El truco de AMLO para hacerse la víctima, aunque nadie le esté haciendo nada
La representante comercial de los Estados Unidos, Katherine Kai, manifestó recientemente que en su país existe preocupación por los cambios en las políticas energéticas en México, en beneficio de Petróleos Mexicanos (Pemex) y Comisión Federal de Electricidad (CFE). Para su gobierno, estos cambios significan un trato desigual e injusto para las empresas estadounidenses, por lo que solicitaría a México iniciar consultas que resuelvan la controversia, en el marco del TMEC. A esta iniciativa se sumó Canadá.
Consultas de este tipo están previstas en el tratado comercial entre los tres países, son parte de una etapa aclaratoria, de conciliación, no contenciosa del mecanismo general de solución de controversias contenidas en el TMEC. Su vigencia es de 75 días. En caso de no llegar a acuerdos se podría convocar a un panel para decidir el asunto y los afectados podrán aplicar sanciones compensatorias.
El desacuerdo de los Estados Unidos se origina en las reformas a la Ley de la Industria Eléctrica que prioriza la actividad de las centrales de la CFE, en perjuicio de los productores privados, así como la Ley de Hidrocarburos que facilita la suspensión de permisos para empresas privadas, lo que ha fortalecido la infraestructura pública de hidrocarburos y centralizado la operación de crudo y combustibles en Pemex y no en privados, lo que viola las reglas del TMEC, según su interpretación.
Por diferentes motivos las controversias han sido frecuentes, planteando reclamos que se resuelven por medio de los mecanismos previstos. El enfoque de las controversias ha sido técnico y financiero.
En esta ocasión la respuesta del presidente López Obrador abandonó el lenguaje formal y pasó a la expresión ideológica. Enterado de la controversia, comentó en su mañanera, apegado a su estilo retórico, “no va a pasar nada. Uy que miedo, mira como estoy temblando. Nos tiene muy preocupados”. Entre risas dijo a sus colaboradores “vamos a terminar con esto de que nos van a llamar a cuentas, ¿no? Para que expliquemos la política energética de nuestro país, que nos tiene muy preocupados… A ver si consigues a mi paisano Chico Che y ponemos esa de ‘Uy qué miedo'”.
La burla de López Obrador sobre la controversia fue replicada en la mayoría de los medios. Con ello creó las condiciones para escalar su “beligerancia”. En su espacio de propaganda acusó a empresas que “saqueaban” a México de cabildear en Estados Unidos y Canadá para que le impongan una sanción política a México. Comentó que su gobierno ya prepara una respuesta.
En el calendario cívico nacional la celebración de la independencia de México es la que más convoca el sentido nacionalista y posiblemente por esa causa, López Obrador informó que, en esa fecha, durante el desfile conmemorativo, contestará a Estados Unidos y Canadá. Reconoció que es deseable una buena relación comercial con ambos países, pero no a costa de la dignidad de los mexicanos. “No vamos a ceder porque es un asunto de principios, tiene que ver con nuestra soberanía”.
Para que López Obrador exprese su postura faltan dos meses, lo que no implica que dejará de referirse al suceso. Lo hizo en su gira por Nayarit donde dijo: "Aunque parezca increíble los reaccionarios de México están defendiendo a las empresas extranjeras. En vez de defender a Pemex y a la CFE, están defendiendo a las empresas petroleras, a las empresas eléctricas del extranjero, son unos traidores a la Patria.
"Pero saben qué, nosotros no vamos a dar un paso atrás. México es un país independiente, no es colonia de ningún país extranjero y el presidente de México, no es títere, no es pelele de ningún gobierno del exterior".
Desde que la representante comercial de Estados Unidos anunció la controversia, el presidente López Obrador puso en operación su experiencia propagandística para hacer que un acontecimiento “normal” como es un mecanismo para la solución de conflictos, en el marco del TMEC, transite a un problema en el que él introdujo el tema de riesgos sobre la soberanía nacional. La pérdida del dominio nacional sobre el petróleo y la electricidad. El saqueo a México. Acusar de traidores a quienes defienden a las empresas extranjeras y, por último, su papel preferido, el de víctima y salvador de la Patria cuando dice que “el presidente de México no es títere”.
El TMEC solo terminó de negociarse, en 2018, cuando López Obrador estuvo de acuerdo con su contenido. Introdujo el tema de los energéticos, principalmente petróleo y procedió a firmarlo. Característica básica del TMEC es el principio de equidad e igualdad de oportunidades para los socios y sus nacionales. En esto radica la controversia actual.
El desacuerdo no tiene que ver con la soberanía, el saqueo, la traición, ni el nacionalismo. Pero a López Obrador la controversia “le vino como anillo al dedo” para hacer propaganda construyendo una narrativa en la que están en riesgo los intereses nacionales que él va a defender y que será imitado por su corte desde Palacio Nacional y sus coros de Morena.
En el caso de que la controversia no llegue a soluciones y se apliquen sanciones a México, la circunstancia será aprovechada para continuar con el discurso de “defensa” de la soberanía. Es la fórmula de la propaganda para que la población se cohesione en torno a su líder. El presidente del discurso falso. Hace lo que sabe, propaganda. Creerle es asunto personal.
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