Por: Sumeia Younes
“Con una mano la mujer mueve la cuna, y con la otra, la rueda de la historia de la humanidad”.
Introducción
La vida de cada grupo de seres vivos tiene un sentido particular, que se interpreta teniendo en cuenta la razón de su creación. Al crear a las plantas, Dios tenía ciertos objetivos diferentes a los que se propuso al crear a los animales. Por lo tanto, el sentido de la vida y la actividad vegetal es diferente al sentido de la vida y dinamismo de los animales. Por otra parte, la creación del ser humano es de una índole diferente y más completa que la del resto de los seres vivos, tanto desde el punto de vista extrínseco como del intrínseco, y del físico como metafísico.
La amplitud del conocimiento del ser humano es tal que puede penetrar hasta las profundidades de la existencia, conquistar la Tierra y los cielos, hacer de ello un medio para alcanzar el objetivo final de la creación y la “excelencia de vida” (haiâtan taîibah),1 y buscar la vida real en la proximidad de Dios y en alcanzar la perfección absoluta. Éste es el sentido de la vida humana. De esta manera, la persona habrá cumplido con su función y habrá alcanzado la real condición humana.
Por lo tanto, los roles de la mujer y del hombre en la familia o en la sociedad deben ser buscados en la razón de su creación y la razón de su vida. En otras palabras, la pregunta, “¿cuál es nuestro rol en el hogar y en la sociedad?” puede ser planteada de la siguiente manera: ¿Qué rol debemos desempeñar en el ámbito familiar y en la sociedad para poder alcanzar la “condición humana”, el regocijo y la felicidad, y lograr la proximidad divina? ¿Cómo podemos conseguir ello?
Desde el punto de vista del Islam, básicamente “ser mujer”, es un tipo de “valor”, y en la sabia creación de Dios, tantos las mujeres como los hombres poseen un lugar, una naturaleza y un rol particular. No le es dado a las plantas cumplir con las funciones de los animales, ni viceversa. En el Islam el criterio y medida de un “valor”, es en función de la amplitud de su “rol”.
Antes de explicar el rol de la mujer en el marco de la familia, en primer lugar debemos delinear cuál es la esencia y realidad de la familia, y en segundo lugar, cuáles son las razones de la legislación del matrimonio, y en consecuencia, de la conformación de la institución familiar. Solo entonces quedará más clara la posición y rol de la mujer en la familia para solventar las necesidades de esta institución.
La esencia y realidad de la familia
La esencia y realidad de la familia en el Islam resulta de un pacto y acuerdo divino especial: mizâqan galîdzan: “un pacto solemne”. En un contexto en el que se refiere a las condiciones y normas del matrimonio, y a la manera en que los hombres y mujeres han sido creados unos para otros, el Sagrado Corán dice:
« وَأَخَذْنَ مِنكُم مِيثَاقاً غَلِيظاً »
»Hemos tomado de vosotros un solemne pacto«.2
Por lo tanto, la esencia y realidad de la familia, según el Islam, es un pacto o alianza. Pero no cualquier pacto; no es un pacto humano, sino un pacto que tiene un valor y posición divina, sagrado, celestial, puesto que todas las estipulaciones para los cónyuges en el mismo las ha escrito Dios.
Es así que vemos que a pesar de la variedad de religiones, culturas, prácticas y costumbres sociales, desde Adán (a.s.) hasta nuestros días, conformar una familia siempre constituyó un acto natural e innato.
¿Cuál es la razón de la legislación del matrimonio y de la conformación de la familia?
Podemos mencionar varias causas, como por ejemplo, la continuación de la especie, el desarrollo de la personalidad y la espiritualidad del ser humano, etc., pero para no desviarnos del tema nos limitaremos a la causa más primordial: es una respuesta al llamado de la “fitrah” o naturaleza primigenia del ser humano. Dios ha dispuesto el llamado de la “fitrah” en la esencia misma del ser humano. El ser humano busca algo; algo en su existencia vibra. ¿Por qué?
