Hace casi medio siglo, cuando la izquierda mexicana nacía a la vida pública de manera legal –luego de la etapa de clandestinaje–, uno de los míticos luchadores acuñó un eslogan que lo volvió emblema.
El profesor universitario, científico y líder del movimiento estudiantil de 68, Heberto Castillo, difundió por todo el país la poderosa consigna: “Salario Mínimo al Presidente, para que vea lo que se siente”.
El fondo de la consigna y el mensaje que llegó a los ciudadanos era el de una necesaria austeridad por parte de los gobernantes, frente a la precariedad de millones de mexicanos pobres.
Si conectamos el eslogan de “Salario Mínimo al Presidente…” con lo que pasa hoy en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador –en materia de austeridad–, podemos encontrar en la mente brillante de Heberto Castillo el origen del austero salario presidencial de 108 mil pesos.
Y vale la comparación porque en la mañanera de ayer los periodistas le preguntaron al Presidente Obrador si estaría dispuesto a donar su salario a una causa noble, como hizo la titular de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.
La respuesta del Presidente sorprendió a muchos que esperaban un verdadero gesto de austeridad.
López Obrador dijo que no. ¿Por qué?
Porque según el presidente, “sólo vivo de mis ingresos”.
La explicación dejó insatisfechos a muchos que esperaban que el Presidente pusiera el ejemplo sobre una verdadera austeridad; esperaban que regresara al mítico eslogan de Heberto Castillo: “Salario Mínimo al Presidente, para que vea lo que se siente”.
Lo llamativo del tema es que cada vez es más evidente el engaño de Obrador. Ya no viaja en “Surito” blanco, tampoco en el Jetta. No, hoy se traslada en una lujosa camioneta que es parte de un comboy de cinco vehículos similares.
Pero la gran interrogante está en otro lado.
Si el Presidente Obrador en realidad vive de su salario de 108 mil pesos, ¿de qué vivía antes de ser presidente? ¿Por qué no regresa a esa vida monástica que igual le daba ingresos suficientes par él y toda su familia?
Durante años, a la pregunta sobre sus ingresos, Obrador dijo que vivía de la venta de sus libros, lo cual fue desmentido por las distintas editoriales.
Luego dijo que vivía de donativos de personas que aportaban dinero “a la causa”. Al final dijo que vivía de un salario del partido Morena.
¿Cuál de todas esas aseveraciones es real? ¿De cuánto debe disponer el Presidente, si en toda su familia la única que trabajaba hasta antes del 1 de diciembre, era su esposa?
Algo no cuadra en la supuesta austeridad del Presidente Obrador y cada vez queda más claro que buenas parte del discurso presidencial parte de premisas falsas y de mentiras flagrantes.
Por eso no sería ocioso que la sociedad mexicana exigiera, igual que Heberto Castillo, “Salario Mínimo al Presidente, para que vea lo que se siente”.
Se los dije.