El retorno del islam a España
Capítulo III de El Islam en Democracia
05/09/2013 - Autor: Abdennur Prado - Fuente: Webislam
Cuando hablamos del “retorno del islam a España” debemos evitar malos entendidos. Esa frase hace referencia a una situación precisa: tras el genocidio y la expulsión perpetrado contra los musulmanes (como contra judíos, protestantes y cristianos unitarios), el islam vuelve a ser practicado en el Estado español, tanto a causa de la inmigración como a causa del creciente número de ciudadanos españoles que se reconocen musulmanes.
Esta realidad encontró un reflejo en la legislación española en la Constitución de 1978, y de un modo específco el 1989, cuando el islam fue reconocido oficialmente como “religión de notorio arraigo”, y en 1992, con la firma de un Acuerdo de Cooperación entre el Estado y la Comisión Islámica de España. Este Acuerdo fue realizado en el momento en que se cumplían quinientos años de las Capitulaciones de Granada, los pactos firmados por los Reyes católicos con los musulmanes españoles, por los cuales se garantizaba su libertad de culto. Como es sabido, las Capitulaciones fueron incumplidas de forma sangrante, dando paso al periodo más oscuro de la historia de la Península Ibérica.
Es necesario recordar que la práctica del islam ha permanecido prohibida en nuestras tierras durante siglos, con lo cual todo el mundo reconocerá el mencionado Acuerdo como un hecho saludable: el fin de quinientos años de monopolio religioso, de pensamiento único impuesto por la fuerza, y la consiguiente recuperación de la libertad religiosa y de conciencia que había caracterizado la España musulmana. El retorno del islam a España no viene a abrir una herida zanjada por el tiempo, sino la posibilidad de cerrar una herida abierta, con la consiguiente recuperación de un pasado destruido por la violencia y por el fuego.
Este hecho puede aportar nuevas luces a eso que los intelectuales han llamado “la realidad histórica de España”. Nos situamos ante la posibilidad de re-escribir la historia de la Península desde el punto de vista del cruce de civilizaciones y culturas, re-considerar nuestro pasado como expresión de un pluralismo que siempre debió prevalecer en una tierra situada como confl uencia de los mundos. Estamos en un momento privilegiado para revisar nuestra historia, para superar toda tentación totalitaria y plantear un futuro donde la convivencia entre diferentes religiones y concepciones del mundo sea posible, lo cual nos exige el esfuerzo personal de superar toda tentación de considerar nuestro camino como el mejor o el único posible, de reconocer a todo el mundo su derecho a elegir aquellos principios por los cuales quiere guiar su vida.
Sin embargo, la situación de la libertad religiosa en España dista de ser buena. La resistencia a dar cumplimiento al mencionado Acuerdo por parte del Estado español tiene su origen en la resistencia de los poderes que se benefi ciaron de ejercer el monopolio, y que miran la diversidad como un peligro. Todos aquellos que abogamos por el reconocimiento de la realidad plural de España, ya sea al nivel religioso o de las diferentes nacionalidades, nos vemos enfrentados a la misma persistencia de estructuras mentales que tienen que ver con el Antiguo Régimen. El hecho de que estas corrientes reaccionarias vinculadas al nacional-catolicismo tengan tanta fuerza constituye un auténtico escándalo, la negación de los principios del estado de derecho que deberían regir entre todos los ciudadanos.
En el caso de los musulmanes, esto significa: difcultades para abrir centros de culto, negación de espacios en cementerios públicos, no conmemoración de festividades religiosas islámicas, no regulación de la alimentación halal, negación de la participación de los musulmanes en la gestión del patrimonio de origen islámico, restricción del derecho a la enseñanza del islam en las escuelas, y una general desatención de las instituciones hacia las necesidades religiosas de este colectivo. Todo lo mencionado son derechos legítimos de los ciudadanos musulmanes, mencionados como tales en la Ley del Acuerdo de Cooperación, derechos que son vulnera-dos una y otra vez por ayuntamientos, comunidades autónomas y por todo el aparato del Estado.
La falta de cultura democrática en España es desoladora. Hoy en día, los principios constitucionales de a-confesionalidad y de igualdad y no discriminación entre las religiones no son respetados, aún siendo los pilares de la libertad religiosa. La Iglesia Católica recibe ingentes cantidades de dinero, salida de nuestros bolsillos, y goza de claros privilegios. Los políticos acuden a actos religiosos católicos, en el ejercicio de sus funciones públicas, y las Fuerzas Armadas siguen celebrando festividades religiosas católicas, que discriminan a los miembros de otras confesiones. Los ayuntamientos fi nancian la restauración y el mantenimiento de Iglesias, mientras se niega ayuda y protección a las confesiones no católicas.
Los ciudadanos de confesión musulmana tenemos muchos motivos para quejarnos, y sin embargo somos señalados constantemente como causa de problemas. Resulta curioso que se llame constantemente a los inmigrantes musulmanes a integrarse en la sociedad, a cumplir con sus deberes, mientras el Estado y la sociedad en su conjunto se permiten vulnerar de forma manifiesta sus derechos. Lo que me gustaría saber es cuales son los deberes como ciudadanos que se supone no cumplimos los musulmanes en España. Por el contrario, sé muy bien cuales son los derechos que el estado actual de las cosas no nos garantiza.
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