El falso suicidio de uno de los asesinos de Luis Miranda
Una fuente que por seguridad pidió no ser identificada señaló que era probable que la fractura se la hubieran producido los policías que lo “interrogaron”
Antes de morir en su celda del penal de Santiaguito, en Almoloya de Juárez, Estado de México, el exchofer Arturo Díaz Lobato, involucrado en el asesinato del notario Luis Miranda Cardoso —padre del extitular de Sedesol, Luis Miranda Nava— relató a uno de los custodios que lo vigilaban cómo se tramó y desarrolló el asesinato del también expresidente del Tribunal Superior de Justicia del Edomex.
El relato se halla contenido en un reporte al que tuvo acceso el columnista. Díaz Lobato había trabajado por más de 20 años como chofer del notario. Desde 2016, sin embargo, se hallaba desempleado. Una semana antes de los hechos, dijo, “planeó el robo con otras dos personas”.
Sabía que el señor Miranda vivía solo. Que en la casa solo había una empleada doméstica y que había en el lugar artículos de valor y, en ocasiones, fuertes cantidades de dinero.
El martes 11 de agosto tocó la puerta del notario, en la colonia Sánchez, de Toluca, con pretexto de llevar unos documentos para firma. Según el reporte, se quedó en la puerta mientras sus cómplices ingresaban en el domicilio. Luego de unos minutos escuchó una detonación. Dijo que los cómplices salieron cargados de bolsas, diciéndole que corriera.
Se reunieron en las inmediaciones del mercado 16 de Septiembre, en la colonia Sánchez. Ahí le entregaron un millón y medio de pesos, que ocultó dentro de un horno de microondas en una bodega próxima a su vivienda.
Aquel martes, el cuerpo del notario fue localizado con un disparo de arma de fuego en la región cefálica. Lo habían maniatado y amordazado. Los asaltantes salieron del domicilio llevándose una camioneta Ford Edge de color blanco, que luego abandonaron en el barrio La Teresona.
A través de cámaras del C5 las autoridades obtuvieron imágenes de un Jetta blanco que acompañaba la huida de la camioneta. El propietario fue identificado como Edgar Alejandro “N”. Se le acusó de haber conducido el auto en el que se llevaron los artículos robados.
Las cámaras identificaron también a Arturo Díaz Lobato como una de las tres personas que ingresaron al domicilio. Según las autoridades, el notario fue asesinado tras reconocer a su exchofer.
Sobre la empleada doméstica hubo dos versiones: la primera, que al llegar al domicilio a realizar sus labores encontró el cadáver del notario y alertó a las autoridades, así como al hoy diputado federal Miranda Nava; la segunda, que fue abandonada por los asaltantes a unas calles de distancia.
El exchofer del señor Miranda Cardoso fue aprehendido el 17 de agosto. Lucía ojeroso y desaliñado. Había expresado la intención de suicidarse. Ese día acudió a una audiencia a los juzgados de Almoloya. Al día siguiente, a las 22:30, personal del penal informó que lo había encontrado muerto. Se dijo que Díaz Lobato se había colgado de uno de los barrotes de la ventana dos horas antes, y que utilizó un pantalón para quitarse la vida.
Cuatro días más tarde, la fiscalía general del Estado de México dio a conocer que el exchofer había muerto por traumatismo craneoencefálico severo, y no por el ahorcamiento.
Según autoridades del Edomex, ni las cámaras ni los audios del centro de rehabilitación muestran movimientos extraños en los alrededores de su celda. Una fuente que por seguridad pidió no ser identificada señaló que era probable que la fractura se la hubieran producido los policías que lo “interrogaron”.
El notario Miranda Cardoso solía estar rodeado de escoltas armados. Su asesinato desató una serie de sospechas y especulaciones por su cercanía con la ejecución “de uno de los operadores financieros que mejor sabía las historias de corrupción del sexenio pasado: el exfuncionario de la Secretaría de Hacienda, Isaac Gamboa Lozano”, según apunte de Carlos Loret de Mola, y porque su asesinato ocurrió en tiempos en que se destapaban escándalos de corrupción de la administración anterior (Luis Miranda Nava, compadre de Enrique Peña Nieto, fue uno de los operadores políticos de mayor confianza del expresidente).
La muerte del chofer ahondó la espiral de sospecha alrededor del caso.
A principios de septiembre un tercer implicado en el asesinato fue detenido por agentes de la fiscalía: Raúl Agustín “N”. El chofer del notario lo mencionó como uno de los cómplices. Se informó que durante el arresto se le había asegurado una cantidad de dinero en efectivo que provenía del botín sustraído el 11 de agosto en la colonia Sánchez.
Ayer finalmente se informó que tres personas más quedaron en manos de las autoridades. Raúl “N” y las hermanas Lucero Adriana y Ana Cristina “N”.
Esta última había tenido una relación sentimental con Raúl Agustín “N” (el tercer detenido) de acuerdo con las investigaciones. En el domicilio de estos tres nuevos involucrados se habría escondido y repartido, aquella mañana, parte del dinero del asalto.
Dos de los detenidos los habían señalado. De ese modo, policías de investigación llegaron hasta ellos. Raúl “N” y Lucero “N” admitieron haber recibido una suma “a cambio de prestar su domicilio”. La fiscalía asegura que para “esconder” el dinero recibido los acusados adquirieron varios autos. Hoy se les acusa, entre otras cosas, de encubrimiento agravado.
Sobre la investigación, sin embargo, pesa el falso suicidio del chofer Díaz Lobato. Una bala que podría echar por tierra todo el caso.
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