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domingo, 23 de noviembre de 2014

Una amenaza para la paz y seguridad del mundo


Una amenaza para la paz y seguridad del mundo

El andar del Estado Islámico es una amenaza para la paz y seguridad del mundo. Pero ahora tendrá una respuesta militar multilateral. El afligido llamado a actuar del papa Francisco parece finalmente haber sido atendido.
Una coalición de naciones liderada por los Estados Unidos ha decidido enfrentarlo. Porque entiende que no puede permanecer impasible frente a la violación de la integridad territorial de Irak y Siria, ni frente a la brutalidad inhumana del referido grupo, que cree hablar por boca de un Dios que presuntamente predica la violencia. Y que, además, actúa con una mezcla de dogmatismo, odios ancestrales, intolerancia y el terror como instrumento. Por todo ello, el Estado Islámico ha generado repulsión.
Diez países conforman el tronco central de la nueva coalición: los Estados Unidos, Alemania, Francia, el Reino Unido, Italia, Dinamarca, Polonia, Turquía, Australia y Canadá. Todos, menos Australia, son miembros de la OTAN. Cada uno actuará dentro de sus posibilidades, cumpliendo el rol que se le asigne. Con actitud ofensiva, pero sin que ello suponga desplegar masivamente tropas.
No obstante, los Estados Unidos han decidido enviar 475 efectivos militares más a Irak, donde se unirán a los mil hombres y mujeres que operan en ese país. Australia -acompañando- aportará 200 comandos.

Los miembros de la coalición no sólo actuarán en el plano militar. Además, coordinarán la labor de sus instituciones de inteligencia

La coalición actuará coordinando su accionar con el de otras naciones. En lo inmediato, con las fuerzas kurdas (los "peshmerga"), las tropas del gobierno y las milicias iraquíes y los grupos de insurgentes moderados "sunnis-sirios". A los que se sumarán los esfuerzos de otras diez naciones de la región, como Arabia Saudita, los Emiratos Árabes, Irak, Omán, Kuwait, Líbano, Egipto y Jordania, entre otros. Francia ya está realizando vuelos de reconocimiento. Varios países árabes han ofrecido cooperar con sus aviones de guerra en los bombardeos contra blancos del Estado Islámico en Irak. Arabia Saudita, Egipto y los Emiratos Árabes podrían ser lo primeros en actuar en esas misiones.
Los miembros de la coalición no sólo actuarán en el plano militar. Además, coordinarán la labor de sus instituciones de inteligencia. Identificarán y cortarán el flujo de fondos que apoya al Estado Islámico. Y procurarán detener a quienes, en más, traten de unirse a las milicias "jihadistas".
Esto quiere decir que los Estados Unidos están una vez más "en guerra" contra el radicalismo islámico. Contra aliados importantes. Ayer el enemigo fue Al-Qaeda. Hoy es el Estado Islámico. Así lo confirmó el vocero de la Casa Blanca, Josh Earnest, sin margen para las dudas. El secretario de estado, John Kerry, es algo menos dramático cuando se refiere al conflicto, al que describe como "operación antiterrorista de largo plazo". Más allá de si la diferencia de definiciones es o no trivial, lo cierto es que los aviones norteamericanos y sus "drones" están actuando contra las fuerzas del Estado Islámico desde hace algunas semanas, habiendo realizado más de 150 distintas misiones en Irak y aprestándose a operar contra el mismo enemigo, en Siria.
De alguna manera, las otras acciones previstas también han comenzado. Por ejemplo, en lo relativo a detener el flujo de voluntarios que procura engrosar las fuerzas del Estado Islámico. Se estima que en ellas hay ciudadanos provenientes de 74 distintos países. En ese verdadero caleidoscopio humano predominan los voluntarios de los países musulmanes. Particularmente los tunecinos y los sauditas. El contingente de Túnez, concretamente, tiene unos 2400 guerrilleros. Pero hay también en el lugar jóvenes radicales de otros orígenes: británicos, belgas, chinos, rusos y hasta norteamericanos. La vía de acceso principal a Siria es a través de Turquía, país que apoya a una parte de la insurgencia y que tiene una larga -y porosa- frontera con esa nación. Pero que ya ha detenido en los pasos de frontera a unas 92.000 personas que -sospechaba- intentaban unirse al Estado Islámico. Los sauditas, por su parte, han convertido en delito la presencia de sus ciudadanos en cualquier milicia armada que opere en el exterior.
En materia financiera, todos los ojos están fijos en Qatar, país que -hasta ahora- ha sido permisivo. Aparentemente, Qatar ha cambiado de actitud, endureciéndola, lo que se evidencia con su reciente pedido a siete líderes de la Hermandad Musulmana de abandonar el territorio de Qatar. Entre ellos, el propio Mahmoud Hussein, su secretario general. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, recordemos, ha prohibido la ayuda financiera a las organizaciones de una lista de las consideradas "terroristas", que incluye a Al Qaeda y al Frente Nusra (parte del Estado Islámico). Hay listados de personas intercambiados por los distintos Estados con los que se pretende no dejar viajar, en vuelos comerciales al menos, a un conjunto de sospechosos.
La situación de Irán frente al conflicto es motivo de una preocupación particular. Por el momento, los Estados Unidos consideran "inapropiado" incluir a ese país en el accionar coordinado de la coalición. Francia, en cambio, ha dejado abierta esa posibilidad. Lo cierto es que, frente al enemigo común, habrá que encontrar la forma de coordinar con Irán algunas acciones. Incluyendo a las fuerzas del régimen criminal de los Assad, quien podría haber encontrado un nuevo "salvavidas" político.

