Caso Siria: hipocresía, fariseísmo, doble rasero .
LUNES, 03 de MARZO de 2013 08:01 administrador . .Por: Gustavo Robreño
Cuando se haga la indignante y triste historia de la hipocresía, el fariseísmo y el doble rasero elevado como pocas veces a la categoría de doctrina internacional o de política exterior, no hay dudas de que Estados Unidos y sus socios de la Unión Europea se llevarán las palmas en todo lo relacionado con lo que llamaremos “caso Siria”.
Hay quienes sitúan el embrión de esta flagrante y abierta violación de cuanta norma existente regulatoria del derecho internacional -y ni hablar de la Carta de Naciones Unidas- en el preludio que constituyó la guerra de agresión contra Libia en procura de la ocupación de los abundantes recursos naturales de ese país y el asesinato de Muammar al Gadaffi, figura a todas luces incómoda e imprevisible para las potencias occidentales, que hace tiempo habían dictado su sentencia de muerte y sólo buscaban ocasión propicia para ejecutarla.
Siria se ha vuelto un hueso duro de roer aunque al precio de decenas de miles de víctimas inocentes y enorme destrucción material, y es evidente que los planes previamente concebidos en cuanto a una ocupación rápida, el derrocamiento o asesinato del presidente Bachar Al Asad -o ambas cosas a la vez- y el encumbramiento allí de un régimen títere que facilite los propósitos de otras acciones de más largo alcance en la región, se han visto impedidos por parte de una enconada resistencia y apoyo popular y militar, así como por la posición de Rusia y China, que se han negado a avalar la bochornosa y criminal pantomima. Irán, Irak y el Líbano son países de esa región que también han repudiado la agresión y abogan por un diálogo político entre las partes, sin injerencia extranjera.
Al borde de la desesperación, ante el imprevisto obstáculo que ha resultado el gobierno sirio, los patrocinadores de la agresión y sus ejecutantes han desatado en las recientes semanas los más brutales actos de terrorismo contra la población civil, en medio de las ciudades y contra escuelas, universidades y hospitales, como forma de aterrorizar al pueblo y ejercer venganza por el evidente apoyo al gobierno legítimamente constituido y sus fuerzas de defensa.
La reunión que acaban de celebrar en Roma los mal llamados “amigos de Siria” evidenció que los planes de agresión no se detienen y, por el contrario, se recrudecen ante la impotencia de los atacantes. La Unión Europea anunció que ampliaba el “apoyo no letal” a los grupos mercenarios armados, mientras Estados Unidos hizo público que entregará 60 millones de dólares más, añadidos a los 385 millones aportados hasta ahora por Washington de manera pública.
El apoyo de las llamadas “potencias occidentales” a los actos terroristas que se llevan a cabo en Siria por parte de grupos mercenarios de distintas nacionalidades, organizados, armados y financiados por estas potencias y otros asociados regionales hechos cargo del trabajo sucio, ha servido, sin embargo, para desenmascarar el verdadero rostro de la “cruzada global contra el terrorismo”, lanzada originalmente por Bush hijo, que fue el pretexto utilizado para las anteriores guerras de agresión y ocupación contra Afganistán e Irak, repetidas en Libia y Siria.
Las “potencias occidentales” pierden, de este modo, toda fuerza moral y legitimidad para combatir el terrorismo y su tan anunciada cruzada se evidencia como llena de hipocresía, fariseísmo y doble rasero.
LUNES, 03 de MARZO de 2013 08:01 administrador . .Por: Gustavo Robreño
Cuando se haga la indignante y triste historia de la hipocresía, el fariseísmo y el doble rasero elevado como pocas veces a la categoría de doctrina internacional o de política exterior, no hay dudas de que Estados Unidos y sus socios de la Unión Europea se llevarán las palmas en todo lo relacionado con lo que llamaremos “caso Siria”.
Hay quienes sitúan el embrión de esta flagrante y abierta violación de cuanta norma existente regulatoria del derecho internacional -y ni hablar de la Carta de Naciones Unidas- en el preludio que constituyó la guerra de agresión contra Libia en procura de la ocupación de los abundantes recursos naturales de ese país y el asesinato de Muammar al Gadaffi, figura a todas luces incómoda e imprevisible para las potencias occidentales, que hace tiempo habían dictado su sentencia de muerte y sólo buscaban ocasión propicia para ejecutarla.
Siria se ha vuelto un hueso duro de roer aunque al precio de decenas de miles de víctimas inocentes y enorme destrucción material, y es evidente que los planes previamente concebidos en cuanto a una ocupación rápida, el derrocamiento o asesinato del presidente Bachar Al Asad -o ambas cosas a la vez- y el encumbramiento allí de un régimen títere que facilite los propósitos de otras acciones de más largo alcance en la región, se han visto impedidos por parte de una enconada resistencia y apoyo popular y militar, así como por la posición de Rusia y China, que se han negado a avalar la bochornosa y criminal pantomima. Irán, Irak y el Líbano son países de esa región que también han repudiado la agresión y abogan por un diálogo político entre las partes, sin injerencia extranjera.
Al borde de la desesperación, ante el imprevisto obstáculo que ha resultado el gobierno sirio, los patrocinadores de la agresión y sus ejecutantes han desatado en las recientes semanas los más brutales actos de terrorismo contra la población civil, en medio de las ciudades y contra escuelas, universidades y hospitales, como forma de aterrorizar al pueblo y ejercer venganza por el evidente apoyo al gobierno legítimamente constituido y sus fuerzas de defensa.
La reunión que acaban de celebrar en Roma los mal llamados “amigos de Siria” evidenció que los planes de agresión no se detienen y, por el contrario, se recrudecen ante la impotencia de los atacantes. La Unión Europea anunció que ampliaba el “apoyo no letal” a los grupos mercenarios armados, mientras Estados Unidos hizo público que entregará 60 millones de dólares más, añadidos a los 385 millones aportados hasta ahora por Washington de manera pública.
El apoyo de las llamadas “potencias occidentales” a los actos terroristas que se llevan a cabo en Siria por parte de grupos mercenarios de distintas nacionalidades, organizados, armados y financiados por estas potencias y otros asociados regionales hechos cargo del trabajo sucio, ha servido, sin embargo, para desenmascarar el verdadero rostro de la “cruzada global contra el terrorismo”, lanzada originalmente por Bush hijo, que fue el pretexto utilizado para las anteriores guerras de agresión y ocupación contra Afganistán e Irak, repetidas en Libia y Siria.
Las “potencias occidentales” pierden, de este modo, toda fuerza moral y legitimidad para combatir el terrorismo y su tan anunciada cruzada se evidencia como llena de hipocresía, fariseísmo y doble rasero.
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