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jueves, 14 de julio de 2011

El Apocalipsis y la salvación del alma

El Apocalipsis y la salvación del alma

Visiones proféticas sobre el futuro. Las profecías y las religiones hablan de un “final de los tiempos”, un momento trascendente de cambio al que el alma humana debe enfrentarse ineludiblemente.
En esta nota, hablaremos sobre si es posible la salvación del alma humana ante el fin de los tiempos profetizado por varias culturas, entre otras, la cristiana. Asimismo, explicaremos qué se entiende por ese “final” y esa “salvación”. Para comenzar, hemos de aclarar que usamos el término Apocalipsis como sinónimo de “fin del mundo”, dado que es un significado conocido por los lectores. Sin embargo, es erróneo, la palabra, de origen griego, significa: “revelación”. El error se debe al último libro del Nuevo Testamento, el Apocalipsis, escrito por el apóstol San Juan, que trata en su mayor parte el “fin del mundo”; de ahí la confusión.
Sin embargo, ambas ideas –la del “fin de los tiempos” y la de la “salvación del alma” son conceptos básicos de la espiritualidad humana, y no pertenecen sólo a la tradición judeo-cristiana. Tampoco todas las doctrinas religiosas vinculan ambas ideas, dado que algunas conciben esa salvación como la liberación del hombre en el presente, sin tener en cuenta ninguna profecía. Veamos qué dicen cada una de ellas.
EL FIN DE LOS TIEMPOS
Existen distintas visiones sobre el significado del “fin de los tiempos”. Probablemente, la más difundida sea la de la tradición judeo- cristiana pero; no es la única, hay otras concepciones muy antiguas sobre el mismo tema.
La visión judeo-cristiana
La visión cristiana del “fin del mundo” se hizo conocida en la Edad Media, momento en que surgieron la mayor cantidad de interpretaciones sobre las Sagradas Escrituras. En primer término, se encuentra una visión ligada a la antigua tradición (antiguo Testamento) sostenida por los profetas Elías y Enoc que consideraban que, en el “fin de los tiempos”, se produciría una lucha entre Diablo, representado por el Anticristo (la antítesis de Cristo,) y un grupo de “elegidos para el combate” que representan al Mesías o al Bien. La visión cristiana, muy posterior, sostiene que ese “fin de los tiempos” significa la segunda venida del Mesías a la tierra, y que en ese momento tendrá lugar la destrucción del mundo, la resurrección de los muertos y la llegada del Juicio Final; momento en que toda la humanidad será juzgada por los actos realizados durante toda su vida. Luego, advendría una edad dorada, como una especie de renacimiento de la humanidad.
Lo que dice el Islam
Si bien la tradición islámica es menos conocida, tiene profundas similitudes con la anterior. En sus escrituras, se describen acontecimientos que indican el fin de los tiempos: la decadencia espiritual de la humanidad, el Anticristo, la Gran Batalla y la llegada del Mahdî, que Mahoma, el profeta del Islam, predijo hace más de 1300 años.
Sobre este fin del mundo y la llegada de un salvador (descendiente de Mahoma y equivalente al Mesías cristiano), el Islamismo pregona dos variantes, que varían de acuerdo a las dos corrientes más fuertes que tiene el culto islam. Por una parte, los sunníes, quienes afirman que este “fin” llegará antes del regreso de Cristo a la tierra; “fin” que también supone un renacimiento, ya que se establecerá una sociedad islámica perfecta antes del Yaum al-Qiyamah (“Día de la resurrección”, equivalente al Juicio Final). Por otro lado, los chiíes, que creen que Mahdí (el Salvador) desapareció siendo niño y que se encuentra escondido esperando su tiempo para volver como redentor.
Las profecías mayas
Otra civilización que advirtió y dejó asentado su conocimiento sobre el “fin de los tiempos” fueron los mayas. Ellos eran expertos en el estudio de los ciclos del tiempo y la astronomía, y concentraron su mayor atención en la actividad solar.
Según sus profecías, en el final de los tiempos el Sol emitiría una inmensa llamarada que llegaría a la Tierra en forma de radiación.
