El «todo vale» se impone contra la República Islámica
Escrito por: Miguel A. Murado
15 de enero de 2012 04:00 GMT Valoración Con:
1 estrella 2 estrellas 3 estrellas 4 estrellas 5 estrellas 2 votos ¡Gracias! Envíando datos... Espere, por favor. A yer Teherán volvía a acusar al «Gran Satán» y al «Pequeño Satán», como llama a Estados Unidos y a Gran Bretaña, de estar detrás del último de una serie de atentados en suelo iraní. Pero la secretaria de Estado, Hillary Clinton, lo niega y seguramente dice la verdad. Cuando la CIA practica el terrorismo en Irán suele hacerlo a través de los Muyajidines del Pueblo (MEK, en sus siglas en farsi), un grupo armado de oposición marxista-islámica-mesiánica cuyo ideario hace que el régimen de los ayatolás parezca una socialdemocracia escandinava.
Pero últimamente la CIA no está en condiciones de organizar gran cosa con ellos. Su red de agentes fue barrida por la Inteligencia el año pasado en una operación que supuso una de las más espectaculares derrotas del espionaje norteamericano y de la que, por consiguiente, apenas se ha publicado nada.
¿Quién, entonces? Todo indica que los asesinatos de los científicos iraníes han sido planeados por Israel, aunque tampoco ejecutados directamente por sus servicios secretos, que carecen de la capacidad para ello y por eso suelen recurrir a su propio grupo terrorista de cabecera: El Ejército de Allah (Jundallah), una organización armada de la minoría baluchi suní que rutinariamente comete matanzas contra los chiíes dentro de Irán operando desde bases en Pakistán. La última fue, por ejemplo, la voladura de la mezquita de Zahedan hace año y medio. Murieron veintisiete civiles.
Falsa bandera
Todo esto se intuía más o menos, pero ahora la prestigiosa publicación Foreign Policy acaba de confirmarlo y asegura además que cuando los israelíes reclutan a sus agentes de Jundallah se hacen pasar por oficiales de la CIA. Es lo que se conoce en el argot de la profesión como «falsa bandera». De este modo, Israel buscaría desviar las posibles represalias contra objetivos norteamericanos y empujar así a Estados Unidos y sus aliados a una guerra contra Irán, el proyecto de futuro que ahora mismo consume todas las energías de Israel.
Aunque sin demasiadas pruebas concretas, suele acusarse a Irán de dedicarse a exportar terrorismo, pero ante este aparente caso de «importación» la ONU ha preferido, en cambio, no emitir ninguna condena. Es la confirmación del «todo vale» con Irán. Aun así, se ha creado una situación tan incómoda internacionalmente que la UE ha decidido retrasar otros seis meses el embargo de crudo iraní que Washington les había exigido. Por supuesto, el hecho de que, a diferencia de Estados Unidos, Europa dependa del petróleo iraní también debe haber influido. De momento, la presión norteamericana tan solo ha logrado hacer que se sumen al embargo Corea del Sur y, parcialmente, Japón. Mientras, Turquía y Pakistán anuncian que seguirán comerciando con su vecino y el «hambre de crudo» en China sigue siendo una garantía para Teherán. En conclusión: el asedio a Irán está todavía lejos de forzarle a que abandone su programa nuclear. Más bien habría que reconocer que lo ha convertido en una necesidad defensiva urgente para los iraníes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario