Sionismo: El lobo con piel de cordero
Resulta nuevamente impresentable la conducta del sionismo en el plano internacional, mostrando que la hasbara como estrategia de lavado de imagen rige su política exterior. No es posible creer en los llamados a la paz de una de las entidades más criminales del mundo actual.
Hoy, el ente sionista, lanza al mundo la idea de convertirse en mediador del conflicto que sacude a Europa oriental, contando para ello con la puesta en escena de un Volodimir Zelensky, presidente ucraniano, que ha aceptado ser parte del circo político tejido por Israel, tratando de mostrar una imagen y preocupación por un conflicto bélico que genera muerte, dolor, destrucción, refugiados y lógicamente inestabilidad mundial.
Justamente, todos los componentes que el régimen sionista ha generado en el mundo desde su nacimiento en 1948, principalmente contra Palestina, a la cual ocupa y coloniza hasta el día de hoy sometiéndola a crímenes de guerra y lesa humanidad, que muestran la hipocresía sionista de presentarse al mundo con una cara de preocupación por la paz.
A fines del mes de febrero, Naftali Bennett comenzó una decidida campaña de relaciones públicas vendiendo la imagen de un primer ministro, que podría mediar en el conflicto entre Ucrania y Rusia donde existen algunos cientos de miles de ciudadanos de esos países de creencia judía y que en la estrategia de Bennett (también un colono de origen estadounidense en tierras palestinas) serviría de plataforma, para ofrecer que miles de ciudadanos de esa región se trasladaran como refugiados a Palestina, ocultando, maquillando de ese modo la intensificación de su política de colonialismo aprovechando esta coyuntura bélica. 100 mil ucranianos asentados en territorio palestino con el apoyo hipócrita, ciego, sordo y mudo e interesado de un occidente que demoniza a Rusia, pero ha permitido que se cometan los más atroces crímenes por parte del sionismo contra el pueblo palestino.
El régimen de Bennet ha llamado a la paz, a cesar el fuego, a permitir que los corredores humanitarios en las zonas en conflicto otorguen la salida a quienes quieren escapar del conflicto. Bennett habla de recibir a los refugiados ucranianos. Usa la palabra paz como si ella formara parte de su lenguaje habitual, como si creyera en ella. Todo un discurso falsario, desvergonzado.
Bennett, con el sostén del sionismo internacional, que está otorgando todo su apoyo al régimen ultraderechista de Kiev en materia financiera, militar, mediática, como no se había visto en décadas, este Bennett fue a Moscú a entrevistarse con el presidente ruso y sostener, posteriormente, que el ente israelí seguirá tratando de mediar entre Rusia y Ucrania “incluso si el éxito parece poco probable”
La alianza tejida entre Zelensky y Bennett permite a la administración ucraniana acceso ilimitado a los mass media internacionales y difundir su mensaje de crítica a la OTAN por no intervenir en Ucrania, de demonizar a Rusia y al mismo tiempo, lograr ocultar todas las agresiones sufridas por aquellos pueblos que multiplican por cientos de miles los muertos y heridos que Ucrania puede exhibir, pero… claro, se trata de muertos negros, árabes, musulmanes, latinos. No tienen mayor valor en el imaginario de la alianza tejida entre el imperialismo y el sionismo.
Cómo es posible aceptar, que una de las entidades más criminales del mundo trate de mostrar una imagen que llama a la paz, la concordia. Pidiendo el retiro de las tropas rusas de Ucrania. Llamando a socorrer a millones de refugiados, con un panegírico sobre la paz y la hermandad.
Hablo del mismo Israel, que asesina a diario a hombres, mujeres y niños palestinos, que tortura prisioneros. Hablo del mismo Israel que día a día traslada miles y miles de colonos sedientos de sangre, con la misión de expoliar tierras, de ganarse el favor de aquellos que los han llamado para entregarles tierras, casas, bienes ajenos, que les financian sus estudios religiosos, que les entregan casa a precios subsidiados, que los proveen de agua a costa de la sed de los palestinos.
Y en ese papel, los países europeos, atizados por Estados Unidos, callan obsequiosa y en forma despreciable frente a los crímenes que comete el sionismo. El lavado de imagen se mantiene gracias a la complicidad de aquellos países occidentales, que suelen enseñar sobre democracia, libertad de expresión, respeto a los derechos humanos, mientras nos niegan nuestro derecho a decidir el modelo político, social y económico que queramos.
Nos niegan el hablar libremente y de condenar los crímenes de aquellos que el mismo occidente protege. Países que violan impunemente los derechos humanos de millones de seres en Mali, el Sahara occidental, Libia, Palestina, Líbano, Siria, Yemen, Irak, Afganistán. Un occidente que rasga vestiduras ante la muerte de europeos, pero se comporta con vileza cuando los asesinados son árabes, latinoamericanos, negros, pobres. Estos no importan.
Por ello, aprobar la mediación de una entidad criminal como la israelí, en una guerra, es hacerse parte de este espectáculo mediático, que les permite limpiar su imagen, maquillar sus crímenes. Felicitar a la entidad infanticida israelí, por tratar de presentarse como garante de un proceso de paz, es darle la mano a quien te la corta diariamente. Es hora de levantarse, definitivamente, contra el embuste, la hipocresía, la falsedad y sostener con fuerza, que no es posible seguir aceptando la existencia de un régimen como el israelí, sin unir fuerzas para su completa eliminación.
En esa tarea quisiera ver a la FIFA, a la Unión Europea, a los medios de desinformación occidentales, a los que organizan el torneo de tenis de Wimbledon, aquellos que suspenden a los atletas rusos de competencias internacionales, que quitan de cartelera obras de compositores rusos o llaman al asesinato de ciudadanos del país euroasiático. ¿Por qué no llamar a la destrucción del sionismo, que por 74 años ocupa y coloniza Palestina?
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