¿Un Gobierno Invisible Global?
Por: Pedro Díaz Arcia
Cuando se reúnen secretamente los hombres más poderosos del mundo es un día de luto para los pobres.
La reunión anual del Grupo Bilderberg
comenzó el pasado jueves en el hotel Chandler’s Cross en Watford,
Inglaterra, y concluirá este domingo con la participación de más de un
centenar de las personas más influyentes del planeta, banqueros,
políticos, miembros de la realeza, ministros de finanzas, empresarios:
un grupo elitista que representa el 0.6% de la población mundial y
atesora casi el 40% de todas sus riquezas.
En 1954, en plena Guerra Fría, a
propuesta del Consejero Político polaco Joseph Retinger, tuvo lugar la
primera cita con el fin de “hacer un nudo alrededor de una línea
política común entre Estados Unidos y Europa en oposición a Rusia y al
comunismo”.
Según el mito, que no pocas veces
proviene de realidades históricas, la selecta cofradía dictaría la
política internacional trazando el rumbo de los acontecimientos que
aseguren la permanencia del capitalismo, en un esfuerzo por anticiparse a
corrientes ideológicas que pretendan sacarlo de su carril. Es decir,
privilegiar la divisa de aquel viejo general prusiano de que “si debe
haber una revolución, es mejor hacerla antes que sufrirla”, lo que
permitiría vaciarla de su contenido y convertirla en una burla de lo que
pudo haber sido.
Existe la teoría de la conspiración,
según la cual el Club se reúne para “planear lo que después, simplemente
sucede”; decidir desde las candidaturas a la Casa Blanca, hasta la
designación de la directiva de la Unión Europea, y lograr un Estado
Policial Global con un gobierno invisible que controla al gobierno de
Estados Unidos, la Unión Europea, la OMS, las Naciones Unidas, al Banco
Mundial, al Fondo Monetario Internacional, a la OTAN y a otras
instituciones internacionales. Aunque es justo aclarar que también en su
seno hay importantes personalidades que luchan por poner fin a estos
objetivos.
En salas privadas tienen lugar, sin
lugar a dudas, reuniones de círculos aún más selectos quienes en
definitiva son los que cortan el pastel. Para algunos observadores, en
esta ocasión se ofrecería información acerca de los debates. Pero de ser
así, bien podrían pasarnos gatos por liebres.
La sede del foro, como pudimos observar a
través de los noticieros, está resguardada por millares de policías y
sofisticados medios de seguridad para contener las protestas de los
activistas sociales de diversos signos, en particular los militantes de
los movimientos antiglobalización y anticapitalistas.
Cuando se conoció que el presidente Hugo
Chávez sería invitado a participar en la reunión del Grupo del año
2006, el reconocido escritor e investigador ruso, Daniel Estulin, autor
del libro “La verdadera historia del club Bilderberg”, dijo: “Debemos
estar preparados para cuando los poderosos vengan a tocar a la puerta.
De seguro no vendrán con intenciones de justicia social y redistribución
de las riquezas”. Como es sabido, Chávez rechazó de manera rotunda la
invitación. No pocos comentan que las cabezas calientes de la soterrada
corporación habrían planeado su muerte.
Por su parte, el ex presidente cubano,
Fidel Castro afirmó en una ocasión: “Siniestras camarillas y los
lobistas de Bilderberg manipulan al público para instalar un gobierno
mundial que no conoce fronteras y que no rinde cuentas ante nadie, salvo
a sí mismo”.
En medio de una crisis económica
estructural del sistema capitalista, las movilizaciones populares, que
avanzan cada día en su organización y politización, podrían poner en
riesgo la actual polarización de la riqueza y la tradicional
manipulación de la verdadera historia de nuestros pueblos.
Los pobres reclaman hoy, puño en alto,
el fin de un régimen de desigualdad mundial, injusto e inhumano, a
contracorriente de los poderosos.
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