Al Qaeda pierde a su líder para el yihadismo milenial
EEUU abate a Hamza Bin Laden, el líder con el que Al Qaeda pretendía relanzar la organización terrorista para hacer sombra al Estado Islámico
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Estaba llamado a reinar en el firmamento yihadista. Había sido adiestrado durante años por los más estrechos vasallos de su padre, Osama Bin Laden. Y Al Qaeda había confiado en su pedigrí para reconciliarse con los 'muyahidines' desencantados desde la sonora irrupción del autodenominado Estado Islámico y seducir a las nuevas generaciones. Era la gran baza para recuperar el esplendor extraviado. Hamza Bin Laden, el cachorro de 30 años que aspiraba a ser caudillo de la red fundada por su padre, no podrá cumplir las esperanzas que tantos habían depositado en él. Los servicios de Inteligencia estadounidenses aseguran disponer de la confirmación de que Hamza perdió la vida en un ataque aéreo del que no han proporcionado información concreta.
Según fuentes gubernamentales citadas por varios medios de comunicación estadounidenses, la promesa de Al Qaeda habría muerto en algún lugar y tiempo indeterminado durante los dos primeros años de la presidencia de Donald Trump, que juró su cargo en enero de 2017. Antes incluso de que el pasado febrero el Departamento de Estado anunciara una recompensa de un millón de dólares para quien pudiera proporcionar pistas sobre su paradero. Por aquel entonces, según el Pentágono, ni el ejército ni las agencias de Inteligencia de EEUU contaban con la verificación definitiva de su óbito.
Refugiado en la porosa frontera entre Pakistán y Afganistán, Hamza vio por última vez a su progenitor cuando tenía 13 años, en el prólogo de la intervención estadounidense contra los talibán. A partir de entonces y hasta su muerte en su escondite de Abbottabad (Pakistán) en mayo de 2011, padre e hijo se intercambiaron misivas en las que el joven ensalzaba la obra del fundador de Al Qaeda y maldecía la distancia impuesta por motivos de seguridad. "Cuántas veces he deseado desde el fondo de mi corazón estar a tu lado. Recuerdo cada sonrisa que me brindabas, cada palabra que me decías y cada mirada que me ofreciste", escribió en uno de aquellos legajos dirigidos a Osama. Formado por los colaboradores de su padre durante sus años de arresto domiciliario en Irán, Hamza -que había aparecido, siendo un niño, en los primeros vídeos de propaganda del grupo- volvió a escena en 2015. El actual líder de Al Qaeda, el egipcio Ayman al Zawahiri, le presentó como "un león llegado de la guarida de Al Qaeda".
Desde entonces, su voz se había convertido en habitual del brazo mediático de la organización, con sus recurrentes exhortaciones a los "lobos solitarios" a atentar en Occidente y a los musulmanes a iniciar una revolución para vengar la liquidación de su padre. Su mensajes de audio, sin embargo, dejaron de divulgarse hace meses. Un artículo rubricado supuestamente por Hamza vio la luz el pasado mayo. Entre julio y agosto de 2017 el joven escribió una carta, publicada a finales de aquel año, anunciando el fallecimiento de Osama, su hijo de 12 años. La misiva no proporcionaba detalles de su muerte pero loaba su "martirio", sugiriendo que perdió la vida en un ataque aéreo dirigido a su padre. A diferencia de Al Zawahiri, Hamza jamás criticó en sus alocuciones a su rival, el Estado Islámico -nacido de una escisión de la propia Al Qaeda-, en un intento de mantener intactas sus opciones de reunificar a la yihad global.
Aunque nunca desempeñó un cargo oficial en el organigrama de Al Qaeda, concitaba el consenso para erigirse en el futuro de la organización. Su pérdida es un golpe anímico para un grupo que ha logrado sobrevivir a la retórica y la fascinación del extinto califato y retener parte de su telaraña de sucursales a pesar de no haber urdido ni inspirado atentados terroristas a gran escala. "A corto plazo tendrá poco impacto, si tiene alguno. Según las informaciones, habría estado muerto desde hace tiempo, lo que probaría esto", señala a EL MUNDO Bruce Hoffman, profesor de la School of Foreign Service de la Universidad de Georgetown y uno de los mayores expertos en terrorismo del planeta. "El movimiento sobrevivió al fallecimiento de su padre y estoy seguro de que podrá hacerlo al de su hijo. A más largo plazo, sin embargo, priva a Al Qaeda del tipo de potencial líder futuro que podría dirigirse a las generaciones milenial y Z que el Estado Islámico ha demostrado cultivar con más habilidad", puntualiza.
En los últimos años, Hamza había cooperado con Al Zawahiri para reformular el mensaje de Al Qaeda, en una suerte de reposicionamiento con el horizonte del derrumbe del califato declarado por el IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés) en Siria e Irak, y preservar los lazos con los talibán. "Faltan detalles importantes sobre cómo murió Hamza que podrían resultar muy reveladores", opina Barak Mendelsohn, experto en yihadismo de la universidad estadounidense de Haverford, en conversación con este diario. "Si Al Qaeda hizo un esfuerzo excepcional para ocultarlo, entonces su muerte significa que se ha producido un grave fallo de Inteligencia que sería preocupante para el grupo", desliza.
Al Qaeda, que lanzó una docena de mensajes de audio del joven en los últimos años, jamás difundió la imagen de su rostro por razones de seguridad. En 2017 la CIA distribuyó una instantánea de su boda y el pasado verano Alia Ghanem, la madre de Osama y matriarca del clan, aseguró desde su residencia en la ciudad saudí de Yeda que Hamza había contraído matrimonio con una supuesta hija de Mohamed Atta, el ingeniero egipcio que durante meses pergeñó el 11-S. Desde que a última hora del miércoles se difundiera la noticia, Al Qaeda ha guardado silencio, consciente de la repercusión que supone la pérdida de un icono.
"En grupos salafistas-yihadistas, los líderes son herramientas importantes para inspirar confianza a los partidarios existentes y potenciales. Hamza era usado como una figura simbólica que podía tranquilizar a las bases de que Al Qaeda tenía un futuro brillante por delante, en el que la agenda de su fundador seguiría siendo la fuerza que guiara sus operaciones", arguye Michael Smith, analista experto en terrorismo de la universidad estadounidense Johns Hopkins. "Ahora la incógnita es si su muerte se traduce en deserciones hacia las filas del IS. Pero si el IS, cuyos dirigentes se consideran administradores de la yihad que una vez lideró su padre, logran perpetrar ataques a modo de represalia más espectaculares que los de Al Qaeda, resulta concebible que algunos opten por abandonar el grupo", vaticina.
La marcha de Hamza, el decimoquinto hijo de Osama y el último Bin Laden en caer abatido, puede ser también una buena campaña de relaciones públicas para la organización tras una larga travesía por el desierto. "Incluso en el supuesto de que Al Qaeda tuviera grandes planes para Hamza, su muerte puede servir al grupo para recordar a su gente el pedigrí del grupo y los sacrificios que hacen sus líderes", concluye Mendelsohn.
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