Palestina. Ulises en Gaza: El genocidio cultural
Por Julián Axat. Resumen Medio Oriente, 11 de noviembre de 2024.
Ocurrió la madrugada del 13 de agosto de 1952 en la prisión Lubyanka, Moscú. 13 poetas judíos de la Unión Soviética fueron ejecutados en secreto por órdenes de Stalin. Todos habían formado parte del Comité Judío Antifascista durante la Segunda Guerra Mundial. Todos fueron señalados de conspirar para crear un Estado judío en Crimea. Bajo esa acusación fraguada, había ocultos claros motivos raciales y políticos. Sus nombres: Péretz Márkish, David Bergelson, Itzik Feffer, Leyb Kvitko, David Hofstein, Benjamin Zuskin, Solomón Lozovski y Borís Shimelióvich. En su voz estaba la voz de los judíos de Europa del Este.
Esos poetas al día de hoy son recordados por todo el pueblo judío, pues forman parte de su historia. Al episodio se lo conoce como “la noche de los poetas asesinados”.
La noche de los poetas palestinos
Si hay algo que recordaba el jurista Raphael Lemkin (1900-1959), al definir el concepto “genocidio”, es la importancia de entender que se trata de una tecnología de poder que busca deshacerse de los referentes de una cultura (ello como parte de una matanza generalizada); pues sobre la base de la eliminación de aquellos que tienen cierta incidencia sobre el tejido cultural, el perpetrador logra que, tarde o temprano, sea más fácil asegurar que prime su voz e identidad sobre la masa de los vencidos.
La particular relación entre poesía y genocidio ha sido parte de nuestras reflexiones en otra nota de este mismo sitio, en tanto cuestión medular que a Lemkin le preocupaba. Me refiero a la destrucción de los acervos literarios, bibliográficos, obras de arte de una cultura determinada. Así, toda la poesía de un pueblo puede ser destruida, como pueden destruirse sus universidades, escuelas, centros de fomento, etc.
Esto lo tuvo claro Stalin durante “la noche de los poetas asesinados”, pero también el Estado turco al asesinar a intelectuales armenios entre 1915 y 1918. También es el caso del nazismo, que buscó destruir y quemar libros, asesinar a poetas, músicos, pensadores y a todo tipo de artistas trasladados a los campos de exterminio. El horror llevó al filósofo Theodor Adorno a preguntarse si era (y es) posible volver a escribir poesía después de Auschwitz.
Todas estas cuestiones retornan al presente con lo que está ocurriendo en Gaza bajo las órdenes del inefable “Bibi” Netanyahu. Pues desde el 7 de octubre del año pasado, el Estado Israelí ha perpetrado la matanza de 42.344 personas (16.756 niños), entre los que se encuentran numerosos referentes de la cultura Palestina.
Si bien allí hay periodistas, pintores, juristas, músicos, docentes, filósofos, etc., en esta nota quiero referirme a quienes ejercían (y ejercen) el oficio de la poesía. Hay poetas que son considerados peligrosos por el gobierno israelí y por eso vienen recibiendo todo tipo de persecuciones y amenazas —acaso por parte de los servicios secretos—, que incluso tuvieron/tienen que adoptar medidas extras para cuidarse.
Se trata de escritores que constituyen un claro objetivo a eliminar por ser voces escuchadas más allá de Palestina, por su capacidad de incidencia a través de la palabra y porque testimonian en vivo y en directo lo que está allí ocurriendo (la mayoría de los asesinados posteaba situaciones en las redes, escribía textos de denuncia, manifiestos poéticos espontáneos, etc.).
Por otro lado, debe tenerse en cuenta que se trata de personas que, por lo general, dominaban/dominan el inglés y otras lenguas, lo que les permite entablar vínculos y canales abiertos, generando todo tipo de lazos de solidaridad local e internacional.
Si bien se podría suponer que, si hasta el momento hubo poetas que murieron como consecuencia de bombardeos masivos e indiscriminados arrojados sobre la población civil, en realidad debería analizarse con mayor profundidad semejante hipótesis; en tanto el nivel de tecnología utilizado hoy para la eliminación de personas puede resultar demasiado sofisticado y de altísima precisión en algunas situaciones.
Así, por ejemplo, el caso del reconocido poeta Refaat Alaree, de quien ya se ha hablado en este medio, expone indicios de haber sido un objetivo apuntado de antemano por los servicios, que fue ejecutado —finalmente— la noche del 6 de diciembre de 2023 por el efecto expansivo de una bomba arrojada desde un dron.
El escritor venía recibiendo amenazas como consecuencia de su exposición pública en medios internacionales y en el ámbito universitario. Por eso se mudaba de casas con frecuencia, al tiempo que realizaba una crónica por Internet de su cotidiano. Poco antes de su muerte, Alaree recibió una extraña llamada de alguien que se identificó como oficial israelí. Le dijeron que lo tenían identificado y que lo iban a matar. Algunos sospechan que se trató de una trampa para activar su geolocalización y para que saliera de la escuela de la ONU en donde —justo un día antes— había estado refugiado con su familia.
De la misma manera que Refaat Alaree, sucedió con el caso de la poeta Heba Abu Nada, que varias horas antes de morir escribió en las redes: “Si morimos, sepan que estamos satisfechos y firmes, y digan al mundo, en nuestro nombre, que somos personas justas/del lado de la verdad”. El posteo del día 6 de octubre obtuvo miles de reproducciones en la red X, pero su inmediato asesinato como consecuencia de un bombardeo el día 7 silenció nuevos testimonios en los posteos, que cada vez contaban con más número de seguidores.
Me interesa aquí evidenciar estas muertes para poner en duda la idea de personas alcanzadas como daño civil colateral de las bombas arrojadas; exponiendo la capacidad de ese daño para borrar la relevancia del testimonio ante lo que está ocurriendo.
Todos ellos son, de alguna manera, hijos de Mahmud Darwish (1941-2008), poeta nacional de Palestina; de él aprendieron aquel verso que dice: “Una víctima no mata a otra”, y la enseñanza de que al poeta le cabe la responsabilidad de ser testigo de su tiempo. Por eso, Darwish asumió el riesgo de ser apuntado (fue varias veces encarcelado por el gobierno israelí). Por el hecho de donar su voz ante la crueldad de los acontecimientos.
En ese sacrificio de dar fe con sus ojos, expresar en verbo lo que el cuerpo padece, se juega la cultura gazatí: su identidad, sus obras, sus universidades, sus tradiciones. La destrucción de todo eso es parte del crimen de genocidio que ahora se perpetra. A medida que pasa el tiempo, las ruinas lo van ocupando todo. Es la voz y la cultura amenazada de un pueblo entero.
El poeta de Gaza
Por estos días se acaba de publicar en la Argentina un libro que recomiendo y que viene a cuento de todo lo que estamos diciendo. El poeta de Gaza (Sigilo, 2024), escrito por el israelí Yishai Sarid. Se trata de una voz crítica de la ultraderecha sionista, que pone en cuestión —justamente— los mecanismos de persecución del Estado de Israel frente a los intelectuales palestinos, el tipo de banalidad (del Mal) en la que se ven enrolados los agentes de los servicios secretos del Mossad cuando tienen como misión perseguir a los referentes de esa cultura; en este caso, un viejo poeta de Gaza que debe conducir a la resolución de un atentado donde termina siendo víctima de estos.
Tranquilamente, la historia que cuenta Sarid remite al destino del ya mencionado Refaat Alaree o al de otros tantos poetas víctimas del gobierno israelí, que son perseguidos y blancos a eliminar porque tienen el reconocimiento de su comunidad y una incidencia fuerte en la difusión de lo que está ocurriendo.
Poetas palestinos asesinados por Israel
La mayoría de los asesinatos de estos poetas ocurrieron entre octubre y diciembre del año pasado. Pero seguramente deben existir otros tantos escritores anónimos también asesinados que se nos escapan y que escribían sus versos con el mismo nivel de compromiso. Quisiera aquí, en todo caso, hacer una breve referencia a aquellos de los que sabemos algo porque la prensa lo ha documentado. Elijo algún texto de cada uno de ellos, a modo de homenaje.
Heba Abu Nada (1991 – asesinada el 7 de octubre de 2023)
Laberinto
Ayer una estrella dijo
a la pequeña luz de mi corazón,
no somos solo transeúntes
pasando.
No te mueras. Debajo de este resplandor
algunos vagabundos continúan
caminando.
Fuiste creado por primera vez por amor,
así que no lleves nada más que amor
a aquellos que tiemblan.
Un día todos los jardines brotaron
de nuestros nombres, de lo que quedó
de los corazones anhelantes.
