El asalto armado: ¿el nuevo paradigma terrorista?
Mujeres lloran ante el cuerpo de Mohammed Ali Khan, muerto en el ataque talibán a la escuela de Peshawar Reuters
En los últimos días hemos asistidos a dos ataques terroristas, en Australia y Pakistán, con toma de rehenes. A pesar de que es una táctica cada vez más común, cuando oímos que se ha perpetrado un atentado terrorista, todos pensamos en un coche bomba o incluso en un ataque en el que un hombre se inmola en un lugar concurrido. Incluso, después del 11 de septiembre identificamos estos atentados con ataques en medios de transporte, como autobuses, trenes, metros o incluso aviones.
Sin embargo, desde hace ya algunos años, la técnica más mortífera, cruel y habitual usada por el terrorismo internacional es el asaltoa edificios públicos, escuelas, centros de entrenamientos o incluso centros comerciales. La proliferación de este tipo de actos nos lleva a pensar que, quizás, esté cambiando el paradigma terrorista y que, por ello, en los próximos años tal vez debamos adaptar el tipo de respuesta para combatirlo.
Los primeros que emprendieron este tipo de acciones, al igual que las decapitaciones, fueron los terroristas chechenos. En 1995, un desconocido terrorista -Shamil Bassayev- secuestraba un hospital en la localidad rusa de Budionnovsk con un saldo final de 30 muertos. Seis meses más tarde, el guión se repetía en la ciudad daguestaní de Kizlyar. En mayo de 2002, otro comando suicida, que esta vez incluía a las temidas "viudas negras", asaltaba el teatro moscovita Dubrovka, dejando un saldo de 180 muertos. Sin embargo, el atentado más atroz no llegaría hasta septiembre de 2004, cuando un comando terrorista checheno se amotinó en una escuela infantil en Beslán, (Osetia del Norte - Rusia). En el asalto murieron 370 personas, de las cuales 170 eran niños. A pesar de que en los últimos años los terroristas chechenos no habían llevado a cabo este tipo de acciones, en estas dos semanas anteriores se han registrado dos atentados en Grozny con similares características.
Si bien es cierto que los terroristas chechenos son "pioneros" en este tipo de ataques, otros grupos también han llevado a cabo acciones similares. A todos nos viene a la cabeza el atroz asalto perpetrado por Al Shabab a un centro comercial en Nairobi (Kenia), que acabó con la muerte de 68 personas en septiembre 2013.
En la mañana de este martes nos despertábamos con la noticia del secuestro de 500 niños en una escuela pública vinculada al ejército pakistaní. Tal y como ellos mismos han reconocido, el grupo terrorista Tehrik-i-Taliban estaba detrás de este atentado que, de momento, ha dejado un triste saldo de 141 muertos. Tehrik-i-Taliban puede "presumir" de tener un largo y sanguinario historial de ataques similares, entre los que podemos destacar el perpetrado contra la academia de policía de Lahore (2008), el asalto al puesto fronterizo de Torkham o el atentado contra el Cuartel General de Rawalpindi (2009).
Sin embargo, no se trata de un modelo de atentado terrorista que pueda ser atribuido en exclusividad a este grupo, ya que lamentablemente el procedimiento es bastante frecuente en el subcontinente indio. Todos recordamos el asalto al Parlamento hindú, los atentados de Mumbai o el asalto a la Mezquita Roja. Ante este patrón de comportamiento, cabe hacerse algunas preguntas como quién lo lleva a cabo, por qué y cómo se puede prevenir.
Adiestrados para acometer la venganza
Este tipo de ataques es llevado a cabo por terroristas o ciudadanos que han tenido experiencia en combate -muchos de ellos están vinculados al ejército- o bien han sido entrenados para ello. En el caso de Pakistán, los campos de entrenamientos situados en la frontera con Afganistán aún hoy, a pesar de las acciones de Estados Unidos y Pakistán, siguen siendo perfectos santuarios para los terroristas. En el caso de Kenia, la mayor parte de Somalia sigue siendo un auténtico campo de entrenamiento para las actividades yihadistas. Mención especial merecen los chechenos, que encuentran en las gargantas del Cáucaso y en la caótica Siria zonas ideales para formar soldados que en el futuro se encargarán de ejecutar estas actividades.
La motivación para llevar a cabo estas acciones está en su mayor parte relacionada con la venganza. Puede ser bien frente a un grupo étnico -osetios y rusos en el caso de Chechenia o los keniatas en el caso de Somalia- bien frente a una colectividad concreta. Este sería el caso de la escuela de Peshawar ya que los alumnos de la citada escuela eran hijos de militares y por tanto esta acción estaría dirigida a vengar las acciones del ejército pakistaní en las zonas donde se asientan.
Por último, cabe preguntarse qué se puede hacer para acabar con estos ataques. Aunque es difícil responder a esta pregunta, probablemente la medida más eficaz es evitar la existencia de estados fallidos donde los grupos terroristas encuentran la impunidad necesaria para formar y adiestrar a los terroristas que luego cometerán estos atroces crímenes.
A modo de conclusión, debemos decir que hoy más que nunca debemos adaptar nuestra forma de lucha a las nuevas formas que toma el terrorismo. Los ataques hoy que se cometen en Pakistán, Chechenia o Kenia, mañana pueden perpetrarse en otros lugares incluyendo aquellos donde vivimos.
Alberto Priego es director del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de Comillas.
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