Con AMLO, decepción en puerta, dicen analistas
Hay poco dinero para las promesas de López Obrador
Pese a las prisas por llevarla a la práctica, la prometida cuarta transformación del país tardará un buen tiempo en hacerse realidad, al menos en lo que toca al crecimiento económico.
Será difícil para Andrés Manuel López Obrador concretar en un corto plazo sus afanes reformistas dada las frágiles condiciones, la vulnerabilidad, de las finanzas públicas, que adolecen de problemas graves como el exceso de gasto corriente, la baja inversión productiva y un bajo nivel de ingresos tributarios como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), considera el doctor Eduardo Ramírez Cedillo, profesor investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Estas difíciles condiciones plantean tres posibles escenarios económicos para el futuro, dice. El intermedio, el más probable, es que sigamos con tasas de crecimiento casi iguales que las de ahora para todo el sexenio, porque no hay elementos que lleven a pensar que podría lograrse algo diferente.
Pólvora mojada
Los más optimistas piensan que un detonador podría ser el nuevo Tratado de Libre Comercio, sin embargo, la realidad es que los cambios que se le hicieron fueron más bien de tipo estético y en los rubros que le interesaban a Donald Trump, pero en su esencia el TLC sigue siendo el mismo, opina el doctor en Economía.
“Quizás el nuevo acuerdo genere una mejor percepción, quizás pueda llevar a un mejoramiento de las relaciones comerciales, pero no creo que impacte significativamente en el dinamismo económico del país”.
De tigre a gatito
A principios del sexenio peñista, analistas internos y externos se referían a México como el “nuevo tigre económico”, le veían condiciones para crecer más que nadie en la región. Sin embargo, esas predicciones volaron en mil pedazos al chocar con la realidad y el tigre quedó en inofensivo gatito.
El experto en Finanzas Públicas, de visita en Mérida para ofrecer una conferencia en la Facultad de Economía de la UADY, apunta que ese desengaño puede analizarse desde varias perspectivas. En principio, observa, las predicciones optimistas fueron resultado de las reformas estructurales logradas al inicio de la administración.
“Apenas se aprobaron las reformas, el Fondo Monetario Internacional subió las expectativas del crecimiento económico de México por encima de las de los otros países de la región, se generó un ambiente de grandes esperanzas, sin tomar en cuenta que esas reformas, por ser de mediano y largo plazos, necesitarán mucho tiempo para dar los frutos que se esperan de ellas. De mantenerse, tal vez dentro de unos años comencemos a ver sus resultados”.
Ni para el arranque
Por otra parte, algunas ni siquiera pudieron hacerse efectivas en los hechos, agrega. La educativa, por ejemplo, apenas comenzó a aplicarse en este ciclo escolar y ya en diciembre podría ser derogada. Y la energética, que fue presentada como la mayor y la más importante de todas las implementadas por Peña, llegó tarde. “Debió firmarse hace más de 10 años, cuando el ‘boom’ de los precios del petróleo”.
Si a esto se le suma la desconfianza ciudadana provocada por escándalos de corrupción, la crisis de inseguridad y algunos malos manejos de la política económica, se entiende mejor que los resultados no hayan sido los esperados.
Segunda desilusión
En esa perspectiva, que deja escaso margen de maniobra, es poco probable que los cambios drásticos prometidos por López Obrador puedan hacerse realidad, lo que implica otro gran problema: llevará inevitablemente a la desilusión. El político tabasqueño despertó expectativas muy grandes, prometió cambios radicales y rápidos, y quienes votaron por él podrían sentirse defraudados”.
Se piensa que el gasto social —la suposición es que se le va a dar dinero a todos— ayudará a aplacar ese malestar generado por la desilusión, pero aun esa intención será difícil porque no alcanza el dinero. “Se está planteando un gasto importante, ahorros sustanciales, pero no la posibilidad de aumentar impuestos. Eso va a frenar la intención de la dádiva pública”.
Y además y lo más grave es que regalar dinero no conduce a una modificación del tejido productivo de la sociedad. “Y mientras esto no ocurra, al final del día las personas dejarán de ser pobres sólo mientras reciban el dinero del Estado. Cuando el gobierno les retire el apoyo volverán a ser igual de pobres o quizá más, porque también serán dependientes de la caridad del Estado. Ahí hay un gran riesgo”.
Lo bueno
No obstante, a grandes trazos, lo que delinean las propuesta de López Obrador se enfoca en lo que necesita el país, dice el economista, quien no cree que todo lo que se propone desde la estructura del nuevo gobierno sea malo. Si se le busca, si se le rasca, se encuentran varios puntos interesantes, necesidades que se cubren: el próximo presidente entiende que es indispensable la inversión pública y dónde se debe hacer, entiende a cuáles estados hay que apoyar en su desarrollo…
La ejecución será el problema, puntualiza el Dr. Ramírez Cedillo al hacer un rápido análisis de algunos de los principales proyectos del mandatario electo.
“El tren maya no va estar funcionando sino hasta dentro de seis o siete años, lo mismo que el proyecto del Istmo, que entraña además una enorme dificultad de realización: tocará algunas de las regiones más difíciles para emprender proyectos conjuntos, como Oaxaca, que con sus 500 municipios y zonas de gobiernos autónomos es un lugar donde es imposible hacer algo”.
Becarios, no sicarios
Otro elemento entendible de las propuestas del nuevo gobierno es que está buscando que cierto gasto sea productivo. Por ejemplo, la idea de becar estudiantes de nivel medio superior, que es una medida es positiva siempre y cuando se establezcan criterios claros para acceder a estos apoyos y entregarlos a quienes de verdad los necesitan.
“Sin embargo, al parecer serán becas universales. Esto puede provocar que haya jóvenes que estudien no por un deseo de superación, de realización, sino porque estar inscrito en la escuela les resultará productivo. Hay un gran riesgo en esto”.
Por último, el economista capitalino destaca otros dos elementos que, piensa, van a incidir mucho en los resultados del nuevo gobierno. El primero es el poco margen de maniobra que tendrán los funcionarios del gabinete, la poca autonomía. “López Obrador sigue siendo una persona autoritaria, que exige que las cosas se hagan como él quiere y punto”.
La corrupción
El otro es la corrupción, uno de los principales estandartes enarbolados por el próximo presidente en cruzada hacia Palacio Nacional, advierte. Nadie puede decir —al menos nadie ha podido demostrarlo— que Andrés Manuel sea corrupto, sin embargo la reputación de las personas que lo acompañarán a gobernar no es la mejor. Para ganar las elecciones, tuvo que rodearse de muchos ‘personajes’ que siempre han antepuesto sus intereses al beneficio colectivo. Y eso, definitivamente, no es lo más sano para el país”.— Mario S. Durán Yabur mario.duran@megamedia.com.mx
Finanzas /Vulnerabilidad
Frases del Dr. Eduardo Ramírez Cedillo durante la conversación con el Diario:
Un déficit arraigado
“Las finanzas públicas de México llevan más de 40 años siendo deficitarias, pero antes los ingresos petroleros permitían, maquillaban esta situación”.
Doble intención
“La recaudación tributaria es deficiente, pero es perfecta para que los gobernantes se mantengan en el poder y hagan lo que quieren, porque las personas que no contribuyen del todo no exigen rendición de cuentas”.
Mal recaudador
“La renta petrolera convirtió al gobierno de México en un mal cobrador de impuestos”.
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