Vicente Leñero, uno de los grandes testigos de nuestros días: Juan Villoro
- El Colegio Nacional <elcolegionacional@colnal.mx>CCO:erubielcamacho43@yahoo.com.mxmar. 22 de sep. a las 12:39Este mensaje contiene imágenes bloqueadas.
22 de septiembre 2020
ECN/239
Artes y LetrasVICENTE LEÑERO, UNO DE LOS GRANDES TESTIGOS DE NUESTROS DÍAS: JUAN VILLORO
*En la tercera sesión del ciclo Entre la crónica y la ficción, el integrante de El Colegio Nacional, Juan Villoro, dedicó su conferencia transmitida en vivo el 21 de septiembre, al tema Vicente Leñero: Crimen sin castigo, impunidad y libertad de expresión
*Leñero fue “un autor prolífico, que siempre mantuvo una postura independiente: uno de los grandes testigos de nuestros días”, afirmó el colegiado
*Un escritor católico, crítico de la jerarquía eclesiástica y de los dogmas más severos, siempre cercano a la palabra libertaria de Jesús, y a gente que frecuentó la Teología de la Liberación, señaló el escritor
Dos libros fundamentales en la bibliografía de Vicente Leñero, Los periodistas y Asesinato, fueron objeto de la reflexión de Juan Villoro, integrante de El Colegio Nacional, al dictar la conferencia Vicente Leñero: Crimen sin castigo, impunidad y libertad de expresión, transmitida en vivo el 21 de septiembre como parte del ciclo Entre la crónica y la ficción, mediante el cual el escritor abordó en sesiones anteriores la obra de Martín Luis Guzmán y Nellie Campobello.
En esta ocasión, Villoro reconoció en Vicente Leñero a una figura central de nuestra literatura, que cultivó prácticamente todos los géneros que le convienen a la prosa, desde el guion de cine hasta el teatro, pasando por el reportaje, el artículo de opinión, el cuento, la novela, el libro de memorias.
“Un autor prolífico, que siempre mantuvo una postura independiente: uno de los grandes testigos de nuestros días. Su obra osciló entre el periodismo y la literatura: maestro inalcanzable, que no deja de arrojar lecciones en sus libros.
La conferencia del escritor tenía como propósito reflexionar acerca de Los periodistas y Asesinato, dos obras sin ficción, escritas en un registro diferente: Los periodistas, definida como una obra íntima, que tiene mucho de memoria, porque Vicente Leñero era director de Revista de revistas cuando ocurrió el golpe orquestado por el gobierno de Echeverría.
En ese repaso inicial, Villoro recordó que Leñero había sido un escritor católico, crítico de la jerarquía eclesiástica y de los dogmas más severos, siempre cercano a la palabra libertaria de Jesús, y también muy próximo a gente que frecuentó la Teología de la Liberación.
Bajo esa perspectiva, el periodista ofreció una especie de disección de la manera en que los evangelistas desarrollaron su labor como “cronistas” de la vida y la obra de Jesús, una evaluación comparada con las distintas maneras contemporáneas de acercarse a la realidad.
“Marcos es el cronista que se sirve de una fuente. En Mateo vemos al testigo ocular que escribe a partir de lo que ve y lo que oye; luego viene Lucas, quien no fue testigo presencial y es el que tiene fuentes múltiples, dispersas, que reconstruye los sucesos a partir del mosaico múltiple. Por último, está Juan, que escribe cuando ya se ha escrito sobre los otros Evangelios y, al saberlo, se permite hacer una crónica más lírica, más adjetivada”.
La vida de Los periodistas
Vicente Leñero tenía acceso directo a Julio Scherer, que se había convertido en uno de sus grandes amigos; en el libro ofrece una crónica en tiempo real y nos lleva con todos los protagonistas de lo que está pasando, primero a lo que era Excélsior, luego a la amenaza de un posible golpe, después a la recuperación del grupo y la fundación de Proceso.
“En principio parece una novela íntima, subjetiva, un diálogo entre una voz narrativa y una persona apostrofando en segunda persona y le dice ‘tú viste tal cosa, ‘tú te asomaste a tal lugar’: es de una gran intimidad, que parece más novelesca, que cronística y el epílogo es una farsa teatral, pero en medio estamos ante un extenso reportaje en primera persona contando autobiográficamente qué ocurrió allí”.
