Islam y Mundo Árabe en la Escuela y Medios de Comunicación
15/12/1999 - Autor: Rafael Miralles - Fuente: Verde Islam 12
Durante los primeros años de la guerra fría algunos pensadores
norteamericanos conservadores formularon la Teoría del enemigo en
el espejo: una nación, una ideología política o un grupo necesitan tener un
enemigo, una imagen invertida que les permita saber quién es, mediante una
sencilla abstracción. Occidente tenía en la Unión Soviética a su perfecto
enemigo en el espejo. Occidente era el resultado de la resta con la Unión
Soviética, especialmente en todo lo relativo a la libertad y al liberalismo
económico.
El enemigo en el espejo
Con la Perestroika de Gorbachov la situación cambia y el espejo
comienza a no reflejar ninguna imagen. El peligro comunista ya no existe y
Occidente, para reafirmar su identidad, necesita un nuevo enemigo. Encontrarlo
no fue excesivamente difícil. De hecho, ya había servido de enemigo para la
Europa de la Edad Media. Aunque España sea el ejemplo más claro, Poitiers, las
Cruzadas, y más tarde el turco, Lepanto o la defensa de Viena, demuestran que
Europa entera se sintió involucrada.
En los últimos años se había estado diseñando con mucho cuidado la
satanización del Islam; terribles enemigos eran Muamar el Gaddafi, máximo
dirigente de un país como Libia, con tan sólo dos millones de habitantes; o la
revolución islámica iraní, nacida para ahogar a un nacionalismo light que
empezaba a ser peligroso para Occidente, y protagonizada por los mismos chiítas
a los que se defendía en 1992 contra las amenazas de Sadam Hussein. Por su
parte, el dictador iraquí era el perfecto enemigo para sustituir a los antiguos
señores del Kremlin. Resultó fácil satanizarlo. Fue suficiente con convertirlo
en un piadoso musulmán, reproduciéndolo muchas veces rezando sus
oraciones.1
El Islam, así, ocupa el lugar dejado por el enemigo comunista y tiene la
ventaja de que, al ser una religión y no una teoría socioeconómica, es por sí
mismo satanizable.
En un primer vistazo parece que el cambio de enemigo ha resultado muy
favorable para la visión occidental. La caída del llamado Telón de Acero ha
venido a confirmar las tesis liberales sostenidas por Estados Unidos y sus
aliados. El Islamismo rehuye todos los esquemas occidentales, provoca un rechazo
visceral, no puede ser explicado ni desde el pensamiento liberal ni desde el
marxista; y como no puede ser explicado a partir de estos supuestos, la
respuesta más fácil de los occidentales es tildar a sus predicadores y
seguidores de locos, fanáticos y terroristas, gente retrógrada. Esta visión del
mundo islámico es, sin duda, una actitud que muestra la ignorancia sobre el
conflicto y la dejadez existente para abordarlo.
Gran parte de la confusión sobre “la amenaza del fundamentalismo
islámico” nace de la conjunción de los términos ‘Islam’ y
‘fundamentalismo’, que aluden a realidades y fenómenos diferentes. La mayoría
del mundo musulmán, como se ha visto, no es fundamentalista, y las naciones con
más población musulmana —Indonesia y Turquía— son laicas. Arabia Saudí es
prácticamente más fundamentalista que todas las demás sociedades musulmanas,
pero es políticamente conservadora y está fuertemente ligada a Occidente en
términos militares.
El Islam y los árabes en los textos escolares
Dos investigaciones recientes han coincidido en poner de manifiesto la
persistencia en los manuales escolares españoles de un tratamiento del Islam y
del mundo árabe donde predomina la superficialidad, la falta de coherencia y el
desorden en el discurso y, en general, un desconocimiento manifiesto de los
autores de los textos hacia esta civilización2. La abundancia de
errores en el tratamiento de los distintos temas, así como la tendencia
compartida por la mayoría de los autores en la asunción de prejuicios,
interpretaciones parciales y xenófobas, denotan un rechazo preocupante hacia las
manifestaciones de la cultura árabe y musulmana.
Tendencias
El estudio, coordinado por la profesora Gema Martín Muñoz (1996), resume a
siete las tendencias generales que se traslucen en los casi quinientos libros de
texto analizados:
1. La inclinación a generalizar. Experiencias concretas, correspondientes a
un período particular o a un país, se aplican a todo el mundo islámico.
“El modelo del integrismo islámico es la Revolución Islámica de Irán,
dirigida por el imán Jomeini”. (p. 207)3
“Los fundamentalistas islámicos, en su mayor parte pertenecientes a la
secta chiíta, se convirtieron a finales de los 70 en uno de los sectores
dirigentes del Islam, gracias a la personalidad del ayatolah Jomeini, quien
consiguió movilizar a los iraníes contra el sha”. (p. 207)
2. La presentación de los ideales occidentales como referencia única, a la
que se oponen los existentes en el Islam. Se adopta así una actitud etnocéntrica
porque no se estudia el Islam por sí mismo sino desde sus relaciones con
Occidente.
“Esta civilización la islámica, poco permeable a la
occidentalización, inflexible en religión, con unas estructuras sociales
medievales, una agricultura pobre, una cuantiosa población y fuertes tensiones
nacionalistas, ha encontrado un revulsivo en la creación del Estado de Israel y
un aglutinante en la utilización política de su gran riqueza: el petróleo.”
(p. 160)
3. Los temas del mundo islámico contemporáneo son seleccionados en la
medida en que Occidente se ha visto afectado por lo que ha ocurrido en esta
parte del mundo. Esto explica el interés de los manuales por la cuestión del
petróleo.
“Mundo árabe. La pobreza y la ignorancia siguen aquí afectando a países
con una renta per cápita sorprendente y paradójicamente alta, debida a la
imprevista riqueza de un subsuelo rico en petróleo”. (p. 238)
“La diversidad del mundo árabe. Un primer grupo de países árabes es el
compuesto por los productores de petróleo con población escasa y alta renta per
cápita. Son los países de la costa arábiga del Golfo Pérsico (Arabia, Kuwait,
Emiratos árabes) y Libia. Su principal problema económico es hacer rentable el
capital excedente.