Y desde que maduró, esta antigua lengua
nos ha enseñado cómo sanar a otros
con nuestro anhelo,
cómo ser un aroma celestial
para relajar sus apretados pulmones: un suspiro de bienvenida,
una bocanada de oxígeno.
Suavemente pasamos sobre las heridas,
como una gasa intencionada, un atisbo de alivio,
una aspirina.
Oh, pequeña luz en mí, no mueras,
incluso si todas las galaxias del mundo
se acercan.
Oh, pequeña luz en mí, di:
Entra a mi corazón en paz.
¡Todos ustedes, entren!
7 de octubre, a las 06:54
Nos acostamos pensando en cosas muy corrientes: un examen universitario, comprar una prenda nueva, preocupados por solicitar un empleo. Y, de repente, el sonido de la alarma se transforma. Se cancelan los exámenes, se cierran escuelas y universidades, hay explosiones de cohetes por todas partes. La península se pone roja: encendemos la radio, abrimos Telegram, en nuestras mentes empezamos a reprogramar todos nuestros planes. En Gaza todo cambia en un instante.
8 de octubre, a las 11:30
Nuestras páginas personales en las redes son páginas de obituarios. Pasamos de una a otra como si caminásemos por una plaza llena de funerales, abarrotada, uno al lado del otro. Dios, el peso de estos días.
Omar Fares Abu Shawish (1987 – asesinado el 7 de octubre de 2023)
Al borde de la muerte
Lágrimas finales…
El anhelo me invade…
Canto: ¿Quién tendrá misericordia de este silencio en mi corazón…?
El rostro se derrite en su espejo, y ahora os acercáis al gemido del yo…
Vivo en ti… y no puedo permanecer neutral en el dolor.
Tu amor… reconoció mi ardor y cumplió la promesa de muerte, esperando respuesta.
Herido es el espacio de acercarse a ti.
¿Para quién eres…?
Para el que duerme en el callejón del corazón.
Nour al-Din Hajjaj (1996 – asesinado el 2 de diciembre de 2023)
Mensaje final al mundo exterior
Por eso escribo ahora;
puede que sea mi último mensaje
que llegue al mundo libre,
volando con las palomas
de la paz para decirles que
amamos la vida,
o al menos la vida
que hemos conseguido vivir;
en Gaza todos los caminos,
que tenemos ante nosotros están
bloqueados,
y en su lugar,
solo estamos a un tuit,
o a una noticia de última hora de
la muerte.
En fin, empezaré.
Me llamo Nour Al-Din Hajjaj,
soy un escritor palestino,
tengo veintisiete años y
muchos sueños.
No soy un número y no
consiento que mi muerte sea
una noticia pasajera.
Di también que amo la vida,
la felicidad,
la libertad, la risa de los niños, el mar, el café,
la escritura, Fairouz,
todo lo que es alegre,
aunque todas estas cosas,
desaparecerán
en el espacio de un momento.
Uno de mis sueños es que mis
libros y mis escritos
viajen por el mundo,
que mi pluma tenga alas
para que ningún pasaporte
sin sellar o
rechazo de visado
pueda retenerla.
Otro de mis sueños
es tener una familia pequeña, un
hijo pequeño,
que se parezca a mí
y contarle un cuento
antes de dormir
mientras lo acuno
en mis brazos.
Saleem Al-Naffar (1963 – asesinado el 11 de diciembre de 2023)
Descontexto
Los cuchillos podrán devorar
lo que quede de mis huesos,
las máquinas podrán moler
lo que quede de las piedras,
pero la vida insiste,
porque ese es su camino:
el de crear vida incluso para los humanos.
Refaat Alareer (1979 – asesinado el 6 de diciembre de 2023)
Si he de morir, / tú has de vivir / para contar mi historia, / para vender mis cosas/ y comprar un trozo de tela / y algunos hilos, / (hazla blanca con una cola larga) / para que un niño, / en algún lugar de Gaza, / mientras mira al cielo a los ojos / esperando a su padre/ que partió entre las llamas / —sin despedirse de nadie, / ni siquiera de su propia carne, / ni siquiera de sí mismo— / vea la cometa, / la cometa que tú construiste, / volando allá en lo alto / y piense por un instante / que un ángel está allí / trayendo de vuelta el amor. / Si he de morir, / que mi muerte traiga esperanza, / que se convierta en leyenda.
Portada: Los 13 poetas judíos asesinados por Joseph Stalin en 1953, hablando en una radio pocos días antes del crimen.
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