La evaluación de un duelo
La exploración de ciertas características de un duelo,
nos permiten dirigir nuestra ayuda a
resolver los aspectos más conflictivos de ese duelo.
Si bien ninguna característica es favorable o
beneficiosa, en cuanto al enorme sufrimiento que entraña la pérdida de un ser
querido, algunas de estas características pueden mitigar y otras dificultar las
decisiones posteriores.
Los pasos que ayudan a continuar nuestro camino sin la
exigencia de un tiempo cronológico determinado, son:
El egocidio
La
trascendencia
El
desapego
El
egocidio se logra en la medida en que podamos desprendernos de nuestro
protagonismo, de nuestra propia egolatría tan frecuente en el comienzo del
duelo. Centrados en nuestro dolor, solo pensamos en nosotros, y atravesamos una
etapa con matices de egoísmo e insensibilidad hacia el dolor ajeno. La
importancia de la autoayuda es aquí fundamental, en cuanto a que podemos
comprender, al participar en un grupo de pares, que no somos únicos en el
sufrimiento. Comenzar a superar esa sensación de ser únicos en el dolor y de
requerir de los demás toda su consideración a nuestro drama, dejar de pedir
respuestas, que nadie posee, dejar de buscar represalias para los presuntos
culpables de nuestra pérdida, es probablemente el punto de inflexión, el
momento en que comienza en todo duelo, su etapa reparatoria.
La trascendencia
Comenzamos
a advertir que nuestra importancia no va más allá de la importancia de los demás,
que los demás también sufren y extrañan, hemos podido alzar la vista para
mirarnos en el espejo de el dolor ajeno, ahora podemos escuchar, comprender y
comenzar, tímidamente a ayudar, y es ese aspecto solidario que emerge de
nuestro propio sufrimiento, el que permite reparar y repararnos, sentirnos
mejores personas, y esto se logra sin duda, a partir de los cambios que en
nosotros, ha generado la ausencia.
El desapego
Todos
necesitamos continuar el camino porque la vida está adelante y el sometimiento
a la tiranía del pasado debe quedar atrás. Para caminar hace falta una intención,
un proyecto, una meta que quizá no se alcance, pero no caminaremos solos, lo
haremos con el permanente y cariñoso recuerdo de aquellos a quienes amamos, que
serán compañeros de ruta. El desapego es eso, la evocación, acompañando
nuestro proyecto de vida, que debe continuar, a pesar de todo.
En
el proyecto de vida aparecen los valores de actitud, que son aquellos que
apuntan a nuestro crecimiento espiritual y la actitud solidaria que es capaz de
otorgarle a nuestra vida un sentido trascendente.
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