Otros países con elevadas rentas petroleras son aquellos de población
media, como Irak y Argelia, cuyo desarrollo se basa en la buena gestión de su
economía, ahora en dificultades por la baja de los precios del petróleo. Un
tercer grupo es el de los que carecen de petróleo o no lo producen en cantidad
tal que su balanza de pagos tenga superávit”. (p. 239)
4. La adopción de un vocabulario donde abundan expresiones como ‘peligro’,
‘ira’, ‘miedo’, ‘amenaza’, ‘fanatismo’, ‘radical’ adjudicadas reiteradamente al
Islam, acompañadas de otras expresiones que denotan menosprecio e
intolerancia.
“Mundo árabe, fanatismo musulmán, civilización islámica, tres conceptos
de plena actualidad”. (p. 159)
5. Las comparaciones de la realidad islámica con Occidente se hacen siempre
en detrimento de los musulmanes. El Islam es una fuente de conflictos sociales y
políticos que crean en el estudiante una visión negativa de todo aquello que es
musulmán o árabe.
“Irán, cuyos sectores sociales medios se habían impregnado de
occidentalismo y cuya economía había experimentado un gran progreso moderno en
tiempos del sha Reza Pahlevi, cae bajo la dominación de Jomeini apoyado por los
fanáticos chiítas. Visceralmente hostil a los Estados Unidos, Jomeini se vuelve
también contra la Unión Soviética a raíz de la invasión de Afganistán y
desencadena la guerra contra los ‘herejes sunnitas del Irak’.” (p.
206)
“Una de las naciones árabes que ha experimentado una convulsión
política más profunda ha sido Irán. Jomeini representa la derecha más dura del
Islamismo ... En el extraño régimen que ha instaurado se aplica con toda
severidad la ley islámica, y se predica el odio a los Estados Unidos”. (p.
206)
6. Las descripciones de los procesos políticos y sociales del mundo
musulmán se limitan a explicarlos como manifestaciones de religiosidad extrema.
Es el caso de la descripción de la revolución iraní, del fenómeno reciente del
Islamismo o de las implicaciones de musulmanes en hechos bélicos o terroristas.
Las explicaciones suelen apuntar al propio Islam, al fervor religioso y
fanático, mientras se silencian los factores sociales, políticos y
económicos.
“El acontecimiento internacional más relevante de la década de los 70
tuvo lugar en Oriente Medio y concretamente en Irán, con la llegada al poder de
los fundamentalistas musulmanes. La victoria del fundamentalismo no se limitó a
Irán. Antes, en 1969, el coronel Gaddafi había logrado el poder en Libia. La
revolución islámica llegó también a Afganistán, lo que provocó la invasión
soviética del país”. (p. 207)
“Queda por ver hasta dónde se va a alterar el mundo tras la
inestabilidad que está creando la Revolución Islámica, cuyo último líder es
Sadam Hussein y su Guerra del Golfo”. (p. 207)
7. Los errores, las generalizaciones, el catastrofismo y el sensacionalismo
son tónicas dominantes en el tratamiento de los temas, en concordancia con la
imagen que a menudo presentan los medios de comunicación sobre los hechos
tratados. En la selección de los temas se evidencia una coincidencia con las
cuestiones que desde los medios de comunicación se consideran más amenazantes
para Occidente: la ‘guerra santa’, el petróleo, el Islamismo.
“Tercera crisis del petróleo, 1990. La invasión de Kuwait por el Irak
de Sadam Hussein el dos de agosto de 1990. El líder de Irak poseía el cuarto
ejército mejor armado del mundo, lo cual será base para su política
expansionista una vez que finalizó la guerra irano-iraquí sin un vencedor claro.
Con esta acción Irak se hubiera convertido en el miembro más poderoso de la
OPEP, lo que le permitiría controlar precios y ser el auténtico señor de la zona
donde se produce el 70% del petróleo mundial”. ...
“1991. Operación tormenta del desierto. Coalición de 28 países aliados
para la liberación de Kuwait. Fracaso de Sadam Hussein, presidente iraquí, y de
su ‘Madre de todas las batallas’.” (p. 218)
Al final, este estudio sobre los manuales escolares concluye identificando
la imagen del mundo árabe y musulmán con “la regresión, el inmovilismo y la
incapacidad para afrontar la modernidad, explicándolo todo a través del
fanatismo religioso y el enfrentamiento con Occidente. Como se desconocen las
dinámicas internas existentes hoy en día en el mundo musulmán en proceso de
cambio, se recurre a explicaciones que pertenecen más al ámbito de los clichés y
los prejuicios que a la realidad”.4
Necesidad de revisar los textos
Por otra parte, la segunda investigación (Navarro, J.M., 1997), después de
apuntar los resultados desiguales, heterogéneos, reiterativos y contradictorios
que se evidencian en los manuales —elaborados generalmente por distintos autores
que se desconocen entre ellos y, por lo tanto, sin formar parte de equipos
coordinados— denuncia la falta de revisión que las diferentes administraciones
educativas hacen a los contenidos de los textos.
Es preocupante, en este sentido, la existencia de manuales donde abundan
las consideraciones racistas, xenófobas, eurocentristas radicales, y hasta de
apología del militarismo, en la mejor tradición de los textos vigentes durante
el franquismo5.
Las conclusiones generales de esta investigación, que afectan a un 95% de
los 217 textos escolares estudiados, expresan coincidencias evidentes con los
resultados del primer estudio realizado:
—Confusión, creemos que intencionada, de ideas y conceptos.
—Reproducción de clichés y estereotipos prefijados.
—Manipulación y, si hace falta, omisión de los hechos históricos.
—Eurocentrismo acrítico.
—Menosprecio a la diversidad cultural: de forma explícita o de forma
implícita.
—Xenofobia, encubierta o no.
—Los contenidos son totalmente tendenciosos y partidarios.
—Se justifica cuando se cree conveniente la violencia europea occidental:
reconquista, cruzadas, colonización...
—Se demoniza cualquier expresión violenta del adversario araboislámico, que
pasa a ser uno de sus caracteres distintivos y culturales (a perpetuidad).
—Contradicciones ideológicas, de análisis, de orientación, de valores y de
interpretaciones.
—Ausencia de una orientación educativa que intervenga en la proposición
consecuente de valores: solidaridad, respeto por la diversidad, madurez ética...
