La Rusia musulmana
por Ahmet Yarlikapov
La Federación de Rusia no es solamente un Estado europeo a
población ortodoxa, es también un Estado asiático a población musulmana.
Mientras que una parte de la clase dirigente rusa mantiene intransigentemente
sus valores etnocéntricos, dispuesta a la guerra en Chechenia, el presidente
ruso Vladimir Putin y su brazo derecho, el checheno Vladislav Surkov, tratan de
integrar igualmente Rusia en el patrimonio que le corresponde por naturaleza,
el de Estados islámicos. El profesor Akhmet Yarlykapov analiza la posición de
los rusos musulmanes.
Red Voltaire | Moscú (Rusia) | 29 de junio de 2005
français عربي English
+ -
JPEG - 14.2 KBLa mezquita de Kazán, Rusia.
El titular de Exteriores de Rusia, Serguey Lavrov,
participará a finales de junio en la labor de la sesión de ministros de
Exteriores de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI).
Estos últimos años Moscú ha intensificado contactos con
ésta, porque ello le hace falta siempre más a la comunidad musulmana del país,
de casi 20 millones de integrantes.
Los musulmanes son población aborigen de Rusia, la historia
del islamismo en su territorio es más antigua que la de la fe cristiana
ortodoxa. Por consiguiente, Rusia puede considerarse con plena razón
copartícipe de los destinos del mundo islámico y tomar parte activa en los
debates en torno a los problemas que afronta éste.
Conviene señalar asimismo que muchas cuestiones que son
actuales para los musulmanes de todo el planeta -desde el extremismo hasta la
islamofobia- lo son también para Rusia. Por lo cual el análisis de los
problemas del mundo musulmán que se desarrolla en el marco de la OCI le es útil
también a Rusia.
¿Y qué problemas son de mayor actualidad
para la comunidad islámica (umma) de Rusia? En primer lugar, es la falta de la
unidad. El Islam ruso está representado tradicionalmente por la rama sunita, en
la interpretación que le dan las escuelas teológico-legislativas (el mazhab)
kanafita y chafiita.
Los adeptos del mazhab chafiita residen, fundamentalmente,
en Chechenia, Ingusia y Daguestán. Los habitantes del Cáucaso del Noroeste,
Tartatia, Bashkiria y otras regiones se atienen al mazhab kanafita. El grueso
de los habitantes de Azerbayán profesan el chiísmo.
Pero los últimos tiempos se ha mezclado todo entre los
musulmanes del país: debido a las sustanciales migraciones de habitantes de las
repúblicas del Cáucaso del Norte a otras regiones de Rusia y la llegada a Rusia
de un considerable número de migrantes musulmanes de los países de la CEI
comenzaron fricciones dentro de la umma entre representantes de diversos grupos
étnico-culturales.
Pero ésta no es la única causa de las divergencias internas
que hay entre diversas comunidades. En muchas regiones se agrava el conflicto
entre las generaciones. Los musulmanes jóvenes se ven obligados a crear
estructuras paralelas, a las que sus adversarios enseguida tildan de
“wahabbitas”. Además, existe el problema del liderazgo.
En toda la extensión de Rusia no cesa la lucha sin tregua
por encabezar a toda la comunidad islámica entre el muftí supremo Talgat
Tadjutdin, presidente de la Dirección Central de los Musulmanes de Rusia, y el
jeque Ravil Gainutdin, presidente de la Dirección de Musulmanes de la Parte
Europea de Rusia.
Por su parte los muftíes de las repúblicas del Cáucaso del
Norte instituyeron en 1999 el Centro Coordinador de los Musulmanes del Cáucaso
del Norte para oponerse a los intentos de Tadjutdin y Gainutdin de atraerlos a
su lado. Las contradicciones desgarran también al Consejo de los Mufties de
Rusia.
Todo ello está acompañado de la crisis general del sistema
de direcciones religiosas de los musulmanes. Instituidas en el siglo XVIII, en
la época de Catalina la Grande , como un instrumento para aliviar el gobierno a
los súbditos musulmanes del Imperio Ruso, las direcciones en cuestión no
pasaron de ser una estructura burocrática y hoy día controlan poco la situación
real en sus respectivos territorios.
En general, se observa la falta de un diálogo permanente
entre el Estado y las fuerzas políticas del país, por una parte, y entre el
Estado y las organizaciones y los líderes musulmanes, por la otra. Durante
tales contactos debería tomarse en consideración la diversidad de las fuerzas presentadas
en la comunidad islámica de Rusia. Pero de momento todo se reduce a los
contactos de las autoridades con las Direcciones Musulmanas.
Existe un problema más: es la propagación de los criterios
radicales y extremistas entre los creyentes. Para impedirlo, se necesita hacer
mucho, por ejemplo, formar a servidores de culto de alto nivel educacional.
Pero en Rusia no existe hasta hoy día un sistema de instrucción islámica apto
para formar a unos mollah e imanes capaces de hacer frente a la propaganda de
las ideas radicales y extremistas.
Los pasos que se dan en este sentido a menudo carecen de
lógica y no tienen carácter sistematizado: por ejemplo, en Karachaevo-Circasia
funciona una Universidad islámica, pero están cerradas de hecho todas las
mektebas (escuela primaria dependiente de la mezquita) y medersas (escuelas
islámicas de nivel medio).
Los centros de la vida religiosa no se distribuyen
equitativamente por las regiones de población musulmana. Por ejemplo, en
Daguestán actualmente funcionan más de 1700 mezquitas, más de una decena de
centros docentes islámicos superiores y centenares de mektebas y medersas,
mientras que en la República de los Adiguées el número de mezquitas no alcanza
un centenar y no hay ni una escuela islámica.
Por supuesto, a ello no se reducen los problemas que afronta
la comunidad islámica de Rusia. Son problemas naturales, suscitados por la
lógica del proceso de reconstrucción de la vida religiosa de los creyentes
musulmanes. En los últimos 15 años del impetuoso renacimiento musulmán, en
Rusia se ha hecho mucho en este sentido, pero sólo estamos en el comienzo del
camino. Es por eso que necesitamos cooperar con las comunidades islámicas de
otros países y las organizaciones musulmanas como la OCI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario