante o el granjero en sus respectivos campos de especialización. Por lo tanto, «hemos elevado el grado de unos sobre otros» en sus especialidades «para que unos tomen a otros a su servicio» (Los adornos, 32). Este es el significado de disparidad de especialidades.
Por tanto, todos los seres humanos son iguales como los dientes de un peine. La diferencia entre ellos reside en sus capacidades. Esto garantiza una cooperación fluida entre los miembros de la misma sociedad y por consiguiente, la fe en la justicia y en la perfección de Dios.
En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. Dios es el poseedor de todos los atributos de perfección. Dios, el Misericordioso, el Clemente, el Amable, el Justo, el Sabio, creó el universo y naturalmente, reflejó Sus atributos en Su creación. Entre la causa y el efecto existe harmonía y proporcionalidad. El efecto es siempre generado por la causa y esto establece un segundo principio. Este principio establece que el ser humano es bueno por naturaleza. No existe persona, por malvada que sea, que no pueda ser rehabilitada o con la que no se pueda cooperar y aunque exista sería una excepción en la creación. Esto facilita la labor de cooperación al ser humano y le permite extender su mano a los demás para colaborar con ellos. «La naturaleza esencial en la que Dios ha creado a los seres humanos» (Los bizantinos, 30).
La fe en el Dios único aporta facilidad. La fe en la justicia del Creador aporta facilidad. La fe en la otra vida y en el juicio final hace que el ser humano asuma su delicada responsabilidad, cumpla con las obligaciones religiosas que tiene para con su comunidad y no sea injusto en su acometido. Podemos decir por tanto que el ámbito cultural ofrece un concepto hermoso de la sociedad y que el ámbito de la fe brinda el método correcto para formarla.
En cuanto al ámbito de las disposiciones, encontramos que hay numerosos estudios que se ocupan de lo relativo a las sociedades. Veremos como algunos se centran en el modo de formar una sociedad y muestran como el Islam glorifica las relaciones. En el ámbito familiar santifica el vínculo entre marido y mujer y lo propone como uno de los deberes sagrados por encima de otros deberes. Considera que el acto del matrimonio es superior al de construir una mezquita y que la destrucción del matrimonio y la incapacidad de cumplir con las obligaciones maritales son peor desobediencia que no edificar una mezquita. Así pues, el vínculo entre el marido y la mujer es un vínculo fuerte y sagrado.
El Islam también se ocupa de las relaciones entre padres e hijos y las considera obligaciones vinculadas a la obediencia a Dios. Podemos encontrar docenas de aleyas coránicas que mencionan que tras la obediencia a Dios viene la benevolencia con los padres. Primero el marido y la mujer, luego los padres y los hijos, y por último los familiares. Por lo tanto, las relaciones de parentesco son obligatorias y la ruptura de la familia queda prohibida. Esto fortaleza los vínculos familiares.
En cuanto al tema de los vecinos, el Islam recomienda e insiste en la relación con ellos. El Imam Ali (a.s.) dijo al respecto: «El Profeta (s.) insistía tanto en la relación con los vecinos que llegamos a pensar que serían considerados herederos». Su recomendación acerca de la relación con los vecinos era equiparable a la que hacía sobre los familiares. Al describir al vecino decía que entre tu casa y la de tu vecino puede haber cuarenta casas, lo cual significa que todos los habitantes de un pueblo son vecinos. De este modo intenta reforzar y salvaguardar estos vínculos.
En sus enseñanzas, también señala que la comunidad tiene una responsabilidad conjunta, de modo que si algún miembro de la comunidad muere de hambre, pobreza o enfermedad, Dios aparta su vista de todos los miembros de esa comunidad. Considera que todo individuo tiene un deber para con su prójimo que no puede ser ignorado. «Quien se va a dormir con el estómago lleno estando su vecino hambriento, no es un verdadero creyente». Esta es la fuerte importancia que el Islam da a las relaciones entre los individuos de una sociedad y las intensifica prohibiendo que se oculten de los demás, que abusen los unos de los otros, la injusticia, la difamación, las calumnias y todo lo que pueda debilitar los vínculos sociales y separar a las personas.
En lo relativo al culto, el Islam muestra un gran interés por este asunto y le confiere un aspecto social a cada acto de adoración. Como quizás ya sepáis, al principio, cuando descendió la oración, se realizaba en grupo y más tarde fue cuando se permitió a los musulmanes que rezasen de forma individual. La naturaleza de la oración es colectiva, por eso todos los musulmanes miran hacia una misma quibla, coordinando su oración y otorgándole un carácter social. La hora de la oración es una, la quibla es una, el mejor lugar es la mezquita y la mejor forma de rezar es en grupo. Asimismo, el ayuno durante el mes de Ramadán también es una forma de adoración colectiva.
