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jueves, 25 de octubre de 2018

El Himno del Nuevo Aeropuerto y la prensa fifí cuando es seria, vale la pena leerla

@FedericoArreolajue 25 oct 2018 07:18
 
  
 
En serio, no habrá crisis si se cancela Texcoco ni habrá auge si no se cancela: la bronca económica es otra y es fuerte
En serio, no habrá crisis si se cancela Texcoco ni habrá auge si no se cancela: la bronca económica es otra y es fuerte
Foto propiedad de: Internet

El Himno del Aeropuerto

Sarmiento modera su pesimismo

Aunque está totalmente a favor de que las obras del NAIM o NAICM continúen en Texcoco, Sergio Sarmiento, de Reforma, que entiende bastante de temas económicos, afirma que, de plano, “la cancelación del aeropuerto de Texcoco no va a provocar una devaluación del peso ni una crisis financiera”. 
El catastrofismo bastante moderado de Sarmiento a lo más que llega es a pronosticar, en un tono realmente sensato, que no seguir adelante con esa obra “introducirá un factor de incertidumbre a los inversionistas de México y el mundo ante el nuevo gobierno y puede subir las tasas de interés”. Es decir, puede subirlas o puede no subirlas. En realidad, como afirman colaboradores de Reforma con más experiencia en el análisis de la economía, las tasas probablemente subirán, pero por otras razones.

Kalifa y su mejor análisis

No es optimista el experto Salvador Kalifa Assad, que ve venir problemas económicos serios. Su artículo de este día en Reforma inclusive se titula “La recesión que viene”. Pero el periodos de vacas flacas anunciado por Kalifa poco o nada tiene que ver con la continuación o la cancelación del aeropuerto en Texcoco. De hecho, Kalifa Assad ni siquiera menciona el tema en su escrito, que vale la pena leer.
Kalifa afirma que al presidente electo Andrés Manuel López Obrador se le complicará llegar a la meta de que México crezca al 4% porque enfrentará “un entorno externo bastante menos favorable que el vivido durante la administración de Enrique Peña Nieto”. Este es el problema, no el aeropuerto. La bronca está afuera, no dentro de México, y ello obligará a AMLO a ser muchísimo más creativo, austero y trabajador para que las cosas salgan adelante. Y es que, como dice Salvador Kalifa, el futuro viene mal incluso si el nuevo gobierno es “muy acertado en sus políticas internas”.
Gobernar no es fácil. Como bien detalla Kalifa, EPN se benefició “de las tasas de interés más bajas en la historia moderna de EU y de nuestro país, lo que facilitó la expansión del gasto y la deuda pública durante su administración”. Pero ello no se notó en el crecimiento económico de México, “cuya tasa promedio fue, para todo fin práctico, similar a la de los últimos 40 años”.
Andrés Manuel no la tendrá tan fácil: ya “enfrenta tasas de interés más altas y, por lo menos en el caso de EU, ascendentes”.  Y nada tiene que ver el debate del aeropuerto con esa situación. Por cierto, las tasas no son el único problema que complicará el panorama: los economistas pronostican que hacia finales de 2020, a más tardar, habrá una recesión en Estados Unidos, lo que “contribuirá a un debilitamiento global, lo que muy probablemente presione a la baja el precio de las materias primas, en particular, el petróleo”.
O sea, aeropuerto o no aeropuerto, el verdadero reto de la economía es externo y el presidente Andrés tendrá que torearlo con toda la sabiduría y el coraje que tenga.

“El mito del error de octubre”

Es el título del artículo de otro colaborador serio de Reforma, el economista Joel Martínez. Esta persona simple y sencillamente no se cree el cuento de que estamos ante el inicio de una crisis similar al “error de diciembre” de 1994.
La situación actual, dice Martínez, es muy distinta a la de hace dos décadas:
1.- “Las condiciones macro y las de la balanza de cuenta corriente de 1994 son opuestas a las que existen hoy”.
2.- “La mayor parte de la depreciación reciente del peso tiene su origen en el contexto mundial actual”.
3. Las reservas internacionales en 1994 “eran cero o hasta negativas y todo el capital extranjero en el mercado de dinero era de corto plazo y volátil”. Hoy “ascienden a 174 mil millones de dólares y se tiene acceso a tres líneas de dólares…”. Ahora, “los portafolios globales son dueños del 61 por ciento del total de los llamados bonos M emitidos por el gobierno federal”. Se trata de “portafolios mundiales institucionales, los cuales difícilmente van a cambiar de opinión después de la consulta acerca del nuevo aeropuerto”.
4.- Joel Martínez da otra interpretación al reciente diagnostico de José Ángel Gurría, secretario general de la OCDE: “señaló que es un error cancelar el nuevo aeropuerto, pero no considera que ello derive en una catástrofe”.
5.- En opinión del economista Martínez, nos andan asustando con “el petate del muerto”.
6.- A Joel Martínez más grave que el debate sobre el aeropuerto le parece el proyecto, quizá ya abortado, de restar autonomía a la Comisión Nacional de Hidrocarburos y a la Comisión Reguladora de Energía. Pero la cosa todavía no pasa de simples “advertencias” de Fitch y Moody´s de que ello podría degradar la calificación de México.
7.- El economista Martínez propone dar “la justa dimensión a las cosas”, ya que, por ejemplo, “las calificadoras también tienen una larga ‘cola’ que les pisen, pues son las mismas que avalaron la emisión de bonos con respaldo en hipotecas de baja calidad en Estados Unidos que quebraron a la banca y engendraron la peor recesión de la historia”.
8.- En cuanto a la volatilidad del peso, casi toda viene de fuera, es decir, interpreto que para Joel Martinez las broncas del peso no la genera la posible cancelación del aeropuerto en Texcoco. Lo cierto es que todas las monedas la están pasando mal por culpa de Estados Unidos y las ondas raras del presidente Trump.
9.- En resumidas cuentas, “el mundo se cae a pedazos y aquí todos metidos con la falacia de un ‘error de octubre’…”, error que de plano no existe ni existirá pase lo que pase con el aeropuerto.

El largo plazo

Hasta un colaborador de Reforma mucho más asustadizo, el señor Jorge Suárez-Vélez, entiende que “la cancelación de Texcoco no provocaría una debacle mañana”. Por supuesto que no, digan lo que digan los numerosos sembradores de miedo del periodismo, el sector empresarial y los bancos que juran casi a diario que no hay vida más allá del NAIM o NAICM.
Eso sí, el citado articulista afirma que lo anterior “tendría un enorme impacto de largo plazo”, debido a que “nunca se ha sometido a consulta una obra pública de esta magnitud que ya esté en construcción”. 
Le responderé al señor Suárez-Vélez  que siempre hay una primera vez, esto es, que no le asuste el cambio de paradigma político. Y, bueno, en lo referente a que habrá problemas en el largo plazo, pues solo recordarle lo que dijo aquel: en el largo plazo todos vamos a estar muertos…

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