Algunos acusaron a Leñero de hacer una hagiografía, de haber presentado a un personaje inverosímil, pero quienes lo conocieron saben que su descripción es un traje hecho a la medida: “Scherer era un periodista increíblemente carismático”.
En su cátedra, el colegiado ofreció un repaso por los nombres de quienes participaron en el Excélsior de Julio Scherer, “una pléyade de voces muy plurales”, amén de referirse a los principales problemas que enfrentaron con el gobierno de Luis Echeverría, en lo que Villoro definió como el “más grave atentado en contra de la libertad de expresión.
“Esta mezcla de inteligencia, honestidad y reportajes de investigación había lastimado la sensibilidad de un sistema político que no estaba preparado para la democracia, ni para la pluralidad”.
Ello viene reflejado en Los periodistas, si bien Juan Villoro no se mostró muy convencido de cómo sentará entre los lectores contemporáneos esta reconstrucción de sucesos, tan llena de nombres propios y “tan llena de alusiones a lugares que ya no existen, restaurantes, bares y cantinas donde se van reuniendo los periodistas”.
“A pesar de que el libro, en su día fue un best seller, porque era un espejo en el que la sociedad mexicana se podía ver reflejada, hoy día ha perdido el contacto directo con los protagonistas, pero la pugna entre dos modelos de hacer periodismo: uno independiente y arriesgado; el otro dependiente y seguro, presentan un drama que sigue teniendo alta temperatura”.
Una mirada a la justicia
Para Juan Villoro, la hermana gemela de los atentados a la libertad de expresión es la impunidad, que tiene como gran expresión el libro sin ficción o novela documental, Asesinato, donde Vicente Leñero recupera un crimen de 1978, que fue muy sonado en su momento; de hecho, el libro tiene el subtítulo de El doble crimen de los Flores Muñoz.
“En ese tiempo, a diferencia de ahora, un asesinato podía dar discusiones durante meses; desgraciadamente, en el deterioro que hemos tenido en la vida mexicana, donde la violencia se ha convertido en moneda tan corriente, ya es muy difícil distinguir un asesinato de otro”.
En el libro se cuenta el asesinato de Gilberto Flores Muñoz, un político de larga trayectoria, que había regresado a la política: nayarita, estaba a cargo de la Comisión Nacional Azucarera, siempre se mantuvo próximo a los ingenios, pero a los 72 años muere asesinado, junto a su esposa.
“En 1985 escribió el libro, siete años después de los sucesos. Lo más sorprendente es que él dispone de la misma información que tuvo la justicia mexicana, que no fue tomada en cuenta: pasa esto en uno y otro caso en la falsa procuración que ha habido de justicia en México”, en palabras de Villoro.
Para muchos es una novela sin ficción, del corte de A sangre fría de Truman Capote; sin embargo, hacia 2003 el propio Vicente Leñero escribió que sólo una cuarta parte del libro tiene las características de novela sin ficción, aquella donde se reconstruye con la subjetividad del momento minuto a minuto lo que pasó: “cómo se hizo el crimen, quiénes estaban de guardia, qué se vio, qué no se vio y cómo procedió la justicia”.
“Las otras tres cuartas partes del libro tienen que ver con investigación documental: Leñero nos lleva a un compendio enorme de peritajes, de textos forenses, actas del ministerio público, fatigosos de leer, pero él logra el milagro de hacer un ensamblaje notable para que esto pueda ser transitado por el lector”.
Una novela reportaje que no tiene que ver sólo con un asesinato, sino que en realidad es un retrato extraordinario sobre la impunidad y la forma en que muchas pruebas periciales desaparecen, nunca se toman en cuenta, en lo que para Villoro termina siendo “un recorrido por los bajos fondos de la justicia y la incapacidad de ejercerla”.
La conferencia Vicente Leñero: Crimen sin castigo, impunidad y libertad de expresión, se encuentra disponible en el Canal de YouTube de El Colegio Nacional: elcolegionacionalmx.
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