La promiscuidad política de AMLO
18-12-2017 01:50 PM
Andrés Manuel López Obrador ha emprendido una misión imposible: explicarle a la militancia de su partido, a sus simpatizantes y a la ciudadanía en general por qué la alianza entre Morena y el PES no es “promiscuidad política”, como la que él mismo le ha criticado al PRD y al PAN.
Este lunes, al registrarse como precandidato social de Encuentro Social, el tabasqueño dijo que “no hay diferencias de fondo en lo político y lo ideológico” entre Morena y su nuevo aliado. Y además, aseguró que el PES no es de ultraderecha.
¿En serio? Vamos por partes.
En su columna de este lunes en el periódico El Universal, José Antonio Crespo rescata un fragmento de la declaración de principios del Partido Encuentro Social, donde a propósito de la izquierda, puede leerse lo siguiente:
“… Sus anticuadas y fallidas ideas para generar crecimiento y desarrollo económico son verdaderamente irrealizables… incluso, no solo denotan resentimiento social sino que lo promueven… La izquierda hoy polariza, divide, confronta”.
¿Pues qué no se definen López Obrador, Morena y sus simpatizantes como “de izquierda”?
Cualquiera diría que ahí hay una diferencia de fondo en lo ideológico y en lo político.
Pero sigamos con la línea argumentativa de AMLO.
Según el tabasqueño, el PES no es de “ultraderecha”, porque “Los representantes de la ultraderecha en México son quienes en los últimos 30 años han estado a cargo del Estado y que han aplicado la actual política económica de entregar recursos del país a particulares”.
La premisa no se sostiene. En primer lugar, porque es un razonamiento falaz: suponiendo --sin conceder-- que la ultraderecha es la que ha gobernado México en los últimos 30 años, ello no significa que el PES no sea de ultraderecha porque supuestamente no ha sido gobierno.
Y en segundo lugar, no se sostiene porque en los últimos 30 años el líder y fundador del PES, Hugo Eric Flores, ha estado al lado de esos gobiernos que según AMLO son los representantes de la ultraderecha en México.
Durante la década de los noventa, Hugo Eric Flores estuvo afiliado al PRI, partido en el que militó hasta 2001. En 2006, se encargó de canalizar votos de los religiosos evangélicos a las arcas de Felipe Calderón. Y desde que el PES obtuvo registro como partido político --primero a nivel local en Baja California y luego a nivel nacional-- se ha aliado indistintamente con el PRI o con el PAN.
Sin ir tan lejos, en la presente legislatura de la Cámara de Diputados, el PES actuó como satélite del PRI. Y este mismo año formó parte de la coalición que derrotó a la candidata de Morena a la gubernatura del Estado de México, Delfina Gómez, aportando votos para el triunfo de Alfredo del Mazo.
Además --como bien recuerda Crespo en su columna-- el PES es un partido que se define como liberal en lo económico; tiene raíces evangélicas y se ha aliado con el PAN para oponerse a las banderas de la izquierda como la muerte digna o la diversidad sexual. Por lo que en efecto, “la alianza Morena-PT-PES será pues una auténtica licuadora política”.
Entonces, ¿Cómo explicará AMLO que --a diferencia de la alianza PAN-PRD-- la coalición “Juntos haremos historia” no es “promiscuidad política"? Y todos los ex perredistas que abandonaron al Sol Azteca por aliarse con el PAN, ¿cómo justificarán su apoyo a Morena ahora que se alía con el PES?
Misión imposible.
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