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miércoles, 26 de julio de 2017

Islam: la urgencia de pensar

La globalidad metió al islam en la agenda pública de nuestro país. No sabemos mucho de Mahoma pero sí del terrorismo que se realiza en su nombre.
Sin embargo, en el ámbito de la opinión pública empezamos a cometer el error y también el horror de juzgar a los musulmanes tanto por “lo que dice la prensa” como por el contenido de películas donde regularmente ellos son los malos; México necesita aproximarse con mesura al boom informativo que genera la expansión del islam.
De ninguna manera podemos cometer el error de muchos países occidentales que entienden el islam desde una perspectiva ideológica, ya que las escrituras del Corán -su libro sagrado- constituye un referente abierto en una amplia diversidad de interpretaciones.
Por esto, el filósofo francés Michel Onfray advierte que del Corán surgen “dos maneras de ser musulmán. Dos maneras incluso contradictorias”. Una orientada hacia la paz y la realización interior; otra hacia la guerra y la conquista”. Rasgo que debe considerarse seriamente antes de emitir juicios o de tomar acciones.
Para este pensador contemporáneo, “la contradicción está en el texto mismo: los que profesan un islam ilustrado tienen razón, eso está en el Corán; pero los que profesan un islam belicista y conquistador también tienen razón, porque también eso está en el Corán”. Todo depende de lo que uno extraiga.
Por ese motivo —añade— es indispensable realizar una lectura filosófica de sus principios. Es absurdo discutir si estamos frente a una religión buena o mala. Se trata de abordarla como debe abordarse cualquier credo: desde ámbitos laicos y no confesionales. Esto es posible porque en la actualidad “el islam es ya una religión desterritorializada, cuyo mensaje circula por internet”.
Onfray es un intelectual versado en el tema. Ha estudiado el Corán pero también conoce la cotidianidad de musulmanes en diferentes países.  No es un improvisado. Por eso mismo habría que escucharlo cuando puntualiza en torno a las contradicciones históricas en una doctrina con más de 1,500 millones de fieles. “No hay error en decir lo que se halla en el Corán”, donde es difícil separar el islam y la política, así como la religión y el Estado.
Es en este sentido que las diplomacias occidentales yerran al negarles verdad a los terroristas cuando justifican sus acciones en el contenido del Corán. En este punto no mienten. Y esa es la crítica que Onfray plantea públicamente en contra del gobierno de Francia, su propio país, victimizado por los ataques terroristas musulmanes, en lugar de reconocerlos como el efecto de una política exterior de guerra, ya que los últimos presidentes franceses han sostenido una lucha que no era suya atacando al régimen talibán en Afganistán, a Sadam Husein en Iraq, a Gadafi en Libia, a los salafistas en Malí y al califato del Estado Islámico (EI).
Por supuesto que nada justifica los crímenes de las milicias del EI, el terrorismo de organizaciones como Al Qaeda y las restricciones a la libertad de expresión dentro de los países musulmanes (árabes o africanos), ni tampoco la violencia de género. Son inaceptables, pero en el fondo constituyen parte de una realidad que el mundo occidentalizado no ha querido comprender.
Algo similar ha sucedido con la historia del catolicismo. El Viejo Testamentotambién contiene proclamas de guerra y muerte, castigos y misoginia. Muchas guerras se inspiraron en la lectura literal de la Biblia, sesgada pero real, con líderes extremistas que buscaron (y todavía buscan) erradicar blasfemias, destruir dioses de otras culturas y conquistar el mundo con la espada y la cruz.
El slogan Je suis Charlie que todos entonamos en nuestras redes sociales tras la matanza del 7 de enero del 2015 dentro del semanario de humor satírico en París, dice Onfray, no nos permitió pensar. Y tiene razón: con esa masacre sentimos, lloramos o rabiamos pero se nos nubló la posibilidad de dimensionar sus causas. Hay que pensar el islam, parece suplicar Onfray.
En México la comunidad musulmana es muy, muy pequeña. Casi simbólica. No obstante estamos construyendo una lectura bélica en un credo que también ama la paz. Ante este panorama, aconseja el filósofo francés, “más que la fe, la obediencia y la sumisión, son la ciencia y la inteligencia las que se necesitan para abordar el Corán”.
Vaya que tiene razón. En este momento el islam no es ya asunto exclusivo de los seguidores de Mahoma.
Referencia
  • Onfray, Michel. Pensar el Islam, traducción de Núria Petit. Ed.Paidós, 2016, Barcelona.
Aclaración: El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.

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