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jueves, 30 de enero de 2014

La matanza de inocentes refuerza la opinión de que se trata de una guerra contra el Islam

La matanza de inocentes refuerza la opinión de que se trata de una guerra contra el Islam


20/10/2001 - Autor: Robert Fisk - Fuente: The Independent



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b2bombing
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En Bagdad tuvimos el búnker en el que nuestro misil calcinó a más de 300 personas. En Kosovo tuvimos la columna de refugiados despedazados por nuestras bombas. Ahora, en Afganistán, una aldea llamada Karam es nuestra más reciente masacre.

Desde luego llegó el momento de decir "lamentamos", esa insulsa y gastada palabra. Lamentamos el búnker de Bagdad. Nos dolió tanto la matanza de refugiados en Kosovo. Ahora nos da pena la bomba que se extravió en Kabul el viernes por la noche, el misil que mató a los 4 batidores de minas terrestres de la ONU el lunes pasado, y lo que sea que cayó en Karam.

Es siempre la misma historia. Comenzamos disparando con armas "inteligentes" después que nuestros periodistas y generales nos han hablado de su sofisticación. Sus conferencias de prensa producen instantáneas monocolor de pistas de aterrizaje sin sangre visible, con pequeños agujeros dispersos por la superficie. "Una noche exitosa" solían decir, después de bombardear Serbia.

Dijeron lo mismo la semana pasada y ninguno –a menos, desde luego, que susurremos civiles- sugiere que ir a la guerra pueda tener algo que ver con matar gente inocente. Y claro que tiene que ver. Es por eso que los militares inventaron esa frase repugnante y moralmente vergonzosa del "daño colateral." Y siempre están dispuestos a difamar a los periodistas que están presentes en el terreno.

Primero, la OTAN pretendió que sus aviones no habían masacrado al convoy de refugiados en abril de 1999. Una vez que encontramos los restos de las bombas, con marcas estadounidenses, cambiaron la historia.

La nueva historia fue: "Si matamos a inocentes, lo lamentamos, pero ¿por qué no se "liberan" los periodistas de sus guardaespaldas serbios y miran las otras cosas que están sucediendo en Kosovo?" Nos podrían preguntar otra vez lo mismo, porque estamos ahora implicados en lo que, históricamente, es para nosotros en Gran Bretaña, la Cuarta Guerra Afgana. ¿Qué estamos haciendo los periodistas al socorrer al señor bin Laden y a sus criminales?"

Esta vez hay una gran diferencia. En 1991, tuvimos una verdadera coalición musulmana de nuestra parte. En 1999, embrutecimos tanto a los serbios que hasta la muerte de civiles inocentes podía ser puesta en la cuenta de Slobodan Milosevic, y en todo caso –por lo menos en teoría- estábamos tratando de salvar a los albanos musulmanes.

Sin duda, algún general idiota nos contará esta vez que Karam es culpa del señor bin Laden –idiota, porque eso no vale para los cientos de miles de musulmanes enfurecidos por nuestros ataques aéreos contra Afganistán.

Y de eso se trata. En todos los países del Oriente Medio, incluso en el tolerante Líbano, crece la sospecha que se trata de una guerra contra el Islam.

Es el motivo por el cual la mayoría de los dirigentes árabes guarda silencio y por qué los saudíes no quieren ayudarnos. Es el motivo por el cual la multitud trató ayer de atacar una base aérea paquistaní utilizada por las fuerzas de EE.UU.

Revela una dislocación del pensamiento entre los árabes sobre los crímenes contra la humanidad en Nueva York y Washington, una desconexión preocupante que les permite condenar las atrocidades en EE.UU. sin referirse a la reacción de EE.UU.- y condenar la reacción sin referirse a la matanza al otro lado del Atlántico.

El mundo musulmán ve ahora a musulmanes inocentes que han muerto en los ataques aéreos occidentales contra Afganistán si Karam resulta ser tan terrible como dicen los talibán, todas las prédicas y Mr. Blair puede sermonear y desmentir todo lo que quiera diciendo que no se trata de una guerra de religión, será en vano.

Al Primer Ministro ahora sólo le queda reflexionar sobre la ironía de que una secta oscurantista que rompe televisores y cuelga cintas de vídeo de los árboles, esté utilizando ahora la televisión y los vídeos para su propia propaganda.


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Operación de la CIA para instalar la guerra contraterrorista global en América Latina

Operación de la CIA para instalar la guerra contraterrorista global en América Latina


La CIA quiere vincular al terrorismo latinoamericano y al terrorismo islámico


08/07/2005 - Autor: Indymedia Argentina - Fuente: Webislam



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El plan salió de la CIA, la NSA, el FBI, y la Agencia de Inteligencia para la Defensa. (Foto www.jamesnava.com)
El plan salió de la CIA, la NSA, el FBI, y la Agencia de Inteligencia para la Defensa. (Foto www.jamesnava.com)

Fuentes de Colombia y de Washington vienen señalando en los últimos días que la inteligencia norteamericana, por primera vez, está embarcada en una operación para vincular al "terrorismo latinoamericano" y al "terrorismo islámico" en planes comunes para crear un proceso de violencia y de caos, tanto en EEUU como en Latinoamérica.

La hipótesis de trabajo existe y salió de las entrañas de la CIA, de la Agencia de Seguridad Nacional, el FBI, y la Agencia de Inteligencia para la Defensa, es decir, de los máximos proveedores de inteligencia a la Casa Blanca.

La estrategia -según las fuentes- busca instalar la "guerra contraterrorista" global en América Latina mezclando a las FARC y otras organizaciones armadas con planes del "terrorismo internacional" orientados a vulnerar la seguridad nacional de EEUU y a desestabilizar toda la región.