Como sabéis, ocurre lo mismo con la peregrinación. Miles de personas, con una única vestimenta, en un solo movimiento, al mismo tiempo, con las mismas características y circunstancias, cumpliendo la obligación del Hajj. Es un acto de adoración hermoso y lleno de aspectos sociales.
Por otra parte, la limosna (zaqat) también es una obligación social para todos los individuos. La limosna, queridos hermanos, no es lo mismo que los impuestos gubernamentales que el Estado islámico estableció en su momento. La limosna y la caridad fueron definidas por los versículos sagrados como actos obligatorios dispuestos para resolver el problema de la diferencia de clases, no para aprovisionar las arcas del Estado. Su finalidad no es pagar los sueldos de los empleados y demás funcionarios sino reducir la disparidad económica entre clases sociales con un método actual.
Tanto la promoción de la virtud como la prevención del vicio son los pilares de la cooperación y la garantía social entre los miembros de una comunidad: «Todos sois pastores y cada uno es responsable de su rebaño». Si quisiésemos examinar los actos de adoración de forma amplia, nos sería imposible y el tiempo del que disponemos para explicarlos es limitado.
Ya hemos visto el ámbito cultural, el de la fe, el de las disposiciones y ahora veremos el cuarto ámbito, el ámbito de la moral. En este ámbito encontramos una amplia gama de disposiciones y enseñanzas recurrentes, cuyo fin es inculcar en el ser humano una visión más amplia y el sentimiento de que él es algo más que su persona. El Islam, con su educación moral, busca indicar al ser humano que no está solo sino que forma parte de un conjunto, como queda reflejado en sus enseñanzas. Así pues, por medio de la moral facilita que los individuos cooperen entre sí. No podemos repasar todos los tipos de moral que existen en una sola conferencia, pero analizaremos brevemente algunos de ellos.
Entre las conductas más elevadas se encuentran: el amor a las personas, la generosidad, la humildad, la buena intención, la flexibilidad, la honestidad, ayudar a los más débiles, enseñar a los inexpertos, respetar a los mayores, ser compasivo con los más pequeños, difundir la paz, mostrar alegría, ocultar la tristeza, visitar a los enfermos, los buenos modales, valorar a los honrados, reprender a los corruptos, el pudor, el perdón, aceptar las disculpas, aceptar los favores, servir a los amigos, escuchar al sordo sin aburrirse, ampliar las reuniones y otros cientos de ejemplos de este tipo. Todos y cada uno de ellos refuerza el sentimiento humano, haciéndolo más intenso y más elevado, facilita la cooperación y la harmonía y fortalece las relaciones sociales.
Si quisiésemos profundizar en los detalles de las disposiciones dedicadas a tratar los asuntos sociales tendríamos que mencionar la mitad de la jurisprudencia islámica, que está compuesta de secciones relativas a las transacciones y secciones relativas a las políticas. Estas secciones constituyen la mitad, o más de la mitad, de la jurisprudencia. Todas ellas identifican y organizan diferentes asuntos como las condiciones personales y las normas cívicas. Para tratar este tema necesitaríamos numerosas conferencias.
Llegados hasta aquí, debemos destacar varios puntos:
El Islam enraíza el sentimiento cívico en el ser humano, lo santifica y pone sus cimientos, pero previo a todo eso el Islam trata de dar al individuo una idea de lo que es la sociedad. El Islam quiere mostrarle que la sociedad es lo que él construye con sus manos, es su creación y no algo impuesto desde fuera. Esto es algo básico. Si el ser humano siente que él es el que crea la sociedad, será capaz de desarrollarla y de relacionarse con los demás según un plan establecido.
El Sagrado Corán dice en sus versículos: «En verdad, Dios no cambia la situación de un pueblo mientras ellos no cambien lo que hay en sus almas» (El trueno, 11) y «La corrupción se ha manifestado en la tierra y el mar por lo que los seres humanos han hecho» (Los bizantinos, 41). Hay tantos versículos dedicados a este asunto porque lo que vemos en las sociedades es producto de un sistema de normas, y esas normas son elaboradas por ti. Dependen de tus indicaciones y tu creación. Tú eres el que crea las sociedades.
Así pues, después de que se le ha dado al ser humano la profundidad, la santidad y los cimientos de este sentimiento, se le dan los medios para que ejecute estos tres puntos en un ambiente de crecimiento donde la sociedad se ajusta a sus preferencias. De este modo, no sentiré que la sociedad sea un decreto de Dios que me ha sido impuesto a mí y a mis semejantes y que tengamos que obedecer. ¡En absoluto! Esto no existe en el Islam porque las sociedades son creadas por los seres humanos.
