Cuando Obama exhorta al mundo a la guerra contra Siria, el mundo dice “no, gracias.” Cuando Washington ordena a sus mercenarios rebeldes sirios que vayan a Ginebra, estos se niegan.
Cuando los Estados Unidos les ordena a sus “mercenarios buenos” (el Ejército Sirio Libre) que rechace a los “malos mercenarios” (los takfiríes de Al-Qaeda) nadie les hace caso. Y cuando les ordena a los “buenos mercenarios” que se unan a la llamada Coalición Nacional de Siria, se ríen en su cara.
Si los mercenarios incumplen las órdenes de sus tesoreros, estos no están siendo respetados.
Otra banda de mercenarios que ha perdido el respeto de sus mecenas estadounidenses es el Ejército egipcio. El nuevo faraón de Egipto, el general Al-Sisi, está ignorando los patéticos gemidos sobre derechos humanos y democracia que emanan de Washington, DC. Al-Sisi, quien proviene de una familia judía marroquí y se rumorea que es un agente israelí, sigue masacrando a los manifestantes pacíficos, mientras establece una dictadura cuya crueldad y autocracia están mucho más allá de cualquier sueño que Mubarak haya tenido jamás.
El golpe de Al-Sisi fue aprobado en Tel Aviv, no en Washington D.C. Los israelíes le aseguraron a Al-Sisi que ellos son dueños de la Casa Blanca, por lo que no debía preocuparse por que estos cortaran los miles de millones de dólares que está recibiendo de los contribuyentes estadounidenses. Durante y después del golpe, Al-Sisi ha estado en contacto permanente con sus contactos israelíes, que parecen ser el verdadero poder que rige en Egipto… dado que son el verdadero poder en Washington D.C.
¿Tendrá algo que ver la ocupación israelí de la Casa Banca con la pérdida del respeto internacional de los Estados Unidos?
Una serie desastrosa de guerras en Medio Oriente ha llevado a la bancarrota de Estados Unidos. El coste real de estas guerras está por los billones de dólares. La economía estadounidense es una calamidad. El gobierno entró en cierre y luego se convirtió en el soporte vital. Todo el mundo está sorprendido por el patético espectáculo de la supuesta única superpotencia del mundo al borde del colapso.
¿Acaso fueron las guerras las que han llevado a la bancarrota a las luchas de Estados Unidos por Israel, ninguna por un interés concebible de los EE.UU.?
Si nos preguntamos “quién se beneficia” con las guerras estadounidenses del 11S, la respuesta es obvia: el verdadero beneficiario es Israel, no Estados Unidos.
EE.UU. ha sido testigo de la erosión de su posición geo-estratégica en todo el mundo, especialmente en Oriente Medio, donde ha perdido sus guerras agresoras contra Irak y Afganistán.
Hoy en día, todos lo que los estadounidenses pueden hacer en Irak es esconderse en su recinto fortificado en la Zona Verde y preguntarse por qué lanzaron su mal concebida invasión en primer lugar. El Gobierno iraquí está demasiado ocupado combatiendo a los terroristas takfiríes, tanto en Siria como en el propio Irak, para prestar atención a los consejos de los criminales de guerra norteamericanos que parecen estar en connivencia con los propios terroristas takfiríes, a los que pretenden oponerse. Y como todo el mundo conoce ya que los cuentos de Bush sobre las armas de destrucción masiva de Irak eran mentira, ahora la “Operación Libertad Iraquí” parece haber sido, al menos desde una perspectiva estadounidense, peor que inútil.
En Afganistán, la situación de Estados Unidos es calamitosa. Un revitalizado grupo Taliban está a punto de volver a hacerse cargo, en cuanto se retiren los norteamericanos. Una inundación de heroína está fluyendo desde Afganistán hacia EE.UU. y Europa, con la complicidad de los corruptos oficiales militares y de inteligencia estadounidenses. Y toda la justificación falsa para la invasión de EE.UU., una supuesta misión de venganza contra Osama Bin Laden, ha sido revelada como una “gran mentira, no hay ni una palabra de verdad en ella”, por el periodista de investigación líder en Estados Unidos, Seymour Hersh.