Hace tres semanas, y en una clara maniobra de "preparación de terreno", Porter Goss, director de la CIA, denunció ante una comisión del Senado lo que ya había informado a Bush durante una de las reuniones matinales en el Salón Oval: Al Qaida y las FARC, junto con la "red islámica" infiltrada en EEUU, planean ataques terroristas en suelo norteamericano y en América Latina.

En su exposición ante el Comité de Inteligencia del Senado el director de la CIA señaló que las "células clandestinas" de la red Al Qaida, los "terroristas" de las FARC, y las ambiciones nucleares del régimen de Irán, son las principales amenazas que enfrentan los intereses de EEUU en el mundo.

Además, indicó que el conflicto bélico en Irak, "aunque no es una causa del extremismo, se ha convertido en una causa para los extremistas islámicos", que, según el jefe de la CIA, ya se encuentran operando en EEUU y América Latina.
Advertencias similares fueron formuladas ante el Comité de Inteligencia del Senado por el director de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), Robert Mueller. Para Mueller, la "amenaza" principal se encuentra en territorio estadounidense donde hay células terroristas inactivas durante años en espera de órdenes para entrar en acción.

A las advertencias, y apuntando a la "red internacional de terrorismo islámico", se sumó el contraalmirante Lowell Jacoby, director de la Agencia de Inteligencia para la Defensa, quien reiteró en una declaración escrita las denuncias de que Irán promueve el terrorismo y ayuda a los insurgentes en Irak. "El objetivo a largo plazo de Irán es que Estados Unidos abandone Irak y la región", señaló.

Respecto al régimen islamista de Teherán, tanto Goss como el titular de Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), Lowell Jacoby, insistieron en que Irán se perfila como la principal amenaza en Oriente Medio, ya que continúa apoyando a grupos extremistas en toda la región y no quiere eliminar su programa nuclear.

El director de la CIA señaló que le preocupa la actividad de grupos extremistas en América Latina y, en particular, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que "poseen la mayor capacidad y el interés más claro de amenazar los intereses estadounidenses en la región".

Afirmó que la Agencia cuenta con "evidencias" de reuniones entre el mando de las FARC y la red fundamentalista islámica de Bin Laden para coordinar organización y logística orientados a ataques terroristas contra blancos situados dentro de EEUU. "Sólo es cuestión de tiempo. Al Qaida u otro grupo intentará utilizar armas químicas, biológicas, radiológicas y nucleares", añadió Goss.

"Guerra contraterrorista" global en América Latina

En sus primeros pasos, el plan intentaría demostrar que el "terrorismo", tanto local como internacional, está operando en forma fusionada para potenciar sus resultados "criminales" a nivel mundial, incluido el territorio latinoamericano.

Ya desaparecido el "peligro rojo" con la URSS, y con un creciente proceso de conflictos sociales en varios países del área, se trataría de nivelar a las inteligencias militares y policiales regionales en la nueva hipótesis de conflicto: la "guerra contraterrorista" que sustituye en el tiempo a la "guerra antisubversiva" aplicada por las dictaduras militares de la década del setenta.

Con la desaparición de la guerra por áreas de influencia con la URSS, las viejas consignas "anticomunistas" de las dictaduras militares formadas en la Escuela de las Américas fueron sustituidas gradualmente por las banderas de la lucha contra el terrorismo, las drogas y el crimen organizado con las que EEUU justifica su injerencia intervencionista en la región latinoamericana.

Las nuevas hipótesis de conflicto regional y las coordenadas de control militar-estratégico se trazan a partir de la "guerra contra el terrorismo", que reemplaza en la lógica doctrinaria imperial a la "guerra contra el comunismo" de la década del setenta y de la era reaganiana en Latinoamérica.

Es en ese punto donde la estrategia regional imperial-estadounidense se enlaza con la red latinoamericana de espionaje montada por la Central de Inteligencia (CIA) estadounidense y el servicio de inteligencia israelí.

(Mossad), cuyo objetivo central -sostenido institucionalmente tanto por el gobierno de Bush como por el de Sharon- es la "guerra contraterrorista" desarrollada en el campo de la inteligencia y de las operaciones especiales.

Con una Latinoamérica domesticada por la democracia made in USA y los gobiernos dependientes (por derecha y por izquierda), sin focos importantes de lucha armada (salvo Colombia), sin movimientos revolucionarios vertebradores en el continente o en el mundo, con la socialdemocracia "progresista" convertida en alternativa de "cambio", las guerras por el control social ya no se desarrollan en plano militar sino en el plano de la inteligencia y de la manipulación mediática.

En una Latinoamérica dormida por el "pacifismo" de los gobiernos títeres de Washington, donde ya no existen métodos violentos de toma del poder revolucionario, sin huelgas generales, sin tomas de fábricas o de empresas, sin ataques contra los bancos o las trasnacionales, con movimientos sociales "revolucionarios" financiados y "domesticados" por las ONG del Imperio, el dominio militar abierto se ha tornado obsoleto.

La lógica del control social y político ya no la ejercen los militares y los tanques, sino los nuevos ejércitos de dominación: los medios de comunicación y sus legiones de jíbaros mentales que nivelan a las mayorías desposeídas y a sus dirigentes en la doctrina de la resignación, haciendo realidad aquel precepto de máxima: la paz es el negocio del dominador.

Ese sueño que los bancos y las trasnacionales imperiales no pudieron concretar con la dictaduras y los golpes militares diseñados en el Departamento de Estado, hoy se cumple con la aceptación pasiva del sistema capitalista como "única alternativa", modelada masivamente en los cerebros por los sacerdotes de las grandes corporaciones mediáticas que han sustituído a los curas y a los maestros en la orientación de conducta social.

