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BEIJING, 10 mar (Xinhua) -- Mientras intentan desviar la responsabilidad de Washington en instigar la crisis de Ucrania, algunos políticos y medios de comunicación estadounidenses han fabricado recientemente información falsa sobre el conflicto para confundir al mundo y culpar a China, poniendo en evidencia una vez más la naturaleza de Estados Unidos como un infame imperio de las mentiras. Para preservar su hegemonía, EE. UU. debe inventar falsedades, desde excusas para invadir Irak en 2003 hasta desinformación como "el colapso del sistema sanitario cubano durante la pandemia". EE. UU. utiliza los mismos trucos contra China. Para contener a China, EE. UU. ha tachado al país asiático de un supuesto "genocidio" y "trabajos forzados", y etiqueta la postura firme de China en defensa de sus legítimos intereses como "diplomacia de los lobos guerreros" y "coacción económica". Mientras tanto, EE. UU. ha empleado su máquina de propaganda durante mucho tiempo para vender estas mentiras. Desde películas hasta medios de comunicación, y desde ONGs hasta spammers en línea, los diferentes eslabones de la cadena de propaganda estadounidense colaboran estrechamente para adoctrinar a la gente del mundo con eslóganes y falacias falsas e ideológicamente tendenciosas. Julian Assange comprende demasiado bien todo esto. El fundador de WikiLeaks y denunciante podría pasar toda su vida en prisión, e incluso ser secuestrado o asesinado por la CIA, por destapar los crímenes de guerra estadounidenses en Afganistán e Irak y su injerencia en los asuntos internos de otros países. Durante un tiempo, China ha sido el principal objetivo de la campaña de calumnias del imperio de las mentiras, mediante la cual el Gobierno de EE. UU., grupos políticos y medios de comunicación diseminan falsedades sobre China. Por ejemplo, agencias de noticias bajo supervisión de la Agencia de Medios Globales de EE. UU. tienen instrucciones de elaborar informaciones con noticias falsas sobre la región autónoma uygur de Xinjiang de China en docenas de idiomas. Y la agencia también se coordina con redes de medios en países aliados de EE. UU. para diseminar esta desinformación. Los propios medios de noticias estadounidenses restan importancia o ignoran información ofrecida por China sobre Xinjiang mientras ofrecen asistencia técnica a fuerzas antichinas para diseminar información falsa sobre la región. Esos esfuerzos cuentan además con el respaldo financiero del Gobierno de Estados Unidos. Las mentiras son mentiras, independientemente de cómo se quieran vestir. Conforme Washington intensifica sus intentos de distorsionar la imagen de China, su credibilidad queda en entredicho. Y, a medida que aumentan las críticas sobre la violación de las normas internacionales y de la conciencia humana por parte de EE. UU., la bancarrota moral del país es aún más evidente. |
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