Quiero ser un buen padre...
Por Bernardo Caamal Itzá
Cuando tuve uso de razón, mamá me dijo que aquel hombre con quien se casó, la abandonó cuando yo tenía año y medio. A pesar de eso, nunca me enseño a odiarlo, de tal forma que durante mi niñez veía a muchos niños acompañando a sus padres, y en mi caso pues sólo tenía a mamá.
A ella no le pedía juguetes y ni golosinas, es más trabajaba vendiendo chicles, sandias, plátanos y ciruelas, no tenía caso llorar por algo si ni siquiera teníamos para comer.
No le exigía en zapatos y ni en ropas. Mamá trabajó su bordado bajo la luz de la vela, lo que gana lo invierte en la poca comida que teníamos, y cuando me enfermaba, es cuando veía la gravedad del asunto, tenía que trabajar a su vez cuidarme, conforme crecía, lo ayudaba en todo, un día le dijo al abuelo ¡Papi, ka’ansej palo’ob –enseña al chamaco en el trabajo de la milpa-!
Entonces, la figura paterna de papá lo sustituyó el abuelo, por eso él siempre me llevó a chapear bajo los maizales, y me dejaba el xpet paach –un lugar especializado para cultivar calabazas, sandias, melones y pepinos- para trabajar.
Todos los sábados o regresando de la escuela, siempre iba a ver a mis cultivos, llevaba consigo el machete y mi calabazo, cantando, chiflando y de vez en cuando a bajar las frutillas silvestres del monte.
Cuando iba por esos caminos, soñaba con tener una carrera profesional, aquello que me sirviera, conocer el mar y las ciudades.
En esos tiempos, no era fácil llegar a Mérida, lo conocí a la edad de los 7 años, y el mar a las 13, cuando fui por vez primera en Campeche y conste viajando en autobús. A los 15, estuve en Cozumel, que belleza contemplar el océano, los colores que adquiría en determinados momentos, era como estar en el paraíso, y al llover adquiría tonalidades que siempre me cautivó.
En aquellos años trabaje como ayudante de albañil en el museo de la isla de Cozumel, y por las mañanas tenía el privilegio de tener muy cerca del mar, en sí por eso creo que fue mi hotel que de 5 estrellas paso a 20 por ese detalle ¿Que puedo presumir? creo que el hecho de estar en estos lugares, era estar en el paraíso, y por ratos ver como el barco México surcaba el océano para llevar a sus pasajeros a tierra firme.
-¡Papá! ¿Donde estas? Seguramente ese niño que estaba en mi interior, aspiraba conocer a esa figura paterna, pero fue el tiempo se encargo de diluirlo y así llegue a la adolescencia.
Vivir bajo las condiciones más humildes y sin becas, no era fácil estudiar, y tampoco aspirar a llegar a algo. No hay universidades en los alrededores del pueblo.
Sin embargo, las enseñanzas de quienes estuvieron cerca de mí, abrieron la brecha para caminar y llegar a la meta planteada.
¿Cómo llegar a la Universidad y sin dinero? Es como dicen, político pobre es pobre político, me río de esa frase, lo único que se, nadie nació sabiendo...
Durante mi caminar tuve ese privilegio y la suerte de conocer a las personas que hoy son mis grandes amigos. No es fácil tenerlos y sé que en cada uno de ellos, esta algo que nos une...nuestras propias historias.
Como abrir la brecha, y sin las armas necesarias, sin papá y tener sólo a mamá, pero ella era más que eso, porque sus consejos valían oro, me alentaba a seguir y no titubear en la marcha “Si te cortas, te arañan las hierbas, te entran los espinos en los pies. ¡Hijo no te detengas! Aprende y recuerda, no hagas lo que no quieres que te hagan...”
Grandes consejos de una madre y que en este día, como padre me llegan en la memoria.