Ya sin hipótesis de conflicto "subversivo" los ejércitos de "seguridad e inteligencia" privados fueron sustituyendo más eficientemente en el control social y político a las vetustas y desmovilizadas tropas de los ejércitos represores latinoamericanos que ya habían perdido vigencia con el ingreso de las democracias made in USA en los ochenta y los noventa.

De esta manera -en el área de la inteligencia y la seguridad- las células privadas de la CIA y el Mossad israelí, cierran el proceso de desmantelamiento de los estados nacionales latinoamericanos iniciado con el modelo de libre mercado y privatizaciones lanzado por Washington en la década de los noventa, y cuyo paradigma de implementación más significativo fue la dupla Menem-Cavallo en la Argentina.

Dentro de este nuevo esquema los servicios de información latinoamericanos -salvo Cuba y Venezuela- se convirtieron en sucursales de las políticas de inteligencia diseñadas para el control operativo y estratégico de Washington y Tel Aviv en la región.

Sistemáticamente, y durante los nuevos "gobiernos democráticos" controlados por EE.UU., la inteligencia norteamericana-israelí fue imponiendo a las administraciones de turno -a través de campañas mediáticas o de presiones políticas- ajustes presupuestarios y reducción de agentes en las estructuras oficiales de inteligencia.

Las nuevas hipótesis de conflicto "terrorista", a su vez, buscan complementar y dar sustento "doctrinario" a las legislaciones de mano dura y de criminalización de conflictos sociales que ya funcionan en muchos países de la región, caso de Argentina, el Estado con mayor cantidad de presos políticos de la región.

Así como los preceptos doctrinarios de la "doctrina de seguridad nacional" identificaron al "subversivo" como el principal enemigo de la "libertad" y el "orden", la nueva doctrina sitúa al "terrorista" como la fuente del "caos" y la "violencia" que amenazan por igual a toda la región.

Detrás del "terrorista" se agazapan el negocio de las drogas, la prostitución, las mafias y las armas, pero, básicamente en sus entrañas acechan los viejos fantasmas del "caos" y de la "violencia", cuyo enganche con los conflictos sociales sintetiza el flamante objetivo neo-represor de la "guerra contraterrorista" de Bush y Sharon en el continente.

Las FARC y el "11-S latinoamericano"

Los atentados explosivos contra la AMIA y la embajada de Israel, a principios de los 90, fueron operaciones experimentales para instalar la "guerra contraterrorista" en América Latina, cuyo entramado orgánico solo empezó desarrollarse con Bush hijo tras la demolición de las Torres Gemelas el 11 de septiembre.

Los atentados a las instituciones judías colocaron la "piedra fundacional" señalando claramente la lógica del "nuevo enemigo" simbolizado en el "terrorismo islámico" agazapado y acechante en la Triple Frontera.

Lo que se busca ahora, es que ese terrorismo que originalmente fue dirigido contra la comunidad judía, hoy se convierta en una "amenaza general" para toda América Latina sin distinción de pueblos, razas o comunidades.

La inteligencia norteamericana sabe perfectamente que no puede implantar artificialmente el "terrorismo islámico" de Al Qaida en Latinoamérica, por la sencilla razón de que no sería creíble y adolecería de la justificación que tiene en Europa o EEUU.

Por lo tanto, hay que ensamblar al "terrorismo islámico" en un "objetivo local" que cierre y otorgue verosimilitud a las amenazas y operaciones, y es en este punto donde el plan se ensambla con el accionar "terrorista" de las FARC en Colombia.

La CIA y sus redes de inteligencia militar y mediática desde hace mucho tiempo vienen creando las condiciones políticas y sociales para convertir a las FARC en el modelo paradigmático de la red Al Qaida en América Latina.

La revelación de la conexión FARC-Al Qaida-ataques terroristas (que la CIA ya puso en marcha) intentaría darle consistencia y mayor coherencia orgánica a la adhesión de los gobiernos, los ejércitos y las policías locales a la "guerra contraterrorista" exportada por EEUU a todo el mundo.

Por imperio del nuevo modelo, las selvas colombianas ya se han convertido -como lo fue Arabia Saudita en el Medio Oriente- en el centro exportador de logística, armas y organización terrorista a toda Latinoamérica.

En ese sentido, los expertos en Washington no descartan a corto plazo un "11-S latinoamericano", un atentado terrorista demoledor en América Latina, que termine por ensamblar (como sucedió en Europa con el 11-M español) un plan "contraterrorista" latinoamericano suscripto por todos los gobiernos de la región.

Fuentes de inteligencia en Washington hablan de objetivos terroristas en Chile, Argentina, Brasil, México y Venezuela, entre otros, con la modalidad operativa del 11-M español, es decir, en lugares con alta concentración de público común que asegure el impacto masivo, local e internacional, de los atentados.

En el trazado de este objetivo los servicios de inteligencia y el gobierno colombiano estarían realizando una operación para complicar a las FARC con actividades del narcotráfico y de violencia política planeada para desestabilizar a los gobiernos de la región.

Con informes y denuncias públicas la CIA busca "preparar el terreno" para que, tras la concreción de un 11-S latinoamericano (o tal vez de varios), las FARC se conviertan en la réplica de la red Al Qaida en Latinoamerica. O de la ETA, cuando se la complicó con el 11-M.

La "amenaza terrorista"

Recientemente un informe del ejército de Colombia, citado por el diario El Tiempo, vincula a las FARC con el delito del narcotráfico.