4. El Islam y el desarrollo
El segundo apartado, con el que concluiremos nuestra exposición de esta noche y daremos paso al Dr. Sabah[1] para que traduzca un resumen de la conferencia. Este último punto es la respuesta a una pregunta que la gente nos plantea continuamente. Usted dice que el Islam quiere proteger al individuo y por eso se ocupa de la sociedad y establece las líneas generales para formar comunidades, pero ¿cómo resuelve el Islam la cuestión del desarrollo?
Las sociedades, como ya sabemos, evolucionan en función de la evolución de los seres humanos y el aumento de su nivel cultural. ¿Cómo puede la religión, cuyas enseñanzas son fijas, estar en harmonía con el progreso de las sociedades? Aunque ya he respondido a esta pregunta en otras conferencias, hoy la volveré a mencionar.
Antes que nada debemos preguntarnos ¿qué es desarrollo? ¿La evolución consiste en crear cosas nuevas? ¿O es más bien la ejecución de algo ya existente? Pues, las dos cosas. Nada existe y nada es dado. El desarrollo es la interacción del ser humano con el mundo. El ser humano experimenta, lee, piensa, alcanza y descubre cosas nuevas. Cuando las descubre, hace uso de ellas para desarrollar su vida y su sociedad. Si descubre la electricidad, desarrolla su sociedad aprovechando este conocimiento. El desarrollo es una nueva interacción o una interacción continua entre el ser humano y el mundo. No hay nada nuevo en el mundo, lo que hay es una nueva interacción, una nueva lectura del universo, una nueva profundización en el libro de la existencia. Esto es lo que conocemos como desarrollo.
Mientras esto sea así y dado que el Corán, según el Islam, es la palabra de Dios y las palabras no limitan el conocimiento de quien las dice, entonces, según el Islam, el que habla es Dios y su conocimiento no tiene límite. El conocimiento de Dios no está limitado por una época o un siglo determinado, sino que lo conoce todo. Lo más profundo de las cosas y sus apariencias, lo revelado y lo oculto, incluida la información que poseían los seres humanos del pasado y del futuro. Dios todo Poderoso, lo sabe todo.
Cuando sabemos que el conocimiento de Dios es ilimitado, entonces, en cada época, podremos entender algo nuevo de Sus palabras, tal y como pudimos llegar a entender el universo. ¿A caso el universo de hoy es diferente al universo de hace mil o cinco mil años? El universo es el mismo, pero hemos estudiado algo nuevo sobre él y hemos profundizado de una manera nueva. Del mismo modo, estás en tu derecho de profundizar en las palabras de Dios, el Sagrado Corán, hasta donde tus capacidades te permitan. Lo que ayer entendías del Corán es una cosa y hoy puede que entiendas otra. Puedes profundizar en la palabra de Dios cada vez que profundizas en el conocimiento del universo.
Disponemos de tres factores: el ser humano, el universo, cuya interacción es la que desarrolla las sociedades, y el tercer elemento es la palabra de Dios. Puedes interactuar con ella tal y como lo haces con el universo y entonces tu universo, el desarrollo de tu comunidad y la palabra de Dios estarán en completa harmonía.
No voy a mencionar ejemplos de las nuevas posibles formas de entender la palabra de Dios porque alargaría demasiado la conferencia.
El Islam ofrece las indicaciones y directrices generales necesarias para formar sociedades y eres tú el que, dentro de este marco, desarrolla y comprende cosas nuevas a la luz de tu conocimiento y en proporción a tu experiencia, lo que te permitirá descubrir nuevos detalles y variables de la composición de la sociedad que quieres crear. De este modo, puedes vivir en esta sociedad desarrollada cuando quieras, como quieras y el tiempo que quieras.
Esto ha sido un resumen de las ideas generales que describen el aspecto social del Islam. No hay duda de que el tema tiene muchos detalles que espero tener la oportunidad de discutir en nuestro siguiente encuentro o en los próximos años, en este lugar, creado para la interacción intelectual, y que podamos escuchar las argumentaciones de los jóvenes. Gracias una vez más a nuestros jóvenes, miembros de la Asociación de Estudiantes Musulmanes de Dakar. Que la paz, la misericordia y las bendiciones de Dios sean con vosotros.
[1] El fallecido Doctor Nemer Sabah fue profesor de lengua y literatura árabe en la Universidad de Dakar, Senegal
No hay comentarios:
Publicar un comentario