Algo que Dios dispuso en nuestro interior al crearnos fue la “búsqueda de una pareja”, del mismo modo que dispuso en nuestro interior la búsqueda de la justicia, la búsqueda de lo espiritual, etc., y no podemos desprendernos de ello. En otras palabras, oponernos al hecho de formar una familia es negar nuestra naturaleza primigenia.
Ahora bien, ¿qué suscita este llamado de la fitrah en el hombre y la mujer? Suscita la “necesidad”, y si no la suplimos ocasionará deficiencias y anomalías. Entre estas deficiencias -todas los cuales conforman un grupo de razones para conformar un matrimonio- podemos mencionar las necesidades físicas y biológicas, las necesidades espirituales, y las necesidades psíquicas y afectivas.
De esta manera, la familia surge a partir de una “alianza sublime” entre dos importantes pilares, esto es, una mujer y un hombre, que cierran un acuerdo de “vida en común”, por medio del cual desean satisfacer necesidades físicas, afectivas, etc. Y luego, mediante el nacimiento de los hijos, la familia se agranda y por ende las necesidades se hacen más variadas y el rol de cada uno de los miembros de la familia se multiplica.
En el Islam, la mujer y el hombre tienen funciones y roles clave para poder suplir estas necesidades de una manera satisfactoria. Indudablemente, la mujer, como esposa y madre, asume roles diferentes con relación al hombre como esposo y padre, y cada uno desempeña funciones adecuadas a su esencia o condición femenina o masculina. Al mismo tiempo sus roles se complementan perfectamente entre sí, y la vida, en la misma medida que no puede reemplazar a uno con otro, los necesita a ambos.
Las “necesidades físicas”, se relacionan a los aspectos biológicos de las personas. Además de lo relacionado a la actividad sexual, son: necesidad de alimento, vestimenta, vivienda, salud, etc. Debido a su mayor fuerza corporal y económica, en el Islam es deber del hombre proveer el sustento, la seguridad, y garantizar el bienestar físico y la salud de la familia. Esta superioridad administrativa del hombre solo hace más pesada sus funciones y responsabilidades, y esto por fuerza, le acarrea incluso privilegios menores en la vida comparados con los de la mujer, y si, como manda el Islam, añadimos las responsabilidades morales a las responsabilidades legales del hombre, dará como resultado la auto renuncia del hombre en beneficio de los miembros de su familia, entre ellos, su esposa.
Por supuesto, generalmente -aunque el Islam no la obliga-, siguiendo una pauta y costumbre de carácter ético y moral, la mujer colabora realizando o bien administrando las tareas de la casa. Del mismo modo, el Islam no le impide en absoluto realizar otros trabajos fuera del hogar y obtener sus propios ingresos, y si este fuera el caso, la mujer no está obligada a colaborar con los gastos de la casa y la familia.
Entre otras necesidades fundamentales y básicas que tiene la familia, son las “necesidades afectivas, psíquicas y espirituales”. Si es que no decimos que estas necesidades son mayores que las físicas, al menos se encuentran al mismo nivel; es decir, en la misma medida que cada uno de los miembros de la familia necesita del alimento, también necesita de los afectos, del amor y de todo lo que ello implica, y aún cuando tanto la mujer como el hombre comparten el hecho de suplir las necesidades afectivas del uno y el otro,3 sin embargo, la mujer es la fuente original del amor y está más propensa innatamente a suplir de forma natural las necesidades afectivas de la familia. Dios ha creado a la mujer de una manera tal que su misma existencia está repleta de amor y estímulos afectivos.
El rol de la mujer en la familia
Si bien hay necesidades que pueden ser satisfechas con la participación del resto de los miembros de la familia, hay un rol asignado para suplir algunas necesidades básicas de la familia que únicamente es responsabilidad de la mujer, y nadie más que ella puede desempeñarlo satisfactoriamente.