Este hecho daría lugar al “Sexto Sol”, un período precedido por todo tipo de catástrofes naturales y enfrentamientos que conducirían a un estado de conciencia humana superior. Tiempo de catástrofes que tienen temible parecido con los sucesos climáticos que estamos viviendo.
LA SALVACIÓN DEL ALMA
Derivado de la idea de “fin de los tiempos”, surge el concepto de “salvación del alma”, una instancia más “terrenal”, en la cual el accionar humano adquiere una importancia crucial respecto a ese “último acto” al que todos, según estas visiones religiosas, hemos de enfrentarnos.
El juicio final
Como vimos, tanto la tradición judeo-cristiana como el Islam adhieren a la doctrina del Juicio Final, hecho que condiciona el modo en que los creyentes viven su vida en la tierra, por lo que todos buscan la purificación de su alma. Para aquellos que creen en la segunda venida de Cristo, la salvación consiste en cultivar la bondad, la humildad y la penitencia en esta vida. Siguiendo este ideal, la religión judía, por su parte, pone el acento en la conducta ética, derivada del respeto por los diez mandamientos que Dios le entregara a Moisés. Finalmente, el Islam sostiene que el propósito de la vida es agradar a Allah mediante buenas obras para lograr la salvación. Según los musulmanes, los “incrédulos” (aquellos que rechazan la verdad) y los pecadores estarían condenados, pero el arrepentimiento genuino otorgaría el perdón de Allah y la entrada al paraíso.
Otro punto de vista: el Budismo
Si bien Buda fue el creador de la doctrina, ésta es una religión “sin Dios”; Buda es un “iluminado”, pero no un dios. Asimismo, creen en diferentes espíritus.
Del mismo modo, consideran que la liberación del alma humana sólo depende del individuo; dicho de otro modo, esa “iluminación” de la que habla el Budismo sólo puede ser alcanzada de forma directa y personal por cada individuo, sin intervención divina alguna. Esto significa que todos las personas pueden encarnar esta verdad. Para ellos, esa “salvación” es una “liberación” y consiste en “dejar de desear”, en “dejar de sufrir” debido al deseo material y la ambición. Por otra parte, el Budismo propone ciertos ritos y ejercicios, que ayudan a dejar de lado estos sentimientos para lograr una verdadera liberación individual.
El Hinduismo
El hinduismo no posee fundador ni profeta. Es una de las religiones más antiguas y constituye una “combinación” de religión y filosofía, con muchas tradiciones y ritos diferentes. Los hindúes no creen que la muerte es el fin de la vida humana; sino que creen en la reencarnación del alma; una vuelta a la vida que es vista, sin embargo, como una condena. Así la única salvación consiste en la liberación de ese ciclo eterno de encarnaciones. Liberación que sólo se obtiene una vez que el alma ha alcanzado su nivel espiritual más alto.
CONCLUSIONES
Como puede verse, no hay una visión del “fin del mundo”, sino varias; así como no hay “una salvación del alma”, sino muchas. Es decir, cada religión tiene su propio punto de vista de lo que es el alma, Dios y la vida, así como si existe o no una existencia después de la terrena. Por otra parte, si bien todas remiten a una idea de preparación espiritual del individuo, cada religión apunta a distintos propósitos que no necesariamente se vinculan con el fin de los tiempos o Apocalipsis.
En una sociedad como la que vivimos, muchas veces, los mandamientos impuestos por la cultura son considerados como “la única verdad” y todo lo que se aleja de ella, considerado como un desvío o error. Nuestro objetivo es que nuestros lectores valoren que existen otras creencias que, si bien se alejan de las perspectivas que conocemos, son de gran valor a la hora de entender los misterios de la vida. De lo que se trata, finalmente, es de rescatar de todos los mensajes religiosos que hemos visto un concepto claro: la necesidad de revalorar el papel ético y espiritual de nuestra vida. Vivimos aquí y ahora, y es en este momento y en esta realidad nuestra cuando hemos de construir un mundo mejor para todos nosotros.

