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martes, 29 de agosto de 2017

El imán de Ripoll: “Me dieron una paliza y estuve en coma”

Abdelbaki es Satty envió cartas al fiscal y al Defensor del Pueblo por la “injusticia” de su encarcelamiento

Estado en que quedó la casa de Alcanar tras la explosión. Retrato del imán Abdelbaki es Satty. En vídeo, empiezan a retirar los altares espontáneos de La Rambla. VÍDEO: ATLAS
El imán de Ripoll, Abdelbaki es Satty, fabuló durante el proceso judicial que afrontó por intentar introducir 121 kilos de hachís en España. El juez de Ceuta que, en 2011, le condenó a cuatro años y un mes de cárcel, no creyó ni una palabra suya. Abdelbaki cargó la culpa sobre tres hermanos marroquíes —que acabaron absueltos— y les acusó de obligarle a transportar la droga. “Me metieron en una furgoneta, me dieron una paliza y me dejaron abandonado en una granja. Estuve cuatro días ingresado en el hospital y en coma”, relató en la vista oral. Pero ni les denunció en su día ni aportó una sola prueba de su paso por el hospital, señala el fallo.
Los hechos probados en la sentencia son los que siguen: la tarde del 1 de enero de 2010, el día que cumplía 37 años, los perros de la Guardia Civil detectaron el hachís en una furgoneta de su propiedad. Abdelbaki estaba solo, a punto de embarcar en el transbordador que cubre la ruta Ceuta-Algeciras. Le detuvieron. Pero el traficante, luego convertido en imán de Ripoll y artífice de los atentados de Barcelona y Cambrils, dio versiones contradictorias para eludir su responsabilidad.
Como imputado, alegó que no sabía nada de la droga. Y contó una historia alternativa. Los tres hermanos, explicó, le habían dejado 6.000 euros para comprar la furgoneta. Un mes antes de ser detenido, le “enviaron” a una cuarta persona a la que debía prestar el vehículo. Después, el futuro imán la siguió usando en Marruecos sin darse cuenta de que “llevaba el hachís”. En el juicio, en cambio, admitió que había transportado la droga, pero que lo había hecho por miedo. “Llevé la droga bajo amenazas. Me han mandado a Marruecos por la droga. Y me han dicho: ‘Como no vuelvas, te matamos a ti y a tu familia”. Para mayor embrollo, la supuesta paliza habría ocurrido no entonces sino antes, en junio de 2009.
Abdelbaki proporcionó la identidad y la dirección de los tres hermanos, que vivían en Cambrils (Tarragona). El juez les llamó a declarar como imputados. El fiscal les consideró corresponsables del tráfico de drogas y solicitó para ellos la misma pena que para él, más de cuatro años. Los tres tenían antecedentes; en algún caso, por tráfico de drogas, explican fuentes judiciales. El titular del juzgado de lo penal número 2 de Ceuta, sin embargo, les absolvió.
Durante el juicio, a Abdelbaki se le hicieron ver las “notables contradicciones” —son palabras del juez en la sentencia— entre lo dicho en fase de instrucción y lo alegado en la vista oral. Pero el imán también tuvo explicación para ello. Jamás dijo que no supiera nada de la droga. Le habían entendido mal. “Fue por error de la traductora. Se ha equivocado”, alegó. La “inverosimilitud” que el magistrado aprecia en toda su declaración viene marcada también por otros detalles. En el juicio, la cantidad prestada por los hermanos para comprar la furgoneta ya no era de 6.000 euros, sino de 13.000.
Abdelbaki permaneció en prisión por tráfico de drogas desde el 2 de enero de 2010 —un día después de ser detenido en Ceuta— hasta abril de 2014. La mayor parte de ese tiempo lo pasó en la cárcel de Castellón I, aunque las primeras semanas estuvo en Ceuta.
Mientras permaneció en prisión provisional a la espera de juicio, Abdelbaki denunció la “injusticia” a la que se sentía sometido. Escribió cartas exponiendo su versión de los hechos —la culpabilidad de los hermanos marroquíes, las amenazas, etcétera— tanto al Defensor del Pueblo como a la Fiscalía General del Estado. Alegó, entre otras cosas, que los tres hermanos le estaban haciendo llegar amenazas a prisión. Las dos instituciones respondieron que el caso estaba pendiente de juicio y que, por tanto, nada podían hacer.
Se ignora si su condena o su paso por prisión sirvieron para acelerar su proceso de radicalización. Lo cierto es que ya antes, en Vilanova (Barcelona), había estado en contacto con un imán radical. Se trata de Mohamed Mrabet, que presidía la mezquita Al Furkan y que fue detenido en la Operación Chacal en 2005. La policía le atribuyó la dirección de una red que envió a muyahidines (combatientes) a Irak y Afganistán. En su casa, los agentes hallaron documentación de Abdelbaki Es Satty. Aunque no llegó a ser imputado en la causa, el juez autorizó la intervención de su teléfono.

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