El Estado Islámico pierde su cabeza
Al Bagdadi era el terrorista más buscado del planeta, una figura homologable a lo que representó Bin Laden.
Era el terrorista más buscado del planeta, una figura homologable a lo que representó Bin Laden. Y, como éste, Al Bagdadi ha muerto tras ser localizado por las fuerzas especiales de EEUU en una operación de alto riesgo en Siria. Trump confirmó ayer que el autoproclamado califa del Estado Islámico se suicidó haciendo explotar su chaleco-bomba al sentirse acorralado. "Ha muerto como un perro, como un cobarde", sentenció el presidente estadounidense sin disimular la alegría por una misión que acaba con una de las personas que más daño han causado este siglo.
La localización y desarticulación al fin de Al Bagdadi es una magnífica noticia, puesto que ejercía una terrible influencia entre acólitos del IS en todo el mundo. Además, cabe destacar que Washington ha contado en la operación con el respaldo de casi todas las potencias que hoy operan en el tablero sirio. La lástima es que Trump no trate justamente de reforzar esa cooperación multilateral para seguir haciendo frente al yihadismo en Siria y que, por el contrario, con decisiones tan irresponsables como la su intención de abandonar precipitadamente el país las células durmientes del IS estén recuperando terreno, al igual que en Irak. El califato está muy herido, pero no ha sido aún derrotado del todo.
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