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miércoles, 3 de diciembre de 2014

Violencia Disfrazada en la Vencindad del Chavo del 8

Perfil psicológico de los integrantes del programa del Chavo del 8

03/12/2014 - Autor: Oscar Ortiz Alvarez - Fuente: Envío público a Webislam
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La Vencidad del Chavo
Un principio que tengo pegado a mi cabeza es que cualquier programa de televisión, y peor aun que sea promocionado de alguna forma por los medios, es sin duda un programa nocivo para la humanidad. A raíz de la muerte del productor del Chavo de 8, Roberto Gómez Bolaños, me llamó mucho la atención la cuasi veneración que le profesan muchas personas. Lo extraño y misterioso es que durante 40 años ningún gobierno ni ninguna denominación religiosa ha puesto sobre el quirófano a esta vecindad, pero un análisis con el bisturí de la conciencia nos da luz sobre la violencia generalizada que proyecta dicho programa. A esta violencia se le ha dado un carácter cómico, creando en los niños y adolescentes una insensibilización hacia la violencia infantil.
Enseñar adrede a un niño a ser perezoso, glotón, mentiroso, envidioso o lujurioso es a todas luces una forma de violencia. Inculcar la ignorancia es también una forma de violentar el desarrollo de un niño, pues la violencia va en contra de su natural modo de proceder. Y el natural modo de proceder de un niño es crecer con valores morales y éticos. Los valores morales pueden considerarlos como aquellos que no trasgreden las leyes naturales, por ejemplo la gula cuyas consecuencias serán el desarrollo de muchas enfermedades a futuro, la lujuria con gravísimas consecuencia en la descendencia y en la salud mental. Y los valores éticos los consideraremos cuando se trasgreden las leyes sociales como la falta de respeto a la mujer, a los ancianos, el accionar coimero, no pagar las deudas, entre otros. Bajo este marco definido pasaremos a delinear el perfil psicológico de cada miembro de la vecindad del Chavo.
El Chavo: es un niño que siempre anda con hambre, es el glotón empedernido y su preferencia por el sándwich de chancho es un claro desprecio por las leyes de Dios, que según Levíticos se prohíbe el consumo de carne de cerdo, ya que esta carne incentiva la lujuria. Si usted es ateo, pase por alto las tres líneas anteriores, y reflexionemos socialmente en esto: El Chavo es un niño huérfano y harapiento, que vive en un barril, el cual es una representación del pauperismo y la mendicidad de las últimas letras en la escalera de las clases sociales. Este niño, cuando se asusta mucho se queda paralizado, y vuelve en sí, cuando le tiran agua en la cara. Este trance es producido por el miedo y el hambre. Cuando nos reímos del Chavo en estas situaciones, nos estamos riendo de la niñez abandonada, y no debe ser motivo de risa, sino de alarma, y América Latina no podrá ser libre mientras miles de niños como el Chavo, sigan viviendo en un barril comiendo inmundicias, y mientras miles de nosotros inconscientemente sigamos riéndonos de esta desgracia.
Don Ramón: representa al desempleado, que cometió el pecado de la pereza. Constantemente requiere redoblar los esfuerzos de escape, para no pagar las indefectibles 14 meses de renta que debe. Siempre anda en busca de un trabajo rogándole a Dios no encontrarlo, moroso, faldero, ambicioso, listo, oportunista, ostenta en su haber un pasado insospechado
La Chilindrina: es una niña con una personalidad intolerante, enojada. Siendo la más débil y más pequeña físicamente de la vecindad, sólo puede llorar y llorar. Es la única hija de don Ramón, y simboliza la astucia, la habilidad para manipular al prójimo, con picardías, mentiras y chantajes. Observemos el tipo de familia en esta vecindad, la Chilindrina es hija de Don Ramón, una familia donde hace falta la madre, y posiblemente sus actitudes y berrinches son consecuencia de esa carencia. Quico es lo contrario, tiene una familia donde hace falta el Padre. Y el Chavo es la representación más triste de la desintegración social, y que es tan común en toda Latinoamérica, ya que al caso del Chavo es  un niño sin padre ni madre.
Quico: es el niño más rico, pero el resorte que lo mueve es la envidia. Cada vez que veía a uno de sus vecinos más pobres disfrutar de un juguete estropeado, la codicia le provocaba alegría e iba por uno de los suyos, siempre más grande y mejor, pero nunca le daba satisfacción. Esta falta de moral y de principios que vemos en estos personajes como Quico, la pasamos por alto, riéndonos de la peor miseria que existe en el mundo, del hambre de un niño abandonado, sin oportunidades de ningún tipo, sin familia. Hemos visto llorar al Chavo viendo un pastel de cumpleaños que nunca le comprarán, lo hemos visto llorar porque no tiene una pelota, mientras Quico le pasa la suya delante de su nariz, transmitiendo una forma de ser, tan egoísta, salvaje y violenta.
Todos estos personajes junto con el Chavo sumergidos en el reino de las desigualdades, son personajes en crisis, incluyendo al señor Barriga cuya codicia es obvia, pues ¿quién más podría cobrar el alquiler mensual casi todos los días? Y también a Doña Clotilde, la bruja del 71, que sufría de extrema vanidad.
Doña Florinda y el profesor Girafales son unos libertinos de la talla del marqués de Sade y Mesalina, maestros en el arte de la lujuria, condenados por la eternidad a la abstinencia sexual. Ella es frígida que lo anhela con la mente, pero no con el cuerpo. Es la soltera que representa a la petulancia, es la persona que no es consecuente con sus condiciones materiales de existencia, pues a pesar de vivir en la humilde vecindad, ningunea a sus vecinos, se jacta de poseer una condición económica irreal, mima enfermizamente a su hijo Quico para vigorizar sus pretensiones imaginarias, tendientes a sentirse en un estatus jerárquicamente superior.
Quico es la personalización del engreimiento y del mimo, otro de los patrones culturales enviados subliminalmente por la serie. Cuando Doña Florinda le dice a Quico “tesoro, no te juntes con esta chusma”, está creando a un ser egoísta, manipulador y elitesco. La mala educación está ya inoculada y con ella la ideología de la alienación y división social.
En pleno auge, el programa El Chavo del Ocho, fue visto, en promedio, por 350 millones de personas a la semana, han visto al Chavo, día tras día, durmiendo en su barril, a pesar de los avances de nuestras sociedades, a pesar de lo que digan los organismos internacionales: OEA, ONU, a pesar de las estadísticas que hablan de la reducción de la pobreza, a pesar de que en los noticieros repitan diariamente que estamos creciendo, a pesar de todo, este programa del Chavo es una ofensa a la infancia y a la vida.

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