6
Los investigadores avanzan también algunas líneas que nos ayudan a
identificar el ‘currículum oculto’ de la mayoría de los libros analizados, las
auténticas intenciones ideológicas más o menos camufladas, y que pueden
resumirse en las siguientes líneas argumentales7:
a) El hecho de que no esté cerrada aún entre algunos sectores de la
comunidad historiográfica la polémica sobre la identidad de los pueblos
ibéricos. Por una parte, existe la corriente tradicional —de la que se deriva
buena parte de las ideas de menosprecio hacia el árabe y el musulmán— de los que
consideran la llegada de los árabes a la península ibérica como un corte que
desvió lo que debería haber sido el rumbo ‘natural’ que ya habían marcado los
visigodos.
Por otra parte están los que dicen que los árabes que entraron en la
península fueron pocos y fueron ‘civilizados’ rápidamente por la rica cultura
hispana, y que conformaron una cultura nueva que no tenía mucho que ver con la
musulmana de origen. A pesar de eso, los libros de texto dan explicaciones
simplistas y no reflejan aún las interpretaciones más consensuadas por la
mayoría de los historiadores contemporáneos que ponen el énfasis en el aire
pacífico y voluntario de la islamización ibérica8.
“... la reconquista obliga a la sociedad hispánica a dedicar todas sus
fuerzas a esa tarea concebida ... como una cruzada, semejante a las que el resto
de Europa realiza para liberar los Santos Lugares”. (p. 136)
“La península ibérica (salvo Cataluña) se encuentra ... encerrada sobre
sí misma y vuelta hacia el Sur, donde está el enemigo, unas veces, y la cultura,
en todas”. (p. 138)
b) El eurocentrismo que domina a lo largo de todos los textos, la idea de
una supuesta superioridad de la civilización del norte9, y que tiene
sus fundamentos teóricos en algunas corrientes del pensamiento filosófico y
politicosocial europeo como son los derivados del darwinismo social, el
racionalismo cartesiano, el romanticismo del siglo XIX o la tradición del
llamado ‘orientalismo’.10
“... la penetración de la filosofía griega a través de los árabes
constituyó un estímulo para Occidente”. (p. 153)
“... la filosofía árabe, aparte de ser el principal canal que introduce
el aristotelismo en Occidente, influye... en el cristianismo”. (p.
153)
c) La identidad de la actual Unión Europea rechaza las aportaciones de las
culturas de las dos orillas del Mediterráneo, sin profundizar en la propia
configuración histórica, resultado de una auténtica mezcla de pueblos, culturas
y civilizaciones. Esto es una muestra de la falta de sensibilidad hacia la
diversidad y pluralidad cultural, por encima de la identidad europeísta que se
tendría que definir de manera más comprometida que la de constituirse como un
mero mosaico de diversidades multiculturales aisladas sin relaciones ni
mestizajes. No obstante, también es cierto que empiezan a existir enfoques
correctos.
“La prosperidad de los países más desarrollados debe mucho a la mano de
obra inmigrante. Es el caso de algunos países centroeuropeos en relación con la
inmigración procedente de los países mediterráneos. Mientras ha interesado, para
repoblar territorios o como mano de obra barata, la inmigración ha sido
estimulada y tolerada; pero cuando, actualmente, las circunstancias políticas o
económicas varían, los inmigrantes son rechazados e incluso agredidos”.
(pp. 189-190)
d) El rechazo generalizado en la elaboración del currículum hacia la
aceptación de ciertas y profundas señas de identidad con las sociedades y
culturas arabomusulmanas, agravado por la manifiesta ‘arabofobia’ e
‘islamofobia’ de algunos sectores intelectuales.
“... El Islam, religión y mentalidad de origen oriental, al fundirse
con la anterior cultura española dará lugar a una civilización original, que en
los siglos X al XII producirá sus frutos más granados. Pero no hay que olvidar
que lo musulmán en definitiva fue eliminado como un cuerpo extraño, y que los
españoles optaron por la civilización cristiana occidental, mostrando sus
preferencias auténticas a través de una larga lucha de ocho siglos”. (p.
136)
“Las consecuencias de la expansión fueron múltiples; supuso un corte en
el desarrollo del cristianismo oriental, de raíz helénica, si bien se mantuvo el
esplendor de las ciudades; para Occidente, el Mediterráneo dejó de ser un ‘mar
nuestro’ y fácilmente transitado; el comercio se resintió, y Europa se aisló,
encerrándose en sí misma, con lo que se aceleró el proceso de feudalización ya
iniciado. A pesar de todo, a largo plazo, el mundo musulmán fue el transmisor de
la cultura clásica al mundo cristiano y nexo comercial con Oriente”. (p.
154)
e) Los efectos que aún perduran de la mala conciencia derivada del
genocidio judío en la Alemania nazi y que aún ayuda a legitimar la agresión
permanente hacia determinados pueblos y países árabes, particularmente hacia el
pueblo de Palestina.
“El exterminio de los judíos levantó en todo el mundo un movimiento de
solidaridad para con los judíos, y muchos vieron la necesidad de crear el Estado
de Israel. En 1947 la ONU decidió dividir Palestina: una parte sería el Estado
de Israel, y la otra la árabe, que más tarde se uniría con Jordania. Los árabes
no lo aceptaron y en Palestina tomó cuerpo una dura guerra. Vencieron los judíos
y proclamaron el Estado de Israel”. (p. 180) “En el año 1947 se creó el estado
de Israel en los territorios de Palestina para dar una patria a los judíos
después de las graves agresiones que este pueblo había sufrido en la Segunda
guerra Mundial”. (p. 180)
f) La falta de capacidad para aceptar que los valores occidentales y
europeos no son necesariamente universales y que se han de poner al mismo nivel
que los de las otras civilizaciones. La definición de los valores compartidos
por una sociedad ha de considerarse de manera no dogmática ni esencialista, sino
abierta a las dinámicas cambiantes de las sociedades y a las aportaciones de
otras culturas y civilizaciones.
