7 jinetes del AMLOcalipsis
23/11/2018
Actualización 23/11/2018 - 11:43
Una crisis ya no es una hipótesis lejana. Ya no es especulación, es certeza: quien será el presidente de México por (lo menos) seis años es un analfabeto económico, un mesías que no atiende razones, sino lo que dicta su entender. Para aquellos que piden evidencia basta una palabra: Texcoco. Fue el primer jinete de ese posible futuro AMLOcalipsis.
¿Qué otras señales puede haber para indicar problemas graves? Muchas, algunas externas, otras del propio gobierno. Una clara desviación de la ortodoxia fiscal sería el segundo jinete. Habrá claridad cuando se presente la propuesta de ingresos y egresos para 2019. Hasta el momento las costosísimas promesas del presidente electo no presagian nada bueno. La cuadratura del círculo presupuestal se antoja imposible.
El abandono de la ortodoxia (“neoliberal”, ese epíteto que tanto le gusta denostar al tabasqueño) puede llevar, entre muchas consecuencias, a una degradación de la calificación crediticia de México. En extremo, pasar del grado de inversión a especulativo (popularmente denominado “junk” o “basura”). Ello implicaría una salida de capitales gigantesca, muchísimo mayor a la experimentada en semanas recientes.
Un gobierno claramente antineoliberal llamaría un cuarto jinete: la cancelación de la línea de crédito flexible (LCF) que México tiene disponible desde hace una década con el Fondo Monetario Internacional. Por supuesto que el país podría recurrir al FMI, pero tendría que negociar un programa. La LCF, en cambio, permite acceso a hasta 88 mil millones de dólares sin condición alguna.
La degradación de la economía puede llevar al gobierno a radicalizarse, todavía más, “hacia adentro”. AMLO nunca ha sido tímido en expresar su entusiasmo por el estatismo y el proteccionismo. La tentación de cerrarse al mundo se vería precipitada si considera que agentes externos quieren sabotear su visión sobre México.
Por lo menos hay otros tres jinetes posibles, dos pisoteando con sus cascos sólidas instituciones económicas. Un asalto al Inegi permitiría cucharear cifras como el crecimiento y la inflación. Porque la expansión del PIB que propone López Obrador, 4 por ciento anual, es un sueño irrealizable para 2019, y probablemente en años posteriores si su agenda económica sigue sin considerar la productividad como algo relevante. Porque una mayor inflación es prácticamente un hecho si, como propone, los aumentos salariales deben ser mayores a la propia inflación –por obligación constitucional (otra promesa reciente). Pero, claro, un Inegi subordinado puede lograr maravillas con ambos indicadores –al menos sobre el papel.
Anular la autonomía del Banxico podría tener un objetivo claro: manipular el tipo de cambio, ese indicador que muchos consideran (erróneamente) importante para evaluar el desempeño presidencial. Alterar el régimen de libre flotación, en extremo creando un mercado dual de cambios, sería un séptimo jinete del AMLOcalipsis que se está forjando y que ya no puede descartarse.
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