Según el documento, en el 2003 los ingresos por narcotráfico para las FARC pasaron los 1,8 billones de pesos y, pese a que en el 2004 disminuyeron por las operaciones de la Brigada contra el Narcotráfico y el Plan Patriota, las transacciones les siguen dejando un elevado ingreso.

El estudio, supuestamente realizado por la Unidad de Información y Análisis Financiero (UIAF) del ministerio de Hacienda colombiano, estimó que sólo en 2003 los rebeldes habrían embolsado alrededor de 600 millones de dólares.

También indica que la mayor parte de ese dinero provendría de los secuestros y la extorsión y no del tráfico de drogas, tal como aseguran los gobiernos de Colombia y Estados Unidos.

Otros informes aparecidos entre el 2004 y el 2005, "revelan" las cuentas y la estructura financiera de las FARC, destacando su carácter de "organización guerrillera más rica del mundo", que recuerda las operaciones internacionales de prensa con el "Bin Laden millonario", en los prolegómenos organizativos del atentado terrorista contra las Torres Gemelas en Nueva York.

En febrero último, el viceministro de Defensa colombiano, aseguró que en 2003 las FARC recabaron cerca de US 700 millones de dólares por tráfico de cocaína, lo que según indica, es su principal fuente de ingresos.

Por ello, el funcionario describió al grupo rebelde como una organización básicamente de narcoterroristas.

El viceministro agregó que los medios hicieron público el informe de una forma imprecisa y aseguró que las FARC gastan la mayor parte de sus ingresos en la compra de precursores químicos para producir cocaína y para obtener explosivos que usan en sus ataques.

De igual manera, la extradición de Omaira Rojas, supuesta jefa de finanzas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para ser enjuiciada en Colombia, va a ser utilizada como golpe propagandístico para hacer conocer el "proyecto terrorista" de las FARC y el "terrorismo islámico" en Latinoamérica.

Igual que sucedió con la red Al Qaida, las usinas mediáticas de la CIA intentan convertir a las FARC en una organización terrorista supranacional, cuyo poder militar-organizativo-financiero y capacidad operativa, no tienen límites y están en constante expansión. En ese sentido, las "coincidencias" con Bin Laden y la red Al Qaida son pura casualidad.

Fuentes norteamericanas, por su parte, señalan que la CIA tendría en curso un informe que tomaría como base un documento elaborado por los servicios de inteligencia colombianos, el año pasado, en el que se acusaría a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de haberse infiltrado en Chile, Argentina y otros países de Centroamérica con la finalidad de desestabilizar la región y generar una ola de conflictos montados en el descontento social.

Asimismo la estrategia del informe apuntaría a vincular a la organización guerrillera con las mafias del delito, y con todas las actividades relacionadas con el narcotráfico y los negocios ilegales en Latinoamérica.

Como un ejemplo de esa operación se señala al Paraguay, donde, tras conocerse el asesinato de la hija del ex presidente Cubas, el gobierno paraguayo vinculó a las FARC con la "mafia de los secuestros" que estaría operando en ese país.
Hay que resaltar que las operaciones de la CIA con el "terrorismo" y las "mafias", cuentan con la estupidez y el desconocimiento de los medios y periodistas latinoamericanos. La mayoría ignora por completo las operaciones de inteligencia que subyacen detrás de la información provista por "fuentes creíbles", o sea por la CIA infiltrada en el mundo político y empresarial.

Durante un encuentro latinoamericano sobre seguridad en la ciudad colombiana de Cartagena, en septiembre de 2004, que convocó a las principales autoridades policiales de la región, el director del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) colombiano (dependiente de la CIA) , Jorge Noguera, señaló que: "La guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se infiltró en Chile, Argentina y otros países de Centroamérica con la finalidad de generar una ola de descontento social y promover alteraciones de orden público". "Las FARC han pasado por Argentina, Chile, Centroamérica y otros países, donde hemos detectado su presencia a través de voceros o de alguna otra forma, que actúan con alguna representación (de esa guerrilla)", señaló Noguera. "Hoy las FARC no son solamente una amenaza militar, sino de criminalidad en todo sentido. Son una amenaza política en cuanto pueden estar generando resentimiento, sentimiento de exclusión, de supuesta reivindicación de derechos en esos países para generar problemas allí", añadió.

La denuncia del funcionario colombiano -según el diario El Tiempo- fue respaldada por el jefe de la Interpol en Perú, coronel Manuel Sánchez, también presente en ese foro. "(Las FARC) están trayendo bastantes problemas en mi país, incluso tengo entendido que tienen rehenes tanto nacionales como extranjeros", aseguró. "Definitivamente como organización terrorista, está tratando de expandirse en otras naciones de Suramérica e incluso de Europa", añadió el oficial peruano en declaraciones a medios colombianos.

Finalmente el jefe de la inteligencia colombiana señaló que las FARC también actuaron en Argentina y algunos países centroamericanos para generar "resentimiento" en algunos sectores de izquierda, asegurando que no descartaba que existan vínculos entre esa guerrilla y la red terrorista de Al Qaida. "Estamos investigando, no puedo revelar detalles en este momento, pero no sería raro encontrar este tipo de nexos porque las organizaciones terroristas del mundo sienten empatía pues utilizan los mismos métodos y buscan mejorar juntos en esa carrera criminal para buscar cada vez más muertos", concluyó.

Este Congreso en Cartagena, manipulado por la inteligencia estadounidense, trazó las bases a nivel latinoamericano para la actual operación de la CIA orientada a convertir a las FARC en la versión de Al Qaida en América Latina.

¿Hay una guerra contra el islam?

¿Hay una guerra contra el islam?