“La colonización también introdujo otros elementos de civilización
positivos: las bases de una administración moderna y un modelo de organización
política”. (p. 162)
“... A comienzos del s. XIX los pueblos del Maghreb, aún sin ser
excesivamente pobres, sí estaban debilitados en comparación con Europa. Una
agricultura envejecida, ausencia de un comercio fuerte, una educación religiosa
carente de sentido moderno, etc. En este contexto, Europa estaba demasiado
potente y tentadora”. (p. 163)
“Entre los problemas planteados por el mundo árabe desde la
desintegración de los Imperios Turco y Británico, destacan los siguientes: una
tradición islámica que rechaza las formas de vida de Occidente; unas estructuras
sociales más apropiadas de la Edad Media que de los tiempos actuales; una
agricultura pobre y con una población en aumento y con escasa cualificación
técnica”. (p. 177)
g) Los conflictos y las acciones bélicas y políticas que se describen en
los libros de texto toman partido de manera expresa para justificar los
intereses económicos y geoestratégicos del Occidente capitalista —incluso del
estado español— en relación con los países musulmanes y particularmente con el
área del Magreb. (p. 167-168)
“... Una ingente muchedumbre, formada por centenares de miles de
marroquíes dispuesta a... tomar posesión del territorio en nombre del rey de
Marruecos... una multitud enfervorizada, desarmada... partidarios de la
recuperación, aventureros, soldados camuflados, vagabundos... que al grito de
‘Alá es grande’ cruzaron la frontera ...”. (p.170)
h) Sobre la presencia de imágenes, gráficos y fotografías —un factor
poderoso para fijar en la memoria los tópicos, estereotipos y clichés— son
abundantes las ilustraciones de preconcepciones (mujeres con las cabezas
cubiertas, Almanzor con cabezas cortadas de cristianos, barbudos de mirada
amenazante, etc.); se silencia la representación en los mapas de la toponímia
del norte de África (a veces, se omite hasta el nombre del propio
continente).
Es frecuente la identificación del árabe con la media luna y el alfanje y,
en general, predominan las imágenes con batallas y manifestaciones violentas
entre musulmanes y cristianos sobre las escenas de convivencia pacífica.
Las fotografías, acompañadas por los respectivos pies de foto, vuelven a
los temas recurrentes: Pastores nómadas atravesando un desierto con sus rebaños
de camellos, ovejas y cabras, mezquitas, escenas de oración, Jomeini ante sus
fieles enardecidos, mujeres sumisas o con armas, sociedades tradicionales y
atrasadas, un jeque árabe amenazando a los líderes occidentales con una manguera
de petróleo, etc. 11
Con la aprobación de la LOGSE y de los nuevos diseños curriculares se ha
apreciado un cambio en el sentido de las posibilidades de incorporar el Islam y
el mundo árabe desde otra perspectiva más adecuada.
Algunos materiales didácticos —editados mayoritariamente por colectivos de
renovación pedagógica y organizaciones no gubernamentales— han visto la luz,
pero las grandes empresas editoriales, las que controlan la inmensa mayoría del
mercado del libro de texto, continúan distribuyendo sus productos con las
orientaciones que se han descrito.
La reforma educativa es, por lo tanto, sólo un marco que permite, al
profesorado más sensible y a los centros más comprometidos, comenzar una tarea
comprensiva de la civilización araboislámica. Como dificultades para extender
estas dinámicas al conjunto del profesorado en los próximos años pesará, sin
duda, el referente dominante de la identidad europeísta de carácter eurocéntrico
cada vez más extendido por la industria cultural al conjunto del
continente.
El Islam y los árabes en los medios
Con el patrocinio del Instituto de Cooperación con el Mundo Árabe, un grupo
interdisciplinar de treinta especialistas árabes y europeos participaron en 1993
en un seminario donde se estudió la imagen del mundo árabe en los medios de
comunicación. Las ponencias de este encuentro, editadas posteriormente en un
volumen12, dibujan los grandes rasgos de la representación mediática del mundo
araboislámico en los que, con frecuencia, vuelven a aparecer estereotipos,
verdades a medias y falsedades descaradas, aunque nosotros sólo nos refiramos a
algunas de las más significativas.
Hay que decir, para empezar, que, salvo contadas excepciones, la imagen del
mundo árabe y musulmán en los medios de comunicación es más bien negativa,
especialmente a partir del gran espectáculo informativo con que se representó la
guerra del Golfo Pérsico. La promesa anunciada por los medios de comunicación de
que iban a informarnos de un gran hecho televisado en directo era una mentira:
un puro simulacro. Con motivo de la guerra, fueron muchos los intelectuales y
expertos que denunciaron toda clase de estrategias dirigidas a usar a los medios
de comunicación como aliados en un conflicto en el cual la imagen del mundo
árabe saldrá bastante resentida13.
Recordemos algunas de las informaciones que trascendieron
internacionalmente, todas ellas sobradamente comprobadas a partir de denuncias
efectuadas por profesionales de la comunicación de todas partes del mundo y
recogidas por medios solventes:
“Esta guerra ha llegado a ser simplemente desinformación”. Paul
Fabra, Le Monde.
“El sistema informativo tuvo que inventarse la información”.
Ignacio Ramonet, Le Monde Diplomatique.
“La no-guerra se caracteriza por esta forma degenerada de la guerra que
constituye la manipulación”. Jean Baudrillard, autor de “La guerra del
Golfo no ha tenido lugar”.
“Los periodistas estuvieron severamente controlados por los
militares”. Flora Lewis, editorialista del New York Times.
“Nunca el público había recibido tantas noticias en directo y nunca
había tenido la impresión de no enterarse de lo que realmente estaba
pasando”. Jean-François Kahn, director de LÉvénement de Jeudi.
“Durante esta guerra muchos periodistas han hecho gala de una falsa
inocencia propiciada por una falta de autocrítica generalizada en los medios de
comunicación”. Norman Salomon, portavoz de FAIR (organización
norteamericana de prestigio, a favor de la libertad de información).
“A raíz del conflicto del Golfo Pérsico, las democracias occidentales
permitieron la intoxicación”. Jean Claude Guilleband, presidente de
Reporters sans Frontieres.
Imágenes
Desde mediados de los años cincuenta la representación que la prensa
occidental en general y la europea en particular hace de los árabes, según Paul
Balta, se reduce a cuatro imágenes esquemáticas:
1. El terrorista, un fellaga argelino, un fedayín palestino o los
secuestradores que surgieron después del estallido del conflicto libanés en
1975
2. El pobre trabajador inmigrante poco cualificado, considerado
inculto, aunque pueda ser analfabeto y portador de cultura;
3. El emir rico del Golfo, que surgió como resultado del primer boom
petrolero en 1973, y
4. El integrista fanático, que aparece después de la victoria de
Jomeini en 1979, en Teheran, se define con la guerra de Afganistán y se confirma
con el ascenso del Islamismo, sobre todo en Egipto y
Argelia14.
