Cuando despertó, el avión seguía allí
El Dinosaurio
Por Augusto Monterroso
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
A diferencia del famosísimo y enigmático microrrelato del guatemalteco Monterroso, publicado en 1959, objeto de infinidad de estudios, análisis e interpretaciones, la historia del avión presidencial mexicano solo admite una conclusión: la realidad.
Y la realidad es que después de mandarlo a California para su venta; de múltiples ofrecimientos del presidente López Obrador a distintos empresarios y Jefes de Estado, incluso a cambio de equipos médicos; de alrededor de 1 millón 200 mil dólares que costó tenerlo 19 meses parado en un hangar de la empresa Boeing; De las voces expertas que consideraron mala idea venderlo, porque habría que malbaratarlo; de las opiniones -me incluyo- de quienes piensan que no está bien que el Presidente de México viaje en aviones comerciales por su seguridad; y de la peregrina idea de rifarlo cuando aún no es propiedad del gobierno, el avión presidencial sigue allí.
Seguramente habrá quien asegure que el presidente ya cumplió con su promesa de venderlo por ser un símbolo de la opulencia, el despilfarro y la corrupción de los gobiernos anteriores. Pero no, al avión sigue allí. Y parte de nuestros impuestos continuará pagando lo que falta de su arrendamiento y lo que cueste tenerlo metido en un hangar hasta quién sabe cuándo.
Fueron más de 8 meses de promover una rifa de algo que no se podía rifar. De convencer a los hombres más ricos de México para que voluntariamente cooperaran comprando la mitad de los seis millones de boletos. Nunca supimos si eso se cumplió. De pedirle a los mexicanos que, por patriotismo, hicieran un esfuerzo para comprar un cachito de 500 pesos, más de cuatro veces el salario mínimo diario. De batallar hasta el último minuto para vender los boletos, al grado de obligar a los empleados del gobierno a cooperar.
Finalmente, llegó el 15 de septiembre. Surgieron cien ganadores en un peculiar e histórico sorteo de la Lotería Nacional en varios rincones del país. Por la noche, una ceremonia del Grito de Independencia desangelada, ahogada por la pandemia. Y a la mañana siguiente, cuando el presidente López Obrador despertó, el avión presidencial José María Morelos y Pavón seguía allí.
Es probable que ese tema salga de su agenda en las conferencias mañaneras, porque pasó de ser un estandarte de austeridad contra la opulencia y la pobreza a un propósito varias veces fallido.
Ese circo se acabó. Casualmente, al mismo tiempo comenzó otro: la consulta ciudadana para enjuiciar a los expresidentes, que le dará a López Obrador muchos meses de tema muy redituable electoralmente. Pero eso, como decía el comercial de televisión, es otra historia.
Mientras tanto, el avión presidencial sigue allí.
RINGKING BROS. BARNUM & AMLO
Se le conocía como The Greatest Show on Earth (El Espectáculo más Grande del Mundo). Recorrió el mundo asombrando a chicos y grandes desde 1871 hasta 2017.
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