Intentos de deshumanizar a HAMAS están condenados al fracaso
Tony Blair confesó, once años después de la victoria histórica de HAMAS en las elecciones palestinas de 2006, haber obstaculizado la democrática elección palestina.
Por: Iqbal Jassat *
Once años después de que el Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina (HAMAS), basado en Gaza, obtuviera una victoria histórica en las elecciones palestinas de 2006, el ex primer ministro británico Tony Blair hizo una confesión sorprendente.
En una entrevista de 2017 con Donald Macintyre para el diario británico The Guardian, Blair admitió sin reservas haber obstaculizado la elección democrática de los palestinos, una transgresión de proporciones históricas en ese momento.
Blair reveló que él y otros líderes mundiales se equivocaron al ceder ante la presión de la ocupación israelí, orquestando un boicot inmediato a HAMAS tras su victoria arrolladora en las urnas.
Aunque los observadores internacionales declararon que las elecciones fueron libres y justas, Blair —en ese entonces en el apogeo de su mandato— fue atrapado por la maliciosa agenda de Israel, cayendo estrepitosamente su campaña para desacreditar tanto el proceso electoral como su vencedor, HAMAS.
Como ha sido la norma para la mayoría de los presidentes estadounidenses, que se doblegan ante Israel, el expresidente de EE.UU. George W. Bush impulsó las demandas del régimen colonial de asentamientos para detener la ayuda a, y cortar las relaciones con, el recién elegido gobierno de HAMAS.
Blair, a menudo ridiculizado como el “perrito faldero” leal de Bush, una etiqueta que se ganó por su apoyo inquebrantable a las políticas estadounidenses, también consolidó su reputación como criminal de guerra.
Exigió descaradamente que los palestinos abandonaran su voluntad democrática a menos que se ajustaran a las condiciones impuestas por potencias imperialistas extranjeras.
Típico de los gobiernos occidentales atrapados en el imperialismo y una mentalidad colonial, Bush y Blair insistieron en que HAMAS reconociera a Israel, renunciara a la violencia y se atuviera a los acuerdos previos entre sus predecesores de Al-Fatah (Movimiento Palestino de Liberación Nacional) y el régimen ocupante.
Austria, entonces presidenta rotativa de la Unión Europea (UE), adoptó esta postura beligerante en nombre del bloque de 25 países, declarando que “no hay lugar en un proceso político para grupos o individuos que aboguen por la violencia”.
Los esfuerzos viciosos para aislar y destituir a HAMAS del poder político fueron liderados por Bush y Blair. Y como medida de contraataque para fortalecer la mano de un colaborador dispuesto, rápidamente brindaron apoyo diplomático y financiero a Mahmud Abás de Al-Fatah.
Una estrategia inútil que claramente fracasó, con Abás arrastrándose, vinculado a un “proceso de paz” inexistente que no ha entregado victorias, hasta la fecha. De hecho, hasta hoy, continúa cojeando en la misma senda.
Macintyre escribió que Blair, quien se convirtió en enviado del Cuarteto de Oriente Medio (Asia Occidental) compuesto por EE.UU., la UE, la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y Rusia, “… después de dejar Downing Street (sede del gobierno británico), ahora dice que la comunidad internacional debería haber intentado ‘incluir a HAMAS en un diálogo’”.
En el transcurso de un año tras la impresionante victoria de HAMAS, el régimen colonizador sionista impuso un boicot asfixiante y un bloqueo económico a Gaza.
Un bloqueo interminable de 17 años desde 2007 que ha visto bombardeos constantes, asesinatos, detenciones y la negación de suministros básicos, que, como mi colega el Dr. Firoz Osman describió acertadamente, es una política de “exterminio”. Esto es lo que el mundo presencia hoy en Gaza, tras 43 700 víctimas mortales en más de un año.
Esto expone la narrativa sionista —promovida sin pudor por los líderes occidentales y los medios de comunicación tradicionales— de que el 7 de octubre ocurrió en un “vacío” como una falacia flagrante.
La hipocresía y los doble estándares de Occidente, que sorprendieron a gran parte del mundo tras el 7 de octubre, no son nada nuevos. Sus raíces se encuentran en el establecimiento ilegal de Israel como un proyecto colonial sobre tierras palestinas en 1948.
Pero para la generación que fue testigo de la destacada victoria electoral de HAMAS en 2006, fue aún más sorprendente descubrir que las potencias occidentales advertían que no tratarían con un gobierno palestino liderado por HAMAS.
La cadena estadounidense NBC News reportó en ese momento que HAMAS había ganado de manera tan arrolladora y justa. El expresidente de EE.UU. Jimmy Carter dijo que las elecciones en Cisjordania ocupada y la Franja de Gaza fueron “completamente honestas”.
El hecho de que Carter respaldara la elección como libre y justa complicó el dilema para los gobiernos occidentales pro-apartheid israelí. Después de todo, la victoria decisiva permitió que HAMAS ocupara casi dos tercios de los 132 escaños parlamentarios.
El perfilado de HAMAS como una organización “terrorista” no es solo un ardid, sino deliberadamente fabricado por el régimen israelí y aprovechado por sus lacayos occidentales para demonizar y criminalizar la resistencia, incluida la lucha armada, contra la ocupación.
No queriendo quedarse atrás de los gobiernos vinculados al régimen colonizador de asentamientos, los grupos de presión sionistas trabajan en conjunto con aliados de derecha a través de una gama de llamados ‘think tanks’, ONGs y ‘organismos de investigación’ financiados por Israel.
El terreno de juego sionista en Sudáfrica no ha sido una excepción. Los lobbies pro-apartheid israelíes, que van desde la Federación Sionista de Sudáfrica hasta la Junta Judía de Sudáfrica, han estado histéricamente perfilando a Hamas como un grupo de “terror”.
Una táctica destinada al fracaso, tanto a nivel nacional como internacional, si son lo suficientemente sabios como para aprender las lecciones de los movimientos de liberación de Sudáfrica.
El movimiento por la libertad de Palestina, a pesar de la matanza israelí de civiles inocentes en el genocidio en curso en Gaza, la Cisjordania ocupada y Líbano, está registrado como una lucha épica destinada a superar el sionismo.
* Iqbal Jassat es miembro ejecutivo de Media Review Network, Johannesburgo, Sudáfrica.
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