Con la acusación al aparato de propaganda sionista de ser el principal
responsable de la repugnancia en Occidente contra los árabes, el periodista
marroquí Said Alami describe una completa tipología de la imagen del árabe en
los medios y en la que distingue dos fases temporales, la primera de ellas llega
hasta 1973:
1. Los árabes son bobos, holgazanes, viven para el sexo, son rencorosos
y siempre están en guerra entre ellos.
2. Los árabes siempre quieren destruir Israel, porque representa la
antorcha de la libertad, el baluarte del progreso y la avanzadilla de la
civilización occidental a las puertas del inmenso desierto árabe ....
3. Los árabes son bárbaros que están al acecho de una oportunidad que
les permita abalanzarse sobre Occidente y destruir su civilización
....
4. Los árabes son malvados, que se mueven por instintos primitivos y
Occidente ha fracasado en civilizarlos ....
5. Los árabes son terroristas crueles, que matan por placer
....
6. El árabe es traidor, en la guerra y en la paz, y es traidor a sus
propios hermanos.
7. Los árabes son incapaces de asimilar las tecnologías de
Occidente.
Desde 1973, y aprovechando la subida de los precios del petróleo después de
la guerra de 1973, en la que Israel sufrió la primera derrota militar por parte
de Egipto:
1. Los árabes son chantajistas y desagradecidos.
2. Los árabes son cobardes y viles.
3. Los líderes árabes y sus dirigentes son sanguinarios.
4. Los líderes árabes están ávidos de sexo, y son traidores y
farsantes.
5. Los jeques del Golfo son acaparadores de petróleo y están
obsesionados por los coches de lujo, sin poder desprenderse de los
camellos.
6. Los jeques del Golfo son raptores de vírgenes, se dedican al
comercio de prostitutas, y son capaces de cambiar su harén por una rubia
occidental.
7. Los árabes son ricos ridículos que malgastan fortunas inmensas en
cosas insignificantes, por lo que son indignos de poseer la riqueza que supone
el petróleo.
8. Los árabes ricos son bobos y lo compran todo, y quieren comprar
medio Occidente.
9. Los árabes son religiosos fanáticos y locos totalmente
irracionales.
10. En su irracionalidad, los árabes se niegan a aceptar la existencia
del Estado de Israel, ya que son unos soñadores15.
Estereotipos negativos
Abd al-Bari Atwan, un árabe residente el Londres, donde dirige el periódico
Al-Quds, se queja de las burlas que suscitan los árabes en Europa en todo tipo
de soportes culturales: películas, artículos de prensa, series de televisión,
dibujos animados, etc. Para Atwan:
“El árabe es un hombre barrigudo, casado con cuatro mujeres y que,
además, las engaña a todas y busca más mujeres. La mujer árabe ... es
ignorante, gorda y boba ... Y si un día los medios europeos quieren
presentar una mujer árabe que sea bonita, entonces se trata de una mujer de vida
dudosa, o de una bailarina ... ¿es que no podemos tener bailarinas en
el Mundo Árabe? ... Otro estereotipo: el del jeque árabe. Viaja en
Cadillac y monta en camello. Increíble: ¡camello y Cadillac juntos! ...
Y este hombre rico, el jeque, aparece siempre en los medios occidentales
malgastando el dinero; si va al casino dicen de él ‘árabe jugador’, y si va a un
prostíbulo dicen de él ‘árabe mujeriego’. ¿Es que los prostíbulos se han abierto
en Europa sólo para clientes árabes? ... En los Estados Unidos pasa lo
mismo, siempre está la personalidad de este Abdul. Este Abdul que nos mata. En
las películas siempre está este Abdul ... Ésta es la imagen del árabe en
Occidente. Nunca hemos visto en una televisión occidental a un gran intelectual,
artista, científico o escritor árabe.” 16
En la prensa española, el ciudadano inmigrante de Marruecos es, entre el
conjunto de minorías étnicas, el protagonista de más informaciones, generalmente
en las secciones destinadas a los sucesos. Y es que la prensa asocia la
información sobre el mundo árabe y el musulmán —y en esto el tratamiento es
parecido al que se da a las minorías étnicas— principalmente a los conflictos,
aunque sea como víctimas. Esto hace que las minorías sean percibidas como ‘un
problema’.
No hay semana en que la prensa escrita no dedique noticias parecidas
referidas a la detención por la policía de magrebíes en las costas meridionales
de la península.
Por otra parte, los mass media rechazan el tratamiento de los aspectos más
culturales porque no contienen los ‘atractivos’ informativos de los conflictos,
por mucho que una minoría como la árabe tenga una cultura enriquecedora
17.
Pero la imagen en la prensa del inmigrante pobre que viene de Marruecos o
de Argelia después de cruzar el Mediterráneo con la ‘patera’ puede verse
afectada por la combinación de terminología claramente cultural y religiosa
—‘Alá’ ó ‘Islam’— con categorías de valor social —‘inmigrantes magrebíes’— para
incorporarse a un cóctel explicativo del fenómeno terrorista con resultado de
una desinformación de los lectores y creación de alarma social.
El resultado es una realimentación de las actitudes de rechazo y repulsa
étnica. Lo denuncia Eduardo Giordano al analizar un informe extenso publicado
por El País (22-10-1995) con los siguientes titulares: “Alá contra la
‘grandeur’. Miedo y preocupación en Francia por el terrorismo islámico, que
crece entre los inmigrantes magrebíes”18.
Con estas manifestaciones ‘sutiles’, según Giordano, el Islam se presenta
en la prensa occidental no únicamente como exponente de una brecha cultural
insalvable entre los inmigrantes y la población autóctona, sino, cada vez más,
como “una terrible amenaza de subversión generalizada para el confortable orden
occidental”.
Son manifestaciones conceptuales que ayudan a justificar las medidas de
‘autodefensa’ de los europeos nativos. Aunque hablando claro, como reflexiona
Sami Naïr,
“¿Quién tiene que temer a quién? ¿El argelino que ha estado colonizado
durante un siglo y medio, que viene de un país subdesarrollado y que está
aplastado, o el francés que lo colonizó durante más de cien años, que se
encuentra en posición de fuerza y pertenece a una de las grandes potencias del
planeta?” 19
Los Medios Españoles
Los medios españoles, a pesar de todo, no tratan de igual manera a los
jeques árabes residentes en la Costa del Sol que a los inmigrantes magrebíes.
Todo lo contrario: la prensa del corazón suele acoger a los primeros con las
mismas buenas presentaciones que a los personajes de la jet set. Esto
apunta el peso de la vertiente social y económica del rechazo al árabe pobre y
de la aceptación al árabe rico, prácticas que se extienden también a las otras
etnias y grupos sociales minoritarios.
En una encuesta realizada en 1991 por el CIS sobre inmigración y racismo,
los árabes figuraban en el grupo más rechazado, sólo superado por los gitanos.
Con todo, es ilustrativo constatar que si ha habido una imagen ausente en las
campañas de solidaridad —en defensa de las minorías étnicas, de denuncia del
Tercer Mundo o de orientación antirracista— realizadas en los últimos años,
tanto en las campañas institucionales como las de organizaciones no
gubernamentales, ha sido precisamente la del árabe.
Los otros colectivos étnicos han encontrado un badajo más o menos
importante para proyectarse, pero el árabe ha desaparecido de los carteles, de
los folletos, de los spots televisivos. Y es que las estrategias publicitarias
conocen las dificultades para romper las concepciones racistas antiárabes de la
población.
—“La población española cree en un 51 por ciento que existe racismo
contra el colectivo marroquí”. La Vanguardia (4-4-1993).
—“El 74 por ciento de los españoles piensan que los inmigrantes
aumentan la inseguridad ciudadana”. Mía (5-4-1993).
—“El 32,7 por ciento de los habitantes de Barcelona no querría tener
como vecino a un magrebí. A un 36,9 por ciento no les gustaría vincularse
familiarmente a este colectivo”. El País (19-11-1993).
Lo que se ha dicho para establecer conexiones entre inmigrantes magrebíes y
amenaza terrorista sirve también para las interrelaciones que establece el
discurso informativo entre ‘Islam’ y ‘terrorismo’. El profesor y sociólogo de la
Universidad Mohamed V de Casablanca, Abid Al-Jabiri, observa hasta qué punto es
distinta la vara de medir que utiliza la información occidental cuando habla del
terrorismo:
“...así, cuando el ejército irlandés hace explotar sus bombas en
Londres, no se dice que eso sea un terrorismo católico, y cuando el movimiento
Bader Meinhoff comete un crimen en Alemania, no se dice que sea una acción
terrorista protestante ... pero es suficiente que una persona musulmana
o una organización islámica realicen una acción individual para que se sucedan
las acusaciones contra el Islam diciendo que es la ‘religión del terrorismo’, y
contra los musulmanes, diciendo que son ‘grupos terroristas cargados de
violencia’.”
El Caso Argelino
Si nos detenemos en el caso de Argelia, sobre el que hemos analizado una
investigación reciente20, comprobamos cómo los medios de comunicación
occidentales, y los españoles particularmente, hablan poco de la actualidad de
este país. En general, la prensa manifiesta un cierto mimetismo: hay largos
períodos de silencio sobre Argelia y, de pronto, un hecho que consideran
importante los empuja a todos a hablar del tema en cuestión. El resultado es que
los medios de comunicación se convierten en el instrumento fundamental para
determinar lo que es interesante y lo que no lo es. Se produce una distorsión en
la percepción que es la siguiente: en este país sólo hay historia, sólo hay
movimiento, sólo hay vida cuando sale en los medios. Pero ¿Qué tipo de noticias
atrae a la vez a todo el mundo?
En el caso de Argelia son principalmente los hechos violentos, los
atentados, las muertes, las tragedias, las represiones, las crisis... o las
elecciones. Es como tratar de convencer que la violencia es inherente a Argelia.
En conjunto son informaciones e imágenes que se dirigen más a los sentidos que a
la razón, a partir de estereotipos, y obstaculizan una comprensión de los
fenómenos sociales que allí se producen. Una muestra de titulares publicados en
dos meses en un periódico como El País resulta ilustrativa:
—“Los integristas ejecutan a 30 campesinos en Argel”.
(7-12-1996)
—“Abatidos 12 integristas en Argelia”. (10-12-1996)
—“Ocho muertos en atentado en Argelia”. (11-12-1996)
—“La violencia se extiende desde las ciudades a las zonas rurales de
Argelia”. (15-12-1996)
—“La policía de Argel mata a 21 islamistas”. (23-12-1996)
—“La explosión de un coche bomba provoca otra carnicería en la capital
de Argelia”. (27-12-1996)
—“Otros 18 asesinados por integristas argelinos”. (7-1-1997)
—“Siete mujeres mueren por la explosión de una bomba en Argelia”.
(9-1-1997)
—“Integristas argelinos degüellan a 19 agricultores”.
(14-1-1997)
—“La policía halla en Argel 9 decapitados”. (15-1-1997)
—“El Ejército y los islamistas argelinos causan otras 26 muertes”.
(17-1-1997)
—“El estallido de una bomba en la puerta de un cine causa una nueva
matanza en el centro de Argel”. (20-1-1997)
—“La guerrilla islamista hace estallar un coche bomba en Argel al paso
de un autobús”. (22-1-1997)
—“Los muertos en el Ramadán argelino se acercan ya a los dos
centenares”. (23-1-1997)
—“El líder de la oposición de Argelia reclama un mediador
norteamericano en el conflicto”. (24-1-1997)
En una ‘ambientación’ informativa como la precedente, ¿Que asociación
espontánea hará una persona que lea en el mismo periódico un titular como el
siguiente?:
—“Dos argelinos atracan y retienen a cuatro personas en un bar de
Catarroja”. (25-1-1997)
Los argelinos que más aparecen representados en los medios de comunicación
son los gobernantes, los comandos islamistas, las víctimas de las acciones
armadas, los partidos políticos y los manifestantes. De vez en cuando, se
presentan algunos personajes desconocidos, pero casi siempre para demostrar
algún tema ya citado: la violencia, el miedo, la desesperanza, la miseria, la
explotación, la resignación.