El rol de esposa y madre que tiene la mujer en la familia, es un rol existencial irreemplazable de las mujeres en la lógica divina, que garantiza la seguridad y salud psíquica del ser humano. Según expresiones repetidas del noble Profeta del Islam (s.a.w.), el rol de esposa fue presentado como un ÿihâd o “lucha sagrada” que por sí solo equipara a todas las actividades económicas, sociales, militares y políticas que pudiera realizar un hombre. Y dijo en cuanto al rol de madre: “El Paraíso se encuentra a los pies de las madres”. Además, en las narraciones islámicas se transmitió que una persona le preguntó al Profeta del Islam (s.a.w.) con quién debía ser bondadoso, y el Profeta le respondió: “Con tu madre”. Nuevamente le preguntó: “¿Y luego con quién?”. Dijo: “Con tu madre”. Por tercera vez esta persona preguntó: “¿Y luego con quién?”. Y otra vez le dijo: “Con tu madre”, y cuando preguntó por cuarta vez, recién entonces el Profeta le respondió: “Con tu padre”. Y ésta es la posición elevada que tienen las mujeres y las madres en el Islam. Es más, se puede afirmar que en realidad, el Islam no ha beneficiado tanto a la posición del hombre en la medida que ha elevado la posición de la mujer.
Debido a estos roles especiales que la mujer tiene en el sistema de la creación, está equipada con capitales internos valiosísimos, y la sociedad humana necesita de esos valores para desarrollarse. Uno de esos capitales internos es “la capacidad de brindar afecto”, que a lo largo de la historia y en todas las sociedades tuvo muestras magníficas. Aún cuando esta propensión interna que es el amor, se encuentra, más o menos, en cada persona, sin embargo, a la mujer le tocó una mayor parte de este regalo divino. Por un lado, esta inclinación y propensión sagrada prepara a las mujeres para todo tipo de sacrificios en su vida junto a su esposo, y cual lámpara encendida ilumina el círculo familiar; y por otro lado, acarrea la responsabilidad de la pesada carga de educar a una generación.
En otras palabras: una sociedad sana necesita de familias sanas; la felicidad y salud de toda sociedad se cimenta en las familias, y la lámpara luminosa del círculo familiar es la mujer. Es ella la que, por medio de llenar su hogar de cariño, serenidad, pureza, sinceridad, y confianza, puede iluminar el espacio intelectual, cultural, religioso y los diálogos políticos y sociales, y a través de sus hijos y esposo, enseñar en forma práctica a las generaciones futuras la lección del amor, de la sinceridad, de la renuncia, del fortalecimiento de los sentimientos humanos y del espíritu, el amor al prójimo, el servicio a la sociedad y el cumplimento de las responsabilidades individuales, familiares y sociales.
Por lo tanto, como la fuente original de los afectos, la mujer en la familia juega un rol muy importante, tanto en el fortalecimiento de la familia como en su desarrollo afectivo y moral, y por medio de desempeñar este importante rol, puede llenar su hogar de cariño y amor, y al mismo tiempo traer sosiego al hombre y salud mental a los niños. Satisfaciendo a tiempo y de manera correcta las necesidades afectivas, puede impedir muchas de las anomalías de conducta.
La falta de amor maternal produce desórdenes síquicos como depresión, complejos, inseguridad, miedo y frustración, lo que conduce a la persona a la drogadicción, al alcoholismo, al juego pernicioso, etc., y esto es el origen de la mayoría de las corrupciones sociales que se producen en el ser humano. La raíz de la mayoría de los crímenes, robos, violaciones, suicidios, etc., son el resultado de no haber recibido un adecuado amor maternal.
Por lo tanto, la mujer desempeña una función trascendental en disponer un espacio afectivo feliz y placentero por medio de hacer uso de sus capacidades naturales, para suplir la necesidad esencial del ser humano, por un lado, y por otro, para suscitar en los miembros de su familia estados afectivos necesarios para atravesar las dificultades e impedimentos. Una sociedad que carezca de tal espacio afectivo y cálido, es una sociedad callada y un ambiente muerto que a pesar del posible progreso en algunas áreas materiales, carece del esplendor humano deseado, y como resultado, será incapaz de suscitar un desarrollo equilibrado en todos los aspectos.
