ALAIN PILOTE - Parte 3 de 3 -
Dos sistemas imperfectos
a Doctrina Social de la Igle-
sia, confinada al ámbito de
los principios, está por en-
cima de los sistemas econó-
micos existentes. Un sistema
económico sólo puede ser
"bueno" en la medida en que
aplique los principios de jus-
ticia enseñados por la Igle-
sia. Por eso el Papa Juan Pa-
blo II escribió en su encíclica
Sollicitudo Rei Socialis, de
1987:1
“La tensión entre Oriente
y Occidente es una oposición... entre dos conceptos del
desarrollo de los individuos y de los pueblos, siendo am-
bos conceptos imperfectos y necesitados de una correc-
ción radical... Esta es una de las razones por las que la
doctrina social de la Iglesia adopta una actitud crítica
tanto hacia el capitalismo liberal como hacia el colecti-
vismo marxista”.
Es comprensible por qué la Iglesia condena el comu-
nismo y el colectivismo marxista con sus objetivos de
destruir la propiedad privada, la familia y la religión. El
Papa Pío XI llamó a esta ideología política anticristiana
e “intrínsecamente mala”. Pero ¿cuál es la base de la
condena del capitalismo por parte de la Iglesia? ¿Es el
capitalismo mejor que el comunismo?
Sí a la propiedad privada
La Iglesia no condena la propiedad privada del capi-
1 Juan Pablo II, « Sollicitudo Rei Socialis”, 30 de diciembre de 1987.
2
Juan XXIII, « Mater et Magistra”,15 de mayo de 1961, n° 114-115.
talismo. Por el contrario, la Iglesia desea que la propie-
dad privada y la libre empresa sean instituidas univer-
salmente para que todos puedan convertirse en verda-
deros propietarios del capital. El Papa San Juan XXIII,
en la encíclica Mater et Magistra, de 1961, dijo:2
“La dignidad de la persona humana requiere necesa-
riamente el derecho a utilizar bienes externos para vivir
según la norma correcta de la naturaleza. Y a este dere-
cho corresponde que todos tengan la posibilidad de po-
seer propiedad privada en la medida de lo posible... Por
lo tanto, es necesario modificar la vida económica y so-
cial para facilitar el camino, para la posesión privada ge-
neralizada de bienes duraderos, viviendas, jardines, he-
rramientas necesarias para empresas artesanales y
granjas de tipo familiar, inversiones en empresas de ta-
maño mediano o grande”.
La economía, viciada por el sistema financiero
La Iglesia no encuentra ningún defecto en la propie-
dad privada ni en la libre empresa. Más bien, la culpa la
tiene el actual sistema financiero. Este sistema domina
a la persona humana en lugar de servirla y, de hecho,
subvierte a la economía. El Papa Pío XI escribió en Qua-
dragesimo Anno, de 1931: “La economía en sí no debe
ser condenada. Y seguramente no es viciosa por su pro-
pia naturaleza, pero está viciada”.3
Lo que la Iglesia condena es el sistema financiero, no
la economía. Pablo VI explicó que el problema es “el sis-
tema calamitoso que acompaña a la economía”. En su
encíclica Populorum Progressio, de 1967, escribió:4
“Ha sido construido un sistema que considera el lucro
como motor esencial del progreso económico; la acumu-
lación, como ley suprema de la economía; la prosperi-
dad privada de los medios de producción, como un de-
recho absoluto, sin límites ni obligaciones sociales co-
rrespondientes. Este liberalismo sin freno, que conduce
a la dictadura, justamente fue denunciado por Pío XI
como generador del «imperialismo internacional del di-
nero». No hay mejor manera de reprobar tal abuso que
recordando solemnemente una vez más que la econo-
mía está al servicio del hombre. Pero si es verdadero
que un cierto capitalismo ha sido la causa de muchos
sufrimientos, de injusticias y luchas fratricidas, cuyos
efectos duran todavía, sería injusto que se atribuyera a
la industrialización misma los males que son debidos al
nefasto sistema que la acompaña. Por el contrario, hay
que reconocer con toda justicia la contribución irreem-
plazable de la organización y el crecimiento de la indus-
tria a la obra del desarrollo”.
Ya suman 4 muertes por Guillain-Barré
en Tlaxcala. De 90 casos de parálisis
flácida, 11 están hospitalizados. Este
mal es atribuido a las vacunas, pero en
México se eluden responsabilidades y se culpa a una
bacteria vinculada a la diarrea y a la carne de pollo.
3 Pío XI, « Quadragésimo anno”, 15 de mayo de 1931, n° 100-101, pp. 28s.
4 Pablo VI, “Populorum Progressio”, 26 de marzo de 1967, n° 26.
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