No hay, tampoco, una representación de la vida de Argelia: las
universidades, los intelectuales, la literatura, el arte, los medios de
comunicación. Tampoco es noticia la vida cotidiana de la gente, sus
dificultades, sus fiestas, las comidas, los juegos, la música, los sentimientos,
su mentalidad. Lo que podría ser una parte de la vida del pueblo, cuando se
encuentra, es pura casualidad.
En definitiva, no hay un sentido de la vida en las informaciones, sino un
sentido de los intereses. Parece razonable concluir que los medios de
comunicación, con sus representaciones y sus silencios sobre Argelia,
contribuyen a defender, reproducir y legitimar sus relaciones actuales de
dominación y son un poderoso aparato ideológico al servicio del matenimiento del
statu quo.
Televisión y función icónica
Una reflexión puntual merece el peso actual de la televisión como soporte a
través del cual dice informarse a la mayoría de la población. La información
audiovisual y, particularmente, la función en los mass media de las imágenes
—estáticas o dinámicas— es la de sustituir la realidad. La verdad racional queda
así abolida, ya que la imagen se presenta a la vez como noticia, representación
y realidad.
El pensamiento se sustituye por la sensación, la reacción afectiva de
aceptación o rechazo se sitúa en el lugar del juicio racional, la percepción
desplaza a la consciencia. Gracias a esta función icónica, se puede entender
cómo la contemplación de una multitud de musulmanes rezando en una portada de
una revista o en un plano general dentro de un telediario sea suficiente para
que acuda a la mente del receptor la idea del peligro que representa el
Islam.
La velocidad propia de la producción informativa hace que los medios de
comunicación en general y la televisión en particular, no cuenten con tiempo
suficiente para detenerse, comprender y explicar los hechos. Así, asistimos a un
relato de sucesos inconexos y descontextualizados, definidos por las grandes
agencias de prensa como siginificativos 12.
Como en otros hechos complejos de la actualidad internacional, la
televisión determina que la realidad del mundo árabe actual se explica a menudo
con imágenes y poco texto. Esto explica cómo una manifestación de islamistas en
El Cairo, la inauguración de una mezquita en una capital de Europa o el uso del
velo musulmán para mujeres jóvenes inmigrantes sean noticias que pueden sembrar
el pánico en Occidente. Como ha dicho alguien, al peligro rojo de los comunistas
le ha sucedido el peligro verde del Islam.
Antecedentes
Esta no es, como se podría pensar, una construcción reciente. Said Alami
explica cómo, con ocasión del primer congreso sionista en 1897, el capital judío
ya controlaba buena parte de la prensa de las potencias europeas. Desde
entonces, según este periodista, un objetivo central ha presidido las
actuaciones de este colectivo: producir un cambio positivo hacia la imagen del
judío e intensificar la desfiguración de la imagen del árabe. Para conseguirlo,
miembros destacados de la comunidad judía y sionista se han hecho con el control
de poderosas industrias del cine y la comunicación, en los Estados Unidos e
Inglaterra principalmente. La relación que Alami ofrece es digna de
atención22:
—Industrias audiovisuales y del cine en Estados Unidos: Metro Goldwyn
Mayer, Warner Brothers, Paramount, United Artists, The 20th Century Fox,
Universal Film, Columbia Pictures, Cannon.
—Prensa norteamericana: The New York Times, The Washington Post,
Newsweek, Time, Daily News, New York Post, Sun time, The Nation, Expose, The
People, The Reporter, Sun Telegraph, Boston Globe, Arizona News, Chicago Sun
Times.
—Prensa inglesa: Times, Sunday Times, The Observer, The Daily
Telegraph, The Daily Mail, Sun, News of the World, City Magazine.
Sensacionalismo, indiferencia, ignorancia, mala fe o servidumbre a
intereses inconfesables han sido algunas de las acusaciones que se han lanzado a
la prensa, responsable de la reproducción de los estereotipos y prejuicios hacia
árabes y musulmanes. Los recursos por parte de los círculos occidentales más
poderosos a todo tipo de estrategias comunicativas para conformar un discurso
antiárabe y antimusulmán es suficientemente claro, como se ha visto.
A pesar de todo, no tenemos que obviar la función social y el compromiso
intelectual exigible a los profesionales de la comunicación. El periodista no
puede limitarse a reproducir el discurso dominante que hemos venido denunciando:
tiene que evitar el recurso a los tópicos de siempre y favorecer una mejor
comprensión de las realidades complejas que hoy están presentes en las
sociedades arabomusulmanas.
Se tendría que ir rompiendo el juego de las imágenes deformadas para
comprender a estos pueblos en su especifidad multidimensional: la economía y las
relaciones de dominación y de dependencia, la lengua y la literatura, la cultura
y el arte, las costumbres, las creencias, etc. Si los medios occidentales
hubieran movilizado las mismas energías y recurso que emplearon en el caso
Rushdie, por ejemplo, para explicar los orígenes de los conflictos que asolan el
mundo árabe o la marginación económica y social a que Europa somete a los
pueblos de la orilla Sur del Mediterráneo, a lo mejor los deseos anunciados de
paz serían más creíbles. Aunque puede ser que alguien piense que es pedirle
demasiado a la gran industria comunicativa, preocupada más por su vertiente
mercantil y para servir a los intereses del pensamiento único que para la
comprensión y difusión de la complejidad de otras realidades cuando no encajan
en los esquemas establecidos.
Notas.
1. RUBIERA, M.J. (1992).
2. Estos estudios, con profusión de datos extraídos del análisis de
centenares de libros de texto de enseñanza no universitaria autorizados por el
Ministerio de Educación y por las distintas administraciones autonómicas, están
al alcance de las personas interesadas:
-MARTÍN, G., VALLE, B. y PLAZA, M. (1996): El Islam y el Mundo Árabe.
Guía didáctica para profesores y formadores, Madrid, Agencia Española de
Cooperación Internacional.
-NAVARRO, J.M., ed. (1997): El Islam en las aulas, Barcelona,
Icaria.
3. Para evitar un número excesivo de notas bibliográficas, las citas de los
libros de texto remiten a la página del estudio de donde han sido extraídas. Los
subrayados son de las autoras del estudio.
