Palestina. Gaza: La gata Lucy lidera la lucha contra los ratones que saquean la comida
Por Reem Hamdona / La Intifada Electrónica / 25 de enero de 2025.
El genocidio israelí en Gaza ha pesado mucho en nuestros corazones y almas.
Se han destruido viviendas, se han desplazado familias y decenas de miles de personas han muerto.
Y la devastación no se detuvo allí; se filtró hasta en los detalles más simples de nuestra vida cotidiana. Con el suministro eléctrico cortado deliberadamente y la escasez de alimentos, los ratones comenzaron a invadir nuestras casas y tiendas de campaña, agregando una nueva capa de sufrimiento a una lista de penurias ya interminable.
Todo comenzó cuando notamos el primer ratón correteando por la cocina de la fábrica en la que buscamos refugio en la zona de Sheikh Radwan de la ciudad de Gaza.
El ratón corría de un lado a otro entre los platos como si desafiara a todos a atraparlo. Y no estaba solo: pronto, los ratones se multiplicaron a un ritmo alarmante, aprovechando el caos de la guerra para invadir nuestros hogares.
Nada se les escapaba a sus dientes pequeños y afilados: ropa, papeles, la comida que tanto nos costó conseguir. Recuerdo el día en que mi madre descubrió que nuestro suministro de harina para un mes se había desmoronado y que el polvo blanco se había esparcido por todas partes.
Ni siquiera los niños se salvaron. Una noche, mi hermano Muhammad, de 9 años, se despertó llorando de dolor en un dedo y descubrimos que un ratón lo había mordido mientras dormía.
Esa fue la gota que colmó el vaso. Mi padre decidió que teníamos que encontrar una solución rápida y duradera.
Un salvador inesperado
Lo intentamos todo. Colocamos veneno en los rincones de la casa, pero los ratones parecían inmunes. Mi madre puso trampas, pero rara vez atraparon nada, como si los ratones nos hubieran engañado.
Incluso intentamos quedarnos despiertos hasta tarde para atraparlos nosotros mismos, pero estas pequeñas criaturas eran demasiado rápidas y desaparecían en la oscuridad antes de que pudiéramos acercarnos.
Un día, mientras mi padre estaba pensando en una solución, se le ocurrió una idea sencilla pero arriesgada: ¿por qué no tener un gato? Parecía una opción obvia, pero en condiciones de guerra, tener un gato significaba una boca más que alimentar y cuidar.
Aún así, la necesidad triunfó sobre la prudencia.
Mi padre visitó a un vecino que tenía una gatita llamada Lucy. Era ágil e inteligente, y cuando la trajimos a casa nos pareció que entendía perfectamente su misión.
Desde la primera noche, Lucy empezó a explorar la casa, a seguir a los ratones y a esconderse detrás de los muebles para acecharlos. A medida que pasaban los días, empezó a demostrar sus habilidades. Nos despertábamos con el sonido de un ligero movimiento y encontrábamos a Lucy sosteniendo un ratón en la boca, como si dijera: “¡Aquí está mi trofeo!”.
Su tarea no siempre fue fácil; a veces, la veíamos enfrentarse a una resistencia feroz por parte de ratones más grandes, como una versión real de Tom y Jerry . La animábamos y nos reíamos de sus intentos fallidos ocasionales, pero sabíamos que nos estaba quitando un gran peso de encima.
Lucy se convirtió en una parte tan íntima de nuestra familia que parecía que podía leer nuestras mentes y sentir nuestro dolor. Se sentaba a nuestro lado cuando estábamos tristes y jugaba con los niños, llenando de alegría sus corazones. Incluso durante las noches más duras de los ataques aéreos israelíes, cuando el sonido de los bombardeos y los aviones llenaba el aire, Lucy nos consolaba con sus payasadas juguetonas.
Los ratones declaran la guerra
Una noche, un grupo de ratones se infiltró en el almacén donde guardábamos la poca comida que nos quedaba. Fue un momento crítico, como si los ratones hubieran decidido declararnos la guerra.
Lucy entró corriendo en la habitación, y nosotros la seguimos de cerca, armados con palos y escobas. Lo que se desató fue nada menos que una verdadera batalla: Lucy persiguió a los ratones de un rincón a otro y nosotros tratamos de ayudarla.
Después de horas de esfuerzo, finalmente recuperamos la habitación.
Con el tiempo, la cantidad de ratones disminuyó significativamente y su presencia se volvió rara. Lucy fue nuestra heroína. No solo ayudó a salvar nuestra comida, sino que también restauró una sensación de seguridad en medio del caos.
Lucy nos enseñó que la supervivencia requiere perseverancia y adaptabilidad. Frente a los incesantes ataques militares israelíes, la pobreza y el miedo, este pequeño gato se convirtió en un símbolo de resiliencia.
Ella luchó con valentía, recordándonos que la esperanza existe incluso en los momentos más oscuros.
Para nosotros, Tom y Jerry ya no era sólo un dibujo animado, sino un reflejo de nuestra realidad. Y gracias a nuestra determinación –y gracias a Lucy–, al final triunfamos.
Mantendré a Lucy conmigo sin importar lo que pase después.
*Reem Hamdona es una escritora independiente en Gaza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario