Publicado 20/06/2013 10:14 OpiniónYa no hay forma de disimular con fraudes la voz de millones de personas Hasan Rohani presidente, Khamenei al poder
Bernardo Ptasevich
Parafraseando al genial Jorge Drexler: “creo que hay una luz en el final del camino”. Los pueblos siempre consiguen lo que quieren. No importa cuánto demore, cuales sean los métodos, cuánta represión se ejerce sobre los ciudadanos o contra las organizaciones opositoras de los gobiernos de turno. Generalmente el camino es largo y tortuoso, hay que sortear dictaduras, injusticias, mucha violencia ejercida por quienes no quieren perder el mando.
Las últimas elecciones en Irán nos muestran que hay una luz de esperanza encendida por un pueblo iraní que hoy tiene que soportar las consecuencias que imponen la terquedad y radicalización de sus líderes respecto a los asuntos internacionales y también los internos.
Una oposición que crece y se hace escuchar
Ya no se trata de una oposición como la que fue reprimida y prohibida luego de las elecciones anteriormente celebradas. Ya no hay forma de disimular con fraudes la voz de millones de personas que reclamaron cambios con su voto. Por lo menos la mitad de los iraníes no está de acuerdo con lo que hizo Ahmadinejad y supuestamente tampoco con el líder supremo, el ayatolah Khamenei.
Ese cambio de enfoque o la profundización del mismo es algo muy importante como inicio de otros posibles movimientos que puedan lograr avances en los temas conflictivos. Lo importante no es que este nuevo presidente vaya a cambiar la situación o deje de reportarse y recibir órdenes del máximo líder religioso que es quien tiene el poder total.
La posición del Ayatolah es particularmente extremista. Su obsesión por conseguir armas nucleares mientras tiene amarrados a sus ciudadanos no va a cambiar. El va a redoblar su apuesta sin importarle el resultado electoral. Irán no tiene de democracia más que las elecciones.
Qué podemos esperar del nuevo presidente de Irán
Rohani tiene 64 años y no es ningún novato de la política. Ocupó diversos cargos parlamentarios. También fue jefe negociador en el tema nuclear. A pesar de ser parte del sistema impuesto por quienes tienen el poder real, supo llegar a los reformistas en los días previos a los comicios y conseguir el respaldo de otros líderes moderados que no fueron autorizados a competir en la elección.
Habla inglés, alemán, francés, ruso y árabe. Tiene un doctorado en leyes de la Universidad Caledonian de Glasgow (Escocia). No sabemos si la mitad de los ciudadanos han votado por él porque confían en que su futura gestión será más acorde a sus intereses y sus ideas, o si por el contrario sólo se trató de una protesta multitudinaria contra el régimen y contra el abuso de poder existente.
Esta claro que su discurso será diferente a los pronunciados por el presidente saliente, M. Ahmadinejad. El tono será más conciliador ya que se trata de un negociador profesional, pero los hechos seguramente no acompañarán sus discursos. Llevará tiempo ver cambios reales en el terreno.
Opiniones sobre el nuevo presidente
El primer ministro B. Netaniahu no cree en absoluto que algo vaya a cambiar con su asunción. Aconseja y pide ampliar las sanciones y endurecerlas para presionar sobre un programa que se dirige claramente a la obtención de armas nucleares. Teme que el perfil moderado que se atribuye al nuevo presidente haga aflojar la presión de la comunidad internacional y se le vuelva a dar tiempo para avanzar en los logros buscados.
Anteriormente Rohani, ha sido partidario de negociar y conversar a la vez de acelerar la producción de uranio, algo que hoy produce gran desconfianza.
Varios ministros del gobierno israelí opinaron en el mismo tenor con algunos matices. Nadie cree que se produzcan cambios favorables. Pero al parecer la desconfianza también existió en su propia familia.
En ocasión del suicidio de su propio hijo y según últimas publicaciones, aparecieron cartas reprochando a su padre la adhesión a Khamenei, algo que no coincidía con las palabras que pronunciaba o con las enseñanzas que impartía dentro de la familia y el entorno.
El comentarista político Alireza Nourizadeh, del periódico árabe “A Sharq al Awsat” que se edita en Londres, divulgó el contenido de las misivas. “Detesto a tu régimen, sus mentiras, su corrupción, su religión, su hipocresía y su disimulación” tal fue el primer concepto transmitido a su padre. Este concepto en sí mismo, salido desde las propias entrañas del nuevo Presidente, es una luz de esperanza que predice en un tiempo futuro cambios profundos en ese país.
Al parecer es el sentimiento general del cincuenta por ciento de los votantes que con su elección mostraron el rechazo al régimen de los Ayatolah. Si su propio hijo no confiaba en la autenticidad de sus palabras al punto de llegar al suicidio, porque debería Netaniahu y otros Ministros israelíes creer en su moderación y su carácter supuestamente reformista. En definitiva Israel no debe inmiscuirse en la política iraní, no le corresponde y no le conviene.
El tema con Irán pasa por evitar que logre fabricar armas nucleares ya que en forma permanente manifiestan la intención de borrar Israel del mapa. Pasa también por evitar el apoyo y envío de armas a las organizaciones terroristas y otros enemigos que aumenten el peligro para el territorio y los ciudadanos israelíes.
El poder real sigue en manos del Ayatolah Khamenei
El Presidente en Irán tiene absoluta dependencia de las órdenes y las políticas impuestas por el Ayatolah Khamenei, una especie de dictador fanático que impone normas excesivamente duras a sus ciudadanos junto a políticas confrontacionales y amenazantes al resto de los países del mundo (exceptuando a sus supuestos amigos que son utilizados en su provecho).
Su extremismo es peligroso y su poder no ha permitido hasta ahora ningún tipo de cambio en el país. Todos los temas nucleares están bajo sus decisiones. Las relaciones internacionales y la política exterior también pasa únicamente por sus manos. Rohani, aún en caso de querer hacerlo, no podrá realizar avances. El apoyo de la mitad del país no será suficiente para que alguien que está acostumbrado a no razonar sino a imponer cambie de postura. No será por las urnas que Khamenei sea desplazado algún día del máximo pedestal del poder.
Lamentablemente acontecerán otros sucesos en un futuro no tan lejano. Hay medio pueblo o quizás más, que ya no están dispuestos a tolerar los abusos de su gobierno ni que sus errores fanáticos los perjudican abiertamente. Es una rueda que no se podrá parar y que no sabemos en cuánto tiempo, logrará imponer posiciones mucho más suaves respecto a todos los temas que hoy aíslan del mundo a ese país.
Por ello, aún convencido de que el nuevo Presidente no hará o quizás ni siquiera intentará hacer cambios que puedan dar algo de tranquilidad a los habitantes del planeta, quiero quedarme con una sonrisa como conclusión final. Una sonrisa cómplice que muestre la satisfacción de saber que la mitad de los habitantes de Irán no desean lo mismo que su gobierno. Estamos transitando un largo camino hasta lograr que la mayoría del mundo quiera vivir en paz y progreso, en lugar de destrucción y muerte.
Esto no sucederá en poco tiempo, pero como dije al principio: “Creo que hay una luz... en el final del camino.”
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Parafraseando al genial Jorge Drexler: “creo que hay una luz en el final del camino”. Los pueblos siempre consiguen lo que quieren. No importa cuánto demore, cuales sean los métodos, cuánta represión se ejerce sobre los ciudadanos o contra las organizaciones opositoras de los gobiernos de turno. Generalmente el camino es largo y tortuoso, hay que sortear dictaduras, injusticias, mucha violencia ejercida por quienes no quieren perder el mando.
Las últimas elecciones en Irán nos muestran que hay una luz de esperanza encendida por un pueblo iraní que hoy tiene que soportar las consecuencias que imponen la terquedad y radicalización de sus líderes respecto a los asuntos internacionales y también los internos.
Una oposición que crece y se hace escuchar
Ya no se trata de una oposición como la que fue reprimida y prohibida luego de las elecciones anteriormente celebradas. Ya no hay forma de disimular con fraudes la voz de millones de personas que reclamaron cambios con su voto. Por lo menos la mitad de los iraníes no está de acuerdo con lo que hizo Ahmadinejad y supuestamente tampoco con el líder supremo, el ayatolah Khamenei.
Ese cambio de enfoque o la profundización del mismo es algo muy importante como inicio de otros posibles movimientos que puedan lograr avances en los temas conflictivos. Lo importante no es que este nuevo presidente vaya a cambiar la situación o deje de reportarse y recibir órdenes del máximo líder religioso que es quien tiene el poder total.
La posición del Ayatolah es particularmente extremista. Su obsesión por conseguir armas nucleares mientras tiene amarrados a sus ciudadanos no va a cambiar. El va a redoblar su apuesta sin importarle el resultado electoral. Irán no tiene de democracia más que las elecciones.
Qué podemos esperar del nuevo presidente de Irán
Rohani tiene 64 años y no es ningún novato de la política. Ocupó diversos cargos parlamentarios. También fue jefe negociador en el tema nuclear. A pesar de ser parte del sistema impuesto por quienes tienen el poder real, supo llegar a los reformistas en los días previos a los comicios y conseguir el respaldo de otros líderes moderados que no fueron autorizados a competir en la elección.