En ese caminar, cuantos espinos están y cuantos te abandonan en ese caminar, pero cuando llegas a la meta deseada, muchos te presumen, ese chico estuve con él y lo acompañe... el secreto es callar, mamá está de nuevo, “no se te suba hijo, el poder es momentáneo”
He sido director en diversas dependencias, y he trabajado de cerca a los grupos campesinos, y uno sabe lo que significa estar y vivir sin ningún centavo al día.
El tiempo me premió. Conocí el mar. Termine mis estudios en la Universidad de Chapingo. Conocí la ciudad de México y otros países, y el esfuerzo por trabajar un concepto de comunicación rural al usar la agronomía, mi idioma (la lengua maya) y mis experiencias en campo, me otorgan en el 2003, el premio internacional en comunicación Rural.
Formo parte de la red de alumnos de la Fundación Nuevo Periodismo, y en aquella ocasión tuve la fortuna de conocer grandes personalidades que trabajan en diversos medios de comunicación en Latinoamérica, como Telesur.
Y hoy, las felicitaciones y el abrazo de mis hijos, me despertaron, y me hicieron sentir de nuevo esa nostalgia de mamá, al decir ellos a mí ¡Felicidades papá!
Espero ser un buen padre con sueños y esperanzas. Eso sí, sigo los consejos de aquel abuelo y de aquella madre que me dijo, camínale, no te fijes que dicen los demás para que te desistas en tus metas...
¡Dale! ¡Dale! Miro de nuevo a la luz aunque brilla muy tenue y algo distante, pero sé que ahí están los verdaderos amigos que me acompañan en las buenas y en las malas.
¡Adelante! ¡Ten confianza, si puedes...!
Entonces, como seres humanos, nos tocó el privilegio de constatar las maravillas de nuestra creación, y hoy tengo la suerte de ser acompañado por quienes creen en mí y eso hacen que mis ánimos se fortalezcan de nuevo, porque es similar a la milpa que tengo, con las lluvias, el maíz germina y hace que mantenga viva la esperanza, porque las semillas está de nuevo en el suelo... yo soy el suelo y mis hijos, las semillas de aquel maíz dispuesto a germinar de nuevo...-
Por Bernardo Caamal Itzá
Cuando tuve uso de razón, mamá me dijo que aquel hombre con quien se casó, la abandonó cuando yo tenía año y medio. A pesar de eso, nunca me enseño a odiarlo, de tal forma que durante mi niñez veía a muchos niños acompañando a sus padres, y en mi caso pues sólo tenía a mamá.
A ella no le pedía juguetes y ni golosinas, es más trabajaba vendiendo chicles, sandias, plátanos y ciruelas, no tenía caso llorar por algo si ni siquiera teníamos para comer.
No le exigía en zapatos y ni en ropas. Mamá trabajó su bordado bajo la luz de la vela, lo que gana lo invierte en la poca comida que teníamos, y cuando me enfermaba, es cuando veía la gravedad del asunto, tenía que trabajar a su vez cuidarme, conforme crecía, lo ayudaba en todo, un día le dijo al abuelo ¡Papi, ka’ansej palo’ob –enseña al chamaco en el trabajo de la milpa-!
Entonces, la figura paterna de papá lo sustituyó el abuelo, por eso él siempre me llevó a chapear bajo los maizales, y me dejaba el xpet paach –un lugar especializado para cultivar calabazas, sandias, melones y pepinos- para trabajar.
Todos los sábados o regresando de la escuela, siempre iba a ver a mis cultivos, llevaba consigo el machete y mi calabazo, cantando, chiflando y de vez en cuando a bajar las frutillas silvestres del monte.
Cuando iba por esos caminos, soñaba con tener una carrera profesional, aquello que me sirviera, conocer el mar y las ciudades.
En esos tiempos, no era fácil llegar a Mérida, lo conocí a la edad de los 7 años, y el mar a las 13, cuando fui por vez primera en Campeche y conste viajando en autobús. A los 15, estuve en Cozumel, que belleza contemplar el océano, los colores que adquiría en determinados momentos, era como estar en el paraíso, y al llover adquiría tonalidades que siempre me cautivó.