1 comentario:

  1. BREVE CRÍTICA AL PROFETISMO JUDÍO DEL ANTIGUO TESTAMENTO: La relación entre la fe y la razón expuesta parabolicamente por Cristo al ciego de nacimiento (Juan IX, 39), nos enseña la necesidad del raciocinio para hacer juicio justo de nuestras creencias, a fin de disolver las falsas certezas de la fe que nos hacen ciegos a la verdad mediante el discernimiento de los textos bíblicos. Lo cual nos exige criticar el profetismo judío o revelación para indagar “si es verdad o es mentira” que los textos bíblicos son palabra de Dios. Enmarcado la crítica en el fenómeno espiritual de la trasformación humana y, las ciencias y técnicas que nos ayudan a desarrollarnos espiritualmente. Abordados por la doctrina y la teoría de la trascendencia humana, conceptualizadas por los filósofos griegos y los místicos hindúes. Sabiduría védica instruida por Buda e ilustrada por Cristo, la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las respuestas que la ciencia ha dado a los planteamientos trascendentales: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.). Utilizando los principios universales del saber filosófico y espiritual como tabla rasa, a fin de deslindar y hacer objetivo lo “que es” o “no es” del mundo del espíritu. Método o criterio que nos ayuda a discernir objetivamente __la verdad o el error en los textos bíblicos analizando los diferentes aspectos y características que integran la triada preteológica: (la fenomenología, la explicación y la aplicación, del encuentro cercano escritos en los textos bíblicos). Vg: la conducta de los profetas mayores (Abraham y Moisés), no es la conducta de los místicos; la directriz del pensamiento de Abraham, es el deseo intenso de llegar a tener una descendencia numerosísima y llegar a ser un país rico como el de Ur, deseo intenso y obsesivo que es opuesto al despego de las cosas materiales que orienta a los místicos; es por ello, que la respuestas del dios de Abraham son alucinaciones contestatarias de los deseos del patriarca, y no tienen nada que ver con el mundo del espíritu. La directriz del pensamiento de Moisés, es la existencia de Israel entre la naciones a fin de llegar a ser la principal de todas, que es opuesta a la directriz de vida eterna o existencia después de la vida que orienta el pensamiento místico (Vg: la moradas celestiales, la salvación o perdición eterna a causa del bien o mal de nuestras obras en el juicio final de nuestra vida terrenal, abordadas por Cristo); el encuentro cercano descrito por Moisés en la zarza ardiente describe el fuego fatuo; el pie del rayo que pasa por el altar erigido por Moisés en el Monte Horeb, describe un fenómeno meteorológico; el pacto del Sinaí o mito fundacional de Israel como nación entre las naciones por voluntad divina a fin de santificar sus ancestros, su pueblo, su territorio, Jerusalén, el templo y la Torah; descripciones que no corresponden al encuentro cercano expresado por Cristo al experimentar la común unión: “El Padre y Yo, somos una misma cosa”, la cual coincide con la descrita por los místicos iluminados. Las leyes de la guerra dictadas por Moisés en el Deuteronomio causales del despojo, exterminio y sometimiento de las doce tribus cananeas y del actual genocidio del pueblo palestino, hacen evidente la ideología racista, criminal y genocida serial que sigue el pueblo judío desde tiempos bíblicos hasta hoy en día, conducta opuesta a la doctrina de la no violencia enseñada por Cristo __ Discernimiento que nos aporta las suficientes pruebas objetivas de juicio que nos dan la certeza que el profetismo judío o revelación bíblica, es un semillero del mal OPUESTO A LAS ENSEÑANZAS DE CRISTO, ya que en lugar de sanar y prevenir las enfermedades del alma para desarrollarnos espiritualmente, enerva a sus seguidores provocándoles: alucinaciones, estulticia, delirios, histeria y paranoia; propiciando la bibliolatría, el fanatismo, la intolerancia, el puritanismo hipócrita, el sectarismo, e impidiendo su desarrollo espiritual.

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