16/06/2003 - Autor: Pervez Hoodbhoy * - Fuente: zmag.org



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Pervez Hoodbhoy
Pervez Hoodbhoy

La opinión pública en Pakistán, y probablemente la mayoría de los países musulmanes, sostienen que el Islam es el único blanco de las nuevas guerras de Estados Unidos. Incluso los musulmanes moderados están preocupados. La especial atención dedicada a los inmigrantes musulmanes por el Departamento de Inmigración a raíz del 11/9, la ubicación de estados musulmanes en el registro norteamericano de estados delincuentes y el cheque en blanco dado a los bulldozers israelíes para destrozar los barrios palestinos, parecen peligrosos indicadores de una guerra religiosa. Pero, los musulmanes, inmerecidamente, se otorgan a sí mismos un status especial e imaginan lo que no es verdad.

La meta de Norteamérica va mucho más allá de subyugar estados musulmanes sin trascendencia. Lo que pretende es rehacer el mundo de acuerdo a sus necesidades, preferencias y conveniencias. La guerra en Irak es sólo el primer paso.

El sistema político y corporativo norteamericano ha ratificado abiertamente un militarismo agresivo. Comentaristas de primera línea de la prensa de EE.UU. ahora argumentan que dado su abrumador poderío militar la ambición norteamericana ha sido insuficiente.

Max Boot, editor del Wall Street Journal escribe "Afganistán y otros agitados territorios claman hoy por la clase de administración extranjera culta provista antiguamente por ingleses en pantalones de montar y casco, seguros de sí mismos". El Washington Post llama a un "restablecimiento imperialista" y a la necesidad para los norteamericanos de "imponer sus propias instituciones a las instituciones indisciplinadas". El Atlantic Monthly remarca que los hacedores de la política norteamericana deberían aprender de los consejos de los imperios griego, romano y británico, de cómo desarrollar la política exterior de Estados Unidos.

Aunque muchos norteamericanos todavía se aferran a la creencia que el nuevo unilateralismo de su país no es más que "la inocencia herida" y una respuesta natural de cualquier víctima del terror, el Sistema no padece tal ingenuidad. El Imperio ha sido parte del estilo norteamericano de vida por mucho tiempo.

La diferencia después del 11 de septiembre —y es significativa— es que Norteamérica ya no ve la necesidad de luchar por las mentes y los corazones de quienes va a dominar; no hay otra superpotencia a los que los débiles puedan recurrir. En el Washington de hoy un diplomático afincado en EE.UU. me confesó recientemente que las Naciones Unidas se han vuelto una mala palabra. El derecho internacional está camino de ser irrelevante, excepto cuando puede ser usado para los propósitos norteamericanos.

A pesar de todo, nada de esto equivale a una guerra contra el Islam. Algunos discreparán. Las hordas fanáticas que salen de las madrassas de Pakistán imaginan ver a Ricardo Corazón de León avanzando hacia ellas. Espada en mano piden a Alá que fomente la guerra y envíe al moderno Saladino, que pueda evadir milagrosamente los misiles crucero y enviarlos de vuelta a los que los lanzan.

Por otra parte, los extremistas judeo-cristianos, desde los Jerry Falwells y Pat Robertsons hasta los líderes del Likud de Israel anhelan todavía otra cruzada. Ellos también están convencidos que una guerra religiosa entre civilizaciones no sólo es inevitable, sino también deseable. Los fieles nunca dudan de la victoria final, por supuesto.

Pero las pruebas en contra de una guerra entre civilizaciones son mucho más poderosas. Entre 1945 y 2000 los EE.UU. han librado 28 importantes e incontables pequeñas guerras.

Corea, Guatemala, Congo, Laos, Perú, Vietnam, Cambodia, El Salvador, Nicaragua, Yugoslavia e Irak son solamente algunos de los países que los EE.UU. han bombardeado o invadido. La Guerra de Vietnam costó un millón de vidas ella sola. En comparación las guerras norteamericanas en los estados musulmanes han sido menos cruentas.

Las muertes iraquíes durante la Guerra del Golfo y las recientes víctimas de los bombardeos a Afghanistán ascienden a menos de 70 mil. Aún si uno añade las bajas de las guerras árabe-israelíes de 1967 y 1971 y las atribuye a los EE.UU., las muertes musulmanas son sólo un pequeño porcentaje del total de las de la Guerra de Vietnam.

El propio interés material y no la antipatía hacia el Islam ha sido el motor de la política exterior de EE.UU. Una lista de los musulmanes amigos y enemigos de los norteamericanos lo deja más claro que el agua. Durante 1950 y 1960 los enemigos de Norteamérica fueron los líderes laicos nacionalistas.

Mohammed Mossadeq de Irán, quien se opuso al despojo de los recursos petroleros de Irán por parte de la Standard Oil fue derrocado por un golpe de la CIA. Ahmed Sukarno de Indonesia, acusado de ser comunista, fue derrocado por intervención de EE.UU. con el resultado de un baño de sangre que segó cerca de ochocientas mil vidas. Gamal Abdul Nasser en Egipto, quien había ejecutado públicamente fundamentalistas islámicos como Saiyyid Qutb, cayó en desgracia ante los Estados Unidos y Gran Bretaña después de la crisis de Suez. Por otra parte, hace muy poco los amigos de Norteamérica eran los jeques de Arabia Saudí y los estados del Golfo, todos ellos practicantes de formas muy conservadoras del Islam, pero los preferidos de las compañías petroleras de Occidente.

No obstante, a veces Washington ha malinterpretado los propios intereses norteamericanos, en ocasiones con resultados fatales. La "Miopía en la Misión" como la CIA admite ahora tristemente, llevó a constituir, a principios de 1980, la red global de guerra santa.

