MEXICO: ¿Y los mayas actuales qué? Freddy Espadas Sosa
Museo de la Cultura Maya induce a una seria adulteración de nuestros procesos históricos
Claroscuros de un Festival
Se impuso visión eurocentrista, colonizante y maniqueísta
Diario de Yucatán
Mérida. Con la fugaz visita del presidente Enrique Peña Nieto a nuestro Estado culminó el llamado Festival de la Cultura Maya, adquiriéndose dos compromisos de relevancia: la institucionalización de dicho evento y el anuncio de la construcción del tren transpeninsular de Mérida a Punta Venado, Quintana Roo.
La visita también deja una triste afrenta a los meridanos, la militarización de nuestra simbólica Plaza Grande, cometida en aras de sobreproteger a EPN y de aislarlo de cualquier contacto directo con la ciudadanía.
No se entiende tanto desplante de poderío policiaco-militar, a no ser que siga pesando en los altos círculos oficiales el temor a cualquier reclamo popular sobre la forma cuestionable y desaseada con que EPN se hizo de la Presidencia el pasado 1 de julio.
Enfocándonos al mencionado festival, es evidente que nadie podría estar contra la realización de un evento de esta envergadura, el cual comprendió una amplia gama de actividades destinadas a exaltar los portentosos logros alcanzados por la civilización maya y a destacar el significado del fin de una era y el inicio de otra en la llamada cuenta larga del calendario maya, al decir de los más reconocidos expertos, que nada tiene que ver con las visiones apocalípticas que ciertos grupos económicos han venido comercializando desaprensivamente desde hace varios años.
No obstante lo anterior, me parece necesario hacer algunas reflexiones críticas que pueden contribuir a mejorar nuestra política cultural, de cara al inicio de las administraciones federal y estatal.
1. Tuvimos ocasión de asistir al espectáculo de luz y sonido en el Gran Museo de la Cultura Maya. Se trata de un material artístico realizado con tecnología digital “de punta” y que en primera instancia causa un alto impacto visual en los usuarios.
Sin embargo, un análisis más cuidadoso de esta producción enteramente extranjera nos muestra una seria adulteración de nuestros procesos históricos: por ejemplo, no existe una sola mención a la resistencia indígena, como fue la gran conflagración de la llamada Guerra de Castas.
En cuanto a la música, se rayó en lo increíble e imperdonable: la exclusión de La Noche de los Mayas, de Silvestre Revueltas o de partituras creadas por Daniel Ayala Pérez; a cambio se incluyeron piezas de gran valor universal, ciertamente, pero que no venían al caso.
En síntesis, en el material se impone una visión eurocentrista, colonizante y maniqueísta, surgida de los tecnócratas comerciales que regentean Cultur, con una plausible exclusión del vigor cultural con que persisten los mayas actuales de la Península.
2. Desde luego, no cabe menoscabar la apertura de mesas especializadas en las que investigadores y expertos abordaron aspectos históricos, lingüísticos y culturales de los mayas contemporáneos. La prodigiosa muestra de hipiles expuesta en la reapertura del Palacio Cantón, la difusión de la producción de los jóvenes poetas mayas y la participación de la Premio Nobel, Rigoberta Menchú -cuya presencia constituyó un destello de lucha y esperanza para mayas del sureste mexicano- son otros tantos aciertos del Festival.
3. Sin embargo, puede decirse que, en lo general, el citado festival fue para exaltar la cultura de los mayas del pasado, petrificados y cosificados por el discurso oficial como una rentable mercancía para ser vendida al turismo nacional e internacional. Sin exageración alguna, cabe afirmar que los grandes ausentes fueron los mayas actuales de carne y hueso, que si bien han estado ajenos a tanta celebración pomposa y sofisticada armada por el oficialismo, en su vida cotidiana, en sus momentos profanos y sagrados, crean y recrean una rica gama de elementos y valores culturales que el resto de la sociedad no ha sabido ponderar.
4. Desafortunadamente, no hubo ningún espacio en el que se debatiera con amplitud y libertad la situación actual de los pueblos y comunidades mayas, caracterizada por la marginación, la exclusión, la discriminación y el continuo despojo de sus últimos reductos territoriales y ambientales. En resumen, el oficialismo y no pocos intelectuales indígenas cooptados por éste se hicieron de la vista gorda frente al plausible etnocidio del que es víctima el pueblo maya peninsular.
