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martes, 27 de noviembre de 2018

¿Dónde está el Estado Islámico?

El grupo terrorista, que quiere hacer realidad su pretendido “califato”, ha compensado sus derrotas en suelo sirio o iraquí con operaciones en los llamados estados fallidos como Libia, Yemen y Sudán. Y lo que parece es peor, mantiene su gran capacidad para inspirar el radicalismo con un gran alcance global.
Fotoilustración / VANGUARDIA LIBERAL
(Foto: Fotoilustración / VANGUARDIA LIBERAL)
En 2004, un grupo terrorista que luego se conocería como Estado Islámico irrumpió en el mundo tras la invasión estadounidense a Iraq en 2003, eclipsando con una ideología más radical a la que preconizaba su mentor y hoy rival, Al Qaeda.
Hizo ruido en el mundo al autoproclamar un califato islámico que se extendía desde la costa mediterránea de Siria hasta cerca de la capital iraquí, Bagdad.
A sangre y fuego, ganó terreno y cobró relevancia con las mediáticas decapitaciones, crucifixiones y asesinatos en masa que empleó para atemorizar a sus enemigos, convirtiéndose así en el grupo terrorista más poderoso, más rico y también el más temido.
Al mejor estilo de una franquicia internacional del terrorismo islámico, fue reclutando adeptos por todo el mundo y trasladando el campo de batalla a las redes sociales, apelando a una virulenta narrativa religiosa.
Pero al cabo de 14 años de su surgimiento, el Estado Islámico ha venido soportando arremetidas armadas y sumando derrotas militares en Siria e Iraq. Algo que, claramente, no implica que le reste poder ni peligro y mucho menos que se acerque su fin.
“El Estado Islámico no es el mismo que hace varios años cuando declaró el Nuevo Califato Islámico en Iraq y el Levante (Dáesh en árabe)”, asegura Elie Habalian, estudioso del Medio Oriente.
Según el profesor universitario retirado, ya perdió sus capitales “administrativas” en Mosul en Iraq y al-Raka en Siria.
Un control territorial que mantuvo durante cerca de dos años en los dos países y que lo ha obligado a ceder terreno y replantear su táctica.
No obstante, el profesor universitario retirado advierte que es un fenómeno muy activo en estos dos países, lo mismo que en Yemen, Libia, Somalia y Nigeria. A lo que se le suma que sigue contando con financiamiento de particulares, colectivos y hasta Estados, agrega.
“Sigue siendo una herramienta muy útil para aquellos que quieren lesionar a países del mundo occidental”, sostiene el experto.
En efecto, Víctor de Currea-Lugo, docente de la Universidad Nacional de Colombia, señala que no hay que subestimar al Estado Islámico pese a que ha perdido la mayor parte del territorio que controlaba en Iraq y Siria.
Aún continúa con un reducto territorial en Siria, en la zona suroriental de ese país, dice.
Una cosa muy importante a destacar, menciona Enrique Serrano, profesor e investigador de la Universidad del Rosario, es que la lógica del mundo árabe es tribal, entonces, hay tribus que le han hecho el juego el Estado Islámico y otras que no.
Y en lo que respecta al caso sirio, explica que los alauitas apoyan al régimen de Bashar al Asad que además encontraron un aliado de oro en Vladimir Putin.
Rusia tiene oleoductos que salen por ese país al Mediterráneo y además quiere garantizar el equilibrio de fuerzas en la región, así que Siria se ha convertido en un territorio privilegiado para que Rusia apueste por la derrota del Estado Islámico, estima Serrano.
Multiplicidad del terrorismo
En tanto, Benjamín Herrera, profesor de la Universidad de La Sabana, quien admite que si bien es cierto que las intervenciones de potencias extranjeras como Estados Unidos, Rusia y Turquía en Iraq y Siria plantearon un duro revés para el Estado Islámico, esto no significa la desaparición del fundamentalismo islámico que encarna esta organización terrorista.
Es más, se habla de que en este momento hay entre 125 mil a 250 mil militantes islamistas regados por todo el mundo, de acuerdo con el experto en Medio Oriente.
“La amenaza del fundamentalismo islámico se encuentra en una multiplicidad de puntos, en Medio Oriente, Norte de África y buena parte de África Central”, comenta.
En concreto, se refiere a los militantes musulmanes europeos que combatieron al lado del Estado Islámico y que están regresando a sus países de origen.
“Aunque sí se puede hablar de derrota militar, no resuelve el problema a corto o largo plazo, hay una multiplicidad de grupos que se reinvindican o siguen las órdenes del Estado Islámico”.
“Entonces estaríamos hablando de una metástasis del problema del Estado Islámico”, dice el experto.
Vacío institucional
Otro factor a tener en cuenta, apunta el internacionalista Enrique Serrano, es que el Estado Islámico en su momento lo que hizo fue aprovechar los vacíos de poder que quedaron tras la caída del régimen de Saddam Hussein en Iraq y luego con la “Primavera Árabe”, movimiento que entre 2010 y 2011 tenía como objetivo deponer las dictaduras en el mundo árabe.
Pero en lugar de generar democracia, lo que generaron fueron vacíos institucionales tan serios que destruyeron a Yemen, Siria y Libia, e incluso agravaron la situación en el propio Iraq, se lamenta el profesor de la Universidad del Rosario de Bogotá.
De Currea-Lugo agrega otro enfoque. El problema central es que “el Estado Islámico, como propuesta, no solo político-militar, sino político-ideológica, sobrevive en varias regionales del mundo, incluyendo Afganistán, Iraq y otros países en la medida en que el radicalismo islamista se perpetúa o permanece”.
Y la razón primordial es que las causas no se han resuelto: exclusión política y social de algunas comunidades, falta de democracia real en la región (no la democracia made in USA) y la presencia perjudicial de las potencias en Medio Oriente.
Lo que vaticina De Currea-Lugo es que “así como nació Al Qaeda, no se atendieron las causas y apareció un Estado Islámico años después, y es posible que aparezca una nueva propuesta del radicalismo islamista que tenga tanta fuerza como Al Qaeda o el Estado Islámico”.
En la práctica, se traduce en el reclutamiento de jóvenes y personas desorientadas a las filas islamistas. Ellos no solo piensan que Occidente es el causante de todos los males, sino de una secularización de la vida social, sostiene por su parte Serrano.
Para él, es obvio que el Estado Islámico se debilitará en los años venideros, pero no duda en que mientras existan vacíos de poder en los países árabes, seguirán siendo una amenaza internacional de gran envergadura.
En resumen, el extremismo islamista es un mal que continuará durante todo el siglo XXI y se ‘reciclará’ de una u otra manera.

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