Por supuesto, además de lo que hemos señalado, la mujer también tiene otros roles vitales dentro de la familia que le son exclusivos e inalienables, como tener hijos, atender al esposo, la crianza y educación tanto física como espiritual de los niños, la administración interna y económica de la familia, la salud tanto espiritual como física de la familia, etc. Todos estos quehaceres de la mujer pueden ser considerados inherentes a ella, y muchos de ellos surgen de la mujer en forma instintiva; incluso da señales de tender hacia ellos desde su niñez.
Vamos a explicar algunas de estas funciones:
1. Disponer un espacio adecuado para educar a una generación activa y capacitada: Una buena persona es el eje del desarrollo de una sociedad. Tal persona necesita de un proceso educativo y continuo que saque a la luz sus capacidades constructivas intrínsecas. Esto no sucede por sí solo, sino que necesita de un espacio educativo adecuado. Indudablemente, la mujer influye significativamente en la educación de los individuos, y como lo dice una afirmación popular: “Detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer”.
En el Islam la educación del ser humano goza de una excepcional importancia, y es aquí donde la familia encuentra su lugar como cuna de la educación del pensamiento, la moral y la elevación del espíritu humano. La familia es el origen de la manifestación de los sentimientos humanos y el pilar principal de la sociedad. Sin embargo, entre los roles de los diferentes miembros de la familia, ya sea la madre, el padre, los abuelos o los tíos, es la madre la que cumple con la parte trascendental en la educación del niño. Su regazo es la más grande escuela donde se educa el niño, al punto que nadie más, ni siquiera el padre, alcanza su posición, e incluso el resto de los trabajadores educativos como el maestro, el profesor, etc., al momento de compararlos con el rol de la madre, tienen un aspecto secundario, puesto que lo que el niño ve y escucha de su madre es diferente a lo que escucha del maestro. El fundador de la República Islámica de Irán, el Imam Jomeini (r.a.), dijo:
“… Vuestras casas deben ser casas para educar a los niños… la educación religiosa, el refinamiento de la moral. Prestar atención a sus destinos es responsabilidad de los padres y de las madres. Las madres tienen más responsabilidad, y las madres son más distinguidas. La distinción de las madres es mayor que la de los padres. Asimismo, el efecto que produce la madre en el ánimo de los niños es mayor que el efecto que produce el padre…”4
Y también:
“… Es en el regazo de la madre que el niño crece; ella tiene la mayor responsabilidad y tiene el trabajo más noble. El trabajo de criar a los niños, el trabajo más noble en el mundo, es criar a un niño y entregar un hombre a la sociedad. Es para eso mismo que Dios Altísimo envió a los profetas a lo largo de la historia. A lo largo de la historia, desde Adán hasta el Sello de los Profetas (Muhammad –s.a.w.), los profetas vinieron para hacer hombres…”5
Según estas palabras, el regazo de la madre es el primer centro de educación del niño, puesto que la intensa influencia que el niño recibe de su madre, y lo que la madre le inspira al niño, es mayor que lo que asimila de los demás. De esta manera, debido al efecto dominante que cada acto, movimiento, gestos y palabras de la madre tiene en los actos y palabras del niño, es menester que las madres se dediquen a su responsabilidad crucial, que es la misma tarea de los profetas, es decir, la educación correcta y espiritual de los hijos. Es este rol de la madre en la formación de la personalidad del hijo el que concreta el dicho: “Es del regazo de la mujer que el hombre asciende (a los cielos)”6, o que en la sociedad y la historia surjan mujeres y hombres grandes e influyentes. Esto convierte a la mujer en la educadora de la sociedad: “La educadora de los seres humanos es la mujer. La felicidad y desdicha de las naciones depende de la mujer…”7
2. Administrar la economía de la familia: La mujer puede ejercer una gran influencia en la correcta administración de la economía de la familia, y por medio de una racional organización y programación puede ayudar al hombre en el manejo de los gastos de la casa, y mediante esto, ser un adecuado ejemplo para sus hijos.