Con William Cassey como director de la CIA, se lanzó la más amplia operación secreta después que Reagan firmara la "Directiva 166 de Decisión sobre Seguridad Nacional" que pedía esfuerzos norteamericanos para arrojar las fuerzas soviéticas de Afganistán "por todos los medios disponibles". Los expertos contrainsurgentes norteamericanos trabajaron conjuntamente con la ISI pakistaní trayendo hombres y material de todo el mundo árabe y más allá. Todo esto es sabido. Menos conocida es la ayuda ideológica brindada por instituciones estadounidenses, incluyendo universidades.

Los lectores que curioseen en las librerías de Rawalpindi y Peshawar pueden, aún hoy, encontrar textos escritos como parte de las series respaldadas por una subvención de USAID ONG norteamericana de ayuda al desarrollo, N. del T. de $50 millones a la Universidad de Nebraska en 1980. Estos libros de texto intentaban contrarrestar al marxismo creando entusiasmo en la militancia islámica. Exhortaban a los niños afganos a "arrancar los ojos al enemigo soviético y cortar sus piernas". Años después de su publicación los Talibán aprobaron su uso en las madrassas, una muestra de su acierto ideológico.

El costo de la miopía de la misión norteamericana ha sido asombroso. La red de organizaciones militantes del Islam creada primariamente por la necesidad de luchar contra los soviéticos en Afganistán, no desapareció después que se lograra el objetivo inmediato, sino que, como cualquier buen complejo militar-industrial, creció cada vez más fuerte. No obstante, hasta el 11 de septiembre, los arquitectos de la política de EE.UU. no estaban arrepentidos, sino orgullosos de su estrategia ganadora. Fue necesario un cataclismo para hacerles poner los pies sobre la tierra.

Pero las organizaciones militantes han hecho mucho más daño a los musulmanes, cuyas causas proclaman defender, que aquellos a los que atacan. Matar turistas y bombardear iglesias es trabajo de cretinos morales y no es sólo cobarde e inhumano, sino también un desastre estratégico.

En efecto, los actos fanáticos pueden aguijonear al coloso americano, pero nunca dañarlo seriamente. Aunque fue planeada y ejecutada perfectamente, la operación del 11/9 fue una metida de pata estratégica de proporciones colosales. Fortaleció ampliamente el militarismo americano, brindó a Ariel Sharon licencia para limpiar étnicamente Palestina y permitió los progroms (auspiciados por el Estado) de musulmanes en Gujarat con apenas un atisbo de condena internacional.

La ausencia de una cultura política moderna y la debilidad de la sociedad civil musulmana le ha dado a los estados musulmanes representantes sin trascendencia en el escenario mundial. Un dictador debilitado y aislado es apenas una amenaza para sus vecinos ya que pelea por salvar su pellejo. Trágicamente los líderes musulmanes, por puro temor y codicia, se quejan amargamente en público pero colaboran con EE.UU. ofreciendo sus territorios para las bases necesarias para el ataque a Irak. Significativamente ningún país musulmán ha propuesto un embargo de petróleo o un boicot serio a las compañías americanas.

¿Cuál, entonces, debería ser la estrategia para todos aquellos que creen en un mundo más justo y están aterrados por la guerra de Norteamérica contra los débiles?

Vietnam, pienso yo, ofrece el único modelo viable de resistencia. Una escrupulosa defensa de la moralidad, dijeron sus estrategas, es la mejor defensa de los débiles. Aún cuando los B52 estaban arrasando su país, Ho Chi Minh no llamó a secuestrar aviones de pasajeros ni a volar autobuses. Por el contrario, los vietnamitas tendieron sus manos al pueblo norteamericano, haciendo una distinción entre ellos y su gobierno.

Vietnam generó una enorme buena voluntad invitando a celebridades de los medios como Jane Fonda y Joan Baez. Por otra parte, ¿pueden imaginar las consecuencias si Osama bin Laden hubiese ejercido el liderato en Vietnam, en lugar de Ho Chi Minh? Ese país hubiese sido, seguramente, devastado por la radiactividad, en vez de ser el único vencedor contra el imperialismo.

Solamente un movimiento global por la paz que explícitamente condene el terrorismo contra los no combatientes, puede menguar y, quizás detener, el veloz y demente carro de guerra de George Bush. Masivas demostraciones contra la guerra en Washington, Nueva York, Londres, Florencia y otras ciudades occidentales han arrojado cientos de miles de personas a la calle al mismo tiempo.

Un sentimiento de compromiso con los principios humanitarios y con la paz —no con el temor o fanatismo— impulsó estas demostraciones.

Pero, ¿por qué las calles de Islamabad, El Cairo, Riyadh, Damasco y Jakarta están vacías? ¿Por qué sólo los fanáticos se manifiestan en nuestras ciudades? Bajemos nuestras cabezas con vergüenza.

* El autor enseña en la Universidad de Quaid-e-Azam, en Islamabad

Allâh es grande

Allâh es grande


17/09/2001 - Autor: Omar Ribelles - Fuente: Webislam



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mailedd65
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Allâh es grande y los musulmanes, todos, reconocemos que le estamos sometidos. Tranquilamente, sin teologías, otros cuentos o mentiras, aceptamos lo que Allâh nos mande. Sabemos que "Allâh es lo que hay". No existe ni dialéctica ni conjetura que nos apee de tan infinita simplicidad. Somos, todos los musulmanes, uno a uno, irreductibles. Así.