En aquellos años trabaje como ayudante de albañil en el museo de la isla de Cozumel, y por las mañanas tenía el privilegio de tener muy cerca del mar, en sí por eso creo que fue mi hotel que de 5 estrellas paso a 20 por ese detalle ¿Que puedo presumir? creo que el hecho de estar en estos lugares, era estar en el paraíso, y por ratos ver como el barco México surcaba el océano para llevar a sus pasajeros a tierra firme.
-¡Papá! ¿Donde estas? Seguramente ese niño que estaba en mi interior, aspiraba conocer a esa figura paterna, pero fue el tiempo se encargo de diluirlo y así llegue a la adolescencia.
Vivir bajo las condiciones más humildes y sin becas, no era fácil estudiar, y tampoco aspirar a llegar a algo. No hay universidades en los alrededores del pueblo.
Sin embargo, las enseñanzas de quienes estuvieron cerca de mí, abrieron la brecha para caminar y llegar a la meta planteada.
¿Cómo llegar a la Universidad y sin dinero? Es como dicen, político pobre es pobre político, me río de esa frase, lo único que se, nadie nació sabiendo...
Durante mi caminar tuve ese privilegio y la suerte de conocer a las personas que hoy son mis grandes amigos. No es fácil tenerlos y sé que en cada uno de ellos, esta algo que nos une...nuestras propias historias.
Como abrir la brecha, y sin las armas necesarias, sin papá y tener sólo a mamá, pero ella era más que eso, porque sus consejos valían oro, me alentaba a seguir y no titubear en la marcha “Si te cortas, te arañan las hierbas, te entran los espinos en los pies. ¡Hijo no te detengas! Aprende y recuerda, no hagas lo que no quieres que te hagan...”
Grandes consejos de una madre y que en este día, como padre me llegan en la memoria.
En ese caminar, cuantos espinos están y cuantos te abandonan en ese caminar, pero cuando llegas a la meta deseada, muchos te presumen, ese chico estuve con él y lo acompañe... el secreto es callar, mamá está de nuevo, “no se te suba hijo, el poder es momentáneo”
He sido director en diversas dependencias, y he trabajado de cerca a los grupos campesinos, y uno sabe lo que significa estar y vivir sin ningún centavo al día.
El tiempo me premió. Conocí el mar. Termine mis estudios en la Universidad de Chapingo. Conocí la ciudad de México y otros países, y el esfuerzo por trabajar un concepto de comunicación rural al usar la agronomía, mi idioma (la lengua maya) y mis experiencias en campo, me otorgan en el 2003, el premio internacional en comunicación Rural.
Formo parte de la red de alumnos de la Fundación Nuevo Periodismo, y en aquella ocasión tuve la fortuna de conocer grandes personalidades que trabajan en diversos medios de comunicación en Latinoamérica, como Telesur.
Y hoy, las felicitaciones y el abrazo de mis hijos, me despertaron, y me hicieron sentir de nuevo esa nostalgia de mamá, al decir ellos a mí ¡Felicidades papá!
Espero ser un buen padre con sueños y esperanzas. Eso sí, sigo los consejos de aquel abuelo y de aquella madre que me dijo, camínale, no te fijes que dicen los demás para que te desistas en tus metas...
¡Dale! ¡Dale! Miro de nuevo a la luz aunque brilla muy tenue y algo distante, pero sé que ahí están los verdaderos amigos que me acompañan en las buenas y en las malas.
¡Adelante! ¡Ten confianza, si puedes...!
Entonces, como seres humanos, nos tocó el privilegio de constatar las maravillas de nuestra creación, y hoy tengo la suerte de ser acompañado por quienes creen en mí y eso hacen que mis ánimos se fortalezcan de nuevo, porque es similar a la milpa que tengo, con las lluvias, el maíz germina y hace que mantenga viva la esperanza, porque las semillas está de nuevo en el suelo... yo soy el suelo y mis hijos, las semillas de aquel maíz dispuesto a germinar de nuevo...-
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