La importancia del diálogo
De acuerdo al Corán, dialogar y razonar de la mejor manera posible es muy importante para comunicar, preservar la verdad y evitar falsedades. El objetivo primordial de esto es encontrar la verdad. Dentro del contexto de la Da'wah islámica, el diálogo es una herramienta de corrección, construcción y auto evaluación. El diálogo es una herramienta compartida que sirve para crear conciencia en torno a la cual se forman opiniones, se estudian interrogantes y se concluye sobre las implicaciones de la evidencia teórica o islámica. El diálogo es una herramienta de consulta, consejo mutuo y cooperación recta y piadosa, lo cual invita a la madurez y fomenta la búsqueda de la perfección. Es esencial que estemos abiertos al dialogo y preparados para aceptar críticas y opiniones, pues solo así podemos corregir nuestros errores y deficiencias, permitiendo que el rumbo de nuestra religión y su entorno sean enderezados. Cuando esto sucede, el diálogo se vuelve algo educativo y sistemático, que enriquece así a la comunidad Islámica con estudios religiosos y tesis académicas.
El despertar Islámico a nivel mundial se ha convertido en una especie de renacimiento general para todas las clases, y ha dejado de ser el monopolio exclusivo de un solo grupo. La nueva generación tiene un derecho legítimo sobre la Da'wah islámica, que les permite apreciar su capacidad de razonar, reconocer sus propias habilidades y les expone la verdad con respecto a los cambios en su entorno, tanto negativos como positivos. Debemos evitar defender la actitud de una escuela islámica en particular o de alguien famoso y después tratar de justificarla y ocultar sus faltas, ya que nuestra causa es mucho más profunda y seria. La vanguardia del renacimiento islámico aspira a alcanzar un enfoque divino del diálogo, con toda su claridad y pureza de propósito, libre de cualquier ambigüedad o imperfección. Esto se debe a que los mandatos de Al-lah son claros, y Su doctrina prevalece sobre todo y todos los demás.
La diferencia de opiniones es algo natural y un fenómeno saludable que enriquece a la comunidad con ideas maduras. Si esta diferencia de opiniones se encauza de manera adecuada, entonces se convierte en una herramienta muy valiosa que nos permite analizar las cosas desde diferentes puntos de vista y perspectivas. Desafortunadamente, tales diferencias se han tornado en riñas amargas y peleas alarmantes que han debilitado al Islam. Esto se debe a la ausencia de diálogo serio y consulta mutua por parte de los implicados. La cadena del diálogo prudente y sabio se ha roto, por lo que el razonamiento plausible y las opiniones similares han desembocado en una eventual fuente de parcialidad intelectual y conflicto personal. El diálogo ha degenerado en un intercambio de acusaciones e injurias.
Principios indispensables
Con el transcurso del tiempo, los eruditos han desarrollado ciertos principios basados en la Shariâh que pueden ser considerados como un método básico para llevar a cabo un diálogo que sea islámicamente correcto y fructífero. He aquí algunos de estos principios:
Conocimiento
Es necesario que el interlocutor tenga conocimiento del tema sobre el cual pretende debatir. Al mismo tiempo, debe ser capaz de examinar, sopesar y dar preferencia a diversos tipos de evidencia, de deducir resultados y de reunir todas las pruebas que pueda. Además, debe estar familiarizado con la ciencia de la abrogación y los versos abrogados del Noble Corán: los permitidos y los restringidos, los particulares y los generales, así como los autentificados y los débiles. Nadie debería atreverse a debatir sin amplios conocimientos intelectuales y doctos. Al-lah Reprocha a quienes discuten sin conocimiento y Dice (lo que se interpreta en español): {Cuestionasteis asuntos que eran evidentes, aún teniendo la revelación. Y ahora discutís sobre lo que no tenéis conocimiento. Al-lah Sabe, y vosotros no sabéis.} [Corán 3:66]
La educación subjetiva adoptada por algunos islamistas destruye la mente y atrofia la creatividad, el pensamiento y la meditación. Consiste en machacar a sus seguidores los principios y la metodología de su escuela de una manera inflexible y literal, sin importar su validez. De esta manera, el estudiante aprende a difamar y a subestimar a otros, mientras permanece ajeno a la realidad o incluso a la razón por la cual se le pide comportarse de una manera especifica, y lo que es aun más serio: no tiene conocimiento alguno acerca del castigo por difamación. El adoctrinamiento subjetivo resulta en una educación incompleta y solamente sirve para producir personas incapaces de pensar y que solo repiten como loros lo que sea que su escuela considera como correcto.
Buen entendimiento
Para que el debate tome la dirección correcta, es necesario entender bien los argumentos de nuestro oponente, así como sus fuentes y el contexto que influye sus acciones. A menudo, los debates giran alrededor de diferencias entre ambas partes, y los temas tratados se vuelven arcanos y no se llega a ninguna conclusión. La razón de esto es que las partes envueltas fueron incapaces de entender los argumentos básicos de los demás así como su objetivo en conjunto.
El entendimiento es el fundamento del debate; en cambio, un mal entendimiento podría llevar al interlocutor a aceptar algo equívoco, rechazar algo correcto o a malinterpretar las cosas. El Imán As-Subki, que Al-lah le Dé Su perdón, dijo: "A menudo he visto a gente que oye pero malinterpreta lo que escucha. Por consiguiente, modifican el objetivo del libro o del autor en cuestión, e inducen a los demás colegas y a sus seguidores a sacar conclusiones que nada tienen que ver con lo que el autor intentaba comunicar".
Causas de los malos entendidos
Algunos de los elementos básicos que provocan malos entendidos son:
- Conocimiento insuficiente.
- Distancia entre los interlocutores: lo cual podría obligarles a depender única y exclusivamente de rumores. Si ambas partes se reuniesen frente a frente y hablasen, el panorama se aclararía y todas las ambigüedades desaparecerían.
- Deficiencias de comunicación: para evitar este problema, el interlocutor debe ser claro y explícito. Debe ser capaz de controlar sus palabras y expresiones, así como presentar su evidencia y sus argumentos de apoyo con precisión.
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