Demasiado capote, demasiada muleta. En sabia terminología taurina se dice: "demasiado engaño". Vamos, a otro perro con ese hueso, que no nos van a convencer, que no nos van a someter. Lo de las Torres gemelas esas de Nueva York, es un acto inmundo tan cruel, infame y cinematográfico que no va con ningún musulmán. No es nuestra forma. Nosotros los musulmanes vamos siempre de cara, discriminadamente. El chip M11092001 no es islámico ni nada que se le parezca. El chip M11092001 es un montaje inhumano de cafres genocidas incultos a los que se les ve el plumero de su ignorancia enciclopédica. Hay que decirlo de una vez y para siempre: en la cocinilla de la felonía de Manhattan no hay ningún musulmán ni similar. El falso incidente del golfo de Tonkin que justifico la intervención americana en Vietnam, la auto voladura del Maine para arremeter contra España en Cuba, Pearl Harbour, son tácticas ya vistas para comenzar una guerra. Hitler justificó su entrada en Polonia como respuesta a la agresión polaca en un puesto fronterizo. La securité argelina endosa a los islamistas sus crímenes sanguinarios.

En el Islam el fin no justifica los medios, y, cada célula de musulmán sabe bien, de siempre, que no le está permitido el suicidio. Muhammad, el enviado de Allâh, nos dejo bien claro y de forma indeleble a todos los musulmanes que los suicidas van al fuego. El chip de los musulmanes no contiene suicidio por nada ni por nadie, en ningún caso. Los suicidas no son musulmanes ya que actúan contra la muy enfáticamente expresada y clara prohibición de suicidio. Imposible la existencia de una conspiración de suicidas musulmanes que gastan miles de horas para aprender a manejar sofisticados aviones que estrellarán en objetivos civiles para producir mucha muerte indiscriminada y la suya propia. El musulmán está siempre por la vida y cada amanecer canta junto con pájaros y árboles loas al Altísimo que le da la vida. El cerebro que vuelca en los musulmanes la barbarie del martes no tiene ni pajolera idea de las fuerzas contrarias que está concitando en su contra, el tiro le saldrá por la culata. Nadie recuerda el bombazo que la extrema derecha americana soltó en Oklahoma

Esa rosa de los vientos desnuda que es la cruz de la OTAN se prepara para morder tras el gran pistoletazo de salida del martes negro. Toda infamia, cobardía y abuso de poder la tienen justificada para ese paseíllo triunfal en sus bombarderos. Los judíos, tan despiertos ellos, ya han tomado Jericó a los palestinos desarmados y seguirán con el expolio. La industria de los armamentos ve su mercado abierto de forma ilimitada con productos sofisticadísimos. Van en su cruzada contra el Islam montados en la gran mentira que todo buen televidente no puede dejar de creer por lavado de cerebro. Peor para ellos, Allâh, el mayor de los conspiradores, les confundirá y la mentira de los cafres quedará al descubierto. Allâh es grande y en El nos refugiamos.

No deja de ser significativo comprobar el virulento fanatismo de los que, sin pruebas, echan toda la culpa a los musulmanes en plan caza de brujas y descalificación del Islam. No veo pruebas, nadie, ni siquiera la FBI, ni la CIA, ni las agencias esas sin nombre ven pruebas de esas que valen como pruebas para los que saben lo que son pruebas. Tampoco escucho comentarios sobre lo fácil que es llevar con el piloto automático a cualquier avión a cualquier sitio de forma irrevocable y lo difícil que es hacer equipos de suicidas altamente calificados en el paraíso americano. Parece que todo el mundo es bueno y tonto menos los musulmanes que son malos y suicidas. Pero los musulmanes pensamos que los poco escrupulosos del cartel están molestos con lo que se le ha hecho a Escobar y que Bill Gates no acaba de asimilar que con toda su pasta y tecnología imprescindible, le hayan partido su empresa unos funcionarios cualquiera de cualquier Presidente americano. Medios abundantes veo yo, que soy miope, en gentes que se creen Dios y que les molesta que se les lleve la contraria. El Bush que se escondió en Nebraska no las tenía todas consigo, ¿acaso percibió el cabreo de su señorito?.