3. Suscitar una tranquilidad psíquica: Considerando que la mujer es sensible; y en forma natural tiene sentimientos intensos y a la vez tiernos y delicados, un corazón bondadoso y pacífico, instintos de protección y de brindar amor, su rol en suscitar la salud mental de su familia es trascendental. Una mujer, por una sana propensión, le huye a los altercados, las guerras y la violencia. Es por ello que su sola presencia debería, de manera natural, equilibrar los sentimientos violentos y belicosos del hombre tanto en el hogar como fuera del mismo. Además, la mujer puede cambiar el ánimo decaído y desesperanzado en el que los problemas han sumido a su esposo, o al menos, ser el hombro donde éste se apoya ante sus tristezas y padecimientos; así como puede también producir un gran efecto en debilitar aún más el ánimo de su esposo, o al menos irritarlo y denigrarlo, y de esta manera preparar el terreno para el desequilibrio del sistema familiar.
A causa de esta particularidad que tienen, se espera de las mujeres sanas que produzcan un efecto tranquilizante en su entorno familiar y lleven sosiego, equilibrio mental y anímico a los miembros de su familia, y el ámbito de la vida se torne amoroso y apacible; e incluso trasladen toda esta gran carga de amor desde la casa a la calle y la sociedad. La mujer en el Corán ha sido presentada como el sosiego para el hombre:
» وَمِنْ ءَايَاتِهِ أَنْ خَلَقَ لَكُم مِنْ أَنفُسِكُمْ أَزْوَاجاً لِّتَسْكُنُوا إِلَيْهَا وَجَعَلَ بَيْنَكُم مَوَدَّةً وَرَحْمَةً إِنَّ فِي ذَلِكَ لاَيَاتٍ لِقَوْمٍ يَتَفَكَّرُونَ «
«Y entre Sus signos está el haberos creado esposas de vuestra misma especie, para que os sirvan de sosiego, y el haber dispuesto entre vosotros el afecto y el enternecimiento. Ciertamente, que en esto hay signos para gente que reflexiona.»8
En esta aleya, suscitar el afecto y el enternecimiento entre el hombre y la mujer se considera uno de los signos y bendiciones de Dios. Por su puesto, esto es recíproco, y el esposo también debe originar un tipo de sosiego en la mujer que conlleve a que la mujer pueda desempeñar plenamente su rol.
4. Crear un ambiente familiar sano: si la mujer tiene éxito en este asunto, puede construir las bases de una sociedad humana sana, poseedora de autoconfianza, esperanzada en el futuro y resoluta. De lo contrario, la sociedad será inestable desde el punto de vista afectivo; tambaleante desde el punto de vista espiritual, y se creará en ella el terreno para difundir la corrupción, la languidez, y la ociosidad, y poco a poco perderá sus características creativas. Una buena madre y esposa es un buen soporte para la vida familiar, y esto, a su vez -de acuerdo a los textos islámicos- garantiza la firmeza y continuidad de una sociedad óptima.
De esta manera, las mujeres como madres y esposas, son el eje de estabilidad de la familia y de sostenimiento de sus ideales. Es por ello que sus roles tuvieron siempre una proyección universal a través del tiempo.
El rol de la mujer en el seno de la sociedad
El Islam no pretende en absoluto mantener alejada a la mujer de la escena de la vida social. Todo su esfuerzo se cimienta en la lógica de que las mujeres deben tener una posición humana elevada y sobresaliente en la sociedad. El Islam quiere elevar a tal grado el rol de las mujeres que éstas puedan encontrar su posición humana en la sociedad.