Siria también es un caos. Como siempre, Estados Unidos está en el bando de los perdedores, que resulta ser la parte de Al-Qaeda, un enemigo ostensible de la civilización norteamericana.
Todo el mundo está sorprendido del desastre que EE.UU. ha logrado hacer en Medio Oriente. Viendo las cosas de forma caritativa, los estadounidenses parecen bufones. Viéndolas menos caritativamente, se ven como uno de los peores criminales de guerra en la historia de la humanidad. Todo el alto mando del Gobierno norteamericano parece apto para el cadalso, o tal vez un manicomio.
Entre los muchos crímenes de guerra terriblemente estúpidos de los dirigentes estadounidenses, destacan dos: el envenenamiento de Irak y Afganistán con uranio empobrecido, y la masiva masacre, tanto de los objetivos como de los transeúntes, en los ataques con aviones no tripulados.
Los ataques con drones tienen poco valor militar. Pero tienen éxito en hacer enemigos. Las familias de las víctimas encontrarán la forma de vengarse de Estados Unidos y los estadounidenses durante muchas décadas.
Y a medida que siguen naciendo bebés del DU (Uranio Empobrecido, por sus siglas en inglés) con horribles defectos de nacimiento, niños y adultos perecen de cáncer en número creciente, los pueblos de Irak y Afganistán, comprensiblemente, alimentarán un eterno odio por los EE.UU. durante generaciones… quizá incluso siglos.
Desde una perspectiva estadounidense, ser odiado por decenas de millones de personas durante décadas o siglos no puede ser bueno. Pero no son sólo las decenas de millones de iraquíes y afganos que desprecian y continuarán despreciando a los Estados Unidos por sus crímenes de guerra. Se trata de miles de millones de personas en todo el mundo.
Según los chinos, cuando un imperio ha dilapidado su legitimidad, ha perdido el mandato del cielo. A partir de ahí, sus días están contados porque ya no inspiran respeto.
Desde las debacles siria y presupuestaria, los chinos han comenzado abiertamente a no respetar a Estados Unidos, por primera vez, desde los días de Mao Tse-tung. Después de décadas siguiendo una política de “hablar en voz baja, mientras se fortalecen”, los chinos, cuyo PIB pronto eclipsará el de EE.UU., hacen un llamado ahora asertivamente a un “mundo desamericanizado”.
¿Qué pueden hacer los EE.UU. para recuperar, al menos, parte del respeto del que antes disfrutaban?
Pueden admitir sus errores y enmendarlos.
El mayor error de los Estados Unidos es haber dejado que Israel se hiciera cargo del gobierno norteamericano el 11 de septiembre de 2001. (Si usted aún no es consciente de que el 11S fue un golpe de Estado sionista, lea La solución del 11S de Christopher Bollyn y La cábala transparente de Stephen Sniegoski)
Los EE.UU. deben procesar a los agentes y traidores israelíes que orquestaron el 11S y las guerras que provocó este acto. Esas contiendas no fueron diseñadas para llevar la democracia a Oriente Medio, o procurar petróleo para Estados Unidos. Fueron diseñadas para destruir Medio Oriente en nombre del Gran Israel.
Después de procesar a los criminales de guerra que han devastado la economía y la reputación de Estados Unidos, Washington debe, si quiere ganarse de nuevo el respeto del mundo, lanzar un apartheid israelí en el basurero proverbial de la historia. Al comprometer todo el peso de lo que resta del poder militar, económico y diplomático estadounidense en la liberación de Palestina y en poner fin a la última colonia en el mundo ocupada por racistas, los EE.UU. pueden expiar sus crímenes de guerra contra los pueblos de Medio Oriente.
Congelar los activos de la banca sionista internacional de élite, desmantelar la Reserva Federal e imprimir una moneda honesta también ayudaría a ganarse el respeto y a encaminar la economía de EE.UU. y del mundo.
La Casa Blanca no volverá a dominar el mundo como única superpotencia; ha perdido el mandato del cielo, y nada lo traerá de vuelta. Sin embargo, todavía puede ser el primero entre iguales en un mundo multi-polar, y una inspiración para todos los que creen en la libertad, la democracia y la transparencia, si persigue los crímenes de guerra de los últimos doce años, y se sacude el yugo sionista que posibilita los mismos.
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