Los olores distorsionados y extraños de alimentos atormentan
a los sobrevivientes de COVID-19
Deborah Schoch
mar, 15 de junio de 2021 2:54 p. m.·9 min de lectura
Marcel Kuttab sintió por primera vez que algo andaba mal
mientras se cepillaba los dientes, hace un año, varios meses después de
recuperarse del COVID-19.
Su cepillo de dientes tenía un sabor a sucio, así que lo
botó a la basura y se compró uno nuevo. Entonces, se dio cuenta de que lo que
sabía mal era la pasta de dientes. Las cebollas, el ajo y la carne tenían un
sabor pútrido y el café olía a gasolina. Todos estos eran síntomas de la alguna
vez poco conocida afección llamada parosmia, la cual distorsiona los sentidos
del olfato y el gusto.
Kuttab, de 28 años, quien tiene un doctorado en farmacia y
trabaja para una compañía farmacéutica en Massachusetts, experimentó para
descubrir cuáles alimentos podía tolerar. “Puedes gastar mucho dinero en el
supermercado y terminar no usando nada”, dijo.
Cada vez más personas lo experimentan
La pandemia ha puesto de relieve la parosmia, lo que ha
estimulado la investigación y una gran cantidad de publicaciones en revistas
médicas.
Han surgido nuevos grupos de apoyo y la membresía ha
aumentado en los ya existentes. Un grupo sobre parosmia de Facebook con sede en
el Reino Unido ha experimentado un rápido crecimiento y tiene en la actualidad
más de 14.000 miembros. Emprendimientos relacionados con la parosmia están ganando
adeptos, desde pódcast hasta kits de entrenamiento de olores.
Pero una pregunta clave sigue sin respuesta: ¿cuánto dura la
parosmia vinculada al COVID-19? Los científicos no tienen plazos definidos. De
los cinco pacientes entrevistados para este artículo, todos ellos con síntomas
de parosmia desde finales de la primavera y principios del verano del año
pasado, ninguno ha recuperado por completo la normalidad en el olfato y el
gusto.
"La fruta ya no sabe a jabón"
Brooke Viegut, de 25 años, cuya parosmia comenzó en mayo de
2020, trabajaba para una empresa de entretenimiento en la ciudad de Nueva York
antes de que los cines cerraran sus puertas. Cree que contrajo COVID-19 en
marzo de 2020 durante un rápido viaje de negocios a Londres y, como muchos
otros pacientes, perdió el sentido del olfato. Antes de recuperarlo por
completo, empezó a experimentar la parosmia. No podía tolerar el ajo, las
cebollas o la carne. Incluso dijo que en un momento de este año, el brócoli
tenía un olor químico.
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