4. MARTÍN, G. y otros (1996). p. 19.
5. Aunque la mayoría de las editoriales presentan algunos de estos
argumentos, el estudio hace mención expresa, como ‘joyas’ del tardofranquismo,
al conjunto de libros de la Editorial Magisterio. Resultaría clarificadora la
consulta y la comparación de muchos de los textos vigentes (autorizados
expresamente por las autoridades educativas) con los que aparecían en algunos
manuales escolares de la etapa fascista como la conocida Enciclopedia Álvarez,
reeditada recientemente ALVAREZ, A. (1997): Enciclopedia. Tercer Grado,
Madrid, Edaf. Sirvan, sólo a título de ejemplo, algunos fragmentos de estos
textos que contribuyeron a la conformación del imaginario sobre árabes y
musulmanes:
—“Pero un día apareció entre ellos los árabes un alucinado
llamado Mahoma, que les predicó una nueva religión, y todo cambió por completo,
pues fanatizados por sus predicaciones, olvidaron rencillas y comenzaron la
guerra santa contra los que ellos llamaban infieles.” (p. 422)
—“Los árabes eran unas gentes que procedían de Arabia (Asia).
Derrotaron al rey godo don Rodrigo en la batallade Guadalete y en dos años se
apoderaron de España, permaneciendo en nuestro suelo cerca de ocho siglos.”
(p. 423)
—“Prometía Mahoma el paraíso a quien muriera en la lucha
contra los infieles, y los árabes, fanatizados por sus predicaciones,
emprendieron la guerra santa para imponer su doctrina por la fuerza de las
armas.” (p. 426)
—“Se llama Reconquista a la lucha que durante cerca de ocho siglos los
cristianos sostuvieron contra los árabes para arrojarlos de España.” (p.
429)
—“La Inquisición fue un tribunal encargado de descubrir y juzgar a los
herejes, pues muchos judíos y moriscos para no verse obligados a salir de España
se bautizaron, pero en secreto seguían practicando su religión.” (p.
446)
—“Los moriscos fueron expulsados por estar en contacto con los piratas
moros. La gente baja los odiaba porque eran malos cristianos y avaros; pero, en
cambio, los nobles los apoyaban porque eran buenos trabajadores.” (p.
461)
6. NAVARRO, J.M. (1997) pp. 198-199.
7. Para saber más: TORRES, J. (1991): El currículum oculto,
Madrid, Morata.
8. Algunos historiadores, como Ignacio Olagüe, han ido aún más lejos al
considerar que la llamada ‘reconquista’ fue la verdadera invasión que aún
continúa (1969) Les arabes nont jamais envahi lEspagne, París,
Flammarion. Una síntesis de las posiciones de Olagüe se puede encontrar en
RACIONERO, L. (1985): La Mediterrania i els barbars del Nord,
Barcelona, Laia, pp.85-95.
9. El debate sobre las identidades de origen, tanto en las nacionalidades
históricas como en el proyecto nacional español, se sitúa en la etapa histórica
empezada en el siglo VIII. Para el discurso nacionalista hegemónico catalán,
según el historiador Mikel de Epalza, “La visión tradicional de una Cataluña
formada por el cristianismo de la Marca Hispana carolingia europea contra el
Islam de Al-Ándalus, africano, continúa dominando la visión de la edad media
catalana, como en el resto de la historiografía hispánica. ... Pero la imagen
tradicional de un cierto menosprecio de los rechazados árabes del sur... es una
imagen recurrente en Cataluña.” “¿El Islam en Cataluña o el Islam del
sur?”. LAven núm. 200, febrero, 1996.
10. Sobre este ‘Orientalismo’, hay que consultar la obra ya clásica del
profesor palestino Edward Said (1990), donde se examinan en detalle las
relaciones históricas entre Oriente y Occidente, y se expone de manera minuciosa
el conjunto de clichés eurocentristas que han orientado la tarea de viajeros,
eruditos, comerciantes y diplomáticos. Sobre la obra de Said, Juan Goytisolo
explica en el prólogo del libro, después de denunciar el retraso de más de 10
años en la edición española, cómo los occidentales “ante una realidad
compleja e indomesticable el Islam y el mundo árabe, han preferido esquivarla a
favor de la ‘verdad’ apabullante del testimonio escrito”.
11. NAVARRO, J.M. (1997), pp. 196-197.
12. BODAS, J., DRAGOEVICH, A. eds., (1994).
13. Entre las investigaciones sobre las estrategias comunicativas usadas
durante el conflicto del Golfo: AGUILAR, S. y otros (1991), PIZARROSO, A.
(1991).
14. BALTA, P., Los medios y los malentendidos euroárabes, en
BODAS, J., DRAGOEVICH, A., eds. (1994), p. 31.
15. ALAMI, S., El porqué del lenguaje antiárabe en los medios
occidentales, en BODAS, J., DRAGOEVICH, A., eds. (1994), pp. 268-269.
16. ATWAN, Abd al-Bari, La desfiguración de la imagen del Mundo árabe a
través de los medios de comunicación, en BODAS, J., DRAGOEVICH, A. (eds.)
(1994), pp. 332-333.
17. RODRIGO, M.; MARTÍNEZ NICOLÁS, M. (1997), pp. 13-36.
18. GIORDANO, E. (1996). Unos meses antes, el mismo periódico publicaba un
reportaje a toda página con una orientación parecida: “La marcha del Islam.
Occidente tiembla ante el avance de la marea integrista en el
Mediterráneo.” (El País, 17-4-1995).
19. En ESTEVA, J. (1998).
20. MIRALLES, R., VILLARROYA, T. (1998): Algeria en el mitjans. Analisi
de contingut al diar El País (octubre-novembre, 1997). Trabajo de
doctorado. Departamento de Sociología y Antropología Social. Universidad de
Valencia.
21. Para comprender la dependencia informativa que los medios de
comunicación tienen de las agencias de prensa y la evolución experimentada desde
su creación en la primera mitad del s. XIX se puede consultar el trabajo de
Andreu Claret, Las nuevas reglas del juego. Agencias de prensa y
relaciones Norte-Sur., VÁZQUEZ MOLTALBÁN, M. y otros (1994).
22. ALAMI, S. (1994), 265-266. Posteriormente, algunas de las principales
industrias audiovisuales han participado en importantes procesos de
concentración.
(Las ilustraciones de este artículo pertenecen a una colección de antiguas
tarjetas postales sobre Marruecos dibujadas a la pluma por Bertucci)
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