Nuestros adversarios ya los he hecho conocer, se llaman: nuestra tradición, nuestra historia, nuestra herencia morbosa, nuestro alcoholismo, nuestra educación contraria al desarrollo del carácter. Si no sabemos salvarnos, la historia escribirá en nuestra tumba el epitafio que pusieron los persas á los babilonios vencidos por ellos: «Aquí yacen Ing que no merecieron esta tierra, ni siquiera para sepultura.»
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