Repensar la revolución egipcia

Repensar la revolución egipciaRecientemente se acaba de celebrar el tercer aniversario de la revolución del 25 de enero con más fracaso, desesperación y división que éxito, consenso y esperanza
30/01/2014 - Autor: Jalil al Anani - Fuente: Al Hayat
25 enero egipto politica revolucion sociedad
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Reflexionando sobre el destino de la revolución egipciaRecientemente se acaba de celebrar el tercer aniversario de la revolución del 25 de enero con más fracaso, desesperación y división que éxito, consenso y esperanza. Es el tercer aniversario de la revolución y la mayoría de los cabecillas que hicieron que estallara están en la cárcel o en centros de detención, como Ahmad Maher, Mohamed Adel, Alaa Abdelfattah entre otros, o han tenido que abandonar el país en un exilio voluntario o viven aislados dentro de Egipto como decenas de jóvenes de los ultras o islamistas que no solo han perdido a sus líderes sino también la fe en la justicia de la revolución y en la utilidad de la democracia como herramientas útiles para el cambio.
Hemos llegado al tercer aniversario de la revolución egipcia después de que haya girado sobre sí misma 360 grados y haya vuelto al punto cero, como antes del 25 de enero. El Estado policial ha vuelto a operar a pleno rendimiento, con su flor y nata, apoyado por un brazo mediático que carece de profesionalidad y de responsabilidad ética, mientras que los generales gobiernan el país de manera casi absoluta con el apoyo de una élite política que ha perdido cualquier sentido de coherencia y parece estar dispuesta a sacrificar los derechos y las libertades de la sociedad para ocultar su fracaso, pues han sido incapaces de encontrar una alternativa convincente después del fracaso de los islamistas.
Hemos llegado al tercer aniversario de la revolución sin que haya sido llevado a juicio ningún responsable del antiguo régimen de Hosni Mubarak por sus pecados contra la nación, ni por corrupción ni por asesinato. Al mismo tiempo, siguen dando la bienvenida a muchos hombres de negocios corruptos y allanan el camino abrazándoles de nuevo bajo el lema «lo pasado, pasado está». Como si la revolución no hubiera tenido lugar, como si el régimen no hubiera sido derrocado.
Lo peor es que los símbolos del régimen de Mubarak se han transformados en los nuevos revolucionarios, distribuyendo los certificados del patriotismo a su antojo y vengándose de todos los que participaron en la revolución del 25 de enero.
Hemos llegado al tercer aniversario de la revolución egipcia con la nueva Constitución del país ya aprobada bajo el lema «quién no está con nosotros, está contra nosotros», puesto que votar en contra de la Constitución ha sido considerado como llevar la contraria al Estado y a la sociedad. Esta Constitución que fue elaborada por un comité que redactó sus artículos sobre la base de la lógica de los pactos entre los centros de poder de las fuerzas políticas que se formaron en la etapa posterior al 3 de julio del año pasado.
La revolución egipcia no ha logrado consolidarse y reforzar su lógica en estos tres años. Todos han cometido errores fatales que fueron suficientes para desviarse de sus principios y sus objetivos. Tal vez la mala suerte que tuvo la revolución es que los que llegaron al poder durante los últimos tres años no tuvieron la capacidad revolucionaria suficiente para purgar y limpiar las instituciones del Estado de la corrupción de Mubarak y reestructurarla de acuerdo con una base sólida que allanara el camino para una transformación democrática viable. Las fuerzas reaccionarias y conservadoras en alianza con las instituciones del antiguo régimen han logrado acabar con la revolución, distorsionar su imagen y congelar su activismo.
Sin embargo, el fracaso consumado de esta etapa de la revolución egipcia no significa necesariamente su final o la desaparición de sus motivos que fueron la razón principal que la provocó hace tres años. Tampoco significa necesariamente el éxito del nuevo/antiguo régimen que algunos tratan de constituir. Al contrario, los intentos de reconstruir el antiguo régimen autoritario puede resucitar la revolución egipcia y encender de nuevo su llama.
Los sociólogos que estudian las más de 40 revoluciones del siglo XX citan algunos motivos que pueden hacer resucitar las revoluciones. Por ejemplo, Jeff Goodwin, uno de los investigadores más destacados en el estudio de los movimientos sociales, cree que hay cuatro razones principales que son suficientes para que vuelva a prender de nuevo la llama de las revoluciones: la primera razón es que se adopten políticas económicas y sociales impopulares. Algo que va a seguir ocurriendo en Egipto a la luz de las políticas económicas aplicadas por el Estado en las últimas dos décadas y que fueron la razón principal por la cual estalló la revolución hace tres años. Implementar reformas económicas radicales como el recorte de los subsidios y la liberalización de la economía aumentará la tensión social y de clase que representa el núcleo principal de la revolución.
La segunda razón es la continuación de la política de eliminación y exclusión de movimientos y sectores sociales influyentes en la vida pública. Algo que ahora es evidente y se lleva a cabo de manera arbitraria y sin precedentes, puesto que el régimen del 3 de julio insiste en eliminar y excluir de la escena política a todos los movimientos asociativos y populares para reforzar su control e imponer su visión sobre ellos. Este hecho puede llevar a estos movimientos a apostar por todo lo que sea revolucionario, crear nuevos métodos de resistencia y desafiar al poder como sucedió con los bolcheviques en Rusia y los comunistas en China a principios del siglo pasado, así como en Cuba e Irán durante los años sesenta y setenta.
La tercera razón consiste en el aumento de los índices de violencia y represión contra los movimientos y las organizaciones populares. Eso aumentaría la radicalización de los movimientos revolucionarios y empujaría a algunos de ellos a recurrir a las armas y a la violencia para defenderse frente a la represión estatal.
La cuarta razón es la debilitación de la capacidad logística y de seguridad de los órganos de de represión. Eso empujaría a las fuerzas revolucionarias a aumentar la presión para que se escuchen sus demandas y negocien con ellas.
No es necesario que el caso egipcio reúna todos estos factores, porque los intentos de poner fin a la revolución por medios autoritarios y sin hacer concesiones políticas, económicas y sociales están condenados al fracaso a largo plazo. Parece que la ausencia de visión y de imaginación política del poder actual es la gota que provocará su caída. Por un lado, el poder actual no parece capaz de contener la ira que está debajo de la superficie y que puede explotar en cualquier momento. Por otro lado, no parece que controlen todos los grupos y organizaciones que puedan servir de buen combustible para cualquier ola revolucionaria que llegue en el futuro.
Es cierto que hay una gran masa social que todavía rechaza el cambio y lo ve como un factor de inestabilidad, pero la escasa capacidad del poder para comprar la satisfacción de las masas, por un lado, y el agotamiento de su crédito, por otro lado, puede ser el comienzo de un nuevo capítulo en la revolución egipcia que puede ser más violento y doloroso, algo que nadie desea.
Fuente: Al Hayat
Traducido al castellano por Huseín el Hasani para Fundación Al Fanar

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El Corán es uno de los libros sagrados que más influencia ha ejercido a lo largo de la historia. Los musulmanes creen que el Corán es la guía de Dios, el libro de consulta para ayudar a los creyentes a seguir el camino correcto. Sin embargo, gran parte del mundo no-musulmán ve el Corán como un texto envuelto en misterio... Trataremos de desmitificar y explicar de dónde procede, qué dice y qué significa.






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