Se puede deducir el rol de la mujer en la sociedad de su desempeño institucionalizado y establecido a partir de las funciones y tareas que espontáneamente han ejercido. De esta manera, cuando tomamos en cuenta funciones vitales como la protección de la especie, el resguardo de la salud y la vida de sus pequeños hijos -cuyas vidas probablemente estarían amenazadas por muchos más peligros sin sus cuidados- o sus funciones espirituales, psíquicas y sociales como transmitir la cultura, la religión y el idioma al niño, o suscitar la calma y el sosiego en la familia y la sociedad, etc., veremos que el rol general de la mujer en la sociedad va más allá de lo que usualmente se supone. En los casos en que la mujer desempeña los roles naturales y sociales mencionados, el hombre tiene un rol secundario y es considerado el asistente y ayudante de la mujer. Y en los casos en que los hombres desempeñan el papel principal, es decir, las funciones que son particulares del hombre, las mujeres, en la medida que puedan, deben ser sus asistentes y ayudarlo.
Desde la óptica general del Islam, la responsabilidad de la administración y progreso de las sociedades y las naciones abarca a todos los individuos de la sociedad y la familia, sean éstos hombres o mujeres. En el Islam “todos son responsables de todos”.9 Todos los miembros de la familia dan pasos para construir una sociedad sana e impedir la corrupción, los crímenes, y los vandalismos.
Sin embargo, la más importante responsabilidad y rol de las mujeres, sea cual fuere su nivel de capacidad y actividad social, está en la familia, y la mujer no debería anteponer ninguna responsabilidad o trabajo a este deber suyo. El estudio o el trabajo fuera de su casa no deberían ser la función principal de la mujer, puesto que nadie ni nada puede reemplazar este importante rol suyo en la casa. La permanencia, desarrollo, prosperidad y elevación de la familia, su tranquilidad, y el hecho de salvaguardarla ante los factores perjudiciales, todo ello depende del hecho de que la mujer lleve a cabo su función en el hogar.
Por supuesto, cabe aclarar que el énfasis que pone el Islam en la importancia sin igual del rol de la mujer en la familia, de ninguna manera tiene el sentido de oponerse a la presencia de las mujeres en las diferentes áreas, sino que tiene el sentido de hacer hincapié en la genuinidad y primacía del “rol de madre y esposa” frente al resto de las actividades y roles. Somos conscientes de que si se les impidiera a las mujeres desempeñar un rol en la sociedad, ésta no sería una sociedad desarrollada, puesto que la sociedad está conformada por hombres y mujeres que se forman con educaciones y culturas diferentes, y es en su interacción que se construyen costumbres, tradiciones, regímenes y normas particulares, y encuentran una esencia social.
Comenzando con el estudio, cuántas veces sucede que la formación académica de la mujer y la elevación de su nivel intelectual y cultural tienen muchísima más importancia que la de un hombre en la familia y la sociedad. Si un hombre se instruye, solo una persona se habrá instruido, pero si la mujer se instruye, es toda una sociedad la que lo hace. Esto quiere decir que una niña instruida y de ideas claras será una madre con tales características, y categóricamente, esto tendrá un efecto directo y sorprendente en la educación correcta y esencial de los hijos. Y desde que la familia es la constructora de la sociedad, existiendo tales familias surgirá una sociedad instruida y educada. Es por esto que la alfabetización y estudio de las niñas y madres del futuro, es un tema crucial.
Por lo tanto, la felicidad y salud de toda sociedad se fundan en las familias, y la transferencia de los valores religiosos, nacionales, culturales y sociales, en primer grado es responsabilidad de las familias, especialmente de la madre. Por lo tanto, se puede deducir que una sociedad sana necesita de madres sanas, y una sociedad cultural, religiosa, y con valores, es una sociedad cuyas madres gozan de una sana visión y pensamiento cultural, religioso y de valor.