La turbulencias provocadas por la aparición del Estado Islámico en Medio Oriente han provocado una súbita convergencia de intereses entre naciones que antes estaban enfrentadas

Ocurre, asimismo, que Irán es uno de los principales exportadores de terrorismo que existen en el mundo. Y que, además, está en plenas negociaciones con la comunidad internacional respecto de su peligroso programa nuclear, habiéndose negado recientemente a suministrar a la Agencia Internacional de Energía Atómica información considerada esencial para alcanzar un acuerdo antes del próximo 24 de noviembre, fecha límite para lograrlo.
Irán, cabe apuntar, tiene también tropas propias combatiendo en suelo sirio, codo a codo con las del presidente Bashar al-Assad. Desde hace meses. Me refiero a las llamadas fuerzas "Quds", que (sumadas a las de "Hezbollah", un brazo armado shiita-libanés que responde a Teherán) han resultado vitales para la supervivencia de los Assad que, por boca de su vicecanciller, Faisal Mekdad, ha dicho que Siria "no tiene reservas de ningún tipo" respecto de las misiones norteamericanas en el espacio aéreo de su país, siempre y cuando sean emprendidas contra blancos del Estado Islámico.
La turbulencias provocadas por la aparición del Estado Islámico en Medio Oriente han provocado una súbita convergencia de intereses entre naciones que antes estaban enfrentadas, pero que hoy comparten la prioridad de oponerse a un enemigo común.
Por ello hay cambios dramáticos de posiciones. Por ejemplo, cuando los norteamericanos se retiraron de Irak en 2011, entre sus más enconados enemigos estaban las tres milicias "shiitas" coordinadas por el general iraní Qassim Suleimani, que los enloquecieron con atentados con explosivos. Esas mismas milicias, sin embargo, acaban de actuar contra las del Estado Islámico con la protección de la aviación militar norteamericana.
Hasta Arabia Saudita e Irán, enemigos irreconciliables en lo religioso, que compiten -facciosa y abiertamente- por el liderazgo regional, han dejado a un lado las rivalidades sectarias y comenzado a coordinar algunas acciones contra el ahora enemigo de ambos.
Siria es probablemente el país que más cruje de la región. No sólo por su alianza estratégica con la cada vez más aislada Federación Rusa, sino porque allí nació el Estado Islámico. También porque aún no es fácil para la comunidad internacional poder apoyarse -y confiar- en ninguno de los movimientos insurgentes locales. A diferencia de Irak, donde los "peshmerga" son la primera opción y las fuerzas regulares del gobierno de Bagdad, la segunda.
Turquía, que es siempre un actor esencial, tiene a su vez limitantes difíciles de ignorar. Porque condicionan su actuar. Primero, el hecho de que los milicianos del Estado Islámico han tomado a 49 funcionarios diplomáticos turcos como rehenes. Ello sucedió al ocupar la ciudad de Mosul, donde los rehenes desempeñaban sus funciones. Segundo, el brazo armado del Partido de los Trabajadores, esto es el movimiento separatista kurdo denominado "PKK", que antes operaba clandestinamente en Turquía, ahora lucha en Irak de la mano de los "peshmergas".
El peligro que genera el Estado Islámico ha convulsionado el ambiente internacional. Y provocado una pausa en los conflictos y tensiones anteriores. Ocurre que los "sunnis" y "shiitas" moderados tienen hoy frente a sí a un peligrosísimo enemigo. Por esta razón, todo se reexamina a la luz de esa nueva realidad.
La lucha contra el fundamentalismo "sunni" radical (el del Estado Islámico) empezó en Irak y Siria. Pero el escenario que se abre, como sostiene el actual gobierno egipcio, es bastante más amplio. Porque la infección a combatir tiene también raíces en Libia, en el Maghreb y en el noreste de Nigeria, donde "Boko Haram" acaba de anunciar la conformación de otro "Califato".

El peligro que genera el Estado Islámico ha convulsionado el ambiente internacional. Y provocado una pausa en los conflictos y tensiones anteriores

A lo que cabe agregar que, de pronto, la opinión pública norteamericana -lastimada por las decapitaciones del Estado Islámico- ha cambiado y ahora apoya al presidente Barack Obama que, consciente de que el Estado Islámico es una amenaza que no se limita a Medio Oriente, ha finalmente decido actuar. Lo que supone, entre otras cosas, regresar a Irak, pesadilla que los norteamericanos creían haber dejado atrás.
Queda visto que una parte de la comunidad internacional ha superado su indiferencia respecto del Estado Islámico y decidido transformar en avance lo que hasta ahora lucía como una suerte de parálisis.
Para completar el análisis, cabe señalar que Rusia está hoy en un costado, efectivamente aislada por su intervención en Ucrania. Fuera del diálogo y profiriendo tan sólo amenazas. Pero tienen el problema en su interior, en Chechenia y Dagestán. China, por su parte, apoya tibiamente a la comunidad internacional, mientras recuerda simultáneamente la necesidad de respetar la soberanía de todos los Estados. América latina, por ahora, está ausente. Como si estuviera ajena a lo descripto. Más aún, como si su rincón en el mundo no estuviera conectado con el resto del planeta. Pese a que los cruentos atentados terroristas perpetrados en Buenos Aires son un triste recordatorio de una amenaza que ciertamente no ha desaparecido. La guerra de la comunidad internacional contra el terrorismo acaba de iniciar una nueva fase. Larga y compleja.

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