La otra guerra de Palestina: la lucha por la soberanía alimentaria
La FAO recalca que la soberanía alimentaria es un derecho fundamental de los pueblos y sin ésta difícilmente podrán asegurar su libertad e independencia
20/10/2014 - Autor: Carlos de Urabá - Fuente: Webislam
Palestina necesita alcanzar la soberanía alimentaria
Hace unas semanas que la fiesta del cordero o el Eid el Adha y la
pregunta que nos planteamos es ¿en Palestina dónde se crían los
corderos?, ¿dónde están los pastores? Y la respuesta es que por culpa de
la ocupación sionista ya no hay campos para darle de comer al ganado y
el oficio de pastor ha desaparecido casi que por completo. Basta con
echar un vistazo al entorno natural para comprobar el amargo panorama:
cercas, vallas electrificadas, muros, controles militares, campos
minados, es decir, barreras infranqueables que afectan no sólo al ser
humano sino también al medio ambiente.
En Palestina el mundo rural y la cultura popular agonizan. El invasor
israelí los ha despojado de las mejores tierras, de sus pueblos, de sus
recursos naturales y hasta de sus almas. En Cisjordania desde el año
1967 los colonos judíos han construido más de 50 asentamientos en una
clara violación de las resoluciones emitidas por la Asamblea General de
la ONU. Este proceso va a ser muy difícil revertirlo porque ellos “sólo
cumplen órdenes de Yahvé y jamás podrán desalojarlos de sus hogares”. La
presión demográfica es insoportable y falta espacio para acoger a los
futuros inquilinos.
El censo poblacional de las ciudades de Cisjordania o Gaza nos revela el catastrófico abandono del medio rural.
El campo es un escenario hostil plagado de peligros, pues los judíos no
han renunciado a sus intenciones de anexionarse por completo lo que
queda de Palestina. Como lo demuestra el caso del pastor Salman y su
familia -protagonista de este documental- al
que el gobierno israelí ha confiscado sus propiedades en Hebrón. Los
colonos ultra ortodoxos van ampliando su radio de acción y no toleran
intrusos. Ahora deben iniciar una nueva vida y adaptarse a un entorno
artificial donde el campo ha sido urbanizado.
Los grandes empresarios judíos son los que realmente dominan el sector
agrícola y ganadero. Esta es una actividad muy lucrativa gracias a la
explotación de mano de obra extranjera-entre los que están incluidos los
palestinos- El arduo trabajo de los jornaleros y peones les permite
obtener extraordinarias plusvalías y multiplicar sus beneficios. Israel
posee una industria agroalimentaria muy bien desarrollada capaz de
competir con cualquier país del primer mundo.
La FAO recalca que la soberanía alimentaria es un derecho fundamental
de los pueblos y sin ésta difícilmente podrán asegurar su libertad e
independencia. Y este es el caso de Palestina que, a pesar de gozar de
una cierta autonomía política tras la firma de los acuerdos de Oslo, su
estatus no es otro que el de una colonia israelí. La potencia ocupante
controla la tierra, el agua, las semillas, los recursos energéticos, y
la biodiversidad. La economía palestina es meramente subsidiaria y no
tienen la capacidad para autoabastecerse. Además su dieta tradicional va
siendo reemplazada por la alimentación industrial que imponen las
grandes cadenas de supermercados o las multinacionales.
Los cultivos ecológicos, el pastoreo o la cabaña avícola y ganadera
dirigido por los productores locales no alcanzan para satisfacer la
demanda. Y lo más crítico quizás sea la dependencia extrema de miles y
miles de refugiados que necesitan para sobrevivir de los alimentos de
primera necesidad que les aportan los organismos de ayuda humanitaria
como ONU, la Media Luna Roja o las ONGs.
El boicot internacional a los productos israelíes es una de las
fórmulas más eficaces para socavar su economía y castigar su vil actitud
genocida.
Carlos de Urabá 2014
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