A 134 años de la muerte de Ángela Peralta en Mazatlán
La Ruiseñor mexicana a 134 años de su fallecimiento
Su nombre completo: María de los Ángeles Manuela Tranquilina Cirila Efrena Peralta y Castera
Un grupo de apasionados mazatlecos se reunió esta tarde frente a la que fuera la tumba de la diva mexicana más importante de todos los tiempos, Ángela Peralta, quien hace3 134 años falleciera en este puerto víctima de la peste, el motivo fue rendirle un reconocimiento póstumo a su trayectoria y conocer algunos datos acerca de ella y su formación que la mayoría de las personas desconoce
Joaquín López Hernández cronista de Teacapán nuevamente invade la intimidad de este recinto sepulcral para desentrañar datos y hechos poco conocidos de los personajes que reposan o han reposado ahí
El historiador de nueva cuenta propone poner en valor a este panteón para ello ya no espera que la iniciativa venga de las autoridades ni de los grandes empresarios, sino de personas sencillas que tengan buenas intenciones “Deberíamos ir paso a paso, tú adoptas para rescate una tumba, ella otra y yo otra, y así nos vamos”: Joaquín López Hernández cronista de Teacapán
Vídeo de la transmisión en vivo

Por lo pronto les invitamos a que conozcan un poco más de esta sensacional mujer mexicana

Bajo el nombre artístico de “Ángela Peralta” se dio a conocer en México y Europa por sus dotes como cantante de ópera
De origen humilde, pero siempre recibió buena educación y desde pequeña tuvo inclinaciones artísticas, revelándose como poseedora de una voz extraordinaria.
A los 8 años cantó “La Cavatina”, de Donizetti y a los 15, cuando terminó sus estudios musicales en el Conservatorio Nacional de Música, se presentó en público por primera vez y con gran éxito, interpretando “El trovador”, en el Teatro Nacional.
Nunca estuvo pensionada por el gobierno. Cuando viajó a Europa en 1861, su padre y un hombre llamado Santiago de la Vega cubrieron los gastos.

A sus 20 años de edad ya había conquistado los principales escenarios europeos con su privilegiada voz.
El 29 de enero de 1866 cantó para los emperadores Maximiliano y Carlota. A cambio de tal condescendencia se le nombró “Cantarina de cámara del imperio”. Este hecho provocó la repulsa de Ignacio Manuel Altamirano, quien desenfrenado en su indignación comentó: “toda la frescura de los laureles que había traído de Europa, se marchitan vergonzosamente, ante la aceptación de ese nombramiento de una corte bufa y oprobiosa”. Un año después, el Ruiseñor cantó en el puerto de Veracruz “I Puritani” de Bellini, a beneficio del fomento de la guerra contra el invasor. Estos dos acontecimientos, aparentemente contradictorios, todavía encienden una polémica acerca de su franqueza patriótica.

Al día siguiente, el 23 de agosto, la compañía hizo su presentación con la ópera de Verdi “El trovador”, debutando el tenor de fuerza Fausto Belloti ante escaso público, pues corrían alarmantes rumores sobre la propagación de la fiebre amarilla.
Un periodista mazatleco, aficionado a la ópera, llevaba un diario, como era costumbre de la época. En la página del 22 de agosto escribió “…hoy fui al foro del teatro Rubio a presenciar los ensayos de la compañía de ópera italiana y admirar de cerca a la señora Antonieri y me tocó de suerte ver y escuchar a la dueña de la compañía, la señora Peralta…” (…) “Es una mujer de agradable presencia, algo obesa y de ojos saltones pero muy vivos, tiene una voz maravillosa que emite con pasmosa facilidad las notas más agudas y altas, hasta el grave; hizo unas variaciones alcanzando notas tan finas, como el gorjear de un jilguero…”

El 24 de agosto, Ángela Peralta dirigió el ensayo para la representación de “Aída”, obra con la que debería hacer su debut al haber caído enfermos el director de escena, señor Belloti, y el maestro director Chávez Aparicio. La función debió verificarse esa misma noche, pero se pospuso porque al oscurecer ya eran varios los artistas afectados por la devastadora enfermedad. Al amanecer del día 25, habían fallecido los señores Belloti y Aparicio y varios artistas. El mal se ensañó con los miembros de la compañía a tal grado, que de los 80 que la integraban sólo seis quedaron, entre ellos la soprano Zopilli y la contralto, señora Saborini.
Ángela Peralta falleció el 30 de agosto de 1883, casándose en articulo mortis con su amante, don Julián Montiel y Duarte. Un testigo, el señor Jiménez, narró los detalles de la impresionante ceremonia matrimonial: “Uno de los artistas, de apellido Lemus, sostenía a doña Ángela por la espalda y en el momento en que el juez hizo la pregunta sacramental” ¿Acepta a este hombre por esposo?”, Lemus movió la cabeza de la enferma en señal afirmativa. La cantante, prácticamente estaba ya muerta y tengo la seguridad de que no se enteró de la importancia del acto…”
Se vistió el cadáver con ropa de alguno de los personajes que en vida había interpretado la diva mexicana y, según se dijo entonces, también se le colocaron sus mejores joyas. El 11 de abril de 1937 sus restos fueron exhumados para ser trasladados al panteón civil de la Ciudad de México. Entre la tierra y trozos de madera no se encontró ni una sola alhaja, ni un simple dije. Sólo unas chinelas y restos de cabellera castaña.