En cuanto al trabajo, en el Islam la mujer tiene derecho a participar en todos los oficios tanto particulares como públicos, ya sea de servicios, producción, distribución, exportación, importación, agricultura, industria, científicos, universitarios, etc.; sin embargo, para evitar las relaciones nocivas entre los sexos opuestos, lo que puede originar grandes perjuicios familiares y sociales, el Islam no incentiva el hecho de que la mujer se ocupe en trabajos que conlleven un contacto directo y continuo con los hombres, sino que prefiere aconsejar a las mujeres que trabajen en ambientes más benéficos. Aún así, a veces, debido a ciertas exigencias sociales y la necesidad que se tiene del trabajo de las mujeres, el trabajo de las mismas en la sociedad se vuelve imperioso y obligatorio, y es por eso que hoy las mujeres musulmanas, en la mayoría de las sociedades islámicas, entre ellas la República Islámica de Irán, ocupan cargos políticos, administrativos, judiciales, comerciales, etc.
Además de los grandiosos cambios que la Revolución Islámica suscitó en Irán y en el mundo, en su concepción del ser humano, de la mujer y de la familia, este movimiento originó nuevas transformaciones, especialmente reformó y corrigió la imagen indeseable y defectuosa que se había creado en las mentes respecto a la mujer.
Las mujeres son los líderes primordiales de la guía intelectual, doctrinal y afectiva de la sociedad, y su función principal consiste en mantener encendida la llama del amor y la pureza en la familia, y proteger los fundamentos y cimientos de esta institución de guía. Por lo tanto, la excusa de estar presente en las áreas de las actividades sociales con el fin de prolongar sus responsabilidades, no debe ocasionar la decadencia de la posición y condición humana de las mujeres y agravar el descontrol y la corrupción moral, y como resultado allanar el terreno para la ruptura y desmoronamiento del sistema familiar.
Una de las cuestiones de importancia para las grandes personalidades de la religión del Islam, es mantener alejada a las mujeres de las amenazas y perjuicios psíquicos y físicos. En nuestros días, por el hecho de no dar la importancia necesaria a esta cuestión muchas mujeres han caído presa de las tribulaciones morales. Vemos cómo los abusos sexuales a las mujeres se han convertido hoy en un fenómeno natural en occidente.
Las opiniones destructivas respecto la mujer, ocasionó que a lo largo de la historia ella estuviera sujeta a diferentes tipos de opresión y privación, lo que hizo mella en sus funciones innatas. Luego de las “épocas de la Ignorancia” de carácter tradicional, devino otra de carácter lucrativo e industrial, en la que también se actuó en forma ignorante e interesada con los sentimientos de la mujer, de manera que esto afectó su dignidad y posición, la despojaron de su respeto y sacralidad, y el principal resultado de esto fue que hicieron tambalear las bases de la cálida institución familiar.
Si estamos en la búsqueda de la libertad de la mujer de las cadenas de la ignorancia y los desenfrenos, esto es apoyado tanto por el sentido común como por la legislación religiosa, pero si estamos en la búsqueda del libertinaje y que la personalidad de la mujer sea un instrumento de los hombres, esto es algo que se contradice con todas las religiones. A principios del Islam, cuando la mujer era considerada en los imperios mal llamados “civilizados” como una cosa, y no gozaba de ningún derecho, el Profeta del Islam (s.a.w.) besaba la mano de su hija Fátima (a.s.), y por medio de exponer las claras aleyas del Corán, presentó los derechos sociales y espirituales de las mujeres y se los obsequió a ellas.
Otro punto que goza de importancia con relación al rol de la mujer, es su rol en asegurar la seguridad y la salud síquica de la sociedad. Si la atención de la mujer no está puesta en sus funciones primarias en el eje familiar, cede su lugar a un elemento indeseable, y de esta manera, no solo ella no goza de libertad y seguridad, sino que arrastra a la sociedad hacia la inseguridad. Ni ella está satisfecha de sí misma, ni tiene la satisfacción de su familia, ni la sociedad considera una posición de valor adecuada para ella. De esta forma ella solo es la causante del fútil ornamento de la “ignorancia moderna”, y desde la cima de la servidumbre a Dios, de la dignidad humana y del placer de una relación de pareja y familia apropiada, se precipita al abismo en nombre de una engañosa libertad, dando pie a un cautiverio vergonzoso, lo que no solo destruye las bases de la familia, sino que se convierte en un factor para el lucro de las redes internacionales de la trata de mujeres.
