La guerra contra el programa nuclear iraní ya ha empezado
Los servicios secretos de EE.UU. e Israel han incrementado sus ataques contra el régimen
Internacional | 13/12/2011 - 00:00h
Imagen del avión no tripulado estadounidense derribado por Irán AP
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Ahmadineyad acusa a Occidente e Israel de los atentados contra científicos La exhibición el pasado día 8 de diciembre del drone de los Estados Unidos derribado en territorio iraní, es sólo el último capítulo de una larga novela de intriga protagonizada por las principales agencias de servicios secretos del planeta. Al más puro estilo John Le Carré si no fuera porque, pese al silencio sepulcral de todos –o casi todos- sus protagonistas, esta es una historia real. Existe una guerra secreta llevada a cabo por la CIA, el Mossad y apoyada por el MI6 contra el programa nuclear iraní. Una guerra de sabotajes, atentados, asesinatos selectivos y virus informáticos.
El derribo del avión espía estadounidense el pasado 4 de diciembre viene a demostrar que existen operaciones secretas llevadas a cabo en territorio de la república islámica. Pero es más que eso, la captura de la aeronave – en perfectas condiciones- pone en un aprieto a la administración Obama por ser la prueba fehaciente de que Estados Unidos no sólo trata de frenar el programa nuclear iraní por vía diplomática, como afirma. Y hay más, el drone es un caramelito para los enemigos de los Estados Unidos, ya que les permite tener acceso a los secretos tecnológicos de la aeronave e incluso vender esa información sensible a países como China o Rusia. Un dolor de cabeza más para la política exterior estadounidense.
La guerra secreta contra Irán es una realidad desde hace años, pero parece que su intensidad haya aumentado desde la publicación del último informe de la OIEA sobre el programa nuclear iraní, donde se alertaba de que el país había logrado "dominar los pasos críticos necesarios para diseñar y construir un arma nuclear". El pasado mes de noviembre, una enorme explosión en unas instalaciones de la Guardia Revolucionaria iraní a las afueras de Teherán acabó con la vida de 17 personas, entre ellas la del general Hassan Tehrani Moqaddam, el principal impulsor del programa nuclear. Días más tarde, otra extraña explosión tuvo lugar en Isfahan, la tercera ciudad del país, donde está ubicada una planta de conversión de uranio. Se desconocen los daños causados. Hasta el momento, todo lo que ha dicho el régimen iraní al respecto de estos misteriosos sucesos es que fueron "accidentes". Puede que lo fueran, pero también puede, y esta teoría cada vez coge más fuerza, que no quieran admitir su vulnerabilidad.
El año pasado, cuatro científicos nucleares iraníes fueron asesinados. Uno de ellos murió al explotar su coche cuando dos hombres pegaron un explosivo en su ventana y se perdieron entre el tedioso tráfico de Teherán. Un quinto científico sobrevivió a otro atentado. En esta ocasión, el presidente Ahmadineyad acusó al "régimen sionista" y a Occidente de estar detrás de las muertes. Algo que el Mossad acabó reconociendo posteriormente.
Pero también ha habido ataques informáticos. En 2010, el virus informático Stuxnet logró penetrar en el programa de control de las centrifugadoras de la central de Natanz, dañándolas gravemente y retrasando los planes de los ayatolás de enriquecer uranio.
A esto debe sumársele una serie saborajes que, según informa el periódico israelí Haaretz, han ido in crescendo durante el último año. El número de "averías" y "accidentes" en infraestructuras estratégicas han aumentado un 10%, asegura el diario. Esto podría deberse a los estragos del embargo internacional, pero también podría significar la existencia de grupos de oposición internos bien organizados que incluso estarían recibiendo ayuda exterior.
Por el momento no ha habido ninguna respuesta oficial por parte del régimen iraní, aunque el reciente descubrimiento de un supuesto plan de la Guardia Revolucionaria para asesinar en los Estados Unidos al embajador de Arabia Saudí en Washington podría sugerir que los ayatolás no piensan quedarse de brazos cruzados ante los ataques. En la misma línea estaría el reciente asalto a la embajada del Reino Unido en Teherán.
Pese a la opacidad existente, ha habido algunas declaraciones de miembros de la inteligencia israelí y estadounidense que vienen a confirmar la existencia de operaciones secretas contra el régimen iraní. En mayo de este año el coordinador y asistente especial del presidente Obama para el control de armas y terrorismo, Gary Samore, afirmó: "Estoy feliz de saber que están teniendo problemas con sus centrifugadoras, los Estados Unidos y sus aliados están haciendo todo lo que pueden para ponérselo difícil". Pero quizás la confirmación más explícita ha sido la del antiguo director del Mossad, Meir Dagan. Preguntado sobre si la "mano de Dios" – en referencia a la operación llevada a cabo por la inteligencia israelí para eliminar a los terroristas de la masacre de Munich en 1972 denominada Ira de Dios- estaba detrás de los recientes sucesos en Irán, el antiguo espía sonrió y dijo "sí".
Lo cierto es que Estados Unidos e Israel tienen poco margen de maniobra si pretenden detener el polémico programa nuclear iraní. Ambos países coinciden en advertir que una operación militar no necesariamente podría ser beneficiosa para sus intereses y podría sumir a la región en el caos. Con las guerras de Afganistán e Iraq todavía abiertas y una marea revolucionaria que se extiende desde el Mediterráneo hasta la península arábiga, no podría salir nada bueno de abrir un nuevo frente de conflicto. Por otro lado, la posibilidad de imponer más sanciones económicas está bloqueada por el veto de Rusia y China. ¿Tienen, pues, otra salida?
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