Riobóo y AMLO. Foto: Cuartoscuro.
Nada claras están las verdaderas intenciones de Andrés Manuel López Obrador respecto al nuevo aeropuerto de la Ciudad de México (NAIM). Ni siquiera sus más allegados conocen el verdadero objetivo del Presidente electo en esta materia. Han sido constantes sus cambios de posición a lo largo de los dos últimos meses, a pesar de que desde el año 2015, como está documentado, declaró estar convencido de la inviabilidad del proyecto de construir el NAIM en Texcoco.
Menos claro está en este tema la participación del constructor José María Riobóo Martín. Resulta que el presidente del Grupo Riobóo es el verdadero padre del proyecto de construir dos pistas en el aeropuerto militar de Santa Lucía, para que éste funcione de manera simultánea con el actual Aeropuerto Internacional Benito Juárez, como alternativa al proyecto del gobierno de Enrique Peña Nieto.
Riobóo Martín tuvo relación con el Gobierno del entonces Distrito Federal, encabezado por López Obrador, a través de cuatro adjudicaciones directas, sin concurso, por un monto de 171 millones de pesos ocurridas entre 2002 y 2005. Estos contratos sin licitación fueron denunciados durante el segundo debate presidencial por el candidato de la Alianza Por México al Frente, el panista Ricardo Anaya Cortés, que cuestionó al respecto al aspirante de Morena sin obtener respuesta. Anaya Cortés publicó como prueba de su dicho los cuatro contratos en sus redes sociales, sin ser desmentido.
Las adjudicaciones mencionadas formaron parte del Fideicomiso para el Mejoramiento de las Vías de Comunicación del Distrito Federal (Fimevic), creado para el desarrollo y construcción del Segundo Piso del Anillo Periférico, del Viaducto y de otros proyectos viales. El contrato de mayor monto correspondió a un proyecto vial y estudios de impacto ambiental, urbano y vial, así como el proyecto ejecutivo para la construcción del llamado segundo piso sobre el Anillo Periférico de la capital, por más de 61 millones de pesos.
Diversas versiones periodísticas indican que Riobóo Martín intentó sin éxito participar con sus empresas en la construcción del NAIM. Quería rebanada del pastel. Al fracasar en su tentativa, viró en busca de su amigo López Obrador para “venderle” el proyecto de Santa Lucía, el que por cierto constituye, al margen de su viabilidad técnica, un muy pero muy atractivo negocio.
Con este personaje se reunió AMLO a finales de noviembre de 2015, cuando era  dirigente del naciente partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) para examinar el proyecto de la construcción del NAIM en Texcoco, lo que confirma que el ingeniero y empresario es hombre de toda la confianza del ahora Presidente electo.
López Obrador escribió en su página de Facebook el día 30 de ese mes, hace tres años:
“Estuve con el Ing. José María Rioboó. Revisamos de nuevo la propuesta alterna al nuevo aeropuerto y estamos convencidos que sería muy irresponsable destinar 170 mil millones y cerrar dos aeropuertos, con el añadido de que construir el nuevo aeropuerto en Texcoco es técnicamente inviable, pues el suelo firme está a más de 80 metros de profundidad. Es decir, está garantizado que habrá hundimientos exagerados y diferenciales. Esto lo muestra la carretera México-Texcoco”.
Agregó:
“En cambio nuestra propuesta de hacer dos pistas en Santa Lucía representa construir en suelo firme, no cerrar los actuales aeropuertos y ahorrar 100 mil millones de pesos. No es cierto, como sostiene la SCT, que no pueden operar el actual aeropuerto y el de Santa Lucía, pues llevan casi 70 años funcionando de manera simultánea. Además, en Nueva York, el aeropuerto de John F. Kennedy y el de la Guardia están a 17 kilómetros, uno del otro, con un tráfico aéreo tres veces superior al de la Ciudad de México. Lo mismo sucede con los aeropuertos internacionales de Tijuana y San Diego, que están a 5 kilómetros, mientras el Benito Juárez y el militar de Santa Lucía están a 32 kilómetros en línea recta”.
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Lo que resulta inexplicable es la razón por la que AMLO, luego de coquetear con la propuesta de Carlos Slim para que la Iniciativa Privada se haga cargo como concesionario de la construcción de Texcoco, llame ahora a una “consulta nacional” para que el pueblo sabio sea el que decida.
De remate, justo en la víspera del inicio de dicha “consulta”, que durará cuatro días, el ya designado futuro secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, da a conocer el miércoles pasado un nuevo estudio atribuido a la consultora francesa NavBlue (a la que equiparó sin más datos con la estadunidense Mitre)  sobre la factibilidad del proyecto Santa Lucía como alternativa a la construcción del NAIM. El estudio costó unos tres millones de pesos y resultó ser una tomadura de pelo. El próximo titular de la SCT no aclaró que dicho dictamen de los expertos franceses está basado ¡en la información proporcionada por el Grupo Riobóo!, como se aclara en el propio documento.
Los hechos dan sustento al sospechosismo inevitable y ya se especula sobre una relación nada transparente y mucho provechosa entre el inminente Presidente de la República y el empresario, su asesor. Y ya hasta se compara con la sostenida por el presidente Peña Nieto (desde que ocupó la gubernatura del Estado de México) y el Grupo Higa, propiedad de su amigo el magnate constructor  Juan Armando Hinojosa Cantú. Fuera bueno aclararlo, cuanto antes. Válgame.
@fopinchetti