De esta manera, en el Islam la mujer no solo puede, sino que debe estar presente en la sociedad y participar en las actividades económicas, políticas y sociales, y al mismo tiempo, por medio de proteger su sacralidad, repeler el ataque de los elementos contrarios al sistema de valores. Para ello, el Islam aconseja a las mujeres que cuando se presenten en los lugares públicos para cumplir con sus responsabilidades sociales, lleven una vestimenta recatada, para que de esta manera estén protegidas en sus relaciones sociales. Aún cuando el recato y la pureza son loables para cualquier persona, sin embargo para las mujeres es aún mejor y necesario. En sus relaciones sociales, las mujeres deben ser prudentes, inteligentes y cautas, a fin de no caer presa de la codicia y los abusos, y para que la sociedad no las mire como un objeto de consumo.
La concepción utilitaria que hoy en día se tiene de la mujer es una opresión a la sociedad humana y una gran traición a los derechos de las mujeres. En palabas del actual líder de la Revolución Islámica de Irán, el Aiatul·lah Jâmene’î: “La mujer, es una parte hermosa, delicada y oculta de la creación, y el mayor pecado por el que los occidentales deben responder es que rebajaron a la mujer al nivel de un medio para promocionar mercancías, obtener más dinero y satisfacer desordenada e ilegítimamente las cuestiones sexuales, y de esta manera infectaron a las sociedades humanas con enfermedades incurables”.
El que occidente se esfuerce por alejar a las mujeres de sus particularidades innatas y por dotarlas de valores masculinos, en realidad es disminuir la posición de las mujeres.
Del mismo modo, queda claro que cualquier golpe al rol de la mujer en la estructura familiar; cualquier tipo de desatención, intento de crear sustitutos para ella y de atenuar la importancia del vínculo sagrado familiar, y cualquier esfuerzo por plantear nuevos conceptos y argumentar justificativos “modernos” para ello, absolutamente todo ello deja secuelas negativas y trágicas para el futuro de las naciones, e incluso puede decirse que es una conspiración manifiesta en contra de toda la humanidad.
Por último, cabe aclarar que aquí solo me he referido a este tema en forma resumida, puesto que los roles de la mujer en el Islam, teniendo en cuenta sus desempeños, son muchos más, tanto en cantidad como en calidad. De esta somera mención se puede inferir la profundidad e importancia del rol de la mujer en el Islam, y su elevado valor en esta religión y escuela.
Si la humanidad anhela una sociedad sana alejada de las desviaciones y perjuicios sociales y un ambiente limpio de crímenes, en primer lugar debe abocarse a corregir la estructura de la familia, la conducta de los padres y sanear las relaciones entre los miembros de la familia. Y los padres, sobre todo, deben concientizarse plenamente de sus roles y funciones y llevarlos a cabo de la mejor manera.
Espero que podamos en primer lugar ser nosotras mujeres capaces de cumplir satisfactoriamente nuestro rol en nuestro hogar. El primer efecto debemos sentirlo nosotras en nuestra conducta, y recién luego estar al servicio de los demás en la medida de nuestro conocimiento y capacidad de acción. ¿Cómo podremos ser buenas para los demás y no para nuestra propia familia?
Notas:
1-"A quien practique el bien, sea hombre o mujer, y es creyente, le concederemos una vida excelente..." (Sura an-Nahl; 16:97)
2-Sura an-Nisa; 4:21.
3-"Ellas son vuestras vestimentas, y vosotros las de ellas" (Sura al-Baqarah; 2:187)
4-Sahifei-e Nur, del Imam Jomeini,t.7,p. 504.
5-Ibíd,p. 464.
6-Ibíd,p. 341.
7-Ibíd,p. 339.
8-Sura ar-Rum; 30:21.
9-"Todos sois pastores, y cada uno de vosotros es responsable de quienes están a su cargo y cuidado".
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