En el año de 2015 fue editado en inglés el libro, Last War of the World-Island. The geopolitics of contemporary Russia, de uno de los hombres más influyentes del pensamiento geopolítico ruso, Alexander Dugin, en dónde expone una serie de tesis para contra-argumentar a Mackinder, pero sobre todo, a Zbigniew Brzezinski, sobre la necesidad de que Rusia recupere su estatus de potencia, su orgullo y su prestigio internacional.

 

Del heartland a la Conferencia de Yalta, de la política unipolar a las reformas de Putin, Dugin en su discursiva, recupera los principios de lo que fue la base ideológica en la que están soportadas las tres escuelas geopolíticas de esta nación, la escuela de Moscú, la de San Petersburgo y el Euroasianismo.  Fue el monje Filofei de Pskov (1465 –1542), del monasterio de Yelizárov, quien a través de una serie de escritos dirigidos al Zar Basilio III, le hizo saber de la importancia que tendría Rusia, si esta se convirtiera en la reformadora del cristianismo ante el fracaso que había significado la difusión de la fe por parte de Roma y Constantinopla, justo cuándo la potencia española estaba en su apogeo, a causa del pleno control sobre el continente americano y haberse establecido en las Filipinas, dándole una ventaja estratégica de comunicación y control comercial entre el Mar de China y el Océano Índico.

 

Pero de igual manera, es importante el sisma político, económico, militar y teológico; que significó, el quebrantamiento del catolicismo, por la insurrección del Protestantismo, a través de los postulados de Juan Calvino, Martín Lutero, como de Enrique VIII.  En medio de estos ajustes en el orden internacional de las potencias europeas occidentales, Rusia estableció una política de llenar espacios vacíos, con la firme intención de colonizar a todas las naciones que se encontraran a su paso, imponiendo cultura, idioma y religión, pero aún más, de limpiar la impureza que habitaba al otro lado del río Moscovia.  Si las potencias de la época se establecieron en el continente americano y Asia-Pacífico, la visión de Filofei y Basilio, los llevo en la conquista de las estepas siberianas.

 

Este postulado es el que esta en el pensamiento de Dugin, en la mayoría de sus escritos, más aún, considera que es necesaria la eliminación de la globalización para que Rusia renazca como aquella nación destinada a ser la Tercera Roma, que había proyectado Filofei y el Zar Basilio III, en dónde se imponga un nuevo orden internacional bajo las características que ha ido construyendo Rusia a lo largo de los siglos.  Como de igual manera, el pensamiento geoideológico de Dugin, establece la superioridad rusa en todo los sentidos, luego entonces, cuando el presidente Vladimir Putin en su discurso, habla de la desnazificación, lo hace desde la proyección ideológica de superioridad racial frente a la nación ucraniana, como también, de un aviso a las naciones europeas, que Rusia necesita de su espacio vital, ejerciendo el euroasianismo, frente a las estrategias Atlantistas que enarbolan la Unión Europea y los EEUU.

 

Esta guerra contra Ucrania, puede considerarse desde dos perspectivas, la primera tiene que ver con la relación histórica que guardan Rusia y las potencias occidentales, pues, cuando Rusia tomó la decisión de mirar al Este y no al  Oeste, definió su destino, pues si bien Iván el Terrible, Pedro el Grande, Catalina la Grande, Joseph Stalin o Leonidas Breshnev, fueron estableciendo una especie de estrategia entre las escuelas de Moscú (terrestre) y la de San Petersburgo (marítima), tenían en claro que las potencias occidentales jamás permitirían que se salieran de su zona de control, tal como lo establecieron tanto Mackinder como Spykman.

 

Ahora bien, la segunda consideración, es referente a que, el máximo logro del expansionismo se concretó a través de los acuerdos de Yalta y Potsdam, que establecieron con claridad, las zonas de contención en el propio continente europeo, en dónde las acciones de la OTAN, neutralizaban a las del Pacto de Varsovia y viceversa, situación que prevaleció hasta el 1 de julio de 1991, con la disolución del bloque pro soviético.

 

Considerando estos dos contextos, más el discurso geoideológico de Putin-Dugin, la agresión contra Ucrania, prácticamente era un acto natural que habrían de llevar a cabo, luego de los diversos actos de reconstrucción del espacio ruso.  Por medio de guerras híbridas en Georgia (2008), Crimea (2014) y Siria (2015), haciendo uso de sus Fuerzas Especiales (Spetsnaz), comenzó a tejer el escudo de protección entre el Cáucaso y Medio Oriente, pues la región de Asia Central, se mantuvo leal al régimen de Moscú, vía la imposición o mantenimiento de dictadores, pero no fue así, en el caso de las naciones de Europa oriental (que eran parte del Pacto de Varsovia), que en un rápido y sagaz movimiento buscaron la protección de la OTAN (Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, República Checa, Rumania) y de la Unión Europea (Eslovenia, Estonia, Finlandia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, República Checa, República Eslovaca y Rumania).

 

Tomando en cuenta estos elementos, Putin desea que la frontera de su país recupere el Statu Quo, que prevalecía hasta antes de 1991, reconquistando su condición de gran elector en las decisiones de la parte oriental de Europa, de ahí la importancia de lo que pueda lograr ante Ucrania, en dónde, después de tres semanas del comienzo de la invasión, se ha detenido el avance sistematizado que había venido teniendo en días pasados, pues de acuerdo a los análisis de la inteligencia británica, se pueden considerar que son a causa de una eficaz respuesta de las Fuerzas Armadas Ucranianas y a las milicias que han atacado oportunamente a objetivos específicos del ejército ruso, haciendo que tengan problemas de abasto.

 

Cómo también, de estar haciendo uso de armamento viejo y moderno, en un mal cálculo de que esta guerra seria rápida con la mínima resistencia ucraniana y nulo apoyo de la Unión Europea y de EEUU, asimismo, de no poder hacer uso de todas sus fuerzas con las que dispone, debido a que debe mantener vigilancia en regiones colindantes con Medio Oriente, Asia Central y Lejano Oriente, lo que desestabilizaría su capacidad de respuesta.

 

Al mismo tiempo, hay otro elemento que se ha venido comentando en esta columna y es la capacidad con la que el Presidente Volodímir Oleksándrovich Zelenski, ha venido estableciendo un discurso de unidad hacia su nación, pero también, es un discurso de una propaganda muy eficaz ante los sectores mas sensibles de la comunidad internacional, que le ha permitido ofrecer discursos ante los parlamentos de Alemania, Francia, España, de la Unión Europea y de Canadá, como también ante el Congreso estadounidense.  Frente a la demagogia de la reconstrucción del gran imperio ruso, se confronta con bastante éxito, el discurso de la libertad y la defensa de una nación ucraniana.

 

Mientras tanto en Palacio Nacional, las obsesiones van en contra del INE y de todo aquello que moleste su ideal de nación, los asuntos de la seguridad internacional no son de su interés, cuando el mundo se preocupa por la guerra y su impacto económico y energético y las tensiones de una guerra que puede escalar a un nivel nada deseado.