P.D. Este columnista desea a los amables lectores que el inicio de la nueva era en la cuenta larga de nuestros abuelos mayas represente una excelente oportunidad para atemperar el egoísmo y la ambición, y por el contrario se abran paso la solidaridad, la paz y la fraternidad entre todos los pueblos y culturas del mundo. ¡Muchas felicidades a todas y todos!
canek_1999@yahoo.com.mx
Museo de la Cultura Maya induce a una seria adulteración de nuestros procesos históricos
Claroscuros de un Festival
Se impuso visión eurocentrista, colonizante y maniqueísta
Diario de Yucatán
Mérida. Con la fugaz visita del presidente Enrique Peña Nieto a nuestro Estado culminó el llamado Festival de la Cultura Maya, adquiriéndose dos compromisos de relevancia: la institucionalización de dicho evento y el anuncio de la construcción del tren transpeninsular de Mérida a Punta Venado, Quintana Roo.
La visita también deja una triste afrenta a los meridanos, la militarización de nuestra simbólica Plaza Grande, cometida en aras de sobreproteger a EPN y de aislarlo de cualquier contacto directo con la ciudadanía.
No se entiende tanto desplante de poderío policiaco-militar, a no ser que siga pesando en los altos círculos oficiales el temor a cualquier reclamo popular sobre la forma cuestionable y desaseada con que EPN se hizo de la Presidencia el pasado 1 de julio.
Enfocándonos al mencionado festival, es evidente que nadie podría estar contra la realización de un evento de esta envergadura, el cual comprendió una amplia gama de actividades destinadas a exaltar los portentosos logros alcanzados por la civilización maya y a destacar el significado del fin de una era y el inicio de otra en la llamada cuenta larga del calendario maya, al decir de los más reconocidos expertos, que nada tiene que ver con las visiones apocalípticas que ciertos grupos económicos han venido comercializando desaprensivamente desde hace varios años.
No obstante lo anterior, me parece necesario hacer algunas reflexiones críticas que pueden contribuir a mejorar nuestra política cultural, de cara al inicio de las administraciones federal y estatal.
1. Tuvimos ocasión de asistir al espectáculo de luz y sonido en el Gran Museo de la Cultura Maya. Se trata de un material artístico realizado con tecnología digital “de punta” y que en primera instancia causa un alto impacto visual en los usuarios.
Sin embargo, un análisis más cuidadoso de esta producción enteramente extranjera nos muestra una seria adulteración de nuestros procesos históricos: por ejemplo, no existe una sola mención a la resistencia indígena, como fue la gran conflagración de la llamada Guerra de Castas.
En cuanto a la música, se rayó en lo increíble e imperdonable: la exclusión de La Noche de los Mayas, de Silvestre Revueltas o de partituras creadas por Daniel Ayala Pérez; a cambio se incluyeron piezas de gran valor universal, ciertamente, pero que no venían al caso.
En síntesis, en el material se impone una visión eurocentrista, colonizante y maniqueísta, surgida de los tecnócratas comerciales que regentean Cultur, con una plausible exclusión del vigor cultural con que persisten los mayas actuales de la Península.
2. Desde luego, no cabe menoscabar la apertura de mesas especializadas en las que investigadores y expertos abordaron aspectos históricos, lingüísticos y culturales de los mayas contemporáneos. La prodigiosa muestra de hipiles expuesta en la reapertura del Palacio Cantón, la difusión de la producción de los jóvenes poetas mayas y la participación de la Premio Nobel, Rigoberta Menchú -cuya presencia constituyó un destello de lucha y esperanza para mayas del sureste mexicano- son otros tantos aciertos del Festival.
3. Sin embargo, puede decirse que, en lo general, el citado festival fue para exaltar la cultura de los mayas del pasado, petrificados y cosificados por el discurso oficial como una rentable mercancía para ser vendida al turismo nacional e internacional. Sin exageración alguna, cabe afirmar que los grandes ausentes fueron los mayas actuales de carne y hueso, que si bien han estado ajenos a tanta celebración pomposa y sofisticada armada por el oficialismo, en su vida cotidiana, en sus momentos profanos y sagrados, crean y recrean una rica gama de elementos y valores culturales que el resto de la sociedad no ha sabido ponderar.
4. Desafortunadamente, no hubo ningún espacio en el que se debatiera con amplitud y libertad la situación actual de los pueblos y comunidades mayas, caracterizada por la marginación, la exclusión, la discriminación y el continuo despojo de sus últimos reductos territoriales y ambientales. En resumen, el oficialismo y no pocos intelectuales indígenas cooptados por éste se hicieron de la vista gorda frente al plausible etnocidio del que es víctima el pueblo maya peninsular.
P.D. Este columnista desea a los amables lectores que el inicio de la nueva era en la cuenta larga de nuestros abuelos mayas represente una excelente oportunidad para atemperar el egoísmo y la ambición, y por el contrario se abran paso la solidaridad, la paz y la fraternidad entre todos los pueblos y culturas del mundo. ¡Muchas felicidades a todas y todos!
canek_1999@yahoo.com.mx
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