Habla inglés, alemán, francés, ruso y árabe. Tiene un doctorado en leyes de la Universidad Caledonian de Glasgow (Escocia). No sabemos si la mitad de los ciudadanos han votado por él porque confían en que su futura gestión será más acorde a sus intereses y sus ideas, o si por el contrario sólo se trató de una protesta multitudinaria contra el régimen y contra el abuso de poder existente.
Esta claro que su discurso será diferente a los pronunciados por el presidente saliente, M. Ahmadinejad. El tono será más conciliador ya que se trata de un negociador profesional, pero los hechos seguramente no acompañarán sus discursos. Llevará tiempo ver cambios reales en el terreno.
Opiniones sobre el nuevo presidente
El primer ministro B. Netaniahu no cree en absoluto que algo vaya a cambiar con su asunción. Aconseja y pide ampliar las sanciones y endurecerlas para presionar sobre un programa que se dirige claramente a la obtención de armas nucleares. Teme que el perfil moderado que se atribuye al nuevo presidente haga aflojar la presión de la comunidad internacional y se le vuelva a dar tiempo para avanzar en los logros buscados.
Anteriormente Rohani, ha sido partidario de negociar y conversar a la vez de acelerar la producción de uranio, algo que hoy produce gran desconfianza.
Varios ministros del gobierno israelí opinaron en el mismo tenor con algunos matices. Nadie cree que se produzcan cambios favorables. Pero al parecer la desconfianza también existió en su propia familia.
En ocasión del suicidio de su propio hijo y según últimas publicaciones, aparecieron cartas reprochando a su padre la adhesión a Khamenei, algo que no coincidía con las palabras que pronunciaba o con las enseñanzas que impartía dentro de la familia y el entorno.
El comentarista político Alireza Nourizadeh, del periódico árabe “A Sharq al Awsat” que se edita en Londres, divulgó el contenido de las misivas. “Detesto a tu régimen, sus mentiras, su corrupción, su religión, su hipocresía y su disimulación” tal fue el primer concepto transmitido a su padre. Este concepto en sí mismo, salido desde las propias entrañas del nuevo Presidente, es una luz de esperanza que predice en un tiempo futuro cambios profundos en ese país.
Al parecer es el sentimiento general del cincuenta por ciento de los votantes que con su elección mostraron el rechazo al régimen de los Ayatolah. Si su propio hijo no confiaba en la autenticidad de sus palabras al punto de llegar al suicidio, porque debería Netaniahu y otros Ministros israelíes creer en su moderación y su carácter supuestamente reformista. En definitiva Israel no debe inmiscuirse en la política iraní, no le corresponde y no le conviene.
El tema con Irán pasa por evitar que logre fabricar armas nucleares ya que en forma permanente manifiestan la intención de borrar Israel del mapa. Pasa también por evitar el apoyo y envío de armas a las organizaciones terroristas y otros enemigos que aumenten el peligro para el territorio y los ciudadanos israelíes.
El poder real sigue en manos del Ayatolah Khamenei
El Presidente en Irán tiene absoluta dependencia de las órdenes y las políticas impuestas por el Ayatolah Khamenei, una especie de dictador fanático que impone normas excesivamente duras a sus ciudadanos junto a políticas confrontacionales y amenazantes al resto de los países del mundo (exceptuando a sus supuestos amigos que son utilizados en su provecho).
Su extremismo es peligroso y su poder no ha permitido hasta ahora ningún tipo de cambio en el país. Todos los temas nucleares están bajo sus decisiones. Las relaciones internacionales y la política exterior también pasa únicamente por sus manos. Rohani, aún en caso de querer hacerlo, no podrá realizar avances. El apoyo de la mitad del país no será suficiente para que alguien que está acostumbrado a no razonar sino a imponer cambie de postura. No será por las urnas que Khamenei sea desplazado algún día del máximo pedestal del poder.
Lamentablemente acontecerán otros sucesos en un futuro no tan lejano. Hay medio pueblo o quizás más, que ya no están dispuestos a tolerar los abusos de su gobierno ni que sus errores fanáticos los perjudican abiertamente. Es una rueda que no se podrá parar y que no sabemos en cuánto tiempo, logrará imponer posiciones mucho más suaves respecto a todos los temas que hoy aíslan del mundo a ese país.
Por ello, aún convencido de que el nuevo Presidente no hará o quizás ni siquiera intentará hacer cambios que puedan dar algo de tranquilidad a los habitantes del planeta, quiero quedarme con una sonrisa como conclusión final. Una sonrisa cómplice que muestre la satisfacción de saber que la mitad de los habitantes de Irán no desean lo mismo que su gobierno. Estamos transitando un largo camino hasta lograr que la mayoría del mundo quiera vivir en paz y progreso, en lugar de destrucción y muerte.
Esto no sucederá en poco tiempo, pero como dije al principio: “Creo que hay una luz... en el final del camino.”
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